La puta de Babilonia (39 page)

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Authors: Fernando Vallejo

BOOK: La puta de Babilonia
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¿Cuándo hablaron Cristo y Mahoma y cuándo los curas, los pastores, los popes, los rabinos, los ayatolas y los papas de "derechos de los animales", de "respeto por los animales", de ''violencia contra los animales", del "sufrimiento de los animales", de "decencia para con los animales", de "genocidio de los animales", de "dignidad de los animales"? Jamás se les pasaron esas ideas nobles por sus mentecitas estrechas a estos inmorales. Y no se necesita saber de genética, de biología evolutiva, de biología molecular, de neurociencias para percibir el sufrimiento de los animales: basta tener dos ojos corno las vacas, dos orejas corno las vacas, dos fosas nasales corno las vacas, sangre roja corno las vacas y un cerebro un poco más complejo que el de las vacas para poder entender que con respecto al sufrimiento las vacas que acuchillarnos en los mataderos en esencia son iguales a nosotros: que sienten el dolor, la angustia, el miedo, el terror, la sed, el hambre. Otra cosa es no querer entender. Ni por deporte, ni en nombre de la ciencia, ni siquiera corno alimento puede el hombre atropellar a los animales, y con mayor razón a los que pertenecen a nuestra misma clase de los mamíferos. Y no puede criar pollos ni ningún animal con sistema nervioso desarrollado enjaulándolos y en cautiverio. El ochenta y tres por ciento de la población de la India pertenece al hinduismo, que prohíbe matar a los animales. Esa religión vegetariana sin jerarquía eclesiástica ni dogmas absolutos en que cada individuo descubre el modelo a seguir que le confiere orden y sentido a su vida tiene una historia ininterrumpida de tres mil quinientos años. Si los hindúes han podido vivir por tanto tiempo sin comerse a los animales, ¿por qué no podernos también nosotros? Cada vaca, cada perro, cada caballo, cada mamífero es un individuo único corno cada uno de los seres humanos, con su propia personalidad y sus únicos e intransferibles recuerdos. Y claro que existe una jerarquía entre los seres vivos, pero es la del dolor. Esta jerarquía se determina según la complejidad de los sistemas nerviosos que corresponde ni más ni menos, exactamente, a la capacidad de sufrir. Mientras más complejo sea el sistema nervioso de un animal, más posibilidad tiene de sufrir y en consecuencia merece de nuestra parte mayor respeto.

Y sin embargo antes de que surgieran los tres fanatismos semíticos del judaísmo, el cristianismo y el mahometismo que se arrogan el nombre de religiones y pretenden haber dado lugar a civilizaciones, hubo en la antigüedad y los ha seguido habiendo siempre hombres bondadosos que abrazaron los mismos principios de Mahavira y que en esencia son los de la reciente declaración de la UNESCO: Pitágoras, Platón, Epicuro, Apolonio de Tiana, Plutarco, Porfirio... Y en los tiempos modernos Shelley, Thoreau, Tolstoi, George Bernard Shaw, Gandhi. .. En 1847 se fundó en Inglaterra la primera sociedad vegetariana. A ésta siguieron otras en Europa y en los Estados Unidos, y en 1889 la federación internacional de sociedades vegetarianas que desde 1908 se conoce como la International Vegetarian Union y que celebra en la actualidad congresos cada dos años en diferentes países.

La explotación y la opresión de los animales por el hombre es como la explotación y la opresión de unos seres humanos por otros. No olvidemos que sólo hasta la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, adoptada por Asamblea Nacional de Francia en 1789 durante la Revolución Francesa y bajo la influencia de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del 4 de julio de 1776, se empezó a hablar de "derechos humanos" y a considerar como derechos naturales e inalienables del hombre la libertad de pensamiento, de prensa y de religión y la igualdad de los ciudadanos ante la Ley. Y no olvidemos tampoco que tanto en la Declaración de Independencia norteamericana como en la de la Asamblea Nacional de Francia se incluyó en un comienzo un artículo que abolía la esclavitud pero que fue suprimido de inmediato en ambas, de suerte que todavía bien avanzado el siglo XIX en Europa y en los Estados Unidos infinidad de católicos y protestantes por igual defendían con todo tipo de argumentos la esclavitud. El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de la ONU amplió la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa en la Declaración Universal de Derechos Humanos que rige hoy en todo el mundo. Pues bien, la Declaración de los Derechos de los Animales no es más que la ampliación a los animales de estas declaraciones de los derechos del hombre. De los treinta artículos que tiene la declaración de la ONU podemos extenderles a buena parte de los animales el Artículo 3 en cuanto dice: 'Todo individuo tiene derecho a la vida y a la libertad". Y el 4 en cuanto dice: "Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas". Y el 5: "Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes". Claro que en la declaración de la ONU hay artículos que sólo pueden valer para el ser humano, como el 18 que dice: 'Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia". Sí, eso dice. Sólo que durante mil setecientos años la Puta y mil cuatrocientos años el mahometismo han ido en contra de este artículo. En consecuencia, o le pedimos a la ONU que lo suprima de su declaración, o renunciamos al mahometismo y a la Puta, pero las dos posiciones no se pueden conciliar.

Gústenos o no habremos de terminar aceptando que los animales no son cosas, ni máquinas, ni un manojo de instintos y reflejos; que cada uno es un individuo irrepetible y distinto de los demás de su especie tal y como somos irrepetibles y distintos unos de otros los seres humanos; que no se pueden vender ni comprar; que no se pueden matar por deporte ni con pretextos científicos ni como comida y que matarlos es un acto cruel que conduce a desvalorizar la vida humana; que no son instrumentos de nuestros deseos ni de nuestra voluntad; que pueden sentir el placer, el dolor, la felicidad y la infelicidad como cualquier ser humano y que tienen alma o conciencia o como la quieran llamar: alma perecedera como la nuestra (¡el gordo Aquino creía que teníamos alma eterna!); que no están por fuera de nuestra moral sino que ésta debe incluirlos; que deben tener derechos legales; que el especismo o discriminación con base en la especie es tan inaceptable como el racismo; que existen límites morales en el trato que les demos así como existen en nuestro trato a los demás seres humanos; y que hay que actuar en consecuencia respetándolos. Los derechos del hombre son inseparables de los derechos de los animales. Con un esfuercito de redacción podríamos juntar la declaración de la ONU y la de la UNESCO en una sola.

Ayer llegó Benedicta a Estambul y provocó un embotellamiento de puta madre. La suya se la mentaban los catorce millones de musulmanes de la ciudad, que no podían llegar de sus trabajos a sus casas porque por las medidas de protección desplegadas para proteger al zángano les habían bloqueado las arterias principales en la hora pico de la tarde. ¿Y a qué venía el zángano a la antigua Constantinopla que en nombre de Cristo quemaron hace ochocientos años los cruzados, y así llamada en honor del primero y más grande concubino de la Puta? Venía a darles ánimos a doscientos de sus secuaces católicos; a hacerle su puñetita al patriarca de la Iglesia ortodoxa con el que se peleó ya va para mil años; y a hacerle la gran puñeta a la horda musulmana para calmarles la rabia que les hierve en las tripas porque sí y porque no. "Espero que ese puto viejo se vaya pronto porque esto es insoportable", dijo en una calle en turco, varado entre el gentío, un ganapán. Dicen que en esa ciudad donde el tráfico nunca ha fluido el embotellamiento alcanzaba dimensiones delirantes. Los automovilistas tocaban los claxons, maldecían, hijueputeaban. Blasfemaban no porque no pueden, su religión lo prohíbe. Al caer de la tarde y mientras la ciudad hervía en el caos, los muecines rompieron a llamar al rezo desde las mezquitas. Para colmo de males el estrecho del Bósforo quedó taponado por un buque de bandera rusa que se estrelló contra un puente y a los claxons de los carros y a la alharaca de los muecines se sumaron entonces las sirenas de los barcos: "¡Uuuuuuu!", decían mentándole la madre a Wojtyla. Perdón, a Ratzinger. La noche le cayó encima a Ratzinger en la Nunciatura Apostólica donde le organizaron una cenita antes de subirlo a dormir a un cuarto. Y que retumba como un trueno un clamor que llenó los ámbitos. ¿Maldiciendo la pagana Bizancio, la cristiana Constantinopla, la musulmana Estambul a Ratzinger? ¡Qué va, ni eso! Eran los coros del estadio de Beskitas, uno de los equipos de futbol de la ciudad, cantando goles al unísono.

A la pregunta de "Si es lícito a los católicos asistir o favorecer las reuniones, asociaciones, congresos o sociedades de acatólicos, cuyo fin es que cuantos reclaman para sí de un modo u otro el nombre de cristianos se unan en una sola alianza religiosa", el decreto del Santo Oficio del 8 de julio de 1927, emitido bajo Pío XI y que trata "De las reuniones para procurar la unidad de todos los cristianos", contestó: "Negativamente". Más claro no canta un gallo tronando al amanecer. Y hurgando más atrás en el "magisterio" de la Puta nos encontramos con el documento del Cuarto Concilio de Letrán (convocado en 1215 para condenar a los albigenses, los valdenses, el abad Joaquín y otros herejes) que dice en su capítulo primero: "Una sola es la Iglesia universal de los fieles y por fuera de ella absolutamente nadie se salva"; y en el quinto, volviendo al viejo cuento del primado de Pedro, el Tu es Petrus: "Renovando los antiguos privilegios de las sedes patriarcales, con aprobación del sagrado Concilio universal decretamos que después de la Iglesia Romana, que por disposición del Señor tiene sobre todas las otras la primacía de la potestad ordinaria como madre y maestra que es de todos los fieles, ocupe el primer lugar la sede de Constantinopla, el segundo la de Alejandría, el tercero la de Antioquía, el cuarto la de Jerusalén". ¡Cuál primer lugar Constantinopla! ¡El segundo! Primero es Roma y después será Constantinopla o lo que quieran. Y la bula Unam sanctam de Bonifacio VIII del 18 de noviembre de 1302 que empieza afirmando que "Por fuera de la Iglesia Católica y Apostólica no hay salvación ni perdón de los pecados". Y aduce Bonifacio dos razones: una, porque en el Cantar de los Cantares (6,9) el Esposo clama: "Una sola es mi paloma, una sola es mi perfecta, ella es la hija única de su madre, la preferida de la que la dio a luz". Y dos, porque la Iglesia es como la túnica inconsútil del Señor (Juan 19:23), una sola y sin costuras. "Por ello la Iglesia tiene un solo cuerpo y una sola cabeza, no dos como un monstruo; y esa cabeza es Cristo o su Vicario Pedro o el sucesor de Pedro, puesto que el Señor le dijo a éste: 'Apacienta mis ovejas' (Juan 21:17). Mis ovejas, dijo, de modo general, no éstas o aquéllas en particular, por lo que se entiende que se las encomendó todas. Y si los griegos dicen que no fueron encomendados a Pedro y a sus sucesores, menester es que confiesen que no son de las ovejas de Cristo, puesto que dice el Señor en Juan que hay 'un solo rebaño y un solo pastor' (Juan 10:16)". Exacto. ¿Qué hace entonces hoy en Estambul Benedicto XVI masturbando a esos mismos griegos de que hablaba Bonifacio, los ortodoxos, que no se sienten ovejas del rebaño único? y retomando la tesis del Cuarto Concilio de Letrán, ¿no dijo Pío Nono en su alocución Singulari quandam del 9 de diciembre de 1854 escrita contra los "adoradores de la razón humana" que por fuera de la Iglesia católica no hay salvación? A Benedicto le quiero recordar aquí las palabras textuales de su predecesor infalible Pío Nono: "Por la fe debemos sostener que por fuera de la Iglesia Apostólica Romana nadie puede salvarse; que ésta es la única arca de salvación; que quien en ella no hubiere entrado, perecerá en el diluvio. Sin embargo, también hay que tener por cierto que quienes sufren ignorancia de la verdadera religión, si aquélla es invencible, no son ante los ojos del Señor reos por ello de culpa alguna". ¿Qué quería decir este engañatontos con esa salvedad hipócrita y mierdosa que introduce el "sin embargo"? ¿Acaso que los protestantes, los ortodoxos, los judíos y los mahometanos "sufren ignorancia"?

¡Qué capacidad de empantanar y engañar y mentir la de esta Puta mendaz! Me quedo con Nicolas de Autrécourt cuando dijo: "Las proposiciones 'Dios existe' y 'Dios no existe' significan absolutamente lo mismo aunque de otro modo". O con estas tres maravillosas tesis de Pedro de Bonageta y de Juan de Latone que condenó Gregorio XI: "Una, si la hostia consagrada cae o es arrojada a una cloaca, al barro o a un lugar torpe, aun permaneciendo las especies deja de estar bajo ellas el cuerpo de Cristo y vuelve la substancia al pan. Dos, si la hostia consagrada es roída por un ratón o comida por un bruto, aun permaneciendo dichas especies en ella deja de estar en ellas el cuerpo de Cristo y vuelve la substancia al pan. Y tres, si la hostia consagrada es recibida por un justo o por un pecador, cuando la especie es triturada por los dientes Cristo es arrebatado al cielo y no pasa al vientre del hombre". O con estas otras tres maravillas de Zanino de Solcia que condenó Pío II en su carta Cum sicut: "Una, Jesucristo no padeció ni murió por amor al género humano ni para redimirlo sino por imposición de las estrellas. Dos, Nuestro Señor Jesús fue ilegítimo. Y tres, Moisés, Jesucristo y Mahoma rigieron al mundo según el capricho de sus voluntades". O con esta tesis de los beguinos y begardos que condenó Clemente V: "El beso de una mujer, como quiera que la naturaleza no inclina a él, es pecado mortal; en cambio, el acto carnal, como quiera que a esto inclina la naturaleza, no es pecado, sobre todo si el que lo ejercita es tentado". Lo que no he logrado saber hasta ahora es qué es lo que condenó Clemente: ¿El beso? ¿O el acto carnal? ¿O ambos? ¿O ninguno? ¿O sí pero no según que haya tentación o sin ella? A la pregunta de "Si es lícita la masturbación directamente procurada para obtener esperma con el fin de descubrir y en lo posible curar la enfermedad contagiosa de la blenorragia", por decreto del Santo Oficio del 2 de agosto de 1929 Pío XI respondió: "Negativamente". ¿Negativamente qué? ¿Descubrir la enfermedad, o curarla? Descubrir la enfermedad no podía ser porque todo el que la padecía por fuerza la descubrió. Tal vez curarla. ¿Pero cómo dejar perder setecientos millones de espermatozoides de cada eyaculación que bien pudieran ir a hinchar el rebaño católico en otro tanto número de ovejas "limosnables", o sea factibles de ser ordeñadas como vacas? ¡Imposible! Y a la pregunta de "Si puede aprobarse el método que llaman de 'la educación sexual' y también de 'la iniciación sexual''', por decreto del Santo Oficio del 21 de marzo de 1931 el mismo Pío respondió lo mismo: "Negativamente". ¿Y si no hay iniciación sexual, cómo puede haber luego reproducción sexual? Se acabaría entonces la especie humana. Salvo que convirtiéramos al Homo sapiens en una especie partenogenética... Que también podría ser...

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