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Authors: Laurell K. Hamilton

Tags: #Fantástico, #Erótico

Narcissus in Chains (85 page)

BOOK: Narcissus in Chains
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De repente la habitación estaba templada, casi caliente. Me di la vuelta y encontré a Micah mirándome. No pude leer su expresión, no estaba segura de querer hacerlo.

Aparte la vista de lo que estaba en sus ojos. No quería cumplir los ojos de nadie ahora. No había luchado tanto tiempo y tan duro para ser lo que era. Para no ser el siervo humano de Jean-Claude, para no ser la lupa de Richard, para no ser nada de nadie. Todo el mundo parecía estar pagando el precio por ello. No me gustaba tener a otras personas pagando el precio de mis acciones. De alguna manera iba en contra de las reglas.

La voz de Jean-Claude me llevó de vuelta a la caja.

—Bebe, Gretchen, bebe de mi sangre. Te di la vida una vez, que así sea otra vez. —Jason que estaba sentado junto al ataúd se desplomó, sosteniendo su muñeca sangrienta con una expresión beatífica en su rostro.

La cosa seca estaba sentada con el brazo de Jean-Claude rodeando sus hombros. Se veía… mejor, pero aun no parecía viva, ni siquiera real. Le ofreció la carne pálida de su muñeca para su boca sin labios, todavía rojos por la sangre de Jason. Escuche un suspiro de Jean-Claude, pero esa era la única señal de que podría estar herido.

—La sangre a la sangre, la carne a la carne. —Jean-Claude pronunció las palabras, y con cada palabra, con cada succión de la sangre, sentí crecer el poder, lo sentí enroscarse en mi estómago, cortándome la respiración. El cuerpo de Gretchen empezó a estirarse y rellenarse. Su cabello delgado se estaba engrosando y comenzó a fluir a su alrededor. Las cosas secas en la cuenca de los ojos se llenaron y comenzaron a tener un toque de azul. Cuando Jean-Claude retiro la muñeca de su boca sus labios estaban. Tenía los ojos azules y una gran cantidad de pelo amarillo. Era delgada, sus huesos se mostraban debajo de su traslúcida piel. Sus ojos se llenaron de fuego, nada humanos. Sus manos estaban todavía muy delgadas, su cuerpo frágil, pero ya se veía casi como el vampiro que había intentado matarme hace años. La cogió en sus brazos, su cuerpo no llenaba la ropa que colgaba—. Aliento al aliento —dijo y se inclinó hacia ella. Se besaron, y sentí el poder pasar entre ellos. Sabía que ese beso podría haber drenado su vida, pero no lo hizo. Cuando se levantó de ella, su rostro estaba redondeado y lleno, de aspecto humano. Era como el Príncipe Azul despertando a la Bella Durmiente, excepto que la belleza de sus ojos me encontró, y el odio en ellos quemaba.

Suspiré. Algunas personas nunca aprenden. Reconocí la mirada de odio y dije:

—Gretchen, te prometo dos cosas, tú nunca tendrás que volver a esa caja, y si tratas de hacerme daño o a los míos, te mato. Y eso sería una lástima ya que fui yo la que convenció a Jean-Claude para que te dejara salir en primer lugar.

Ella me miró de la manera en que los tigres ven tras las rejas a los visitantes, esperando el momento oportuno. Jean-Claude la abrazó hacia él.

—Si tratas de dañar a mi siervo humano de nuevo, te destruiré, Gretal. —Gretal había sido su nombre original, por lo que me habían dicho.

—Te escuche, Jean-Claude. —Su voz sonaba áspera, como si el tiempo en el ataúd la había dañado.

—Ven, Jason, necesitamos calentarte. —Jason se puso de pie como un perrito obediente, todavía sangrando, todavía feliz.

Jean-Claude se detuvo en la puerta mirando, no a mí, pero a Asher.

—Debo llevar esto al baño, o todo el trabajo se puede deshacer. Pero Damián ahora es un
revenant
. —Asher levantó la mano que había ocultado a lo largo de su cuerpo. Tenía una pistola, una Browning 10 mm., el hermano mayor de mi arma—. Haré lo que se necesite hacer.

—No vamos a matar a Damián —dije.

Jean-Claude me miró, luego a Micah, Nathaniel y Gil, y otros wereleopardos, e incluso los guardaespaldas. Su mirada parecía contener a todo el mundo y a continuación, me miró de nuevo.

—Me pregunto de nuevo,
ma petite
, ¿qué vas a sacrificar por tus ideales?

—¿Crees que no se puede salvar, no?

—Sé que una vez que la locura toma a un vampiro, incluso el maestro que lo hizo no siempre puede traerlo de vuelta a la cordura.

—¿Hay algo que pueda hacer que pueda traerlo de vuelta en sí?

—Déjalo alimentarse, vigila que no mata lo que come y ten la esperanza de que cuando pruebe tu sangre recupere el sentido. Si la sangre no lo sacia, entonces Asher tratará de alimentarlo. Si eso no funciona… —Hizo ese gesto que quería decir todo y nada a la vez, incluso sosteniendo a Gretchen parecía agraciado.

—No quiero que muera por mí.

—Si él muere,
ma petite
, será porque él trató de matar a alguien en esta sala. —Con esto salió de la habitación y Jasón tras él.

Creo que, tal vez había agotado la paciencia de Jean-Claude conmigo, o tal lo que había hecho Gretchen le había molestado demasiado. Cualquiera que sea la causa, me dejó en la habitación con todo el mundo buscando en mí como la manera de proceder. Y yo no tenía ni idea. ¿A quién estaba yo dispuesta a poner junto al ataúd? ¿A quién estaba dispuesta a perder?

CINCUENTA Y SEIS

La respuesta obviamente era a nadie, pero entonces finalmente decidí quién sería la primera víctima. Estaba bastante inútil para debatir, porque me pondría en el primer puesto de la línea. Nunca le pidas a nadie algo de lo que no estás dispuesto a hacer tú mismo. Pero Asher, dijo que no podía ser la primera alimentación, no si tenía alguna oportunidad de ser el Maestro de Damián. Así que decidieron entre sí y fue Zane el primero de pie junto al ataúd.

Todos en la cámara menos yo tenían un arma en la mano. Necesitaba mis manos libres para ofrecer una parte del cuerpo para morder. Ahora que lo pienso, a mí tampoco me gustaba la descripción del trabajo. Pero no fue cuando vi la cara pálida de Zane como desató la cadena que me molestó, fue ver la cara de Cherry y como lo vio a hacerlo. Era demasiado miedo por la seguridad de alguien, que gran parte de esa importancia atribuida a esa persona se trataba de amor por ella. Ellos se amaban, y estaban a punto de llorar, llorar por ayuda, y soltar las aves carroñeras para alimentarse una y otra vez.

La tapa del ataúd se abrió sólo la mitad, cuando Zane fue tirado hacia delante por unas manos pálidas rodeándolo, sosteniéndolo. La sangre salpicó el satén blanco de la caja y sobre los hombros de Zane, y lo único que podía ver de Damián fue sus pálidas manos y los brazos alrededor de la espalda de Zane. No hubo disparos por hacer.

Alguien estaba gritando. Creo que fue Cherry. Tenía mi arma, pero no había manera de disparar sin matar a Zane primero. Micah y Merle estaban en el ataúd, tratando de dejar a Zane libre. Zane cayó hacia atrás, su garganta era una herida abierta, y algo que era colmillos sangrientos y cabello rojo silvestre agarró a Merle y se enredó alrededor de él, desgarrando la garganta del hombre mayor. El wereratas y Asher estaban de pie atrás, esperando una oportunidad de un tiro limpio, pero no iba a haber uno, no antes de que otra persona muriera.

Fui hacia adelante, tratando de empujar a Micah fuera del camino mientras presiona la pistola en la cara de Damián, pero Micah estaba tratando de quitarle de encima el vampiro a Merle y en la lucha no podía mantener mi pistola estable. El cañón se deslizó en la sangre contra la piel de Damián, y sus ojos verdes, de repente se volvieron hacia mí, y no había nada en ellos, solo hambre. Damián ya estaba muerto. Y no había apretado aun el gatillo.

Entonces fue por mí, más rápido que cualquier cosa que jamás había visto. Me apretó la espalda contra el raso de la caja, las caderas y las piernas hacia afuera. No fue por mi cuello, enterró sus colmillos en mi pecho. Grité más allá del dolor y apreté el cañón de la Browning en contra de su sien. Asher estaba gritando:

—¡No dispares, le darás a Anita!

Grité de nuevo y tuve que ajustar el ángulo de la pistola, porque si hubiera apretado el gatillo, la bala habría pasado por la cabeza hacia mi pecho. Cambie el arma una fracción mientras él me destruía. Mi dedo estaba curvado sobre el gatillo cuando él levantó sus ojos verdes hacia mí. Vi como sus ojos se llenaban de conocimiento, de inteligencia, de él. Retiro su boca de mi pecho. Parecía asustado.

—Anita, ¿qué está pasando? —¿Qué me está pasando?

En el momento que hablaba, en el momento en que vi algo en él, además de un monstruo, sentí que la conexión entre nosotros, encajaba en su lugar, como una cuerda perfectamente afinada en un arpa. El poder fluyó entre nosotros como agua caliente, llenándolo, llenándome y me atrajo hacia sí, con mi sangre en sus labios.

Escuche decir a Asher:

—No te acerques, todo está bien, deja que termine.

Susurre cuando acerqué a Damián hacia mí.

—Sangre de mi sangre, carne de mi carne, aliento con aliento, mi corazón al tuyo.

Y justo antes de que nuestros labios se encontraran y nuestro destino se sellara, le escuché decir:

—Sí, oh, sí.

CINCUENTA Y SIETE

Estaba sumergida en el agua hasta los hombros estaba tan caliente que hizo que mi piel se pusiera rosada. Esta tan caliente que casi enfermo, porque seguía completamente vestida incluyendo todas mis armas. Damián se reclinó contra mi cuerpo y mis brazos lo rodearon, manteniéndolo cerca. Su cuerpo doblado contra mí, sus brazos sosteniendo mis brazos a través de su pecho desnudo.

¿Cómo terminé siendo el guardián de la bañera para Damián una vez que llegamos a mi casa? Había comenzado a convulsionar y sólo cuando lo toque se había calmado. Habíamos llegado a mi casa con Nathaniel llevándolo en su espalda, acunando a Damián. Se había llenado la bañera con agua muy, muy caliente y dejé a Asher al cuidado de Damián. Había hecho mi parte, trayéndolo de regreso. Tenía un vendaje sobre mi pecho izquierdo para probarlo, había donado mi parte de carne y sangre por una noche. Zane y Merle se encontraban de camino al hospital licántropo, con Micah y Cherry para supervisarlos. Todos los demás habíamos vuelto a mi casa, y todo parecía estar bien, hasta que los gritos desde el baño me hicieron salir corriendo.

Damián se estaba golpeando contra el suelo, convulsionándose como si fuera a separarse en partes y vomitaba sangre en los azulejos. Asher y Nathaniel había estaban luchando para sujetarlo, para que no se hiciera daño, pero no podían retenerlo. Me arrodillé para ayudar, y el momento en que le toque, se calmó. Retire mi mano y su cuerpo convulsionó una vez más, sus manos batiendo contra el azulejo pulido. Le toque el hombro y se tranquilizó. Habíamos intentado alimentarlo con la sangre de Caleb, pero en el momento en que dejé de tocarlo, su cuerpo rechazó la sangre y todo lo demás. La última vez que había dejado de tocarlo, Damián simplemente se había quedado quieto y sentí que empezaba a desvanecerse, a morir.

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