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Authors: Brandon Sanderson

Tags: #Fantástico

El Héroe de las Eras (64 page)

BOOK: El Héroe de las Eras
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A medida que pasaban los días en la caverna, Vin lamentó haber roto el farol. Trató de recuperarlo, palpando con dedos ciegos. Sin embargo, el aceite se había derramado. Estaba encerrada en la oscuridad.

Con un ser que quería destruir el mundo.

Unas veces podía sentirlo, pulsando cerca, observando en silencio… como un patrono fascinado en un espectáculo de carnaval. Otras veces, desaparecía. Obviamente, las paredes no significaban nada para aquello. La primera vez que desapareció, Vin experimentó una sensación de alivio. Sin embargo, apenas unos instantes después oyó en su mente la voz de Reen.
No te he dejado
, dijo.
Sigo aquí.

Las palabras la dejaron helada, y pensó, brevemente, que le había leído la mente. Sin embargo, decidió que había sido demasiado fácil adivinar sus pensamientos. Al repasar su vida, advirtió que Ruina no podía haber hablado todas y cada una de las veces que había oído la voz de Reen en su cabeza. Muchas de las veces que había oído a su hermano era en respuesta a las cosas que estaba pensando, y no a las cosas que hacía. Como Ruina no podía leer mentes, esos comentarios no podían haber venido del ser.

Ruina llevaba hablándole tanto tiempo, que era difícil separar sus propios recuerdos de su influencia. No obstante, tenía que confiar en la promesa del Lord Legislador de que Ruina no podía leerle la mente.

La alternativa era abandonar toda esperanza. Y no podía hacer eso. Cada vez que Ruina le hablaba, le daba pistas sobre su naturaleza. Esas pistas podrían proporcionarle la forma de derrotarlo.

¿Derrotarlo?
, pensó Vin, apoyándose contra la áspera pared de piedra de la caverna.
Es una fuerza de la naturaleza, no un hombre. ¿Cómo podría pensar siquiera en derrotar algo así?

Era difícil medir el tiempo en aquella negrura perpetua, pero calculó por sus pautas de sueño que habían pasado tres o cuatro días desde su aprisionamiento.

Todos consideraban un dios al Lord Legislador
, recordó.
Yo lo maté.

Ruina había estado prisionero una vez. Eso significaba que podía ser derrotado, o al menos encapsulado. Pero ¿qué significaba aprisionar a una abstracción, una fuerza como Ruina? Había podido hablarle mientras estaba prisionero. Pero sus palabras habían parecido menos intensas entonces. Menos… dirigidas. Ruina había actuado más como una influencia, dando a la niña Vin impresiones que manifestaba a través de recuerdos de Reen. Casi como si… hubiera influido en sus emociones. ¿Significaba eso que empleaba la alomancia? En efecto, latía con poder alomántico.

Zane oía voces
, advirtió Vin.
Justo antes de morir, parecía estar hablando con algo
. Sintió un escalofrío mientras apoyaba la cabeza contra la pared.

Zane estaba loco. Tal vez no existía ninguna conexión entre las voces que oía y Ruina. Sin embargo, parecía demasiada coincidencia. Zane había tratado de llevársela consigo, de buscar la fuente de los pulsos, los mismos pulsos que habían acabado por hacerla liberar a Ruina.

De modo que Ruina puede influir en mí a pesar de la distancia o el encarcelamiento
, pensó Vin.
Sin embargo, ahora que ha sido liberado, puede manifestarse directamente. Eso implica otra cuestión. ¿Por qué no nos ha destruido ya a todos? ¿Por qué juega con los ejércitos?

La respuesta a eso, al menos, parecía obvia. Sentía la infinita voluntad de Ruina por destruir. Era como si conociera su mente. Un impulso. Una dedicación. Ruina. Así que, si aún no había conseguido su objetivo, significaba que no podía. Que estaba impedido. Limitado a medios de destrucción graduales e indirectos… como la ceniza que caía y las brumas que robaban la luz.

Con todo, esos métodos acabarían por ser efectivos. A menos que Ruina fuera detenido. Pero ¿cómo?

Estuvo prisionero antes… pero ¿qué lo aprisionó?
Vin había asumido que el Lord Legislador era quien estaba detrás de la prisión de Ruina. Se equivocaba. Ruina ya estaba prisionero cuando el Lord Legislador viajó al Pozo de la Ascensión. El Lord Legislador, entonces conocido como Rashek, había acompañado a Alendi en su misión, para asesinar al supuesto Héroe de las Eras. El propósito de Rashek era impedir que hiciera lo que Vin acabó haciendo: liberar a Ruina por accidente.

Irónicamente, había sido mejor que un hombre egoísta como Rashek tomara el poder. Porque un hombre egoísta se quedaba todo el poder, en vez de renunciar a él y liberar a Ruina.

De todas formas, Ruina ya estaba prisionero antes de que la misión comenzara. Eso significaba que la Profundidad, las brumas, no estaban relacionadas con Ruina. O, al menos, la conexión no era tan simple como Vin había supuesto. Liberar a Ruina no era lo que había instado a las brumas a empezar a venir durante el día y matar a gente. De hecho, las brumas diurnas habían empezado a aparecer hasta un año antes de que ella lo liberara, y a matar, pocas horas antes de que encontrara el camino al Pozo.

Entonces… ¿qué sé? Que Ruina fue aprisionado hace mucho tiempo. ¿Aprisionado por algo que, tal vez, yo podré encontrar y usar de nuevo?

Se levantó. Tanto tiempo sentada allí pensando la había vuelto inquieta. Empezó a caminar, palpando la pared.

Durante su primer día de prisión había empezado a explorar la caverna al tacto. Era enorme, como los otros depósitos, y el proceso le había llevado varios días. Sin embargo, no tenía otra cosa que hacer. Al contrario que el depósito de Urteau, éste no tenía laguna ni fuente de agua. Y, a medida que Vin lo investigaba, descubrió que Yomen había retirado todos los barriles de agua de lo que consideraba su sitio en el lejano rincón a la derecha. Había dejado la comida enlatada y otros suministros, pues la caverna era tan enorme que habría tenido problemas para encontrar tiempo para retirarlo todo, y más aún para hallar otro sitio donde almacenarlo. Sin embargo, se había llevado toda el agua.

Eso le causaba a Vin un problema. Se abrió paso palpando la pared, localizó un estante donde había dejado una lata abierta de guiso. Aun con peltre y una piedra, había tardado una eternidad en abrir la lata. Yomen había sido lo bastante listo para retirar las herramientas que podría haber utilizado para abrirlas, y Vin sólo tenía un frasquito con peltre. Había abierto unas diez latas de comida el primer día, agotando el peltre que tenía en su interior. Esa comida empezaba ya a agotarse, y sentía la necesidad de agua: el guiso hacía poco para calmar su sed.

Cogió la lata, y comió sólo un bocado. Casi se había acabado. El sabor le recordó el hambre que se convertía en un creciente complemento de la sed. Descartó la sensación. Había tratado con el hambre toda su infancia. No era nada nuevo, aunque hubieran pasado años desde la última vez que la había sentido.

Continuó adelante, pasando los dedos por la pared para localizar dónde estaba. Parecía una forma inteligente de matar a una nacida de la bruma. Yomen no podía derrotarla, así que la atrapaba. Ahora, simplemente podía esperar a que muriera de deshidratación. Simple, efectivo.

Tal vez Ruina le esté hablando también a Yomen
, pensó.
Esta prisión podría formar parte del plan de Ruina. Sea cual sea.

¿Por qué la habría elegido Ruina? ¿Por qué no conducir a otra persona al Pozo de la Ascensión? ¿Alguien más fácil de controlar? Comprendía por qué Ruina había elegido a Alendi, todos aquellos años antes. Durante la época de Alendi, el Pozo se hallaba perdido en las montañas. Habría sido un viaje muy difícil, y Ruina necesitaba a la persona adecuada para planear y sobrevivir a la expedición.

No obstante, en la época de Vin, el Pozo había sido trasladado de algún modo a Luthadel. O tal vez construyeron Luthadel encima del Pozo. En cualquier caso, estaba allí, justo bajo el palacio del Lord Legislador. ¿Por qué había esperado Ruina tanto tiempo para liberarse? Y, de toda la gente que podría haber elegido como peón, ¿por qué a Vin?

Sacudió la cabeza mientras llegaba a su destino, la otra única cosa de interés en la enorme caverna. Una placa de metal en la pared. Extendió la mano y pasó los dedos por el acero bruñido. Nunca había sido muy buena lectora, y el último año, entre viajes y guerras, no le había dejado mucho tiempo para mejorar sus habilidades. Así que, palpando cada marca tallada en el metal, tardó algún tiempo en descubrir lo que había escrito en la placa.

No había ningún mapa. O, al menos, no era como los mapas de las cavernas de almacenaje anteriores. En cambio, había un sencillo círculo, con un punto en el centro. Vin no estaba segura de lo que se suponía que significaba. El texto era igualmente frustrante. Vin pasó los dedos por las marcas, aunque ya había memorizado lo que decían las palabras.

Os he fallado.

He planeado construir estas cavernas sabiendo que se avecina una calamidad, esperando poder encontrar algún secreto que sea útil si caigo ante las maquinaciones de esa cosa. Pero no tengo nada. No sé cómo derrotarla. Lo único que se me ocurre es mantenerla a raya haciéndome con el poder del Pozo cuando regrese.

Sin embargo, si estáis leyendo esto, he fracasado. Eso significa que estoy muerto. Mientras escribo esto, la perspectiva me parece menos trágica de lo que había asumido previamente. Preferiría no enfrentarme a la cosa. Ha sido mi compañía constante, la voz que siempre me susurra, diciéndome que destruya, suplicándome que le conceda la libertad.

Temo que haya corrompido mis pensamientos. Aunque no puede sentir lo que pienso, puede hablar dentro de mi cabeza. Ochocientos años así me han dificultado confiar en mi propia mente. A veces oigo voces, y simplemente asumo que estoy loco.

Sin duda, eso sería preferible.

Sé que estas palabras deben ser grabadas en acero para ser conservadas. Las he escrito en una hoja de acero, y luego he ordenado escribirlas en una placa, sabiendo que al hacerlo revelo mi debilidad a mis propios sacerdotes. La cosa me ha susurrado que soy un necio por exponerme al escribir esto y dejar que los demás lo lean.

Por eso principalmente decidí continuar con la creación de esta placa. Hacerlo parecía enfurecer a la cosa. Creo que con eso me basta. Es bueno que algunos de mis leales sacerdotes conozcan mi debilidad, aunque sólo sea por el bien del imperio, si de algún modo caigo.

He intentado ser un buen gobernante. Al principio, era demasiado joven, demasiado airado. Cometí errores. Sin embargo, lo he intentado con fuerza. Casi destruí al mundo con mi arrogancia y, no obstante, temo casi haberlo destruido de nuevo con mi gobierno. Puedo hacerlo mejor. Lo haré mejor. Crearé una tierra de orden.

Pero mis pensamientos hacen que me pregunte cuánto de lo que hago se ha desviado de mis intenciones originales. En ocasiones, mi imperio parece un lugar de paz y justicia. Si es así, ¿por qué no puedo detener las rebeliones? No pueden derrotarme, y he de ordenar que los maten cada vez que se levantan. ¿Es que no pueden ver la perfección de mi sistema?

No importa, éste no es lugar para justificaciones. No necesito justificarme, pues soy, después de todo, Dios. Sin embargo, sé que hay algo más grande que yo. Si puedo ser destruido, Eso será la causa de mi destrucción.

No tengo ningún consejo que dar. Es más poderoso que yo. Es más poderoso que este mundo. De hecho, dice haberlo creado. Acabará por destruirnos a todos.

Tal vez estos depósitos permitan a la humanidad sobrevivir un poco más. Tal vez no. Estoy muerto. Y dudo que deba importarme.

Sin embargo, me importa. Pues sois mi pueblo. Yo soy el Héroe de las Eras. Eso es lo que debe significar: Héroe de las Eras, un héroe que vive a través de las eras, como yo.

Sabed que el poder de la cosa no está completo. Por fortuna, he escondido bien su cuerpo.

Y eso era todo. Vin golpeó la placa con frustración. Todo lo que decían las palabras parecía concebido para frustrarla. ¿El Lord Legislador los había llevado a esta larga búsqueda, para al final no ofrecerles ninguna ayuda? Elend apostaba fuerte por el contenido de esta placa que, sin embargo, carecía virtualmente de valor. Al menos, las otras contenían alguna información relevante sobre un nuevo metal.

Os he fallado.
Era terrible llegar hasta aquí para encontrar que el Lord Legislador estaba tan perdido como ellos. Y, si sabía más, como implicaban sus palabras, ¿por qué no lo había compartido en la placa? Vin podía sentir su inestabilidad incluso a través de estas palabras, su oscilación entre el pesar y la arrogancia. Tal vez fuera la influencia de Ruina sobre él. O tal vez simplemente fuera así siempre. En cualquier caso, Vin sospechaba que el Lord Legislador no podría haberle dicho mucho más que resultara útil. Había hecho lo que había podido, manteniendo a raya a Ruina durante mil años. Lo había corrompido, quizás incluso lo había vuelto loco.

Eso no impedía que sintiera una fuerte decepción por el contenido de la placa. El Lord Legislador había tenido mil años para preocuparse por lo que le sucedería a la tierra si moría antes de que el poder regresara al Pozo, y ni siquiera había sido capaz de encontrar una solución al problema.

Miró la placa, aunque no pudo verla en la oscuridad.

¡Tiene que haber una manera!
, pensó, negándose a aceptar la implicación del Lord Legislador de que estaban perdidos.
¿Qué es lo que hay escrito al pie? «He escondido bien su cuerpo.»

Esa parte parecía importante. Sin embargo, ella no…

Algo resonó en la oscuridad.

Vin se dio la vuelta de inmediato, tensa, buscando su último frasco de metales. La proximidad a Ruina la había puesto nerviosa, y su corazón latió con ansiedad mientras escuchaba los ecos: sonidos de piedra rozando contra piedra.

Se abría la puerta de la caverna.

Capítulo 49

Cabría preguntarse por qué Ruina no pudo utilizar a los inquisidores para que lo liberaran de su prisión. La respuesta es sencilla si se entiende cómo funciona el poder.

Antes de su muerte, el Lord Legislador mantuvo un control demasiado firme sobre ellos para que Ruina pudiera controlarlos directamente. Sin embargo, aun después de la muerte del Lord Legislador, ningún servidor de Ruina podría haberlo rescatado. El poder del Pozo era de Conservación, y un inquisidor sólo podría haberlo tomado quitándose primero sus clavos hemalúrgicos. Eso, naturalmente, lo habría matado.

Por tanto, Ruina necesitó una forma mucho más indirecta de conseguir su propósito. Necesitaba alguien a quien no hubiera contaminado demasiado, pero a quien pudiera llevar de las riendas, manipulándolo con cuidado.

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