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Authors: Jude Watson

Cautivos del Templo (8 page)

BOOK: Cautivos del Templo
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Mientras preparaban todo, Obi-Wan sentía una constante tensión en su interior. Había conseguido deshacerse del miedo gracias a Qui-Gon. Ahora tenía que encontrar su centro de calma. Estaba impaciente por atrapar a Bruck y a Xánatos; pero la impaciencia no era un buen aliado de guerra, sino más bien un enemigo. Qui-Gon se lo había repetido muchas veces. Obi-Wan intentó adoptar la compostura de Qui-Gon. El Caballero Jedi se mostraba completamente tranquilo, aunque Obi-Wan podía apreciar la rapidez y seguridad en sus movimientos y en su forma de hablar. En muy poco tiempo, todo el mundo tuvo claro lo que tenía que hacer y se colocó en su posición.

Qui-Gon activó la grabación de voz.

—Hemos de hablar, Obi-Wan. Tenemos que hacer algo rápidamente. Sin duda, Xánatos ha sacado a Bant de los túneles de agua. Comenzaremos la búsqueda en el ala norte del Templo. ¿Tienes los sensores de infrarrojos?

—Aquí los tengo —respondió Obi-Wan—. ¿Dónde estarán los otros equipos de búsqueda?

—Registrarán el piso superior del ala norte mientras nosotros nos ocupamos del inferior. Nos encontraremos a medio camino y cerraremos el ala norte para pasar al ala sur. Al final los atraparemos.

—No sé por qué tenemos que dejar el transporte de Xánatos en la plataforma de despegue —protestó Obi-Wan—. ¿Por qué darle lo que quiere?

—Porque podría estar siguiendo nuestros movimientos para asegurarse de que se lo damos. No podemos poner a Bant en peligro. Paciencia, Obi-Wan. Xánatos nunca llegará al transporte.

—No puedo evitarlo —dijo Obi-Wan con rabia y elevando la voz—. ¡Quiero enfrentarme a ellos!

Qui-Gon quería que Obi-Wan pareciera impaciente para que Xánatos pensara que el chico estaba a punto de perder el control. Si Xánatos subestimaba a Obi-Wan, tendrían ventaja en la batalla.

—Contrólate —dijo Qui-Gon severo—. Ahora, mientras buscamos, recuerda que Miro va a desconectar el sistema eléctrico. No podemos correr el riesgo de que fallen otros sistemas mientras investigamos. Miro tendrá que apagar el sistema para ejecutar un programa que encuentre los virus informáticos.

—¿Nos quedaremos sin energía por completo? —preguntó Obi-Wan.

—Sí. Miro tendrá que apagar el sistema hidráulico, el de comunicaciones, el de energía y, por último, el de seguridad. El apagón durará doce minutos. Entonces, Miro volverá a activar los sistemas empezando por el de seguridad. Es un riesgo necesario. Ahora vamos al ala oeste.

Qui-Gon y Obi-Wan se dirigieron al túnel de transporte. En cuanto doblaron la esquina, Qui-Gon desactivó la grabación y se la dio a Garen y Ali-Alann. En unos instantes, Tahl llamaría a DosJota. Ali-Alann y Garen se harían pasar por Qui-Gon y Obi-Wan y transmitirían la conversación mientras DosJota estuviera escuchando cerca. Esto daría tiempo a Obi-Wan y a Qui-Gon para tender la emboscada a su adversario.

Qui-Gon suponía que Xánatos estaría espiándoles para saber si iban a darle lo que pedía. Gracias a la conversación grabada, creería tener el terreno despejado.

—Vosotros dos haced como que seguís el plan —ordenó Qui-Gon a Ali-Alann y Garen—. Id a investigar el ala norte e intentad moveros por las zonas menos iluminadas, por si a Xánatos o a Bruck se les ocurre ir a asegurarse.

Ali-Alann y Garen asintieron.

—¿Y yo qué hago, Qui-Gon? —preguntó Tahl en voz baja.

—Tu trabajo ya está hecho, amiga mía —dijo Qui-Gon—. Ahora nos toca a Obi-Wan y a mí.

—Que la Fuerza os acompañe —murmuró Tahl.

—Que nos acompañe a todos —respondió Qui-Gon lentamente. Hizo un gesto a Obi-Wan y ambos se dirigieron al túnel de transporte.

—¿Adonde vamos? —preguntó Obi-Wan.

—A la última parada de Xánatos —respondió Qui-Gon—. Todas sus acciones nos han conducido hasta aquí. Capturar a Bant sólo ha sido un extra en su juego, ahora la puede utilizar para recuperar su transporte. Sabía que Miro acabaría teniendo que apagar todo el sistema, incluyendo el de seguridad. En esos preciosos minutos en los que el sistema de seguridad no esté activado, será cuando Xánatos ataque.

¡Claro!

—Va a por el vértex de la Cámara de Seguridad —dijo Obi-Wan.

—Y nosotros estaremos esperándole —replicó Qui-Gon con expresión severa.

Capítulo 15

La Cámara de Seguridad había sido construida como una caja fuerte. No podía accederse a ella mediante el turboascensor. La única entrada era una escalera que bajaba directamente desde la Sala del Consejo Jedi. El acceso estaba limitado a los miembros del Consejo, que tenían que pasar por un escáner de retina para poder entrar. El permiso de entrada tenía que ser recibido y registrado en el sistema central.

El cebo de Ali-Alann y Garen les había dado tiempo para montar la emboscada. Yoda arregló todo para que Qui-Gon y Obi-Wan entraran antes de que se desactivara el sistema de seguridad. La antesala previa a la cámara era estrecha y estaba oscura, con las luces a media potencia.

—Faltan tres minutos para que Miro apague el sistema —dijo Qui-Gon a Obi-Wan—. Xánatos y Bruck entrarán a través de uno de los conductos de aire. No esperes para atraparlos. La sorpresa es la clave, pero no actives el sable láser demasiado pronto o el brillo delatará nuestra presencia.

Obi-Wan asintió y agarró el sable láser con los ojos fijos en el techo. Los minutos pasaban lentamente. La falta de ventilación le hacía sudar. Sus dedos resbalaban en la empuñadura del sable. Obi-Wan se secó con rapidez la palma de la mano en la túnica.

El muchacho intentó invocar la calma que mostraba Qui-Gon, pero no podía asimilarla. No sabía por qué tenía tantos problemas con la entereza. Tenía los nervios a flor de piel. No podía pensar en nada que no fuera Bant. ¿Estaría viva o muerta?

Pensar en Bant hizo que el pánico se apoderara de él de nuevo. Obi-Wan luchó contra ello. Salvarían a Bant. Vencerían a Xánatos. Su enemigo no era invencible. Confiaba en la fuerza y en la sabiduría de Qui-Gon.

De repente, las luces se apagaron. Aunque Obi-Wan sabía que eso iba a ocurrir cuando Miro apagara el sistema central, no pudo evitar cierta sorpresa. Hizo un esfuerzo para tranquilizarse.

Un sonido sobre sus cabezas les avisó de que había alguien moviéndose por los conductos de ventilación. Qui-Gon clavó sus entrenados ojos en el conducto más cercano a la puerta del tesoro.

Un momento después, la rejilla se abrió. Xánatos y Bruck bajaron de un salto. Ambos iban de negro y sus siluetas se mezclaban con la oscuridad. Sólo se apreciaba la coleta blanca de Bruck y la pálida tez de Xánatos.

Obi-Wan y Qui-Gon se movieron al unísono y avanzaron rápidamente con los sables láser activados.

La sorpresa en el rostro de Xánatos fue gratificante. Soltó un grito de rabia, retrocedió y llevó su mano al sable láser.

Bruck no era tan rápido. Tropezó y tanteó en busca de su arma. Ya tenía la empuñadura de su sable láser en la mano cuando Qui-Gon, con un delicado movimiento, se lo quitó sin rozarle la piel. No quería herir al chico, sólo capturarle.

Obi-Wan se aproximó a Xánatos mientras Qui-Gon se le acercaba por el otro lado.

Pero, esta vez, fue Xánatos quien les sorprendió. En lugar de intentar escapar saltó hacia delante, agarró a Bruck y puso la luminosa hora roja de su sable en el cuello del chico.

—No os acerquéis más —dijo, desafiándoles con los ojos—. Sabes que lo haré, Qui-Gon.

—¿Xánatos? —los ojos de Bruck temblaban de miedo.

—Cállate —le dijo Xánatos—. Ahora tengo dos rehenes, Qui-Gon —continuó—. ¿Quieres sacrificar dos jóvenes vidas?

Qui-Gon hizo un sutil movimiento hacia Obi-Wan, que notó el fluir de la Fuerza. Qui-Gon le llamaba, intentando decirle algo. ¿Pero qué?

Si el plan es bueno, no hay razón para abandonarlo.

Obi-Wan recordó que Qui-Gon quería que se mostrara impaciente y a punto de perder el control. De esa forma, Xánatos no le vería como una amenaza.

—¿No vas a dejar que se salga con la suya, no? —gritó Obi-Wan con voz desesperada—. ¡Me da igual Bruck! ¡Vamos a por él!

—El chico no tiene piedad, Qui-Gon —dijo Xánatos con voz ronca—. ¿Lo ha aprendido de ti?

Rugiendo, Obi-Wan se lanzó sobre Xánatos. Al mismo tiempo, Qui-Gon se abalanzó a por él. Xánatos arrojó a Bruck hacia delante de un empujón, intentando utilizar al chico para bloquear el ataque de Obi-Wan. Simultáneamente, se adelantó para responder al primer ataque de Qui-Gon.

Bruck cayó al suelo y tanteó para recuperar su sable láser. Obi-Wan saltó para impedírselo, pero Bruck agarró el arma, se echó a un lado y se puso de pie.

—¡Mátala! —gritó Xánatos a Bruck—. ¡Ahora! Bruck salió corriendo de la antesala.

—¡Ve tras a él! —rugió Qui-Gon a Obi-Wan. Obi-Wan corrió detrás de Bruck, pero Xánatos se echó a un lado y le asestó un golpe. Obi-Wan lo esquivó, pero se vio impulsado hacia atrás violentamente. El joven Jedi atacó a Xánatos, pero éste bloqueó todos sus movimientos mientras giraba para evitar a Qui-Gon.

Qui-Gon aumentó el ritmo de sus ataques con decisión, avanzando hacia Xánatos inexorablemente, tan implacablemente que Obi-Wan se vio libre para maniobrar.

No quería dejar a Qui-Gon solo con Xánatos, pero tenía que detener a Bruck. Elegir era imposible, pero no había alternativa.

Abandonó a Qui-Gon y se dirigió a salvar a Bant.

Capítulo 16

Qui-Gon sintió la ira de Xánatos fluyendo por el aire y no dejó que se encontrara con la suya propia. En el pasado había odiado a Xánatos, pero no podía vivir con el odio y seguir siendo un Jedi. No odiaba a su enemigo, sólo quería detenerle. Había una diferencia. Sabía que Xánatos quería verle utilizar su odio y su ira, y que, por encima de todo, quería demostrar que Qui-Gon Jinn podía violar el Código Jedi. Ésa sería su victoria.

Qui-Gon halló el centro de su voluntad y su tranquilidad incluso mientras volteaba, saltaba por el aire y se acercaba a Xánatos por un lado y luego por otro. Su voluntad chocaba contra la de su antiguo aprendiz.

Xánatos saltó hacia atrás dos veces y luego se cambió el sable de mano para atacar a Qui-Gon desde otro ángulo. Esta habilidad era nueva. Ahora, Xánatos era ambidiestro. Qui-Gon tendría que estar alerta por si había cambios repentinos en los ataques. El Maestro Jedi esquivó un golpe de Xánatos con un inesperado revés, y luego giró sobre sí mismo para asestarle un gancho en la barbilla. Xánatos se anticipó al movimiento y se echó hacia atrás, pero Qui-Gon ya lo había supuesto y Xánatos escapó a su siguiente estocada por los pelos. Pudo ver el disgusto en sus ojos.

Xánatos se dio la vuelta y echó a correr. Qui-Gon le persiguió, subiendo sin esfuerzo por las escaleras, e irrumpió en la Sala del Consejo Jedi.

La Fuerza le indicó que se agachara y Qui-Gon se arrojó al suelo hacia la izquierda. Una mesita impulsada por la Fuerza chocó contra la pared a sus espaldas. Qui-Gon se agachó al ver que detrás venía un monitor, que quedó destrozado al impactar contra la pared detrás de su cabeza. El Maestro Jedi saltó hacia delante y se acercó a Xánatos con una serie de veloces embestidas.

—La edad te ha vuelto más lento, Qui-Gon —jadeó Xánatos—. Hace cinco años habrías acabado conmigo en la Cámara de Seguridad. Ahora soy más rápido que tú.

—No —dijo Qui-Gon mientras los sables entrechocaban—, tan sólo hablas más.

El Maestro Jedi rodeó a Xánatos, buscando un punto desde el que atacarle. Xánatos siguió moviéndose, mientras, ayudado por la Fuerza, mantenía las sillas del Consejo suspendidas entre ellos. Xánatos arrojó una de ellas contra la pared y luego saltó.

La batalla se tornó aún más feroz. Los sables láser se entrelazaban una y otra vez mientras los dos contendientes intentaban ganar ventaja sobre su adversario.

—Ríndete, Qui-Gon —gruñó Xánatos—. Sobreviviré a la lucha, te mataré aquí mismo y luego me llevaré el vértex. Tus maravillosos Jedi tendrán que arreglárselas sin ti.

Qui-Gon bloqueó un golpe bajo.

—Tus pequeños errores siempre han sido tu perdición.

—Yo... no... cometo... errores... —Xánatos masculló las palabras dando un paso involuntario hacia atrás ante la furia del ataque de Qui-Gon.

—Tus pies te delatan —respondió Qui-Gon, tomando la delantera con un golpe oblicuo—. No te das cuenta de hasta qué punto delatas tu siguiente movimiento. Veo cómo tu cuerpo se ladea ligeramente. Estás dejando caer tu peso sobre el pie izquierdo. Vas a moverte hacia la izquierda.

Xánatos cambió de lado. Qui-Gon, que ya lo había supuesto, se abalanzó hacia delante. Xánatos chocó contra la pared. El sable láser casi se le cayó de las manos

Aprovechando la ventaja, Qui-Gon saltó sobre él, pero Xánatos volvió a cambiarse el sable de mano y esquivó el golpe de Qui-Gon mientras cruzaba la habitación. Xánatos agarró el sable láser y cortó un agujero en la ventana que daba a las elevadas torres de Coruscant.

La ventana cayó. Con los ojos fijos en Qui-Gon, Xánatos sonrió.

—Nunca me vencerás, Qui-Gon Jinn. Ésa es tu maldición.

Y saltó al vacío.

Capítulo 17

Dado que los turbotransportes no estaban operativos, Obi-Wan tuvo que perseguir a Bruck por pasillos y escaleras. Los ruidosos pasos de Bruck delataban su posición. El chico nunca había tenido unos pies silenciosos.

Obi-Wan se dio cuenta enseguida de que Bruck se dirigía a la Estancia de las Mil Fuentes. ¿Qué mejor sitio para esconder a Bant que bajo el agua?

Obi-Wan se introdujo en la sala y vio a Bruck corriendo por uno de los caminos que se curvaban sobre el césped. Obi-Wan corría en silencio, con la esperanza de poder sorprender a Bruck por la espalda.

Pero, un momento antes de alcanzarle, Bruck salió del camino y cambió de dirección. Había aprendido de la astucia de Xánatos.

La Fuerza advirtió a Obi-Wan del ataque un segundo antes. De no ser así, habría acabado ensartado en el sable de Bruck, que apareció ante él atacándole a dos manos.

Obi-Wan tuvo por un momento una sensación de irrealidad, como si estuviera en un sueño. Su antiguo adversario avanzaba con un brillo de ira y rivalidad en la mirada. Todo le resultaba tan familiar. La postura agresiva de Bruck, sus ojos pequeños y enfadados y cómo agarraban sus dedos la empuñadura del sable láser.

Pero ahora no estamos en clase. Esto es real. Quiere matarme.

Obi-Wan rechazó el golpe y giró para ponerse a la defensiva, pero Bruck había ganado fuerza además de estrategia y, tras bloquear el ataque de Obi-Wan, se abalanzó de nuevo sobre él.

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