Read Las brujas de Salem Online

Authors: Arthur Miller

Tags: #Teatro contemporaneo

Las brujas de Salem (19 page)

BOOK: Las brujas de Salem
4.65Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Danforth
(medita; luego con disgusto)
: Vamos, entonces, firmad vuestro testimonio.
(A Cheever)
: Dádselo.
(Cheever va hasta Proctor con la confesión y una pluma en la mano. Proctor no mira.)
Venid, hombre, firmad.

Proctor
(luego de mirar la confesión)
: Todos vosotros habéis sido testigos...; eso basta.

Danforth
: ¿No lo firmaréis?

Proctor
: Todos vosotros habéis sido testigos; ¿qué más se necesita?

Danforth
: ¿Jugáis conmigo? ¡Firmaréis vuestro nombre o esto no es una confesión, señor!
(Con el pecho hinchándose por su respiración torturada, Proctor apoya el papel y firma su nombre.)

Parris
: ¡Loado sea el Señor!

(Proctor ha terminado de firmar, cuando Danforth extiende la mano para tomar el papel. Pero Proctor lo coge rápidamente; en él crecen un terror salvaje y un enojo sin límites.)

Danforth
(perplejo, pero extendiendo cortésmente la mano)
: Tened a bien, señor.

Proctor
: No.

Danforth
(como si Proctor no comprendiese)
: Señor Proctor, debéis entregarme...

Proctor
: No, no. Lo he firmado. Me habéis visto. ¡Está hecho! No necesitáis ya esto.

Parris
: Proctor, el pueblo debe tener pruebas de...

Proctor
: ¡Al Diablo con el pueblo! ¡Yo confieso ante Dios, y Dios ha visto mi nombre en este papel! ¡Es bastante!

Danforth
: No, señor, es...

Proctor
: Vinisteis a salvar mi alma, ¿no es así? ¡Bueno! ¡Me he confesado; es bastante!

Danforth
: No habéis confe...

Proctor
: ¡Me he confesado! ¿Es que no hay más penitencia buena que la pública? ¡Dios no necesita mi nombre clavado en la iglesia! ¡Dios ve mi nombre! ¡Dios sabe cuán negros son mis pecados! ¡Es bastante!

Danforth
: Señor Proctor...

Proctor
: ¡No me utilizaréis! No soy ninguna Sarah Good, ni Títuba..., soy John Proctor! ¡No me utilizaréis! ¡No es parte de mi salvación que me utilicéis!

Danforth
: No quisiera...

Proctor
: Tengo tres hijos... ¿Cómo enseñarles a caminar por el mundo como hombres si he vendido a mis amigos?

Danforth
: No habéis vendido a vuestros amigos...

Proctor
: ¡No me engañéis! ¡Los denigro a todos si esto es clavado en la iglesia el mismo día en que son colgados por callar!

Danforth
: Señor Proctor, necesito buena prueba legal de que vos...

Proctor
: ¡Vos sois la suprema corte, vuestra palabra es suficiente! Decidles que he confesado; decidles que Proctor se hincó de rodillas y lloró como una mujer; decidles lo que queráis, pero mi nombre no puedo...

Danforth
(desconfiado)
: Es lo mismo, ¿no es cierto? ¿Que yo lo informe o vos lo firméis?

Proctor
(sabiendo que es una locura)
: ¡No, no es lo mismo! ¡Lo que dicen otros y lo que yo firmo no es lo mismo!

Danforth
: ¿Por qué? ¿Pretendéis negar esta confesión cuando estéis libre?

Proctor
: ¡No pretendo negar nada!

Danforth
: Entonces explicadme, señor Proctor, por qué no permitiréis...

Proctor
(con un grito desde el fondo de su alma)
: ¡Porque es mi nombre! ¡Porque no puedo tener otro en mi vida! ¡Porque miento y firmo mentiras con mi nombre! ¡Porque no valgo la tierra en los pies de quienes cuelgan ahorcados! ¿Cómo puedo vivir sin mi nombre? ¡Os he dado mi alma; dejadme mi nombre!

Danforth
(señalando la confesión en manos de Proctor)
: ¿Es una mentira ese documento? ¡Si es mentira no lo aceptaré! ¿Qué decís? ¡No intervendré en mentiras, señor!
(Proctor no se mueve.)
Pondréis vuestra honesta confesión en mis manos, o no podré salvaros de la cuerda.
(Proctor no contesta.)
¿Qué camino elegís, señor?
(Con el pecho hinchándose, sus ojos fijos, Proctor rasga el papel y lo estruja; ahora llora, furioso pero erguido.)

Danforth
: ¡Alguacil!

Parris
(histéricamente, como si el papel rasgado hubiera sido su vida)
: ¡Proctor, Proctor!

Hale
: ¡Te ahorcarán, hombre! ¡No puedes!

Proctor
(con los ojos llenos de lágrimas)
: Sí que puedo. Y he aquí vuestro primer milagro, que sí puedo. Habéis producido vuestro milagro, porque ahora sí creo vislumbrar una hilacha de bondad en John Proctor. No alcanza para tejer con ella una bandera, pero es lo bastante blanca como para no dársela a estos perros.
(Elizabeth, en un arranque de terror, corre hacia él y llora en su mano.)
¡No les concedas una lágrima! ¡Las lágrimas les placen! ¡Muestra tu honor, ahora, muestra un corazón de piedra y húndelos con él!
(El la ha levantado y la besa con gran pasión.)

Rebecca
: Nada temas. ¡Hay otro juicio que nos aguarda a todos!

Danforth
: ¡Colgadlos bien alto sobre el pueblo! Quien llore por éstos, llora por la corrupción.
(Sale, pasando a su lado como una exhalación. Herrick comienza a llevar a Rebecca, que casi se desploma, pero Proctor la ayuda mientras ella lo mira como disculpándose.)

Rebecca
: No he tomado desayuno.

Herrick
: Vamos hombre.

(Herrick los escolta, con Hathorne y Cheever tras ellos. Elisabeth queda parada frente a la puerta vacía.)

Parris
(con miedo mortal a Elisabeth)
: ¡Corre a él, Elisabeth Proctor! ¡Aún hay tiempo!

(Desde afuera, un redoble de tambores hiende el aire. Parris está espantado. Elisabeth salta hacia la ventana.)

Parris
: ¡Corre a él!
(Sale corriendo por la puerta como para detener su destino.)
¡Proctor! ¡ Proctor!

(Nuevamente, un breve redoble.)

Hale
: ¡Mujer, exhórtale!
(Comienza a correr hacia la puerta, pero regresa.)
¡Mujer! Es orgullo, es vanidad.
(Ella evita sus ojos y se mueve hacia la ventana. Él cae de rodillas.)
¡Ayúdale! ¿De qué le sirve sangrar? ¿Ha de ser el polvo quien lo alabe? ¿Han de ser los gusanos quienes proclamen su verdad? ¡Acude a él, quítale su vergüenza!

Elisabeth
(sosteniéndose para no caer, agarra los barrotes de la ventan y grita)
: Ahora tiene su pureza. ¡Dios no permita que yo se la quite!

(Estalla el último redoble que crece violentamente. Hale llora una oración frenética, y el sol naciente se derrama en la cara de ella y los tambores baten como huesos en el aire de la mañana.)

TELÓN

Ecos

No mucho después de haberse extinguido la fiebre, Parris fue exonerado, salió al camino y jamás volvió a saberse nada de él.

La leyenda dice que Abigail reapareció más tarde en Boston, hecha una prostituta.

Veinte años después de la última ejecución, el gobierno concedió una indemnización a las víctimas que aún vivían, y a las familias de los que habían muerto. No obstante, es evidente que cierta gente se resistía a admitir su total culpabilidad y que el divisionismo continuaba vivo, pues ciertos beneficiarios en realidad no habían sido víctimas sino delatores.

Elizabeth Proctor volvió a casarse, cuatro años después de la muerte de Proctor.

En solemne asamblea, la congregación anuló las excomuniones, en marzo de 1712. Pero lo hicieron así por orden del gobierno. Sin embargo, el jurado redactó una declaración implorando perdón para todos los que habían sufrido.

Ciertas granjas que habían pertenecido a las víctimas fueron abandonadas a la ruina y por más de un siglo nadie quiso comprarlas ni vivir en ellas.

Para todo fin y propósito el poder de la teocracia en Massachusetts, se había roto.

BOOK: Las brujas de Salem
4.65Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

The Arrangement by Smith-Wilson, Simon
Dancers in the Dark by Ava J. Smith
Byron's Lane by Wallace Rogers
Gift Horse by Bonnie Bryant
Valeria’s Cross by Kathi Macias & Susan Wales