Authors: Jordi Sierra i Fabra
Aunque al comienzo le doliera reconocerlo.
Llamó al timbre de la puerta tras colarse directamente en el edificio al encontrar la del vestÃbulo abierta y oyó la voz de Teresa al otro lado.
â¿SÃ?
âSoy yo, Beatriz.
La hija de Mati abrió la puerta y no se detuvo ni un segundo tras hacerlo. Dio media vuelta mientras le decÃa:
âPasa.
Fue tras ella. Teresa tenÃa trece años y las inseguridades propias de su edad. Era agradable, tierna, pero con complejos que empezaban a fastidiarla. El principal, el exceso de pecho. Llevaba hierros en los dientes y vestÃa con espÃritu de tribu aunque mantenÃa cierta irreverencia y pose de combate. Cuando fruncÃa el ceño parecÃa feroz. Cuando sonreÃa era un ángel. Beatriz la encontraba atrevida, guapa y chispeante. Teresa se sentÃa todo lo contrario y la envidiaba a ella. Era la hermana mayor que no tenÃa.
La adoraba.
âNo están, pero ya no creo que tarden âla informó metiéndose en su habitación.
Beatriz continuó tras ella.
â¿Qué tal?
â¡Puaf! âFue expresivaâ. Exámenes.
âDÃmelo a mÃ.
âTú terminas ya âexpresó con envidiaâ, y no tienes que dejarte las cejas para, como mÃnimo, aprobar. Yo, en cambio...
Se sentaron en la cama, las dos. Las paredes de la habitación estaban llenas de pósteres de cantantes más o menos guapos y de algún que otro deportista. Apenas si quedaba espacio. En un panel de corcho se distribuÃan algunas fotografÃas personales. En una se las veÃa a las dos, abrazadas, riendo como locas.
Su padre se habÃa ido con Mati hacÃa cinco años.
Y la única que no lo habÃa superado era su madre.
â¿Qué harás este verano?
âReflexionar âdijo Beatriz.
â¿Y eso es bueno o es malo?
âEs lo único que tengo.
âYa.
â¿Tú tienes claro lo que harás cuando acabes de estudiar?
âMe gustarÃa ser periodista, cada dÃa le veo más sentido.
âNo está mal.
âEs genial... si lo consigues, por supuesto, y si trabajas en un periódico de verdad, o en la tele, o te vas de corresponsal a alguna parte del mundo. Pero supongo que ésa es la parte romántica que les gusta a todos. âChasqueó la lenguaâ. Tú también podrÃas ser periodista, con lo bien que escribes.
âGracias.
âAunque tu último comentario en el blog...
â¿Qué pasa?
â¡Te cargas a Brainglobalnoise!
â¿Tú también? âLa miró asustada.
â¿Yo también qué? Son geniales.
âSon basura.
â¡No digas eso!
Imposible luchar contra una fan. No hay nada más fuerte que la creencia y el amor de una fan por su cantante o grupo favorito. Es el amor supremo. En la adolescencia, por fin se tiene algo en que creer. Algo que se cree sólido. Tratar de inmiscuirse es buscarse su enemistad. Se aferran a ello en cuerpo y alma. En Inglaterra, cada vez que un grupo famoso se separa, se establecen teléfonos de ayuda para las fans, porque el grado de suicidios aumenta y las depresiones se convierten en habituales. Cuando una fan pone su vida entera al servicio de una causa, y esa causa se rompe, a veces llega el fin del mundo. Esos cinco chicos guapos y privilegiados que de pronto se tiran los trastos a la cabeza y dicen odiarse, sacando a relucir las miserias del grupo, causan más estragos que un divorcio paterno. Es como decirle a alguien que todo aquello en lo que creÃa no era verdad, que mientras sonaban las canciones y parecÃan felices, mentÃan y se reÃan de todo. HabÃa sucedido una y otra vez, con New Kids on The Block, Backstreet Boys, Take That... Cada generación pensaba que «su» grupo era distinto, y también que serÃa eterno.
âLo siento, pero no me gustan. âFue sincera.
â¿Los has escuchado bien?
âLo intento, pero hacen tanto ruido...
â¡Es lo que expresan, el ruido global, el caos, pero por encima de él cantan y expresan la rabia, la furia capaz de romperlo todo!
No tenÃa ganas de reÃr. No allÃ, en su habitación. Tampoco querÃa frustrarla. A ella menos que a nadie. Cuando su madre se habÃa unido a su padre, Teresa tenÃa ocho años. Una edad incierta. Ya casi no veÃa a su padre biológico, porque era un alcohólico. Su pasado habÃa sido bastante amargo. Ahora los tres vivÃan felizmente.
Algo que no podÃa decir Beatriz. Con su madre anclada en el pasado.
â¿Quieres que los oigamos juntas? âle propuso Teresa.
Iba a rendirse, por no herirla, dispuesta a buscar una flor en la basura, pero en ese momento las dos oyeron el ruido de la puerta del piso abriéndose.
Se sintió salvada por la campana.
Beatriz y Teresa se levantaron de la cama para acudir en busca de su padre y de su madre, respectivamente.
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Al llegar a casa fue directamente a la habitación de Carlota.
La encontró pegada a un libro, como era habitual, con la cabeza apoyada en las dos manos y los codos hincados en la mesa. Su hermana pequeña ni levantó la vista para mirarla. Pronunció apenas un difuso:
â¿Qué?
âPapá te manda un beso.
Eso sà hizo que la chica se enfrentara a sus ojos.
â¿Has ido a verlo?
âSÃ, claro, ya sabes que voy cada semana.
No hubo respuesta, y de alguna forma, en ese instante, Beatriz vio en Carlota el reflejo de Teresa. Una tenÃa ocho años y la otra nueve cuando se produjo el cambio en sus vidas. Teresa habÃa sustituido un padre por otro. Carlota lo habÃa perdido.
Y, fiel aliada de su madre, todavÃa no lo habÃa perdonado.
Quizá nunca lo hiciese.
âEstará tan pancho.
âEstá bien âla corrigió Beatriz.
âPues bueno. âSe dispuso a seguir estudiando.
âDeberÃas ir a verlo.
Consiguió detenerla de nuevo.
âNo pienso ir a esa casa âdijo con firmeza.
âLo que pasó entre papá y mamá es asunto suyo; nosotras...
âLo que pasó nos afecta a todos âpuntualizó ellaâ. Nos abandonó âdijo remarcando el «nos»â. Prefirió la frivolidad y el sexo antes que una familia y sus hijas.
âNo sabes cómo piensan ni cómo son los mayores. No juzgues.
âMe importa un pito cómo piensen y cómo sean los mayores. Era mi padre, y nos jorobó a todas. Escogió a ésa. Muy bien. Yo no tengo por qué hacerlo.
âPareces mamá.
Carlota la taladró con la mirada.
Catorce años de rebeldÃa.
Y por lo menos, ideas propias, aunque fuesen equivocadas y estuviesen influenciadas por la figura materna.
âSiempre será nuestro padre âdijo Beatriz.
âEra tu Ãdolo. âLa voz de su hermana pequeña se hizo mucho más dura e inflexibleâ. Tú se lo perdonarÃas todo. Para ti, papá era... como Dios, pero para mà sólo era eso, un padre, alguien al que necesitaba. Lo viviste con doce años, pero yo tenÃa nueve.
âFue duro para todas.
âFue un palo, y los palos dejan huellas y cicatrices, asà que no me vengas de mensajera de la paz.
âPregunta siempre por ti.
âPues menos mal.
âIncluso Luisa lo ve.
âPero no va a esa casa.
âNo âreconoció.
âDéjame estudiar, ¿quieres? âLa invitó a irse.
âCarlota...
Su hermana estalló.
â¡Mierda, Beatriz, engañó a mamá, con una más joven, como todos!
â¡Ya no tenÃan nada en común! ¡Esas cosas pasan! ¿Qué querÃas, que vivieran juntos y se amargaran la vida el uno al otro? Ahora, al menos uno es feliz, y mamá podrÃa serlo si dejara su resentimiento y se diera una oportunidad.
â¿Una oportunidad con otro? ¿Te refieres a eso? ¿Quieres a un tÃo asqueroso aquÃ, en casa? ¡Pues yo no!
â¡Tenemos que ayudarla!
â¡No asÃ! ¡Mamá por lo menos es coherente con sus ideas y con lo que siente! Y tú..., tú... âPareció no encontrar las palabras adecuadas, batida por los huracanados vientos de su furiaâ. ¡Tú eres más rara que un perro verde, hermanita, no sé cómo puedes pretender dar lecciones de nada a nadie!
âYo sólo intento...
â¡Que haya paz y armonÃa, que todo el mundo sea feliz, que se viva la vida siempre pase lo que pase, que haya esperanza! ¡Oh, sÃ, Miss ONG! âEl grito la sacudió de arriba abajoâ. ¿Quieres dejarme estudiar de una maldita vez?
Vaciló un simple segundo.
El rostro de Carlota lo decÃa todo.
Soltó una bocanada de aire, ahogó las lágrimas que afloraban en sus ojos y se retiró de la habitación cerrando la puerta a su espalda.
El puñetazo de una mano sobre la mesa fue el último de los sonidos que oyó además de sus pasos por el pasillo en dirección a su habitación.
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Al entrar en su blog no se sorprendió de que hubiera varias respuestas sobre su comentario acerca de Brainglobalnoise. Una cosa era hablar de temas dispersos, y otra muy distinta meterse con algo que estaba de moda, sentar las bases de una polémica, disparar con fuego verbal de verdad sobre un nuevo icono juvenil. HabÃa comentarios del tipo «No tienes ni idea, tÃa», «Vete a un asilo, vieja» y «¿Qué sabrás tú de música? Los Beatles murieron hace más de cuarenta años. ¿Te has enterado de que estamos en el siglo
XXI
?». Pero lo que más la sorprendió fue un texto largo, muy largo de alguien que ni la insultaba ni parecÃa un simple fan. Un adulto, con lenguaje adulto y puntos de vista adultos. Un verdadero contrincante.
Y se sentÃa peleona.
Leyó aquel texto.
«Me sorprende tu punto de vista. Tu fotografÃa no revela la edad que tienes, pero incluso eso es lo de menos. Hablamos de música, de unos artistas, de unas personas que ofrecen lo que hacen a la consideración del público. Y es normal que ese arte no guste a todo el mundo por igual. La uniformidad a veces es mala. Es bueno que haya puntos de vista diferentes. Sin embargo... ¿No era Elvis Presley el que decÃa en un disco que “50 millones de fans no pueden equivocarse”? Brainglobalnoise responden a una inquietud de hoy, rabiosamente actual. Vivimos en tiempos difÃciles, con subidas del petróleo, crisis, hambrunas, desplomes bursátiles... Y la juventud se enfrenta a un futuro siempre incierto, cargado de miedos. Lo que hace Brainglobalnoise es plantarse y gritar, muy fuerte, que algunos están hartos, y que de la insatisfacción ha de surgir la rebeldÃa que rompa con lo establecido. Porque de eso se trata, de romper. Ya hay bastantes cantantes guapos que le cantan al amor, y muchos grupos que rockean o rapean, pero con letras pasadas de moda en el primer caso o machistas en el segundo. Brainglobalnoise buscan su espacio, nada más. Y a juzgar por la respuesta del público, lo están consiguiendo.
»Cada tiempo tiene su música, y cada música tiene su tiempo. ¿Hubo hippies porque alguien tenÃa que enfrentarse a la guerra de Vietnam, o la guerra de Vietnam facilitó que apareciera el movimiento hippy, con su pacifismo, y que de él derivara una música propia? ¿La crisis petrolera de 1973 desplomó el rock y facilitó la aparición del punk, o fue la insatisfacción de aquella generación la que quiso volver a los orÃgenes porque el rock se habÃa vuelto sofisticado y habÃa perdido su alma rebelde? A Brainglobalnoise probablemente los juzgará la historia, y no por sus ventas o su éxito, sino por su legado. DeberÃas respetar eso. DeberÃas respetar a unos chicos que tratan de ser honestos y exponen su arte a la consideración pública. Tú, con tu blog, también expones tu manera de ser, pero no es lo mismo. Piénsalo, querida bloguera.»
Firmaba «Rogelio».
Sonrió.
Encontrar a un adversario que estuviese a la altura siempre era bueno.
QuerÃa hacer un pequeño vÃdeo para YouTube. Poner de fondo
Kontaminación
y montar unas imágenes duras, durÃsimas, sobre ese fondo musical. Pero no para sublimarlo, sino para que el espectador se diera cuenta de la falacia de la letra.
Leyó el texto por segunda vez, y se detuvo en algunas de las frases más significativas.
«Brainglobalnoise buscan su espacio, nada más. Y a juzgar por la respuesta del público, lo están consiguiendo», «50 millones de fans no pueden equivocarse», «Cada tiempo tiene su música, y cada música tiene su tiempo», «A Brainglobalnoise probablemente los juzgará la historia, y no por sus ventas o su éxito, sino por su legado», «DeberÃas respetar a unos chicos que tratan de ser honestos y exponen su arte a la consideración pública»...
â¿Buscar un espacio que, a juzgar por la respuesta del público, están consiguiendo? ¡Publicidad y una campaña masiva de alienación! âgritó para sà mismaâ. ¿Música de este tiempo? ¿Los juzgará la historia? ¿Legado? ¡No pasarán a la historia, ni dejarán ningún legado, por Dios! ¡Desaparecerán, como todos los productos de mercado sin una base! ¿Chicos honestos que exponen su arte? ¿Arte?