Los guardianes del oeste

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Authors: David Eddings

Tags: #Fantástico

BOOK: Los guardianes del oeste
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Ni siquiera Belgarath sabía qué o quién era Zandramas. Pero Garion logró descifrar un párrafo del Códice Mrin y descubrió que la lucha entre la Luz y las Tinieblas aún seguía vigente. Los Guardianes del Oeste, la esperada continuación de Crónicas de Belgarath, una nueva epopeya por tierras extrañas donde reyes, hechiceros y dioses participan en la culminación de una profecía que puede cambiar el destino del mundo.

David Eddings

Los guardianes del oeste

Crónicas de Mallorea 1

ePUB v1.0

Volao
17.02.12

Para Judy-Lynn: Una rosa florece y luego se marchita, pero su belleza y su fragancia se recordarán siempre.

Mapas
Noroeste
El valle de Aldur
Riva
Aloria
Prólogo

Después de que los siete dioses crearan el mundo, ellos y sus pueblos elegidos vivieron juntos en paz y armonía. Pero UL, padre de los dioses, se apartó de todos hasta que Gorim, jefe de aquellos que no tenían dios, subió a buscarlo a la cima de la alta montaña donde se encontraba y le suplicó con todas sus fuerzas que se convirtiera en su dios. Entonces, el corazón de UL se ablandó y prometió ser el dios de Gorim y de su pueblo, los ulgos.

El dios Aldur permaneció al margen, enseñando el arte de la Voluntad y la Palabra a Belgarath y los demás discípulos. Un día, Aldur escogió una piedra esférica del tamaño del corazón de un niño como la encarnación de una Necesidad que había existido desde el comienzo de los tiempos. Los hombres la llamaron el Orbe de Aldur.

Torak, dios de los pueblos angaraks, codiciaba poder y dominio, movido por una Necesidad antagónica, y cuando se enteró de la creación del Orbe, temió que éste se interpusiera en su destino. Entonces fue a ver a Aldur y le rogó que se deshiciera de la piedra; pero como no lo hizo, Torak lo golpeó y huyó con el Orbe.

Luego Aldur convocó a sus demás hermanos y todos se enfrentaron a Torak con un poderoso ejército; pero el pérfido dios, al ver que los angaraks estaban a punto de ser derrotados, empleó el poder del Orbe para agrietar el mundo y lograr así que el Mar del Este los separara de sus enemigos.

Sin embargo, la acción de Torak enfureció al Orbe y éste quemó al dios de los angaraks con un fuego que produce una agonía imposible de mitigar. Torak perdió la mano izquierda, su mejilla izquierda se quemó hasta consumirse y su ojo quedó para siempre encendido con la llama de la furia del Orbe.

El dios, desesperado de dolor, condujo a su gente a través de los desiertos de Mallorea hasta Cthol Mishrak, donde construyeron una ciudad llamada la Ciudad de las Tinieblas, pues Torak la escondió detrás de una nube eterna. El dios de los angaraks se recluyó en una torre de hierro con el Orbe para intentar que éste dejara de odiarlo.

Las cosas continuaron así durante dos mil años. Entonces Cherek-Hombros de Oso, rey de los alorns, se dirigió al valle de Aldur para informar a Belgarath, el hechicero, de que la ruta del norte estaba libre. Se fueron del valle con los tres fuertes hijos de Cherek, Dras-Cuello de Toro, Algar-Pies Ligeros y Riva-Puño de Hierro. Belgarath se convirtió en lobo y los guió hasta Mallorea, donde entraron furtivamente en la torre de hierro de Torak. Mientras el dios mutilado dormía atormentado por el dolor, entraron con sigilo en la habitación donde estaba el Orbe, guardado dentro de una caja de hierro. Riva, cuyo corazón no albergaba maldad, lo tomó, y todos se marcharon hacia el Oeste.

Cuando Torak se despertó y descubrió que el Orbe había desaparecido, los persiguió; pero Riva alzó la piedra y su furiosa llama llenó de temor al dios de los angaraks. De ese modo, el grupo logró salir de las tierras de Mallorea y regresó a su propio territorio.

Belgarath dividió Aloria en cuatro reinos y dio tres de ellos a Cherek-Hombros de Oso, Dras-Cuello de Toro y a Algar-Pies Ligeros. Luego destinó a Riva-Puño de Hierro a la Isla de los Vientos y le entregó la custodia del Orbe de Aldur a él y a su linaje.

Belar, dios de los alorns, hizo descender a la tierra dos estrellas, con las cuales Riva forjó una poderosa espada y colocó el Orbe en la empuñadura. Luego colgó la espada en la pared de la sala del trono de la Ciudadela, para que protegiera el Oeste del dios Torak.

Cuando Belgarath regresó a su casa, descubrió con terrible dolor que su esposa, Poledra, había muerto después de dar a luz dos hijas gemelas. Llamó a sus hijas Polgara y Beldaran y, cuando crecieron, envió a Beldaran a casarse con Riva-Puño de Hierro, para que se convirtiera en madre de los descendientes rivanos; Belgarath se quedó con Polgara, a quien instruyó en el arte de la hechicería.

Enfurecido por la pérdida del Orbe, Torak destruyó la Ciudad de las Tinieblas y dividió a los angaraks. Envió a los murgos, los nadraks y los thulls a los desiertos en las costas occidentales del Mar del Este. Ordenó a los malloreanos que conquistaran todo el territorio que los rodeaba y a los sacerdotes grolims que vigilaran a la población y castigaran a aquellos que no respetaran sus mandatos. Además, les exigió sacrificios humanos.

Transcurrieron muchos siglos y por fin Zedar, el apóstata, que servía a Torak, se alió con Salmissra, reina del pueblo serpiente, y envió a sus emisarios a la Isla de los Vientos para matar a Gorek, el descendiente de Riva, y a toda su familia. Cuando todo hubo acabado, se corrieron rumores de que un niño había logrado escapar, pero nadie podía asegurarlo.

Envalentonado con la muerte del guardián del Orbe, Torak reunió a sus hombres e invadió el Oeste, con el objetivo de esclavizar a los hombres y recuperar el Orbe. Así fue como las hordas angaraks se enfrentaron a los ejércitos del Oeste en una sangrienta batalla que tuvo lugar en Vo Mimbre, sobre las llanuras de Arendia. Allí, Brand, el Guardián de Riva, con el Orbe engarzado al escudo, luchó a solas contra el dios mutilado y lo derrotó. Al presenciar aquello, los angaraks se desmoralizaron y fueron vencidos. Sin embargo, aquella noche, mientras los reyes del Oeste celebraban la victoria, Zedar huyó con el cuerpo de Torak. Entonces, el sumo sacerdote de los ulgos, llamado Gorim como todos sus antecesores, reveló que Torak no estaba muerto, sino que permanecería sumido en un sueño hasta que un rey del linaje de Riva volviera a ocupar el trono rivano.

Los reyes del Oeste creyeron que eso significaba que dormiría para siempre, pues todos estaban convencidos de que el linaje de Riva había desaparecido. Sin embargo, Belgarath y su hija Polgara conocían la verdad: un niño había logrado escapar del ataque de la familia de Gorek, y él y sus descendientes habían vivido en la clandestinidad durante generaciones. Pero de acuerdo con las profecías, el momento del regreso del rey rivano aún no había llegado.

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