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Authors: David Brin

Marea estelar (46 page)

BOOK: Marea estelar
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Se levantó, se sacudió de encima la arena multicolor y miró hacia el norte. Los escombros flotantes todavía estaban allí. Esperando en el horizonte.

A su izquierda, bajo el macizo mamparo, el patrullero thenanio respiraba con suavidad, muriendo poco a poco. Se había dormido escuchando contar a Tom la historia de las Syrtes, de las gigantescas naves brillantes y de los misteriosos símbolos de sus flancos.

Tom dudaba que la criatura pudiera despertar de nuevo.

Estaba a punto de girarse y recoger los zapatos que había tejido la noche anterior, cuando frunció el ceño y llevó la mano a la frente para hacerse sombra y mirar hacia el horizonte oriental.

¡Si hubiera podido salvar los prismáticos!

Cerró casi los ojos y al fin distinguió una fila de sombras moviéndose lentamente que se recortaban contra el brillante horizonte, siluetas en forma de piernas giratorias, y una más pequeña, una cosa que avanzaba con paso renqueante. Una columna de minúsculas figuras desplazándose despacio hacia el norte.

Tom se estremeció. Se dirigían hacia la naufragada cascara de huevo. A menos que actuara con rapidez, le cortarían toda posibilidad de supervivencia.

Y ahora ya podía decir que se trataba de los tandu.

SEXTA PARTE
LA DISPERSIÓN

El punto de discusión es si Leviatán podrá soportar durante mucho tiempo una persecución tan salvaje, y una destrucción tan despiadada... y la última ballena, como el último hombre, fumará su última pipa, y luego se disolverá ella misma con la bocanada final.

Melville

64
CREIDEIKI/SAH'OT

Creideiki miró el visor holo y se concentró. Era más fácil hablar que escuchar. Podía decir una o dos palabras cada vez, articulándolas con lentitud, ensartándolas como perlas en un collar.

—...enlace neural... reparado... por... Gillian y Makanee... pero... pero... hablar... aún... aún...

—Aún es difícil —la imagen de Sah'ot asintió—. ¿Crees que puedes usar ya herramientas?

Creideiki se concentró en la sencilla pregunta de Sah'ot. Crees-que-puedes-... Cada palabra era clara, su significado evidente. Pero al unirlas no significaban nada. ¡Era frustrante!

Sah'ot cambió al ternario.

¿Herramientas para empujar?

Los balones,

Las naves espaciales...

¿Es tu mandíbula?

El jugador,

El piloto...

Creideiki asintió. Era mucho mejor, aunque incluso el ternario le llegaba con dificultad, como un idioma extranjero.

Andadores araña, andadores, andadores,

Holotransmisores parlantes, parlantes, parlantes.

Son mis juguetes, son...

Creideiki apartó la mirada. Sabía que esa simple frase contenía elementos de primal, en la repetición, en el agudo silbido. Era humillante tener aún una mente activa y útil y saber que para el mundo exterior era como un retrasado mental.

Al mismo tiempo, se preguntó si Sah'ot habría captado algún rastro del lenguaje de sus sueños, las voces de los viejos dioses.

Escuchando al capitán, Sah'ot se sentía aliviado. Su primera conversación había empezado bien, pero hacia el final la atención de Creideiki había empezado a extraviarse, sobre todo cuando Sah'ot comenzó a plantearle una batería de tests lingüísticos.

Ahora, después de la última operación practicada por Makanee, parecía mucho más atento.

Decidió verificar la capacidad de Creideiki para escuchar, habiéndole acerca de su descubrimiento. Cuidadosa y lentamente, le explicó en ternario cómo había oído «cantar» mientras enlazaba con el robot en el agujero del árbol taladrador.

Durante un largo momento, Creideiki pareció confuso y meditó sobre la sencilla y lenta explicación de Sah'ot, luego manifestó que lo comprendía. De hecho, a juzgar por su expresión, parecía considerar como la cosa más natural del mundo que un planeta pudiese cantar.

—Conecta... conéctame... por fa-favor... yo... yo quiero... escuchar... escuchar...

Complacido por su interés, Sah'ot batió las mandíbulas en señal de aprobación. No creía que Creideiki, con los centros de lenguaje quemados, pudiera percibir algo que no fueran parásitos. Sólo para descifrar uno de los ritmos, Sah'ot había necesitado toda la sutileza que le proporcionaban su instrucción y experiencia. Excepto en una ocasión, cuando las voces del subsuelo habían aullado aparentando cólera, los sonidos siempre resultaban amorfos.

Sah'ot aún temblaba al recordar aquel episodio de lucidez.

—De acuerdo, Creideiki —dijo mientras establecía la conexión—. Escuche con atención.

Los ojos de Creideiki se contrajeron cuando se concentró, mientras los parásitos crepitaban y detonaban al otro lado de la línea.

65
GILLIAN

—¡Triple maldición! Bien, no podemos esperarla para empezar a movernos. Con el esquife, Hikahi puede tardar dos días en dar la vuelta. Para entonces, el Streaker debe estar en el interior del Caballo Marino sin novedad.

La imagen de Suessi se encogió de hombros.

—Bueno, puedes dejarle un aviso. Gillian se frotó los ojos.

—Eso es justo lo que pensaba hacer. Soltaremos un monofilamento retransmisor que enlace desde la posición actual del Streaker, así podremos permanecer en contacto con el grupo de la isla. La dejaré un mensaje en el retransmisor diciéndole dónde hemos ido.

—¿Y qué hay acerca de Toshio y Dennie? Gillian se encogió de hombros.

—Esperaba poder enviarles el esquife a ellos y a Sah'ot... y quizá también a Tom. Pero tal como están las cosas, será mejor que Dennie y Sah'ot se dirijan hacia vosotros con el trineo. Aborrezco tener que hacerlo. Es peligroso y necesito que Toshio vigile a Takkata-Jim hasta antes de nuestra partida.

No mencionó el otro motivo por el que deseaba que Toshio permaneciera allí tanto tiempo como fuera posible. Ambos sabían que Tom Orley, si volvía volando con el planeador, regresaría a la isla. Tenía que haber alguien esperándolo.

—¿Vamos realmente a abandonar a Metz y Takkata-Jim? —Suessi parecía perplejo.

—Y a Charlie Dart, al parecer. Viaja de polizón en la lancha. Sí, es lo que ha elegido.

Esperan regresar a casa después de que los galácticos nos envíen a un mundo mejor. A juzgar por todo lo que sé, puede que tengan razón. En cualquier caso, la decisión final está en manos de Hikahi; cuando aparezca y sepa que ella está al mando —Gillian sacudió la cabeza—. Parece seguro que Ifni se ha apartado de su camino para complicarnos la vida, ¿no te parece, Hannes? El viejo ingeniero sonrió.

—La Fortuna siempre ha sido caprichosa. Para eso es una dama.

—¡Hmmph!

Pero Gillian no tenía fuerzas suficientes para reprenderle con la mirada. Una luz parpadeó en la consola próxima al visor holo.

—Ahí lo tenemos, Hannes. La sala de máquinas está dispuesta. Debo ir allí, ahora.

Vamos a zarpar.

—Buena suerte, Gillian —Suessi hizo el signo «O» con los dedos y luego cortó la conexión.

Gillian rozó levemente el interruptor que cortaba la línea com entre el Streaker y la isla.

—Sah'ot, aquí Gillian. Lamento interrumpirte, pero hazme el favor de decirle al capitán que estamos a punto de partir.

Era una simple cortesía comunicárselo a Creideiki. Antes, el Streaker había sido su nave.

—Sssí, Gillian.

Hubo una serie de silbidos repetitivos y agudos en un ternario muy parecido al primal.

Muchos de ellos con crestas muy por encima de las frecuencias más altas, incluso para el oído de Gillian desarrollado genéticamente.

—El capitán desssea verlo desde el exterior —dijo Sah'ot—. Promete no ponerse en medio de la ruta. Gillian no veía ninguna razón válida para negarse.

—De acuerdo. Pero dile que antes de coger un trineo lo compruebe con Wattaceti, ¡y que sea cauteloso! ¡No podremos enviar a nadie en su busca si se pierde!

Se produjo una nueva serie de agudos silbidos que Gillian apenas pudo descifrar.

Creideiki indicaba que había comprendido.

—Oh, a propósito, Sah'ot —añadió Gillian—. Por favor, dile a Toshio que me llame tan pronto como arribe la lancha.

—¡Sí! —Contestó Gillian cortando la comunicación y se levantó para vestirse. ¡Había tantas cosas con las que hacer juegos malabares!

Me pregunto si hago bien dejando que Charlie Dan se escabulla, pensó. ¿Qué haré si él o Takkata-Jim se comportan de una forma que yo no tenga prevista?

Una pequeña luz se encendió en una esquina de la consola. La máquina Niss aún quería hablar con ella. La luz no hizo el parpadeo de urgencia. Gillian decidió ignorarla mientras se apresuraba para supervisar la partida.

66
AKKI

Con los músculos doloridos, Akki nadó lentamente para salir de la grieta en la que había descansado hasta el amanecer.

Respiró varias veces profundamente y se sumergió, dispersando un banco de criaturas pisciformes cuyas escamas brillaban con los rayos de luz de la mañana. Sin pensarlo, se lanzó hacia el banco y atrapó entre sus mandíbulas un gran pez, saboreando sus frenéticos esfuerzos por escapar. Pero el sabor metálico era amargo, y escupió lejos a la criatura.

Cuando volvió a la superficie, unas nubes rojas extendían reflejos rosáceos en el horizonte oriental. Oyó gruñir de hambre a su estómago, y se preguntó si aquel sonido sería lo bastante fuerte como para llamar la atención de su cazador.

No es justo. Cuando K'tha-Jon me atrape, él, por lo menos, tendrá algo para comer.

Akki se sacudió. ¡Qué idea tan grotesca!

—Empiezas a perder la cabeza, guardiamarina. K'tha-Jon no es un caníbal. Es un... un...

¿Un qué? Akki recordó el último esfuerzo, al atardecer del día anterior, cuando consiguió llegar a la cadena de colinas metálicas con unos metros de ventaja sobre el otro delfín. La persecución entre las pequeñas islas se convirtió en una confusión de burbujas, espuma y salvajes gritos de caza. Horas después de haber encontrado un lugar donde esconderse, aún podía oír los violentos estallidos de sonar que le demostraban que K'tha-Jon no andaba lejos.

Sólo de pensar en él, Akki sentía escalofríos recorriéndole la espina dorsal. ¿Qué clase de criatura era aquélla? No se trataba sólo del carácter irracional de aquella cacería a muerte; había algo más, algo en la manera en que K'tha-Jon perseguía a su presa. Los barridos de sonar del gigante contenían algo tan malévolo que Akki no podía evitar acurrucarse como una pelota cuando los percibía.

Sin duda, el injerto de genes stenos explicaba algo de su irritabilidad y enorme tamaño.

Pero en K'tha-Jon había algo más. Algo muy diferente añadido al empalme genético del gigante. Algo terrorífico. Algo con lo que Akki, educado en Calaña, nunca se había encontrado.

Akki se acercó aún más a la colina de coral y asomó la mandíbula por el extremo septentrional. Sólo percibió los sonidos naturales del mar de Kithrup.

Se alzó sobre la cola y realizó un examen visual. ¿Iría hacia el oeste o hacia el norte?

¿Hacia Hikahi o hacia Toshio?

Mejor hacia el norte. Aquella cadena de colinas podía extenderse hasta la que albergaba el campamento. Y le proporcionaría una cobertura Nadó con todas sus fuerzas, recorriendo el cuarto de kilómetro que le separaba de la siguiente isla, y luego se detuvo para escuchar. No había ningún cambio. Respirando con un poco más de facilidad, atravesó el siguiente estrecho, y el otro, nadando en rápidos arranques, parándose a escuchar, reanudando su cautelosa ruta.

En una ocasión oyó a su derecha un extraño y complejo parloteo. Permaneció inmóvil hasta convencerse de que no podía tratarse de K'tha-Jon. Efectuó un ligero rodeo para echar un vistazo.

Se trataba de una formación submarina de criaturas de forma esférica, con dilatadas vesículas aéreas y rostros de un color azul muy vivo. Estaban equipados con primitivos instrumentos y arrastraban unas redes llenas de presas abatidas. Excepto por los escasos hologramas que Dennie Sudman y Sah'ot enviaron al Streaker, era la primera vez que Akki veía a los nativos de Kithrup, los kiqui. Los observó, fascinado, y luego nadó hacia ellos. Creía que estaba más al sur que Toshio, pero si este grupo era el mismo...

Tan pronto como le vieron, los cazadores aullaron de pánico. Dejando caer las redes, se precipitaron hacia las rocas cubiertas de vegetación de una isla vecina. Akki comprendió que se había encontrado con una tribu diferente, una que nunca había visto a un delfín.

Sin embargo, haberse encontrado con ellos ya era algo. Vio al último escalando la cima del acantilado, y luego continuó su camino hacia el norte.

Pero cuando sobrepasó el extremo septentrional de la siguiente colina, un afilado rayo sónico pasó sobre él.

Akki se descorazonó. ¿Cómo? ¿Había seguido K'tha-Jon su misma lógica acerca de la cadena de islas? ¿O tenía algún instinto demoníaco que le indicaba dónde capturar su presa?

Una vez más, la misteriosa llamada pasó sobre él. Durante la noche, ésta se había ido convirtiendo en un grito penetrante y cadente que hizo estremecer a Akki.

El grito retumbó de nuevo, muy cerca, y Akki supo que era inútil intentar esconderse.

Aquel grito podría buscarle en cualquier grieta o hendidura, hasta que el pánico se apoderara de él. ¡Tenía que escapar mientras aún le quedara un poco de control sobre su propia mente!

67
KEEPIRU

La lucha comenzó en las tinieblas que preceden al alba.

Pocas horas antes, Keepiru comprendió que el trineo de su perseguidor no mostraba el menor fallo. El motor aullaba, pero aguantaba. Keepiru aumentó la potencia de sus propios motores, aunque demasiado tarde. Instantes después, oyó el gemido de un torpedo autodirigido hacia él desde atrás. Zigzagueó enfilando hacia su izquierda y hacia abajo, soltando lastre para ocultarse tras la nube de ruidosas burbujas formada en su estela.

El torpedo pasó como un rayo junto a él y se perdió entre las sombras. Un amplificado aullido de cólera y frustración resonó a través de vados y colinas submarinas. Keepiru estaba ya acostumbrado a las obscenidades en primal de su perseguidor.

Había casi alcanzado la línea de colinas metálicas tras la cual desaparecieron, unas horas antes, los dos delfines nadadores. En cuanto llegó al alcance de su voz, Keepiru había escuchado los distantes gritos de caza y el escalofrío que le recorrió entonces se reproducía al recordarlos. Temía lo peor al pensar en Akki.

Pero ahora Keepiru tenía sus propios problemas. Le deseaba suerte a Akki para que resistiera hasta que él pudiera deshacerse del idiota que tenía pegado a su propia cola.

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