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Authors: Edmond Rostand

Tags: #Drama, #Teatro

Cyrano de Bergerac (3 page)

BOOK: Cyrano de Bergerac
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(De Guiche, el vizconde, los marqueses y todos los gentilhombres, han desaparecido detrás del telón para tomar asiento en los bancos del escenario. Tanto los palcos de las galerías como el patio del teatro están abarrotados de público. La sala sigue pidiendo a gritos que comience la representación.)

U
N
B
URGUÉS
.—
(Cuya peluca sale volando al ser pescada por el anzuelo de un paje de la galería superior.)
¡Mi peluca!
(Entre gritos, la gente celebra la acción de los pajes.)

V
OCES
.— ¡Ja, ja!… ¡Está calvo!… ¡Bravo!… ¡Vivan los pajes!…

E
L
B
URGUÉS
.—
(Enfurecido y amenazado con el puño.)
¡Malditos bribonzuelos!

(Risas y gritos se van apagando hasta llegar a un silencio total.)

L
E
B
RET
.—
(Asombrado.)
¿Por qué este repentino silencio?
(Un espectador le habla en voz baja.)

E
L
E
SPECTADOR
.— Acaban de asegurármelo.

V
OCES
.— ¡Silencio!… ¿Es verdad?… ¡No!… ¡Sí!… ¡En aquel palco de celosías!… ¡El Cardenal!… ¿El Cardenal?… ¡Sí, el Cardenal!

U
N
P
AJE
.— ¡Diablos!… ¡Ya no podremos movernos!

(Se dan las tres señales desde el escenario. La gente se inmoviliza esperando.)

V
OZ
D
E
U
N
M
ARQUÉS
.—
(Detrás del telón.)
¡Despabilad esa vela!

O
TRO
M
ARQUÉS
.—
(Sacando la cabeza por la abertura del telón.)
¡Una silla!

(Una silla pasa de mano en mano por encima de las cabezas. El marqués la coge y desaparece, no sin antes dirigir algunos besos a los palcos.)

U
N
E
SPECTADOR
.— ¡Silencio!

(Vuelven a oírse las tres señales y se abre el telón. Cuadro. Los marqueses están sentados en los bancos situados al lado de los bastidores, en actitud insolente. El foro representa un decorado campestre de color azul. Cuatro pequeñas arañas iluminan las escenas. Los violines tocan dulcemente.)

L
E
B
RET
.—
(A Ragueneau, en voz baja.)
¿Crees que Montfleury saldrá?

R
AGUENEAU
.—
(Bajo también.)
Ahora lo veremos porque aparece el primero.

L
E
B
RET
.— Pues Cyrano no ha venido.

R
AGUENEAU
.— Me parece que he perdido la apuesta.

L
E
B
RET
.— ¡Tanto mejor!

(Se oye un aire de dulzaina. Montfleury aparece en escena vestido de pastor, con un sombrero lleno de flores caído sobre la oreja y tocando una gaita adornada con cintas. Los espectadores gritan aplaudiendo a Montfleury.)

M
ONTFLEURY
.—
(Después de saludar, comienza a interpretar su papel.)

¡Feliz aquél, que lejos

de la corte,

en un lugar solitario

a sí mismo se impone

destierro voluntario!

¡Feliz aquél, que cuando

sopla en el bosque el céfiro…

U
NA
V
OZ
.—
(En el centro del patio.)
¡Granuja! ¿No te he prohibido salir a escena en un mes?
(Estupor entre el público que se vuelve.)

G
RITOS
.— ¿Qué pasa?… ¿Qué es esto?… ¿Quién es?…
(Los de los palcos se levantan para ver.)

C
UIGY
.— ¡Es él!

L
E
B
RET
.—
(Aterrorizado.)
¡Cyrano!

V
OZ
D
E
C
YRANO
.— ¡Fuera de escena, grandísimo payaso! ¡Fuera ahora mismo!

(La sala prorrumpe en un grito de indignación.)

M
ONTFLEURY
.— Pero si…

V
OZ
D
E
C
YRANO
.— ¿Te resistes?

(Tanto en el patio como en los palcos, diversas voces instigan a Montfleury a continuar.)

V
OCES
.— ¡Basta de bromas!… Montfleury, ¡continúa!… ¡Qué sigas!… ¡No tengas miedo!…

M
ONTFLEURY
.—
(Con voz dubitativa.)

¡Feliz aquél, que lejos

de la cor…

V
OZ
D
E
C
YRANO
.—
(Amenazadora.)
¡Bellaco! ¿Será necesario que te muela a palos?

(Un brazo enarbola un bastón por encima de las cabezas.)

M
ONTFLEURY
.—
(Con voz más débil aún.)

¡Feliz aquél…

(El bastón se agita.)

V
OZ
D
E
C
YRANO
.— ¡Fuera he dicho!

(Los espectadores siguen animando a Montfleury.)

M
ONTFLEURY
.—
(Atragantándose.)

¡Feliz aquél, que lejos

de la cort…

C
YRANO
.—
(Surgiendo de entre los espectadores, de pie sobre una silla, con los brazos cruzados, el sombrero ladeado, el mostacho hirsuto y su terrible nariz.)
¡Estás acabando con mi paciencia!

(Sensación entre la gente al verle.)

ESCENA IV

Los mismos y C
YRANO
; después B
ELLEROSE
y J
ODELET
.

M
ONTFLEURY
.—
(A los marqueses.)
Ayudadme, caballeros.

U
N
M
ARQUÉS
.—
(Con desgana.)
¡Continuad la representación!

C
YRANO
.— ¡Tonel de manteca!, ¡si sigues, me veré obligado a abofetearte!

L
OS
M
ARQUESES
.— ¡Basta!

C
YRANO
.— ¡Que los marqueses se callen y se sienten o las cintas de sus sombreros penderán de mi bastón!

T
ODOS
L
OS
M
ARQUESES
.—
(Poniéndose en pie.)
¡Es demasiado!… Montfleury…

C
YRANO
.— ¡Que Montfleury se vaya o le corto las orejas y lo destripo!

U
NA
V
OZ
.— Pero…

C
YRANO
.— ¡Que se marche!

O
TRA
V
OZ
.— Sin embargo…

C
YRANO
.— ¿No lo he dicho suficientemente claro?
(Arremangándose.)
Voy a convertir la escena en un mostrador y a cortar trocitos esa mortadela de Italia.

M
ONTFLEURY
.—
(Recuperando su dignidad.)
¡Insultáis a Talía al insultarme!

C
YRANO
.—
(Muy cortés.)
Si esa musa, caballero, tuviese el honor de conoceros, al veros tan bestia y tan gordo, creedme, ¡os clavaría en cierta parte su coturno!

E
L
P
ATIO
.— ¡Montfleury!… ¡Montfleury!… ¡La obra de Baró!…

C
YRANO
.—
(A los que gritan a su alrededor.)
Os suplico que tengáis compasión de mi vaina. Si continuáis, enseñará la hoja de la espada.
(El círculo se ensancha.)

L
A
M
ULTITUD
.—
(Retrocediendo.)
¡Ah!…

C
YRANO
.—
(A Montfleury.)
¡Sal de escena ahora mismo!

L
A
M
ULTITUD
.—
(Acercándose y gruñendo.)
¡Oh… oh!…

C
YRANO
.—
(Volviéndose con rapidez.)
¿Hay alguien que quiera preguntar algo?

(Nuevo retroceso de la multitud.)

U
NA
V
OZ
.—
(Cantando al fondo.)
El señor Cyrano es un tirano. Pero, a su pesar, «La Cloris» se representará.

T
ODA
L
A
S
ALA
.—
(Cantando.)
¡«La Cloris»!… ¡«La Cloris»!…

C
YRANO
.— ¡Como vuelva a oír esa cantinela, arremeto contra todos!

U
N
B
URGUÉS
.— ¡Ni que fuese Sansón!

C
YRANO
.— ¿Estaríais dispuesto, caballero, a prestarme vuestra mandíbula?

U
NA
D
AMA
.—
(Desde su palco.)
¡Es inaudito!

U
N
C
ABALLERO
.— ¡Escandaloso!

U
N
B
URGUÉS
.— ¡Vejatorio!

U
N
P
AJE
.— ¡Lo que me estoy divirtiendo!

E
L
P
ATIO
.— ¡Kss!… ¡Montfeury!… ¡Cyrano!…

C
YRANO
.— ¡Silencio!

E
L
P
ATIO
.—
(Delirando.)
¡Uah!… ¡Kikirikiiii!… ¡Uah!… ¡Beee!…

C
YRANO
.— Os…

U
N
P
AJE
.— ¡Miau!

C
YRANO
.— … os ordeno que calléis. Y dirijo un desafío colectivo al patio… Apunto el nombre de todo el que quiera batirse… ¡Que se vayan acercando los valientes!… Por orden, ¡por orden!… ¡A cada uno le daré un número! ¡Vamos!, ¡a ver quién es el primero en abrir la lista!… ¿Vos?… ¡No! ¿Vos?… ¡Tampoco! A ver quién es el primero. ¡Le daré el pasaporte con los honores que merece! ¡Que todos los que quieran morir levanten el dedo!
(Silencio.)
¿Acaso el pudor os prohíbe contemplar desnuda mi espada?… ¡Ni un hombre!… ¡ni un solo dedo!… ¡Está bien!… ¡Entonces sigo!
(Volviéndose hacia el escenario donde Montfleury espera con angustia.)
Deseo ver el teatro libre de esta gangrena, si no…
(Lleva la mano a su espada.)
¡Aquí está el bisturí!

M
ONTFLEURY
.— Yo…

C
YRANO
.—
(Baja de su silla, se sienta en el centro del redondel que se ha formado y se instala como en su casa.)
Voy a dar tres palmadas, luna llena. ¡A la tercera, te eclipsarás!

E
L
P
ATIO
.—
(Divertido.)
¡Ah!

C
YRANO
.—
(Dando una palmada.)
¡Una!

M
ONTFLEURY
.— Yo…

U
NA
V
OZ
.—
(Desde uno de los palcos.)
¡Quedaos!

E
L
P
ATIO
.— ¡Se queda!… ¡No!… ¡Yo creo que sí!…

M
ONTFLEURY
.— Caballeros, yo creo que…

C
YRANO
.— ¡Dos!

M
ONTFLEURY
.— Sería mejor que…

C
YRANO
.— ¡Y tres!

(Montfleury desaparece en un abrir y cerrar de ojos. Risas, silbidos y gritos.)

L
A
S
ALA
.— ¡Cobarde!… ¡Que vuelva!…

C
YRANO
.—
(Alegre, se deja caer en la silla cruzando las piernas.)
¡Que vuelva si se atreve!

U
N
B
URGUÉS
.— ¡Aquí llega el representante!
(Bellerose se adelanta y saluda.)

L
OS
P
ALCOS
.— ¡Ah!… ¡Ahí está Bellerose!…

B
ELLEROSE
.—
(Con elegancia.)
¡Caballeros!…

E
L
P
ATIO
.— ¡No! ¡Queda que salga Jodelet!

J
ODELET
.—
(Se adelanta y dice con voz nasal.)
¡Hatajo de borregos!

E
L
P
ATIO
.— ¡Bravo!… ¡Muy bien!…

J
ODELET
.— ¡Nada de bravos!… Esa foca cuyo vientre que tanto os divierte, se ha sentido… indis…

E
L
P
ATIO
.— ¡Es un cobarde!…

J
ODELET
.— Se ha visto obligado a salir…

E
L
P
ATIO
.— ¡Que regrese!

U
NOS
.— Eso, ¡que regrese!

O
TROS
.— ¡No! ¡No!… ¡no queremos ni verle!…

U
N
J
OVEN
.—
(Dirigiéndose a Cyrano.)
¿Podrías aclararnos una cosa, caballero? ¿Por qué odiáis tanto a Montfleury?

C
YRANO
.—
(Siempre sentado.)
Jovencito, tengo dos razones y cada una de ellas suficiente. La primera: es un actor malísimo que grita los versos jadeando, peor que un aguador. La segunda es un secreto.

E
L
V
IEJO
B
URGUÉS
.—
(Detrás de él.)
Pero nos habéis privado, sin ningún escrúpulo, de ver «La Cloris».

C
YRANO
.—
(Volviendo su silla hacia el burgués, le dice respetuosamente.)
¡Vieja mula!, los versos del viejo Baró no valen nada y los he interrumpido sin ningún remordimiento.

L
AS
D
AMISELAS
.—
(Desde sus palcos.)
¡Ah!… ¡Hablar así de nuestro Baró!… ¡Habráse visto!… ¡Dios mío!…

C
YRANO
.—
(Volviéndose hacia los palcos, con galantería.)
Hermosas damas, brillad, floreced, escanciad el numen poético en el alma de los vates, enamorad a los muertos con vuestras sonrisas, inspiradnos versos… ¡pero no los juzguéis!

B
ELLEROSE
.— ¿Y quién va a devolver el dinero a esa gente?

C
YRANO
.—
(Volviendo su silla hacia el escenario.)
Al fin alguien ha dicho una cosa inteligente. No me gusta hacer agujeros en el manto de Tespis.
(Arroja una bolsa sobre el escenario.)
¡Coged esa bolsa y callaos!

BOOK: Cyrano de Bergerac
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