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Authors: Charlaine Harris

Muerto y enterrado (32 page)

BOOK: Muerto y enterrado
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—¿Está Bill vivo? —pregunté.

—No lo sé —respondió. Se miró el brazo. También estaba herido: un feo tajo en el antebrazo izquierdo. Ni siquiera había visto cómo ocurrió. Vi que la herida empezaba a curarse a través de la manga raída.

Mi bisabuelo se acuclilló delante de mí.

—Niall —pronuncié con tremendo esfuerzo—. Niall, creí que no llegarías a tiempo.

Lo cierto es que estaba tan conmocionada que no sabía muy bien lo que estaba diciendo, ni a qué crisis me refería. Por primera vez, seguir viva me pareció tan difícil que dudé si merecía la pena.

Mi bisabuelo me tomó en sus brazos.

—Ya estás a salvo —dijo—. Soy el único príncipe que queda. Nadie me podrá quitar eso. Casi todos mis enemigos están muertos.

—Mira alrededor —repliqué, apoyando la cabeza en su hombro—. Niall, mira todo lo que se ha perdido.

La sangre de Tray Dawson goteaba perezosa sobre la sábana hasta el suelo. Bill estaba hecho un ovillo junto a mi muslo derecho. Mi bisabuelo empezó a acariciarme el pelo mientras me abrazaba. Miré por encima de su brazo a Bill. Había vivido tantos años, sobrevivido a tantas adversidades. No había pestañeado al escoger morir por mí. Ninguna mujer, humana, hada, vampira o licántropo, podía quedar impasible ante ese hecho. Pensé en las noches que pasamos juntos, los ratos que pasamos hablando tumbados en la cama, y lloré, a pesar de sentirme demasiado cansada para siquiera producir lágrimas.

Mi bisabuelo se echó hacia atrás y me miró.

—Tienes que volver a casa —dijo.

—¿Y Claudine?

—Está en la Tierra Estival.

Ya no podía soportar más malas noticias.

—Hada, he limpiado este sitio para ti —indicó Eric—. Tu bisnieta es mi chica, mía y sólo mía. Yo la llevaré a casa.

Niall atravesó a Eric con la mirada.

—No todos los cadáveres son de hadas —señaló Niall, apuntando con la mirada a Clancy—. ¿Y qué debe hacerse con él? —agitó la cabeza hacia Tray.

—Éste tiene que volver a su casa —respondí—. Hay que enterrarlo como es debido. No puede desaparecer sin más. —No tenía la menor idea de qué habría preferido Tray, pero no podía dejar que las hadas arrojaran su cuerpo a cualquier hoyo. Se merecía algo mucho mejor. Y había que decírselo a Amelia. Oh, Dios, intenté estirar las piernas para levantarme, pero se me salieron los puntos y el dolor me recorrió como un calambre. Grité con los dientes apretados.

Miré al suelo cuando recuperé el aliento. Vi que Bill movió ligeramente uno de sus dedos.

—Está vivo, Eric —dije, y aunque el dolor era infernal, no pude evitar sonreír—. Bill está vivo.

—Eso es bueno —respondió Eric, aunque con demasiada calma. Abrió la tapa de su móvil y pulsó una tecla de marcación rápida—. Pam —ordenó—. Pam, Sookie está viva, y Bill también. Clancy no. Trae la furgoneta.

Aunque tengo una laguna temporal de ese momento, al final Pam llegó con una gran furgoneta. Tenía un colchón en la parte de atrás. Maxwell Lee y Pam cargaron con Bill y conmigo hasta el vehículo. Maxwell era un hombre de negocios negro que resultaba ser también un vampiro. Al menos ésa era la impresión que siempre daba. Incluso en esa noche de violencia y conflicto, Maxwell presentaba un aspecto impoluto y sereno. A pesar de ser más alto que Pam, nos introdujeron en la furgoneta con gran delicadeza, cosa que agradecí. Pam incluso me siguió la corriente con mis chistes, lo cual era todo un cambio agradable.

Mientras volvíamos a Bon Temps, escuché a los vampiros hablar en voz baja de la guerra de las hadas.

—Será una pena que abandonen este mundo —dijo Pam—. Me encantan. Son muy difíciles de cazar.

—Yo nunca he probado una —confesó Maxwell Lee.

—Ñam —dijo Pam; el «ñam» más elocuente que había oído nunca.

—Callaos —ordenó Eric, y ambos guardaron silencio.

Los dedos de Bill encontraron los míos y los aferraron.

—Clancy vive en Bill —dijo Eric a los otros dos.

Recibieron la noticia envueltos en un silencio que me pareció muy respetuoso.

—Igual que tú vives en Sookie —susurró Pam.

 

 

Mi bisabuelo vino a verme dos días después. Tras abrir la puerta, Amelia se fue al piso de arriba a seguir llorando. Ella conocía la verdad, por supuesto, aunque el resto de la comunidad estaba espantada por que alguien hubiese irrumpido en casa de Tray para torturarlo. La opinión más extendida era que los asaltantes debían de pensar que Tray era un traficante de drogas, a pesar de que no se había encontrado parafernalia alguna relacionada con los estupefacientes durante los exhaustivos registros de la casa y el taller. La ex mujer de Tray y su hijo se encargarían de organizar el funeral, y lo enterrarían en la Iglesia de la Inmaculada Concepción. Haría todo lo posible para ir a apoyar a Amelia. Me quedaba un día para recuperarme algo más, pero me conformaba con poder estar tumbada en la cama vestida con un camisón. Eric no pudo darme más sangre para completar la curación. En los últimos días ya me había dado sangre dos veces, por no hablar de lo que habíamos compartido mientras hacíamos el amor. Dijo que nos habíamos acercado peligrosamente a un límite indefinido. Por otra parte, Eric necesitaba toda su sangre para curarse, e incluso recurrió a quitarle a Pam un poco. Así que dejé que el picor se adueñara de mis heridas mientras terminaban de curarse, si bien la sangre de vampiro había hecho el grueso del trabajo con las de las piernas.

Gracias a eso, mi explicación de las heridas (un conductor desconocido me había atropellado y se había dado a la fuga) resultó plausible si no se examinaban demasiado de cerca. Por supuesto, Sam supo de inmediato que eso no era verdad. Le acabé contando todo lo que había pasado la primera vez que vino a verme. Los parroquianos del Merlotte’s me mandaban sus mejores deseos, según me dijo Sam la segunda vez que vino a visitarme. Me trajo unas margaritas y una cesta de pollo del Dairy Queen. Cuando creía que no le veía, Sam me miró con ojos sombríos.

Niall acercó una silla junto a mi cama y me cogió de la mano. Puede que los acontecimientos de los últimos días hubiesen ahondado en una fracción las finas arrugas de su rostro. Puede que pareciese un poco triste. Pero mi real bisabuelo seguía siendo muy bello, regio, extraño, y, ahora que sabía de qué eran capaces los de su raza…, parecía aterrador.

—¿Sabías que Lochlan y Neave mataron a mis padres? —pregunté.

Niall asintió tras una notable pausa.

—Lo sospechaba —dijo—. Cuando me dijiste que tus padres se habían ahogado, tuve que admitir la posibilidad. La gente de Breandan siempre fue muy afín al agua.

—Me alegro de que estén muertos —señalé.

—Sí, yo también —contestó sin más—. La mayoría de sus seguidores están muertos. He perdonado la vida a dos mujeres, porque son muy necesarias. A pesar de que una de ellas es la madre del hijo de Breandan, la he dejado vivir.

Parecía esperar un elogio por ello.

—¿Y qué hay del hijo? —pregunté.

Niall agitó la cabeza, acompañada de su capa de pelo blanco.

Me quería, pero pertenecía a un mundo incluso más salvaje que el mío.

Como si hubiera escuchado mis pensamientos, Niall dijo:

—Terminaré de bloquear el pasadizo a nuestro mundo.

—Pero por eso mismo se produjo la guerra —repliqué, confundida—. Era lo que Breandan quería.

—Creo que tenía razón, aunque con razones equivocadas. No hay que proteger a las hadas del mundo humano, sino a los humanos de nosotros.

—¿Y eso qué significa? ¿Cuáles serán las consecuencias?

—Aquellos de nosotros que hayan estado viviendo entre los humanos tendrán que elegir.

—Como Claude.

—Sí. Tendrá que cortar sus vínculos con nuestro mundo secreto si quiere quedarse aquí.

—¿Y el resto? ¿Los que ya están allí?

—Ya no volveremos. —Su rostro estaba inundado de pena.

—¿Ya no volveré a verte?

—No, cielo mío. Es lo mejor.

Intenté formular una protesta, decirle que no era lo mejor, que era horrible no poder volver a hablar con él, dados los pocos familiares que me quedaban. Pero no conseguí que las palabras me llegaran a la boca.

—¿Y Dermot? —pregunté, en vez de eso.

—No lo encontramos —admitió Niall—. Si ha muerto, se habrá reducido a cenizas en algún lugar desconocido. Si aún sigue por aquí, está siendo muy listo y sigiloso. Continuaremos buscándolo hasta que se cierre la puerta.

Me aferré a la esperanza de que Dermot estuviese en el lado feérico de esa puerta.

En ese momento llegó Jason.

Mi bisabuelo…, nuestro bisabuelo, se puso en pie de un salto. Pero, tras un instante, se relajó.

—Tú debes de ser Jason —dijo.

Mi hermano lo miró, inexpresivo. Jason había dejado de ser él mismo desde la muerte de Mel. El mismo número del diario local que se había hecho eco del horrible descubrimiento del cadáver de Tray Dawson también había informado de la desaparición de Mel Hart. No eran pocos los rumores que apuntaban a la relación entre ambos casos.

No sabía cómo se las habían arreglado los hombres pantera para tapar lo sucedido en la casa de Jason, y no quería saberlo. No sabía tampoco dónde se encontraba el cuerpo de Mel. Quizá se lo habían comido. A lo mejor estaba en el fondo del pozo de Jason; o quizá en medio del bosque.

Lo último era lo que sospechaba. Jason y Calvin le dijeron a la policía que Mel comentó que se iba de caza en solitario. Encontraron su camioneta en el aparcamiento de un coto donde tenía unas participaciones. Descubrieron manchas de sangre en la parte de atrás que hicieron sospechar a la policía que quizá Mel supiera algo sobre la horrible muerte de Crystal Stackhouse, y también se había oído decir a Andy Bellefleur que no le sorprendería que Mel se hubiese suicidado en el bosque.

—Sí, soy Jason —dijo mi hermano con tono grave—. Tú debes de ser… ¿mi bisabuelo?

Niall inclinó la cabeza.

—El mismo. He venido a despedirme de tu hermana.

—Pero no de mí, ¿eh? No soy lo bastante bueno.

—Te pareces demasiado a Dermot.

—Y una mierda. —Jason se dejó caer a los pies de la cama—. A mí Dermot no me pareció tan malo, bisabuelito. Es más, vino a avisarme sobre lo de Mel, a decirme que había matado a mi mujer.

—Sí —dijo Niall remotamente—. Puede que Dermot obrara a tu favor por vuestro parecido. ¿Sabes que ayudó a matar a vuestros padres?

Ambos nos quedamos mirando a Niall.

—Sí, las hadas del agua que seguían a Breandan empujaron la camioneta al arroyo, pero Dermot fue el único que pudo abrir la puerta y sacar a vuestros padres. Luego, las ninfas del agua los mantuvieron sumergidos.

Me estremecí.

—Pues me alegro de que te despidas —dijo Jason—. Me alegro de que te largues. Espero que no vuelvas nunca, y eso vale por todos los de tu especie.

El dolor se abrió paso por la cara de Niall.

—No puedo discutir tus sentimientos —respondió—. Sólo quería conocer a mi bisnieta. Pero no le he traído más que sufrimiento.

Abrí la boca, dispuesta a protestar, pero me di cuenta de que decía la verdad. Aunque no toda la verdad.

—Me trajiste la seguridad de que tengo una familia que me quiere —dije, y Jason hizo un ruido de sofoco—. Enviaste a Claudine para que me salvara la vida, y lo hizo, más de una vez. Te echaré de menos, Niall.

—El vampiro no es un mal hombre, y te quiere —dijo Niall. Se levantó—. Adiós.

Se inclinó para besarme en la frente. Había poder en su tacto, y de repente me sentí mejor. Antes de que Jason se armara para exponer sus objeciones, Niall le besó a él también en la frente, y sus tensos músculos se relajaron.

Y mi bisabuelo desapareció, antes de que pudiera preguntarle a qué vampiro se refería.

Notas

 

 

 

 

[1]
Adam and Steve
es una frase que se originó del eslogan cristiano conservador "God made Adam and Eve, not Adam and Steve" ["Dios creó a Adán y Eva, no a Adán y Steve"], con la intención de resumir de modo conciso los argumentos judeo-cristianos basados en la Biblia contra la homosexualidad. [N. del E.].

[2]
Rover
y
Fluffy
son dos personajes de cómic. [N. del E.].

Biografía

 

 

 

Charlaine Harris (nacida el 25 de noviembre de 1951 en Tunica, Misisipí) es una escritora estadounidense de
best sellers
que ha escrito historias de misterio durante más de veinte años. Nacida y educada en el delta del río Misisipí, comenzó a escribir desde que pudo sostener un lápiz. Aunque sus primeras obras consistieron en su mayor parte en poemas sobre fantasmas y posteriormente angustia adolescente, comenzó a escribir obras de teatro cuando asistió al Rhodes College en Memphis, Tennessee, dedicándose a la literatura unos pocos años después.

Licenciada en Filología Inglesa, se especializó como novelista en historias de fantasía y misterio.

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