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Authors: Connie Willis

Tags: #Ciencia ficción

Oveja mansa (5 page)

BOOK: Oveja mansa
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Era algo más, algo que me había estado mortificando toda la tarde. Tal vez, me convenía regresar a Biología y preguntarle si podía estudiarlo. Tal vez, si le seguía mientras enseñaba a sus monos a bailar el hula-hoop o lo que fuera a hacer, podría averiguar cómo se las arreglaba para eludir toda moda. Y estudiando la no-tendencia, quizás encontrara alguna pista de la tendencia. O tal vez era mejor que me fuera a casa, planchara mis recortes y tratara de comprender por qué de pronto dos millones de mujeres empuñaron sus tijeras al unísono y acabaron con los rizos del Pequeño Lord Fauntleroy.

No hice nada de eso, sino que llegué a casa y me puse a leer a Browning. Leí
El flautista de Hamelín
, un poema que, curiosamente, trataba sobre la moda, y empecé
Pippa Pasa:
un largo poema sobre una chica italiana de una fábrica de Asoló que sólo tenía un día libre al año (seguramente trabajaba para la HiTek italiana) y se lo pasaba deambulando ante las ventanas y cantando, entre otras cosas: «La alondra está en el alero,/el caracol en la espina» e inspirando a todo el mundo que la escuchaba.

Deseé que apareciera ante mi ventana y me inspirara, pero no parecía probable. La inspiración iba a tener que venir, como suele hacerlo, en el campo de la ciencia, tras alisar todos aquellos recortes y suministrar los datos al ordenador: experimentando, fracasando y volviéndolo a intentar. Me equivocaba. La inspiración ya había llegado. Simplemente, aún no lo sabía.

Círculos de calidad
(1980-1985)

Moda del mundo de los negocios inspirada por el éxito de las prácticas corporativas japonesas. Un comité de empleados de todas las áreas de la compañía se reúne una vez al mes, normalmente después del trabajo, para compartir experiencias, intercambiar ideas y hacer sugerencias sobre cómo mejorar el funcionamiento de la empresa. Desapareció cuando quedó claro que ninguna de esas sugerencias era tomada en cuenta. Fue sustituida por los grupos de discusión.

El miércoles tuvimos la reunión de todo el personal. A punto estuve de llegar tarde. Había pasado por Suministros para tratar de arrancarle una caja de clips a Desiderata, que no sabía dónde estaban (ni qué eran), y como resultado todas las mesas de la cafetería estaban llenas cuando llegué allí.

Gina me saludó desde el otro lado de la habitación y señaló una silla vacía que tenía al lado; la ocupé justo cuando Dirección decía:

—En HiTek nunca hemos dejado de luchar por la excelencia.

—¿Qué pasa? —le susurré a Gina.

—Dirección está demostrando más allá de toda duda que no tienen suficiente trabajo —murmuró—. Así que han inventado un nuevo acrónimo. Están en ello ahora mismo.

—... principio de nuestro excitante nuevo programa de dirección es Iniciativa —trazó con un marcador una gran I mayúscula en una pizarra móvil—. La iniciativa es la piedra angular de toda gran compañía.

Eché un vistazo a la sala, tratando de localizar al doctor O'Reilly. Flip estaba apoyada en la pared del fondo, con los brazos cubiertos de cinta adhesiva y expresión sombría.

—La piedra angular de Iniciativa es Recursos —dijo Dirección. Dibujó una R delante de la I—. ¿Y cuál es el recurso más valioso de HiTek? ¡Vosotros!

Finalmente, divisé al doctor O'Reilly de pie junto a las bandejas y la cubertería, con las manos metidas en los bolsillos. Hoy su aspecto era un poco más presentable, pero no mucho más. Llevaba una chaqueta de poliéster marrón, aunque no del mismo tono marrón que sus pantalones de pana y una camisa de cuadros blancos y marrones que no pegaba ni con una cosa ni con la otra.

—Recursos e Iniciativa no sirven de nada a menos que sean guiados —dijo Dirección, plantando una G delante de la R y de la I—. Dirección Guiada de Recursos e Iniciativas —dijo triunfante, señalando cada letra por turnos—. GRIS.
( N. del T : Juego de palabras intraducible. En inglés, grim significa ceñudo, torvo, sombrío, y en este caso se construye con las iniciales de Guided Resource Initiative Management.)

—Nada más cierto —murmuró Gina.

—La piedra angular de GRIS es Intervención del Personal —Dirección escribió las iniciales en la pizarra—. Quiero que os dividáis en grupos de ideas y enumeréis cinco objetivos —escribió un gran 5 en la pizarra.

Miré al doctor O'Reilly, que seguía de pie junto a la cubertería, preguntándome si debería invitarlo a nuestro grupo de ideas, pero Gina ya había traído a Sara de Química y a una mujer de Personal llamada Elaine que llevaba una cinta en la cabeza y mallas de ciclista.

—Cinco objetivos —dijo Dirección, y Elaine sacó inmediatamente una libreta y numeró una página del uno al cinco—, para mejorar el entorno de trabajo en HiTek.

—Que despidan a Flip —dije yo.

—¿Sabes lo que me hizo el otro día? —preguntó Sara—. Archivó todos mis trabajos en la L de laboratorio.

—¿Debo anotar eso? —dijo Elaine.

—No —dijo Gina—, pero quiero que apuntéis esto. El cumpleaños de Brittany es el dieciocho y todas estáis invitadas. A las dos. Regalos, tarta y nada de Power Rangers. Me puse firme. Puedes tener el tipo de fiesta que quieras, le dije a Brittany, pero
no
Power Rangers.

El doctor O'Reilly por fin se había sentado en una mesa situada en el centro de la sala y se había quitado la chaqueta.

No supuso ninguna mejora; la única diferencia era que podías verle toda la corbata, notablemente pasada de moda.

—¿Habéis visto alguna vez los Power Rangers? —preguntó Gina.

—No puedo ir —dijo Sara—. Voy a correr una maratón de diez kilómetros con Paul Ottermeyer.

—¿De Seguridad? Creía que estabas saliendo con Ted.

—Ted tiene un asunto —dijo Sara—. Y hasta que lo resuelva, no tiene sentido tratar de mantener una relación estable.

—¿Entonces vas a dedicarte a correr? —preguntó Gina.

—Tendrías que probar lo de subir escaleras —dijo Elaine, de Personal—. Afina mucho más la silueta que correr.

Con la barbilla apoyada en la mano, estudié la corbata del doctor O'Reilly. Las corbatas son como el resto de la ropa de hombre. Casi todo vale. Eso no era así hasta hace muy poco. Cada época ha tenido su propia moda en corbatas.

Las corbatas a rayas hacían furor en la década de 1860 y las de color lavanda en la de 1890. Las corbatas de lazo eran la última moda en los años veinte, las que tenían bailarinas de huía pintadas a mano lo fueron en los cuarenta, las de margaritas en los sesenta, y todo lo que no estaba a la moda no valía. Pero ahora todas lo están, junto con los pañuelos, las pajaritas y la siempre popular ausencia de corbata. La de Bennet no encajaba con nada de eso: era simplemente fea.

—¿Qué estás mirando? —quiso saber Gina.

—Al doctor O'Reilly —contesté, preguntándome si era lo bastante mayor para haber comprado la corbata nueva.

—¿El empollón de Biología? —dijo Elaine, torciendo el cuello.

—Vaya corbata —comentó Gina.

—Y esas gafas —dijo Sara—. ¡Son tan gruesas que ni siquiera se ve de qué color tiene los ojos!

—Grises —dije yo, pero Elaine y Sara volvían a discutir sobre el noble deporte de subir escaleras.

—Las mejores escaleras están en el campus —dijo Elaine—. En el edificio de ingeniería. Sesenta y ocho peldaños, pero siempre llenos de gente. Así que normalmente opto por las que hay en Clover.

—Ted vive de Iris —dijo Sara—. Tiene que reconocer su espíritu guerrero masculino, o nunca podrá abrazar su lado femenino.

—Muy bien, compañeros —dijo Dirección—. ¿Tenéis los cinco objetivos? Flip, ¿quieres recogerlos?

Elaine puso cara de aterrada. Gina le quitó la lista y escribió rápidamente:

1. Optimizar potencial.

2. Facilitar potenciación.

3. Aportar puntos de vista.

4. Seguir una estrategia de prioridades.

5. Aumentar estructuras nucleares.

—¿Cómo has hecho eso? —pregunté, admirada.

—Son las cinco cosas que escribo siempre —respondió, y le tendió a Flip la lista cuando pasó por nuestro lado.

—Antes de continuar —dijo Dirección—, quiero que todos os levantéis.

—Pausa para ir al baño —murmuró Gina.

—Vamos a hacer un ejercicio de sensibilidad —dijo Dirección—. Que todo el mundo busque un compañero.

Me di la vuelta. Sara y Elaine ya se habían escogido mutuamente, y no se veía a Gina por ninguna parte. Vacilé, preguntándome si me daría tiempo de llegar hasta el doctor O'Reilly, y vi a una mujer con un bonito corte de pelo y un traje rojo acercarse hacia mí por entre la multitud.

—Soy la doctora Alicia Turnbull —dijo.

—Oh, bien —contesté, sonriendo—. ¿Recibió su caja?

—¿Todo el mundo tiene una pareja? —gritó Dirección—. Bien, ahora poneos unos frente a otros y alzad ambas manos con las palmas hacia fuera.

Lo hicimos.

—Están todos detenidos —bromeé.

La doctora Turnbull alzó una ceja.

—Muy bien, compañeros —dijo Dirección—, ahora colocad las palmas contra las de vuestra pareja.

La estupidez ha sido desde siempre una tendencia dominante en América, pero hace poco que ha invadido el lugar de trabajo, aunque tiene sus orígenes en los expertos de eficiencia de los años veinte. Frank y Lillian Gilbreth, los fundadores del clan
Más barato por docena
, quienes indudablemente no se pasaban todo el tiempo en la fábrica (doce hijos, doce), popularizaron los estudios de movimiento, la psicología en el puesto de trabajo y el experto externo; y los negocios americanos han ido cuesta abajo desde entonces.

—Ahora, mirad con intensidad a vuestra pareja a los ojos —dijo Dirección—, y decidle tres cosas que os gustan de él... o de ella. Muy bien. Una.

—¿De dónde sacan estas cosas? —dije, mirando con intensidad los ojos de la doctora Turnbull.

—Los estudios han demostrado que la formación sensitiva mejora significativamente las relaciones en el lugar de trabajo —dijo ella fríamente.

—Muy bien. Usted primero.

—El paquete ponía bien claro «perecedero» —dijo, presionando sus palmas contra las mías—. Tendría que habérmelo entregado inmediatamente.

—No estaba usted allí.

—Entonces tendría que haber averiguado dónde estaba.

—Dos —dijo Dirección.

—El paquete contenía unos cultivos muy valiosos. Podrían haberse estropeado.

Parecía no tener en cuenta un punto importante.


Flip
es quien tenía que habérselo llevado, ¿sabe?

—¿Entonces qué hacía en su oficina?

—Tres —dijo Dirección.

—La próxima vez, le agradeceré que me mande un mensaje por correo electrónico —dijo ella—. ¿Bueno? ¿No va a decirme lo que le gusta de mí? Es su turno.

«Me gusta que trabajes en Biología y que esté al otro lado del complejo», pensé.

—Me gusta su traje —dije—, aunque las hombreras están terriblemente pasadas de moda. Y además es rojo. Demasiado amenazador. Se lleva lo femenino.

—¿No os sentís mejor? —preguntó Dirección—. ¿No os sentís más cerca de vuestros compañeros de trabajo?

Demasiado cerca, desde luego. Inicié una apresurada retirada hacia mi mesa y Gina.

—¿Adonde has ido? —le reproché.

—Al cuarto de baño —respondió ella—. Regla de Supervivencia en las Reuniones Número Uno. Ve siempre al cuarto de baño durante los ejercicios de sensibilidad.

—Antes de que continuemos —dijo Dirección, y me preparé para escaparme al baño por si se trataba de otro ejercicio, pero Dirección se refirió a los numerosos papeles de nuestro programa, que resultó ser un montón de impresos. —Hemos tenido algunas quejas sobre Suministros —dijo—, así que promovemos una nueva política que aumentará la eficacia en ese departamento. En vez de los antiguos impresos departamentales, usarán un nuevo impreso interdepartamental. También hemos reestructurado el procedimiento para conceder becas. Uno de los aspectos más revolucionarios del GRIS es la forma en que coordina la financiación. Todas las solicitudes de fondos para proyectos serán estudiadas por un Comité de Revisión de Concesiones, incluyendo los proyectos que fueron previamente aprobados. Todos los impresos deben estar entregados el lunes 23. Todas las solicitudes deben ser cursadas en los nuevos impresos simplificados de solicitud de becas.

Los cuales, si el fajo de papeles que Flip sostenía en sus brazos envueltos en cinta adhesiva mientras paseaba entre la multitud era una muestra, eran más largos que los antiguos impresos de solicitud, que ya tenían treinta y dos páginas.

—Mientras la ayudante interdepartamental distribuye los impresos, quiero oír vuestras sugerencias. ¿Qué más podemos hacer para convertir HiTek en un sitio mejor?

Eliminar las reuniones de personal, pensé, pero no lo dije. Puede que no esté tan versada como Gina en Supervivencia a las Reuniones, pero sé lo bastante como para no levantar la mano. Lo único que consigues con eso es que te metan en un comité.

Aparentemente, todos los demás lo sabían también.

—Las sugerencias del personal son la piedra angular de HiTek—dijo. Nada.

—¿Alguien? —preguntó Dirección, con aspecto sombrío. Sonrió—. Ah, al fin, alguien que no teme destacar de la multitud.

Todo el mundo se volvió. Era Flip.

—La ayudante interdepartamental tiene demasiadas funciones —dijo, agitando su mechón de pelo.

—¿Veis? —dijo Dirección, señalándola—. Ése es el tipo de actitud para resolver problemas que pretende fomentar GRIS. ¿Qué solución sugieres?

—Un nombre diferente para el trabajo —dijo Flip—. Y una ayudante.

Miré al doctor O'Reilly. Se sujetaba la cabeza con las manos.

—¿Muy bien? ¿Otras ideas?

Cuarenta manos se dispararon. Las miré y pensé en el Flautista de Hamelín y sus ratas. Y en el pelo corto. La mayoría de las modas referidas al pelo son un claro caso de seguir al flautista. BC Derek, Dorothy Hamill, Jackie Kennedy, todas habían impuesto modas de peinado, y no fueron en modo alguno las primeras. Madame de Pompapodour había sido la responsable de aquellas enormes pelucas empolvadas con barcos de vela y famosas batallas de artillería, y Verónica Lake de que millones de mujeres americanas fueran incapaces de ver por un ojo.

Así que era lógico que la del pelo corto hubiera sido una moda iniciada por alguien, ¿pero por quién? Isadora Duncan se lo había cortado a principios de siglo, y varias sufragistas habían hecho lo mismo (y se habían puesto ropa de hombre) mucho antes, pero ninguna atrajo suficientes seguidoras para ser tenida en cuenta.

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