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Authors: James Wesley Rawles

Tags: #Ciencia Ficción

Patriotas (14 page)

BOOK: Patriotas
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Lisa levantó la mano para intervenir.

—Entonces, suponiendo que encontremos a alguien que quiera hacer trueques, el queroseno es nuestra prioridad principal. Quizá a cambio de gasolina o de munición podamos conseguir algo de queroseno. En caso contrario, y pese a que hagamos un uso muy restringido, probablemente nos quedaremos sin queroseno dentro de tres años.

—Muy bien —dijo Todd tras asentir a las palabras de Lisa—. Si no hay preguntas, queda zanjado el tema de logística. En todas las demás categorías estamos bien surtidos: material sanitario, baterías, papel higiénico, ropa, pintura para camuflaje, agua destilada para las baterías, repelente de insectos, productos de higiene femenina y condones.

Rose soltó un risita al escuchar esto último.

Lisa se quedó mirando a Rose y dijo:

—Aparte del problema técnico con el queroseno, creo que con el tiempo podréis comprobar que lo hemos pensado todo mucho para que tuviésemos todo lo necesario, hasta el último recambio de pañal.

Todd notó entonces que algo frío y húmedo le tocaba el hombro.

—¿Quién ha dejado entrar a Shona? —dijo gritando.

—Me temo que he sido yo —contestó Lisa con tono apocado.

—Una cosa más que ha de quedar clara —dijo Todd, con el ceño fruncido—. Shona tiene trabajo que hacer, igual que todos los demás. Su tarea es vigilar la zona vallada y avisar de cualquier cosa inusual que pueda detectar con sus ojos, orejas u olfato. Su función es la de servir de respaldo al POE, y como tal, es una pieza clave en nuestra seguridad. Así que por favor, no la malcriéis. No debe volver a entrar en la casa. No hay más que hablar. No os preocupéis si hace frío, Shona está acostumbrada. Tiene una caseta cómoda y acogedora que está protegida contra el frío; yo mismo la he construido. Si queréis podéis acariciarla un poco o darle alguna palmadita en la cabeza, pero que no se os olvide que tiene un trabajo que hacer.

Todd rascó a su perra un poco debajo del cuello y le tocó un poco la cabeza, después la llevó fuera. Luego volvió a entrar y continuó con el orden del día.

—El siguiente punto es la organización de los turnos. Mike está mucho mejor capacitado para exponer este asunto.

Todd se sentó y Mike se puso en pie y carraspeó un poco para aclararse la garganta.

—De acuerdo, este es el resumen de la organización de los distintos turnos. Tanto el turno del vallado como el de mando del cuartel tendrán seis horas de duración y se llevarán a cabo siguiendo un sistema de semirrotación: eso significa que una vez se asigne una franja temporal, pongamos de siete de la mañana a una de la tarde, podéis contar con que siempre tendréis la misma franja. Como somos nueve, todos tendremos un turno en el mando de cuartel o en el puesto de observación una vez al día. La seguridad es siempre el factor prioritario, así que todo se organizará en función de los turno de vallado y de mando de cuartel, y no al revés. He intentando ordenar los turnos a partir de las experiencias vividas cuando realizamos los ejercicios sobre el terreno. Kevin y yo, por ejemplo, somos aves nocturnas por naturaleza, así que casi siempre tendremos los turnos vespertino y nocturno. Y tú igual, Jeff. Además de porque te gusta levantarte tarde, porque tu visión nocturna está casi a la misma altura que la de Kevin, y todo el mundo aquí, a excepción de Rose, sabe que la visión de Kevin por la noche es auténticamente fenomenal.

»Muy bien, os daré copias del cuadrante tanto del puesto de observación y vigilancia como del puesto de mando del cuartel. Así nadie podrá alegar ninguna excusa si no se presenta a la hora justa del relevo. Quiero insistir especialmente en la norma de que solo el coordinador táctico tiene la autoridad para hacer algún cambio en el programa. Si puntualmente un día dos personas se ponen de acuerdo en cambiar un turno está bien, pero que no se convierta en una costumbre; y repito, cualquier cambio tiene que ser aprobado previamente por mí, y con cierto tiempo de antelación. Esa es la única forma de conseguir que no acabe todo convirtiéndose en un caos. Además, no puedo dejar de hacer hincapié en que cuando estéis en el puesto de observación o en el mando del cuartel, uno de vuestros principales cometidos es mantener despierto y alerta a vuestro compañero en el otro lado. Llamaos por el teléfono de campaña al menos una vez cada media hora. Bueno, no tengo nada más que decir. ¿Alguien tiene alguna pregunta? Muy bien, pues eso es todo.

Mike se sentó de golpe. Todd volvió a ponerse en pie.

—El último aspecto sobre el que quiero hablar —dijo— también guarda relación en cierta manera con el tema de la seguridad. Se refiere a los vehículos. Supongo que os habréis fijado: eso de ahí fuera parece un puesto de coches de segunda mano. Desde mi punto de vista, los únicos vehículos que quizá utilicemos en el refugio serán las camionetas y el tractor, básicamente para transportar leña y heno. En el garaje caben tres coches puestos uno al lado del otro, así que yo pondría el Bronco de T. K. al fondo, la Power Wagon de Mike en medio y mi Power Wagon delante. Al no tener capota, es el vehículo más práctico para transportar cosas. Tenemos que mantener estos tres vehículos con el depósito lleno en todo momento. En cuanto al tractor, de momento lo aparcaremos al fondo de la leñera. Cuando cortemos más leña y acabemos de llenarla, lo que seguramente será a finales de la próxima primavera, ya pensaremos otras formas.

»Respecto al resto de vehículos, deberíamos llevarlos al bosque y ponerlos bajo los árboles. En esta época del año, el suelo está congelado, es sólido y además está bastante uniforme, con lo que no tendremos ningún problema en meter allí los coches, ni siquiera los remolques de dos ruedas. Deberíamos llevarlos tan dentro del bosque como nos sea posible. Taparemos con plástico las ventanas rotas del Toyota de Dan para impedir que la lluvia se cuele en el interior. El parabrisas habrá que taparlo con contrachapado o con alguna otra cosa, si no la nieve se meterá dentro.

«Asimismo, quiero que tapéis todos los espejos con sacos para evitar cualquier reflejo. Almacenamos muchísimos sacos, por lo que no habrá problema. Igualmente tenemos cinta de color verde oscuro, así que quiero que precintéis todos los reflectantes y todas las piezas de plástico. Las matrículas, o bien podéis taparlas, o bien quitarlas, dado que también reflejan. Hay espráis de pintura negra y rollos de cinta negra para que oscurezcáis cualquier pieza cromada que quede a la vista. En los vehículos cuya parte superior sobresalga y se vea desde el camino, la taparemos con una red de camuflaje que sujetaremos a las ramas de los árboles. Una vez los hayamos aparcado, vaciaremos los depósitos de gasolina, desconectaremos las baterías, secaremos los radiadores y los dejaremos apilados. —La reacción a la última propuesta fue extremadamente fría—. Sabía que esta no iba a ser una decisión popular, pero carecemos de espacio para guardarlos y es un riesgo para nuestra seguridad el tener todos esos coches ahí, a simple vista.

Los presentes hicieron gestos de asentimiento.

—¿Hay algún otro tema nuevo o antiguo? —preguntó Todd.

Lisa levantó la mano.

—Quiero recordar a todo el mundo la importancia de cepillarse los dientes y de pasarse el hilo dental después de cada comida. Mary ha comprado dos de esos rollos gigantescos del ejército de hilo dental. Tenemos bastante sal y bicarbonato de sodio para cuando se termine la pasta de dientes. Hemos de estar muy concienciados con eso. Nadie aquí es dentista; como mucho podemos rellenar algún empaste que se caiga, y para eso solo contamos con un compuesto más flojo que actúa solo de forma temporal. La única opción aparte de esa es arrancar los dientes. Queda dicho.

Cuando vio que había terminado, Dan Fong levantó la mano.

—Jefe, tenemos otro asunto también. Me gustaría que todo el mundo que tenga un AR-15 o un CAR-15 se reúna conmigo en el dormitorio de atrás después de la comida.

Después de la reunión, Jeff se quedó junto a la cama de Rose.

—¿Suelen ser así todas las reuniones? —preguntó Rose.

—Sí, Todd tiene la última palabra en todo, excepto en cuestiones tácticas, que antes solía delegar en mí y ahora delega en Mike. Por suerte, Todd tiene la cabeza bien amueblada y es muy sensato. Además, nunca he visto que fuese rencoroso con nadie.

—¿Cómo se conformó el grupo de esta manera? ¿No es un tanto autocrático?

—Pues verás, Rose, hace unos diez años, o puede que un poco más, cuando comenzaron, intentaron que todas las cosas se votaran, pero se dieron cuenta de que ese sistema estaba bien en tiempos de paz. El problema es que hada que las reuniones fueran a paso de tortuga. Pero en una época como esta, lo que necesitamos son órdenes firmes y rápidas, y no estar yéndonos por las ramas todo el tiempo. En una situación de lucha por la supervivencia, los debates interminables y el voto igualitario no funcionan.

Entretanto, T. K., Mary y Lisa se reunieron con Dan.

—Pasad, sentaos —dijo este, señalando la cama arrugada. Todos tenían expresiones de sorpresa. Dan llevaba en la mano un trozo de metal laminado de un par de centímetros de largo—. Esto es un «fiador automático ajustable», seguro que alguno de vosotros los ha oído nombrar alguna vez. Son ilegales, pero no creo que la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos mande a nadie a investigar porque alguien haya escuchado que algún arma sonara más fuerte de lo normal aquí en el refugio.

T. K. sonrió de oreja a oreja. Mary y Lisa seguían desconcertadas. Dan continuó con su exposición.

—Hay un vacío legal con respecto a esto. Las ametralladoras están muy restringidas por los gobiernos federales de Estados Unidos y sujetas a una tasa de doscientos dólares. Este impuesto está vigente desde que se aprobó la Ley Nacional de Armas de Fuego en 1934. Algunas leyes en algunos estados exigen el registro de todas las armas automáticas y en algunos casos su total prohibición.

»A partir de 1981 se ¿legalizaron algunas piezas que servían para convertir las armas en automáticas, como los «fiadores automáticos». Sin embargo, durante unos años un vacío legal permitió que se pudieran vender «tan solo como piezas de recambio o de reparación». De hecho, al menos una tienda vendía «bases para el fiador automático», y otra vendía «muelles y topes del fiador automático» para reparaciones. Daba la casualidad de que los dos negocios estaban situados a tan solo unos kilómetros de distancia. Durante un par de años, estos tipos vendieron muchísimo material. De hecho, estas piezas las compré unos años después de que el vacío legal se terminara. Habían sido fabricadas antes de que se aprobara la Ley McClure-Volkmer, así que eran de la época en que no había legislación al respecto.

»Las conseguí igual que Kevin hizo la otra vez. Para que no me pillaran, me abrí un apartado de correos con un carné de identidad falso. Como sabía que el vacío legal tardaría poco en extinguirse, compré seis. Me costaron ciento setenta y cinco dólares cada uno. —Ahora sus interlocutores sonreían los tres por igual—. Un fiador automático es una pieza fundamental a la hora de convertir un AR-15 o un CAR-15 en un arma en la que se pueda seleccionar la modalidad de disparo. En vez de tener solo dos posiciones, la del seguro puesto y la de disparar, ahora habrá tres: seguro, semiautomática y automática. Solo con los «fiadores automáticos ajustables» no es suficiente, hacen falta también una guía del cerrojo de M16 y un juego de cajas inferiores de M16. En vuestros AR, todos tenéis cajas de cerrojo con cromado duro. Eso formaba parte de los arreglos que acordamos. Como recordaréis, insistí en que consensuáramos las cajas de cerrojo cromadas, las miras de tritio y la bocacha de cinco ranuras de los M16A2.

»Tras los fiadores, compré seis juegos de cajas inferiores de M16 en una feria de armamento. En esa época, el juego completo tenía un precio de cien dólares. En los últimos años los agentes de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos habían sancionado a las personas que habían encontrado con juegos de cajas inferiores. Esos cabrones no dejan pasar ni una.

»Nunca hablé con nadie acerca de las cajas inferiores de M16 o de los fiadores. No quería meterme en grandes debates acerca de cuestiones legales o de si se debe obedecer una ley que es contraria a la Constitución: toda esa historia de Marbury contra Madison y demás. Además, no quería meter a Mikey en uno de esos molestos dilemas morales de agente de policía. Así que los metí todos en un escondite en la pared a la espera de que las cosas se pusieran feas, y no hace falta que os diga que ya se han puesto feas; de hecho, se han puesto realmente espantosas, por lo menos en las grandes ciudades.

»Así que aquí tenéis: tengo un fiador automático y un juego de cajas inferiores para cada uno. Yo ya me lo he instalado en mi AR-15. Una vez os hayáis instalado los vuestros, nos quedarán aún dos juegos: uno lo guardo para cuando llegue Terry Layton, y en cuanto al sexto, será una buena pieza para hacer trueque.

»Tengo que daros algunos consejos acerca de cómo usar estas maravillas de la técnica. Primero de todo: no os creáis que porque podáis disparar todo lo que os dé la gana os habéis convertido en Rambo. Ese error puede resultar fatal. Recordad que el mejor uso para el automático es a corta distancia y contra varios enemigos. Incluso en esa situación, no lo uséis como si fuera una manguera. Si no, malgastaréis una munición preciosa y seguramente fallaréis muchos más disparos que los blancos que hagáis. Disparad ráfagas cortas y controladas, de tres a cinco disparos como mucho. —Dan hizo una breve pausa para asegurarse de que todo quedaba entendido—. Segunda cosa: ni se os ocurra pasar a la modalidad de «terapia de grupo» a menos que vuestros objetivos estén a diez metros o menos de distancia. Más allá de esa cifra, los disparos semiautomáticos bien dirigidos serán mucho más efectivos. Una cosa más: si estáis en medio de un tiroteo a gran escala y empezáis a disparar en automático, ¿sobre quién creéis que van a concentrar los malos su potencia de fuego? —Dan ladeó la cabeza y alzó una ceja para añadirle más énfasis a su última reflexión—. Bueno, básicamente eso es todo. Ya quedaré con cada uno individualmente para cambiar las piezas de las cajas inferiores e instalar los fiadores automáticos

Después de hacer algunas bromas, Lisa, Mary y T. K. salieron del cuarto, con unas bolsas de plástico resellables en la mano y unas sonrisas de complicidad dibujadas en la cara.

Junto a «consensuado por el grupo», la otra expresión recurrente en las reuniones era «lote completo». Antes del colapso, el grupo compró todos los productos que pudo y muy a menudo estas compras se hacían directamente a los productores y fabricantes. Y esto sucedía no solo con la comida que iban almacenando, sino con muchas otras cosas como munición, vendas y baterías recargables de níquel cadmio. A la larga, comprar material en lotes completos en vez de en pequeñas cantidades hizo que el grupo ahorrara miles de dólares. Las compras de armas y de munición corrieron a cargo de Dan Fong, que en cuanto cumplió veintiún años adquirió la Licencia Federal de armas de Fuego (FFL) que le permitía encargar por correo a los distribuidores a precio de fábrica. Esto también hizo que el grupo ahorrara gran cantidad de dinero, ya que no tuvieron que pagar entre el treinta y el sesenta por ciento que los vendedores añadían al precio al llegar a las tiendas.

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