Read El gaucho Martín Fierro Online
Authors: José Hernández
Yo junté las osamentas
Me hinqué y les recé un bendito;
Hice una cruz de un palito
Y pedí á mi Dios clemente,
Me perdonára el delito
De haber muerto tanta gente.
Dejamos amotonaos
A los pobres que murieron,
No sé si los recojeron,
Porque nos fuimos á un rancho,
O si tal vez los caranchos
Ay no más se los comieron.
Lo agarramos mano á mano
Entre los dos al porrón,
En semejante ocasión
Un trago á cualquiera encanta,
Y Cruz no era remolón
Ni pijotiaba garganta.
Calentamos los gargueros
Y nos largamos muy tiesos,
Siguiendo siempre los besos
Al pichel, por mas señas,
Ibamos como cigüeñas
Estirando los pescuesos.
—«Yo me voy, le dije, amigo,
«Donde la suerte me lleve,
«Y si es que alguno se atreve
«A ponerse en mi camino
«Yo seguiré mi destino
«Que el hombre hace lo que debe.»
«Soy un gaucho desgraciao,
«No tengo donde ampararme,
«Ni un palo donde rascarme,
«Ni un árbol que me cubije;
«Pero ni aun esto me aflige
«Porque yo sé manejarme.»
«Antes de cair al servicio,
«Tenia familia y hacienda,
«Cuando volví, ni la prenda
, «Me la habían dejao ya,—
«Dios sabe en lo que vendrá
«A parar esta contienda.»
—Amigazo, pa sufrir
Han nacido los varones—
Estas son las ocasiones
De mostrarse un hombre juerte,
Hasta que venga la muerte
Y lo agarre á coscorrones.
El andar tan despilchao
Ningún mérito me quita,
Sin ser un alma bendita
Me duelo del mal ageno:
Soy un pastel con relleno
Que parece torta frita.
Tampoco me faltan males
Y desgracias, le prevengo,
Tambien mis desdichas tengo,
Aunque esto poco me aflige—
Yo sé hacerme el chango rengo
Cuando la cosa lo esige.
Y con algunos ardiles
Voy viviendo, aunque rotoso;
A veces me hago el sarnoso
Y no tengo ni un granito,
Pero al chifle voy ganoso
Como panzón al maíz frito.
A mí no me matan penas
Mientras tenga el cuero sano,
Venga el sol en el verano
Y la escarcha en el invierno—
Si este mundo es un infierno
¿Por qué afligirse el cristiano?
Hagámosle cara fiera
A los males, compañero,
Porque el zorro más matrero
Suele cair como un chorlito;
Viene por un corderito
Y en la estaca deja el cuero.
Hoy tenemos que sufrir
Males que no tienen nombre,
Pero esto á naides lo asombre
Porque ansina es el pastel;
Y tiene que dar el hombre
Más vüultas que un carretel.
Yo nunca me he de entregar
A los brazos de la muerte—
Arrastro mi triste suerte
Paso á paso y como pueda—
Que donde el débil se queda
Se suele escapar el juerte.
Y ricuerde cada cual
Lo que cada cual sufrió
Que lo que es, amigo, yo,
Hago ansi la cuenta mía:
Ya lo pasado pasó—
Mañana será otro día.
Yo también tuve una pilcha
Que me enllenó el corazón—
Y si en aquella ocasión
Alguien me hubiera buscao—
Siguro que me había hallao
Más prendido que un botón.
En la güella del querer
No hay animal que se pierda...
Las mujeres no son lerdas—
Y todo gaucho es dotor
Si pa cantarle el amor
Tiene que templar las cuerdas.
¡Quién es de una alma tan dura
Que no quiera una mujer!
Lo alivia en su padecer:
Si no sale calavera
Es la mejor compañera
Que el hombre puede tener.
Si es güena, no lo abandona
Cuando lo vé desgraciao,
Lo asiste con su cuidao,
Y con afán cariñoso
Y usté tal vez ni un rebozo
Ni una pollera le ha dao.
Grandemente lo pasaba
Con aquella prenda mía—
Viviendo con alegría
Como la mosca en la miel!—
¡Amigo, qué tiempo aquel!
La pucha — que la quería!
Era la águila que á un árbol
Dende las nubes bajó
Era más linda que el alba
Cuando vá rayando el sol—
Era la flor deliciosa
Que entre el trebolar creció.
Pero, amigo, el comendante
Que mandaba la milicia,
Como que no desperdicia
Se fué refalando á casa;—
Yo le conocí en la traza
Que el hombre traiba malicia.
El me daba voz de amigo,
Pero no le tenía fe—
Era el jefe, y ya se vé,
No podía competir yo—
En mi rancho se pegó
Lo mesmo que un saguaipé.
A poco andar, conocí,
Que ya me había desbancao,
Y él siempre muy entonao,
Aunque sin darme ni un cobre
Me tenía de lao á lao
Como encomienda de pobre.
A cada rato, de chasque
Me hacía dir á gran distancia,
Ya me mandaba á una estancia,
Ya al pueblo, ya á la frontera—
Pero él en la comendancia
No ponía los piés siquiera.
Es triste á no poder más
El hombre en su padecer,
Si no tiene una mujer
Que lo ampare y lo consuele:
Mas pa que otro se la pele
Lo mejor es no tener.
No me gusta que otro gallo
Le cacarée á mi gallina—
Yo andaba ya con la espina,
Hasta que en una ocasión
Lo pillé junto al jogón
Abrazándome á la china.
Tenía el viejito una cara
De ternero mal lamido,
Y al verle tan atrevido
Le dije: —¡Que le aproveche;
«Que había sido pa el amor
«Como gaucho pa la leche.»
Peló la espalda y se vino
Como á quererme ensartar,
Pero yo sin tutubiar
Le volví al punto á decir:
—«Cuidao no te vas á per...tigo
«Poné cuarta pa salir.»
Un puntazo me largó,
Pero el cuerpo le saqué,
Y en cuanto se lo quité,
Para no matar un viejo,
Con cuidado, medio de lejos
Un palazo le asenté.
Y como nunca al que manda
Le falta algún adulón,
Uno que en esa ocasión,
Se encontraba allí presente,
Vino apretando los dientes
Como perrito mamón,
Me hizo un tiro de revuelver
Que el hombre creyó siguro;
Era confiado y le juro
Que cerquita se arrimaba—
Pero siempre en un apuro
Se desentumen mis tabas.
El me siguió menudiando
Mas sin poderme acertar,
Y yo, déle culebriar,
Hasta que al fin le dentré
Y ay no más lo despaché
Sin dejarlo resollar.
Dentré á campiar en seguida
Al viejito enamorao,
El pobre se había ganao
En un noque de lejía—
¡Quién sabe cómo estaría
Del susto que había llevao!
Es zonzo el cristiano macho
Cuando el amor lo domina!—
El la miraba á la indina,
Y una cosa tan jedionda
Sentí yo, que ni en la fonda
He visto tal jedentina
Y le dije: —«Pa su agüela
«Han de ser esas perdices.»
Yo me tapé las narices,
Y me salí esternudando,
Y el viejo quedó olfatiando
Como chico con lumbrices.
Cuando la mula recula,
Señal que quiere cosiar—
AnsI se suele portar
Aunque ella lo disimula,
Recula como la mula
La mujer, para olvidar.
Alcé mis ponchos y mis prendas
Y me largué á padecer
Por culpa de una mujer
Que quiso engañar á dos—
Al rancho le dije adiós
Para nunca más volver.
Las mujeres dende entonces,
Conocí á todas en una—
Ya no he de probar fortuna
Con carta tan conocida:
Mujer y perra parida,
No se me atraca ninguna!
A otros les brotan las coplas
Como agua de manantial;
Pues á mí me pasa igual:
Aunque las mías nada valen,
De la boca se me salen
Como ovejas de corral.
Que en puertiando la primera,
Ya la siguen las demás,
Y en montones las de atrás
Contra los palos se estrellan,
Y saltan y se atropellan
Sin que se corten jamás.
Y aun que yo por mi inorancia
Con gran trabajo me esplico,
Cuando llego a abrir el pico
Ténganlo por cosa cierta,
Sale un verso y en la puerta
Ya asoma el otro el hocico.
Y emprésteme su atención;
Me oirá relatar las penas
De que traigo la alma llena—
Porque en toda circustancia,
Paga el gaucho su inorancia
Con la sangre de sus venas.
Despues de aquella desgracia
Me refugié en los pajales,
Andube entre los cardales
Como vicho sin guarida—
Pero, amigo, es esa vida
Como vida de animales.
Y son tantas las miserias
En que me he sabido ver,
Que con tanto padecer
Y sufrir tanta aflición
Malicio que he de tener
Un callo en el corazón.
Ansi andaba como guacho
Cuando pasa el temporal—
Supe una vez por mi mal
De una milonga que había,
Y ya pa la pulpería
Enderezé mi bagual.
Era la casa del baile
Un rancho de mala muerte,
Y se enllenó de tal suerte
Que andábamos á empujones—
Nunca faltan encontrones
Cuando un pobre se divierte.
Yo tenía unas medias botas
Con tamaños verdugones—
Me pusieron los talones
Con crestas como los gallos:
Si viera mis afliciones
Pensando yo que eran callos.
Con gato y con fandanguilio
Había empezado el changango,
Y para ver el fandango
Me colé haciendomé bola—
Más, metió el diablo la cola,
Y todo se volvió pango.
Había sido el guitarrero
Un gaucho duro de boca—
Yo tengo paciencia poca
Pa aguantar cuando no debo,
A ninguno me le atrevo,
Pero me halla el que me toca.
A bailar un pericón
Con una moza salí,
Y cuanto me vido allí
Sin duda me conoció—
Y estas coplitas cantó
Como por raIrse de mí:
«Las mujeres son todas
«Como las mulas—
«Yo no digo que todas
«Pero hay algunas
«Que á las aves que vuelan
«Les sacan plumas.»
«Hay gauchos que presumen
«De tener damas—
«No digo que presumen,
«Pero se alaban
«Y á lo mejor los dejan
«Tocando tablas.»
Se secretiaron las hembras—
Y yo ya me encocoré—
Volié la anca y le grité
«Dejá de cantar.... chicharra»
Y de un tajo á la guitarra
Tuitas las cuerdas corté.
Al punto salió de adentro
Un gringo con un jusil—
Pero nunca he sido vil,
Poco el peligro me espanta—
Yo me refalé la manta
Y la eché sobre candil.
Gané en seguida la puerta
Gritando: «Naides me ataje»
Y alborotado el hembraje,
Lo que todo quedo escuro,
Empezó á verse en apuro
Mesturao con el gauchage.
El primero que salió
Fué el cantor y se me vino—
Pero yo no pierdo el tino
Anque haiga tomao un trago—
Y hay algunos por mi pago
Que me tienen por ladino.
No ha de haber achocao otro—
Le salió cara la broma;
A su amigo cuando toma
Se le despeja el sentido,
Y el pobrecito había sido
Como carne de paloma.
Para prestar un socorro
Las mujeres no son lerdas—
Antes que la sangre pierda
Lo arrimaron á unas pipas—
Ay lo dejé con las tripas
Como pa que hiciera cuerdas.
Monté y me largué á los campos
Mmás libre que el pensamiento,
Como las nubes al viento
A vivir sin paradero,
Que no tiene el que es matrero
Nido, ni rancho, ni asiento.
No hay Fuerza contra el destino
Que le ha señalao el cielo—
Y aunque no tenga consuelo
Aguante el que está en trabajo!
¡Naides se rasca pa abajo!
¡Ni se lonjea contra el pelo!
Con el gaucho desgraciao
No hay uno que no se entone—
La menor falta lo espone
A andar con los avestruces!
Faltan otros con mas luces
Y siempre hay quien los perdone.
Yo no sé qué tantos meses
Esta vida me duró,
A veces nos obligó
La miseria á comer potro—
Me había acompañao con otros
Tan desgraciaos como yo.—
Más ¿para qué platicar
Sobre esos males, —canejo?
Nace el gaucho y se hace viejo,
Sin que mejore su suerte,
Hasta que por ay la muerte
Sale á cobrarle el pellejo.
Pero como no hay desgracia
Que no acabe alguna vez,
Me aconteció que despues
De sufrir tanto rigor
Un amigo por favor
Me compuso con el juez.
Le alvertiré que en mi pago
Ya no va quedando un criollo,
Se los ha tragao el oyo,
O juido ó muerto en la guerra
Porque, amigo, en esta tierra
Nunca se acaba el embrollo.—
Colijo que jué por eso
Que me llamó el juez un día,
Y me dijo que quería
Hacerme á su lao venir,
Y que dentrase á servir
De soldao de Policía.
Y me largó una proclama
Tratándome de valiente,
Que yo era un hombre decente,
Y que dende aquel momento
Me nombraba de sargento
Pa que mandára la gente.
Ansi estuve en la partida,
Pero ¿qué había de mandar?
Anoche al irlo á tomar
Vide güena coyontura—
Y á mí no me gusta andar
Con la lata á la cintura.
Ya conoce, pues quién soy,
Tenga confianza conmigo,
Cruz le dió mano de amigo,
Y no lo ha de abandonar—
Juntos podemos buscar
Pa los dos un mesmo abrigo.
Andaremos de matreros
Si es preciso pa salvar—
Nunca nos ha de faltar
Ni un güen pingo para juír,
Ni un pajal ande dormir,
Ni un matambre que ensartar.
Y cuando sin trapo alguno
Nos haiga el tiempo dejao—
Yo le pediré emprestao
El cuero á cualquiera lobo,
Y hago un poncho, si lo sobo,
Mejor que poncho engomao.
Para mI la cola es pecho
Y el espinazo cadera—
Hago mi nido ande quiera
Y de lo que encuentro como—
Me echo tierra sobre el lomo
Y me apeo en cualquier tranquera.
Y dejo rodar la bola,
Que algún día se ha de parar—
Tiene el gaucho que aguantar
Hasta que lo trague el oyo—
O hasta que venga algun criollo
En esta tierra á mandar.
Lo miran al pobre gaucho
Como carne de cogote:
Lo tratan al estricote—
Y si ansi las cosas andan,
Porque quieren los que mandan
Aguantemos los azotes.
Pucha — si usté los oyera
Como yo en una ocasión,
Tuita la conversación
Que con otro tuvo el juez—
Le asiguro que esa vez
Se me achicó el corazón.
Hablaban de hacerse ricos
Con campos en la fronteras—
De sacarla más ajuera
Donde había campos baldidos—
Y llevar de los partidos
Gente que la defendiera.
Todos se güelven proyetos
De colonias y carriles—
Y tirar la plata á miles
En los gringos enganchaos,
Miéntras al pobre soldao
Le pelan la chaucha —¡ah, viles!—
Pero si siguen las cosas
Como van hasta el presente
Puede ser que de repente
Veamos el campo disierto,
Y blanqueando solamente
Los güesos de los que han muerto.
Hace mucho que sufrimos
La suerte reculativa—
Trabaja el gaucho y no arriba,
Porque á lo mejor del caso,
Lo levantan de un sogazo
Sin dejarle ni saliva.