El perro pastor que perdió su rebaño (7 page)

BOOK: El perro pastor que perdió su rebaño
2.08Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

—¡Magnífico, Konfi! Pero cuéntanos qué crees que esto te ha aportado.

—Bueno, digamos que cuando he escuchado a Rey hablar sobre la humildad, pues lo cierto es que me he sentido identificada. Es verdad que partimos de historias diferentes: yo me lo he tenido que ganar todo por mí misma y nadie me ha regalado nada; me vanagloriaba de no haber pedido ayuda nunca, y este hecho hacía que me sintiera muy orgullosa.

Ante esta respuesta, el coach le dijo:

—Konfi, el orgullo bien entendido, no como arrogancia sino como reconocimiento de tus competencias y de lo que has sido y eres capaz de hacer, es preciso para tu propia autovaloración. Observa, por ejemplo, el caso de Salomón: él debe sentirse orgulloso de su hazaña; tú misma, sin ir más lejos, debes considerarte orgullosa de tu arrojo cuando incitaste a Rey a luchar contra las hienas para salvar a Socri. Por cierto, creo que en esta hazaña tuviste que pedir ayuda.

—Sí, claro. Yo sola no habría podido hacer nada. Creo que el hecho de estar colgada en el cuello de Rey y, por tanto, formando un equipo compacto, hizo que las circunstancias cambiaran. De hecho, no puedo olvidar que desde el inicio yo no habría podido formar parte de esta expedición si Rey no me hubiera llevado.

—Cuéntanos, Konfi, ¿cuál ha sido tu descubrimiento personal cuando Rey y Socri te brindaron ayuda? —inquirió el búho.

—Ciertamente ha sido un gran acontecimiento para mí. Se han despertado en mi interior una serie de emociones que desconocía: gratitud, cariño, ternura, alegría.

—¿Y cuáles de las que habitualmente anidan en tu interior no han brotado?

—Agresividad, indignación, miedo, envidia, tristeza... —contestó Konfi, después de reflexionar un instante.

—¿Qué imaginas que puede pasar a partir de ahora si, cuando lo necesitas, pides ayuda? —prosiguió el coach.

—Pienso que la sensación es mucho más gratificante en todos los sentidos, no sólo por pedir ayuda, sino porque de esta forma también abro la puerta para que otros me la puedan pedir a mí. Es aceptar que por hacer una petición nadie se desvaloriza; al contrario, nos ofrecemos la oportunidad de enriquecernos mutuamente. Eso sí, sin olvidar que cada uno es libre de responder sí o no a una petición.

—Konfi, sólo me gustaría recordarte que todas las emociones forman parte de nuestro ser, y que no podemos ni debemos obviarlas. Esforzarnos en reconocerlas nos puede ayudar a identificar qué circunstancias provocan unas u otras y, de esta forma, podremos articular de manera más certera y propicia nuestras respuestas. También es importante conocer en qué estado anímico nos encontramos, y si solemos permanecer en alguno concreto.

—Sí, es cierto. Yo pensaba que estaba muy sola y que el mundo estaba en mi contra, lo que me hacía tener una continua sensación de angustia y a la vez de frustración; esto me llevaba a permanecer en un estado depresivo.

—¿Cómo quieres que sea tu vida a partir de hoy mismo, Konfi?

—Pues, por una parte, reconozco y valoro todo lo que soy. He hecho las cosas lo mejor que podía o sabía, y de algunas, no de todas, me siento orgullosa; por otra, acepto la necesidad que tengo de cambiar y mejorar en algunos aspectos con el objetivo de conseguir una vida que me sea grata. Busco tranquilidad y sosiego.

—¿Cómo crees que lo vas a conseguir?

—Primero reflexionaré sobre qué aspectos son prioritarios para poder trazar un plan de acción; en él deben quedar reflejados los comportamientos que quiero modificar, en qué tiempo quiero hacerlo y cómo voy a medir tales cambios. Así, evaluaré mis avances y podré observar de qué forma se da una transformación en mi ser, es decir, cómo soy capaz de interiorizarlos y, por tanto, de actuar.

—Konfi, ¿vas a hacerlo tú sola o vas a pedir ayuda?

—En principio lo haré sola; bueno, no todo, humm... Quizá una parte... porque en realidad yo tengo la fuerza y las ganas para hacerlo. Pero, bueno, probablemente necesitaré ayuda y entonces... —Konfi detuvo su discurso, se quedó pensativa, y siguió—: De todas formas, si te parece, después de que haya trazado mi plan de acción, me gustaría que lo pudiéramos analizar conjuntamente. ¿Querrás ayudarme, por favor?

—Claro que sí, Konfi. Debes estar muy orgullosa de ti misma y valorar el esfuerzo que esto te está suponiendo y te supondrá. No dudes de que puedes contar conmigo siempre que me necesites. Me sentiré muy satisfecho si puedo colaborar contigo.

En el transcurso de todas estas conversaciones alguien había permanecido en silencio, pero se había mantenido atento y alerta, con claros signos de estar fascinado por todo lo que estaba viviendo, especialmente por las trascendentales reflexiones de sus amigos.

De pronto, todos se volvieron de forma automática hacia Socri, esperando que interviniera para compartir con ellos sus inquietudes.

El coach le preguntó con amabilidad:

—Socri, ¿quieres contarnos alguna cosa?

Socri, de repente, estalló en un llanto incontenible ante la sorpresa colectiva. Nadie quería intervenir.

—Suelta todo lo que tengas que soltar, no te contengas, estamos aquí contigo —le dijo el coach con voz suave.

Después de unos minutos, Socri pareció calmarse. En sus ojos de color miel se reflejaba un amor profundo.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, gracias.

—Bien, éste puede ser un buen momento para que nos cuentes qué estás sintiendo y qué ha significado para ti la aventura que has vivido.

Socri los miró a todos con una ternura infinita y les dijo:

—Yo, lo primero que quisiera decir es: gracias; sí, muchas gracias por haber compartido conmigo este día tan especial. Ha sido sólo un día, pero tan intenso, tan lleno de experiencias nuevas, que tengo la sensación de que llevamos un largo tiempo juntos. Las aportaciones y participaciones de todos han contribuido a que alcancemos la tan ansiada meta. También tengo una enorme gratitud hacia ti, coach, porque has hecho que todo esto sucediera al ir en tu busca.

—Socri continuó—: Me gustaría recordaros que yo tenía la sensación de que la vida simplemente transcurría paralela a mí. Me había transformado en un sujeto pasivo, era incapaz de apreciar la fortuna que significa estar vivo. Ayer por la mañana, cuando me encontré con el rey león, mi primer pensamiento fue que era muy afortunado, porque por fin alguien me necesitaba de nuevo y yo podía volver a ser útil. Pero no podía llegar a imaginar lo mucho que significaría para mí este día.

»He aprendido lo que es la gratitud. Yo hacía cosas por los demás porque pensaba que eso era lo que tenía y quería hacer, pero... me he dado cuenta de que, sin olvidar lo mucho que me satisface colaborar con los otros, los demás, si les damos la oportunidad, pueden hacer mucho por nosotros y ofrecernos valiosos presentes. Y no me refiero precisamente a cuestiones materiales, estoy hablando de esos otros regalos que ahora soy capaz de valorar como mucho más importantes. Sin ir más lejos, todo lo que vosotros, queridos amigos, me habéis obsequiado en este maravilloso día.

«Realmente nunca en mi vida había sido capaz de vivir tantas y tan diversas experiencias: las mías y las vuestras. Todas las extraordinarias y enriquecedoras aportaciones que habéis estado haciendo en el proceso de reflexión con nuestro bien hallado coach han sido un magnífico colofón.

«Además, creo que ahora también soy capaz de apreciar y valorar el entorno tan privilegiado en el que tengo la suerte de vivir; en este Bosque Animado, donde cada mañana amanece distinta, el sol nos obsequia con su luz y calor, los árboles nos cobijan y algunos nos dan alimento, el viento nos acaricia, la luna nos ofrece sosiego, el río sacia nuestra sed.

—¿Socri, por qué crees que no lo valorabas antes? —le preguntó el coach.

—Porque pensaba que yo ya no era útil. Sólo me compadecía de mí mismo. La tristeza se había apoderado de mi persona y yo no me había percatado. Era muy afortunado y no era capaz de verlo.

Ante esta manifestación, el coach le dijo:

—Ya hemos hablado de cómo cada uno interpreta su realidad. Fíjate que el bosque no ha cambiado, pero tú lo ves con ojos distintos; no ha hecho falta que vayas a explorar nuevos territorios, como ha sido el caso de Rey. Todo lo tenías aquí, pero no eras capaz de apreciarlo. Estabas, como tú bien dices, dentro de una emoción que era la tristeza. Creo que es importante que recapacitemos sobre esto. La emoción de la tristeza emerge de nosotros cuando realmente hemos perdido algo que nos importaba. Es natural y debemos aceptar que sea así, pero si permanece instalada en nosotros corremos el riesgo de que se transforme en un estado anímico. En este caso podría ser un estado depresivo, y eso sí que es muy perjudicial para nuestra salud mental, física y emocional.

»Es aquí —prosiguió el coach— donde debemos desarrollar nuestra capacidad de ver las cosas con otros ojos. Convertirnos en otro tipo de observador para poder contemplar la situación desde un ángulo distinto y ver qué podemos hacer. Las realidades las interpretamos nosotros, y según el tipo de interpretación que hagamos, seremos capaces de afrontarlas de muy distinta manera y, por tanto, de actuar de una u otra forma. ¿Cómo ves la vida ahora, Socri?

—He aprendido a valorar la suerte que tengo de despertar cada mañana, y a partir de ahora voy a empezar el día con disposición de apertura hacia nuevas experiencias. El pasado me sirve como referencia, pero es el que es, y yo no tengo la facultad de modificarlo; por lo tanto lo acepto tal como es, con sus cosas buenas y con las menos buenas, que también las hubo, aunque yo pretenda recordarlo como idílico. Tengo paz interior y quiero vivir en armonía con el entorno y conmigo mismo. Sé que tengo mucho que ofrecer, no sólo en el sentido de ser útil a los demás, sino también a mí mismo.

—Además, Socri, no olvides que entre los conocimientos que has adquirido ahora también se encuentra la gratitud —le recordó el coach.

—Sí, es cierto.

—Por tanto, y recordándote tus propios deseos, te sugiero que tomes cada día como un gran regalo y lo agradezcas como tal.

—Es una buena sugerencia, coach, y procuraré recordarlo cada mañana.

—Entonces, Socri, ¿qué vas a hacer a partir de ahora?

—Compartir mi felicidad, valorar la gran oportunidad que se me ha dado de emprender un nuevo camino y...

—¿Y...? —preguntó el coach.

Socri miró directamente al búho y le dijo:

—¿Crees que yo en el futuro podría ser un buen coach?

Esta fábula está protagonizada por los habitantes de un bosque imaginario cuyos comportamientos son fácilmente identificables en el mundo de los humanos.

Las aventuras que viven les harán descubrir algunas de sus habilidades ocultas, reflexionar sobre sí mismos y, en consecuencia, descubrir un mundo de nuevas posibilidades.

Este texto acerca el mundo del coaching a todos los interesados en conocer más sobre esta filosofía. Asimismo, ayuda a reflexionar sobre el hecho de que, en ocasiones, somos nosotros mismos los que nos limitamos al no buscar la riqueza que reside en nuestros propios talentos.

CONSOL IRANZO, es licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona. Cursó un máster de Comercio Exterior por EAE y un Programa de Desarrollo Directivo en el IESE; además, es coach certificado por The Coaches Training Institute (EE. UU.), por Newfield Network (EE. UU.) y por AECOP. Es miembro de la International Coach Federation (EE. UU.), de AEDIPE y del Comité Evaluador para Certificación de Coaches. Conferenciante habitual en foros y seminarios de Recursos Humanos, trabaja como profesora de coaching en distintas escuelas de negocios. Tiene veinte años de experiencia como consultora de Recursos Humanos y actualmente es socia-directora de Karisma, consul- toría especializada en coaching.

BOOK: El perro pastor que perdió su rebaño
2.08Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

The Sister by Poppy Adams
Nerd and the Marine by Grady, D.R.
Evocation by William Vitelli
Attack on Phoenix by Megg Jensen
El túnel by Ernesto Sábato
Mutual Hatred - Love Game by Houston, Ruth
Drawn To The Alpha 2 by Willow Brooks
Respectable Trade by Gregory, Philippa