Harry Potter. La colección completa (185 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

BOOK: Harry Potter. La colección completa
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—Se está llevando su merecido por despedir a Winky —dijo Hermione con frialdad. Estaba acariciando a
Buckbeak
, que mascaba los huesos de pollo que Sirius iba dejando—. Apuesto a que se arrepiente de haberlo hecho. Apuesto a que ahora que ella no está para cuidarlo se da cuenta de lo que valía.

—Hermione está obsesionada con los elfos domésticos —le explicó Ron a Sirius, dirigiendo a Hermione una mirada severa.

Pero Sirius parecía interesado.

—¿Crouch despidió a su elfina doméstica?

—Sí, en los Mundiales de
Quidditch
—repuso Harry, y se puso a contar la historia de la aparición de la Marca Tenebrosa y de que habían encontrado a Winky con la varita de él en la mano, y del enojo del señor Crouch.

Cuando Harry hubo concluido, Sirius se puso de nuevo en pie y comenzó a pasear de un lado a otro de la cueva.

—A ver si lo he entendido todo bien —dijo después de un rato, blandiendo un nuevo muslo de pollo—. Primero visteis en la tribuna principal a la elfina, que le estaba guardando un sitio a Crouch, ¿no es así?

—Sí —respondieron los tres al mismo tiempo.

—Pero Crouch no apareció en todo el partido.

—No —confirmó Harry—. Me parece que dijo que había estado muy ocupado.

Sirius paseó en silencio por la cueva. Luego preguntó:

—¿Miraste en los bolsillos si estaba la varita después de dejar la tribuna principal, Harry?

—Eh... —Harry intentó recordar—. No —contestó por fin—. No la necesité antes de llegar al bosque. Entonces metí la mano en el bolsillo, y lo único que encontré fueron los
omniculares
. —Miró a Sirius—. ¿Crees que el que hizo aparecer la Marca Tenebrosa me robó la varita en la tribuna principal?

—Tal vez —dijo Sirius.

—¡Winky no robó esa varita! —aseguró Hermione con vehemencia.

—La elfina no estaba sola en la tribuna principal, ¿verdad? —dijo Sirius frunciendo el entrecejo mientras seguía paseando—. ¿Quién más había sentado detrás de ti?

—Mucha gente —explicó Harry—. Funcionarios búlgaros... Cornelius Fudge... los Malfoy...

—¡Los Malfoy! —exclamó Ron de repente, tan alto que su voz retumbó en la cueva.
Buckbeak
sacudió la cabeza nervioso—. ¡Seguro que fue Lucius Malfoy!

—¿Nadie más?

—Nadie —dijo Harry.

—Sí, había alguien más: Ludo Bagman —recordó Hermione.

—¡Ah, sí...!

—No sé nada de Bagman, salvo que fue golpeador en las Avispas de Wimbourne —comentó Sirius, sin dejar de pasear—. ¿Cómo es?

—Guay. Se empeña en ofrecerme ayuda para el Torneo de los tres magos.

—¿De verdad? —El ceño de Sirius se hizo más profundo—. ¿Por qué lo hará?

—Dice que tiene debilidad por mí.

—Mmm. —Sirius se quedó pensativo.

—Lo vimos en el bosque justo antes de que apareciera la Marca Tenebrosa —le dijo Hermione a Sirius—. ¿Os acordáis? —añadió volviéndose a Ron y Harry.

—Sí, pero no se quedó en el bosque —observó Ron—. En cuanto le hablamos del altercado, se fue al campamento.

—¿Cómo lo sabes? —objetó Hermione—. ¿Cómo sabes adónde fue al desaparecerse?

—¡Vamos! —exclamó Ron en tono escéptico—. ¿Es que crees que fue Bagman el que hizo aparecer la Marca Tenebrosa?

—Antes sospecho de él que de Winky —replicó Hermione con testarudez.

—Ya te lo he dicho —señaló Ron, dirigiendo a Sirius una significativa mirada—, está obsesionada con los elfos dom...

Pero Sirius levantó la mano para que se callara.

—¿Qué hizo Crouch después de que apareció la Marca Tenebrosa y de que hubieron descubierto a su elfina con la varita de Harry?

—Se fue a mirar entre los arbustos —explicó Harry—, pero no encontró a nadie más.

—Claro —susurró Sirius, paseando de un lado a otro—, claro, quería encontrar a cualquier otro que no fuera su elfina doméstica... ¿Y entonces la despidió?

—Sí —contestó Hermione muy acalorada—, la despidió sólo porque no se había quedado en la tienda y dejado que la pisotearan.

—¡Deja en paz a la elfina, Hermione! —le dijo Ron.

Pero Sirius negó con la cabeza.

—Ella ha calado a Crouch mejor que tú, Ron. Si quieres saber cómo es alguien, mira de qué manera trata a sus inferiores, no a sus iguales.

Se pasó una mano por la cara sin afeitar, intentando pensar.

—Todas esas ausencias de Barty Crouch... Se toma la molestia de enviar a su elfina doméstica para que le guarde un asiento en los Mundiales, pero no aparece para ver el partido; trabaja muy duro para reinstaurar el Torneo, y luego también se ausenta... Nada de eso es propio de él. Si antes de esto había dejado alguna vez de ir al trabajo por enfermedad, me como a
Buckbeak
.

—¿Conoces a Crouch, entonces? —le preguntó Harry.

La cara de Sirius se ensombreció. De pronto pareció tan amenazador como la noche en que Harry lo había visto por primera vez, cuando aún creía que era un asesino.

—Conozco a Crouch muy bien —dijo en voz baja—. Fue el que ordenó que me llevaran a Azkaban... sin juicio.

—¿Qué? —exclamaron a la vez Ron y Hermione.

—¡Bromeas! —dijo Harry.

—No, no bromeo —respondió Sirius, arrancando otro bocado al muslo de pollo—. Crouch era director del Departamento de Seguridad Mágica, ¿no lo sabíais?

Harry, Ron y Hermione negaron con la cabeza.

—Todos pensaban que sería el siguiente ministro de Magia —explicó Sirius—. Barty Crouch es un gran mago y está sediento de poder. Ah, no, nunca apoyó a Voldemort —añadió, comprendiendo lo que significaba la expresión de Harry—. No, Barty Crouch fue siempre un declarado enemigo del lado tenebroso. Pero, entonces, un montón de gente que estaba también contra el lado tenebroso... Bueno, no lo entenderíais: sois demasiado jóvenes...

—Eso es lo que dijo mi padre en los Mundiales —dijo Ron con un dejo de irritación en la voz—. ¿Por qué no lo intentas?

Sirius sonrió un instante.

—Vale, lo intentaré... —Paseó unos momentos por la cueva, y luego empezó a hablar—: Imaginaos que Voldemort está ahora mismo en su momento de máximo poder. No sabéis quiénes lo apoyan, no sabéis quién es de los suyos y quién no, pero sabéis que puede controlar a la gente para que haga cosas terribles sin poder evitarlo. Tenéis miedo por vosotros mismos, por vuestra familia y por vuestros amigos. Cada semana llegan las noticias de nuevas muertes, nuevas desapariciones, nuevas torturas... El Ministerio de Magia está sumido en el caos, no sabe qué hacer, intenta que los
muggles
no se den cuenta de nada, pero, entre tanto, también van muriendo
muggles
. El terror, el pánico y la confusión cunden por todas partes... Así estaban las cosas.

»Bueno, esas situaciones sacan a la luz lo mejor de algunas personas y lo peor de otras. Las intenciones de Crouch tal vez fueran buenas al principio, no lo sé. Ascendió rápidamente en el Ministerio y empezó a aplicar medidas muy duras contra los partidarios de Voldemort. Concedió nuevos poderes a los
aurores
: por ejemplo, permiso para matar en vez de capturar. Y yo no fui el único al que entregaron a los
dementores
sin juicio previo. Crouch empleó la violencia contra la violencia, y autorizó el uso de las maldiciones imperdonables contra los sospechosos. Diría que llegó a ser tan cruel y despiadado como los que estaban en el lado tenebroso. Tenía sus partidarios, por supuesto: mucha gente que pensaba que aquél era el mejor modo de hacer las cosas, y muchos magos y brujas pedían que asumiera el poder como nuevo ministro de Magia. Cuando desapareció Voldemort, parecía que era sólo cuestión de tiempo que Crouch ocupara el cargo más alto del escalafón, pero entonces sucedió algo bastante inoportuno. —Sirius sonrió con tristeza—. El propio hijo de Crouch fue descubierto con un grupo de
mortífagos
que se las habían arreglado para salir de Azkaban. Según parecía, buscaban a Voldemort para reinstaurar su poder.

—¿Pillaron al hijo de Crouch? —preguntó Hermione con voz entrecortada.

—Sí —contestó Sirius, tirándole a
Buckbeak
el hueso de pollo; luego se apresuró a coger la barra de pan y partirla por la mitad—. Un golpe duro para Barty, me imagino. Tal vez debería haber dedicado más tiempo a la familia, tal vez debería haber trabajado algo menos y vuelto a su casa antes, de vez en cuando, para conocer a su propio hijo.

Empezó a devorar el pan a grandes bocados.

—¿Su propio hijo era un
mortífago
? inquirió Harry.

—No lo sé realmente —repuso Sirius, metiéndose más pan en la boca—. Yo ya estaba en Azkaban cuando lo llevaron. Éstas son cosas que en su mayor parte he averiguado después de haber salido. Desde luego, el muchacho fue descubierto en compañía de gente que me apostaría el cuello a que eran
mortífagos
, pero tal vez sólo estuviera en el lugar equivocado en el momento equivocado, como la elfina doméstica.

—¿Intentó liberar a su hijo? —susurró Hermione.

Sirius soltó una risa que sonó casi como un ladrido.

—¿Liberar a su hijo? ¡Creía que habías entendido cómo es, Hermione! Quería apartar del camino todo lo que pudiera manchar su reputación; había dedicado su vida entera a escalar puestos para llegar a ministro de Magia. Ya lo viste despedir a su elfina doméstica porque lo había vuelto a asociar con la Marca Tenebrosa... ¿No te da eso a entender cómo es? El amor paternal de Crouch se limitó a concederle un juicio y, según parece, no fue más que una oportunidad para demostrar lo mucho que aborrecía al muchacho... Luego lo mandó derecho a Azkaban.

—¿Entregó a su propio hijo a los
dementores
? —preguntó Harry en voz baja.

—Sí —respondió Sirius, y ya no estaba nada sonriente—. Vi cuando los
dementores
lo condujeron, los vi a través de los barrotes de mi celda. Lo metieron en una cercana a la mía. No tendría más de diecinueve años. Al caer la noche gritaba llamando a su madre. Al cabo de unos días se calmó, sin embargo... Todos terminan calmándose... salvo cuando gritan en sueños.

Por un momento, al rememorar la prisión, la mirada triste de Sirius resultó más triste que nunca.

—Entonces, ¿sigue en Azkaban? —inquirió Harry.

—No —contestó Sirius con voz apagada—. No, ya no está allí. Murió un año después de entrar.

—¿Murió?

—No fue el único —dijo Sirius con amargura—. La mayoría se vuelven locos, y muchos terminan por dejar de comer. Pierden la voluntad de vivir. Se sabía cuándo iba a morir alguien porque los
dementores
lo sentían, se excitaban. El muchacho parecía bastante enfermo cuando llegó. Como Crouch era un importante miembro del Ministerio, él y su mujer pudieron visitarlo en el lecho de muerte. Fue la última vez que vi a Barty Crouch, casi llevando a rastras a su mujer cuando pasaron por delante de mi celda. Según parece, ella murió también poco después. De pena. Se consumió igual que el muchacho. Crouch no fue a buscar el cadáver de su hijo. Los propios
dementores
lo enterraron junto a la fortaleza: yo los vi hacerlo.

Sirius dejó a un lado el pan que acababa de levantar para llevárselo a la boca, y en su lugar cogió el frasco de zumo de calabaza y lo apuró.

—Y de esa forma Crouch lo perdió todo justo cuando parecía que ya lo había alcanzado —continuó, limpiándose la boca con el dorso de la mano—. Había sido un héroe, preparado para convertirse en ministro de Magia; y un instante más tarde su hijo había muerto, su mujer también, el nombre de su familia estaba deshonrado y, según he escuchado después de salir de la cárcel, su popularidad había caído en picado. Cuando el chico murió, a la gente empezó a darle pena y se preguntaron por qué un chico de tan buena familia se había descarriado de aquella manera. La respuesta que encontraron fue que su padre nunca se había preocupado mucho por él. Y por eso el cargo lo consiguió Cornelius Fudge, y a Crouch lo relegaron al Departamento de Cooperación Mágica Internacional.

Hubo un prolongado silencio. Harry recordó la manera en que a Crouch se le salían los ojos de las órbitas al encontrar en el bosque a su desobediente elfina doméstica, la noche de los Mundiales de
Quidditch
. Aquél, pues, era el motivo por el que Crouch se había excedido de tal manera al encontrar a Winky bajo la Marca Tenebrosa. Le había recordado a su hijo, el antiguo escándalo y su caída en desgracia en el Ministerio.

—Moody dice que Crouch está obsesionado con atrapar magos tenebrosos —le dijo Harry a Sirius.

—Sí, he oído que se ha convertido en una especie de manía suya —repuso Sirius, asintiendo con la cabeza—. Seguramente piensa que todavía tiene esperanzas de recobrar su antigua popularidad si atrapa algún
mortífago
.

—¡Y se coló en Hogwarts para registrar el despacho de Snape! —exclamó Ron eufórico, mirando a Hermione.

—Sí, y eso no tiene ningún sentido —dijo Sirius.

—¡Claro que lo tiene! —exclamó Ron emocionado.

Pero Sirius negó con la cabeza.

—Mira, si Crouch quiere investigar a Snape, ¿por qué no va a las pruebas del Torneo? Sería una excusa ideal para hacer visitas regulares a Hogwarts y tenerlo vigilado.

—O sea, que crees que Snape se trae algo entre manos —dijo Harry, pero Hermione lo interrumpió:

—Me da igual lo que digáis. Dumbledore confía en Snape...

—Vamos, Hermione —dijo Ron impaciente—, ya sabemos que Dumbledore es muy inteligente y todo eso, pero siempre es posible que un mago tenebroso realmente listo lo pueda engañar.

—Entonces, ¿por qué Snape salvó a Harry la vida en primero, eh? ¿Por qué no lo dejó morir?

—No lo sé. A lo mejor le daba miedo que Dumbledore lo pusiera de patitas en la calle.

—¿Qué piensas tú, Sirius? —preguntó Harry, y Ron y Hermione dejaron de discutir para escuchar.

—Pienso que los dos tenéis algo de razón —contestó Sirius, mirándolos pensativamente—. En cuanto supe que Snape daba clase aquí me pregunté por qué Dumbledore lo había contratado. Snape siempre ha sentido fascinación por las artes oscuras; ya en el colegio era famoso por ello. Era un pelota empalagoso de pelo grasiento —añadió, y Harry y Ron se sonrieron el uno al otro—. Cuando llegó al colegio conocía más maldiciones que la mayoría de los que estaban en séptimo, y formó parte de una pandilla de Slytherin que luego resultaron casi todos
mortífagos
. —Sirius levantó los dedos y comenzó a contar con ellos los nombres—. Rosier y Wilkes: a los dos los mataron los
aurores
un año antes de la caída de Voldemort; los Lestrange, que son matrimonio, están en Azkaban; Avery, del que he oído que se quitó de en medio diciendo que había actuado bajo los efectos de la maldición
imperius
, todavía anda suelto. Pero, que yo sepa, contra Snape no hubo denuncias. No es que eso signifique gran cosa: son muchos los que nunca fueron atrapados. Y desde luego Snape es lo bastante listo y astuto para mantenerse al margen de los problemas.

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