Read Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II Online
Authors: Maurice Nicoll
Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología
Ahora bien, un cambio en la calidad del amor siempre representa un cambio en el nivel de ser. A uno le pueden enseñar todas las cosas pero, a menos que se eleve el nivel de ser, no conduce a nada. Este es el mayor problema que plantea la enseñanza esotérica o enseñanza consciente, que apunta a elevar al Hombre desde la barbarie. La barbarie nos amenaza cada vez más en esta época en que se toma el conocimiento como una meta y no como un cambio en el nivel de ser. El conocimiento y el ser deben crecer a la par para producir la comprensión. Ahora bien, si el gusto de sí, el egoísmo, la auto-admiración, la auto-estimación, la vanidad, ocupan el primer lugar, indican un nivel de ser desde el cual será imposible todo desarrollo ulterior del Trabajo. Es preciso querer al Trabajo —no quererse únicamente a sí mismo. Cabe la posibilidad de cierto discernimiento por el cual se ve, en un destello, la propia dimensión en relación con la dimensión del Trabajo. Sin embargo, ese discernimiento aparece antes de que pueda ser de la menor utilidad. Pero significa que algún "Yo" o algunos "Yoes" que desean trabajar se han liberado momentáneamente de la masa de "Yoes" que viven en la atmósfera de los intereses de vida, de la auto-alabanza, etc., y que empiezan a sentir otras influencias. Se asemeja a la diferencia que hay entre algo espeso, oscuro y pesado y algo más libre, ligero y luminoso. Se percibe tan sólo que no se tiene la clase correcta de valoración. Es un sentimiento, imparcial en sí, comparable a darse cuenta de que uno está mal vestido o lleva ropa mal cortada. Significa, desde luego, que nuestra actitud hacia el Trabajo es errada. La actitud es lo que nos viste mentalmente, es nuestro atavío mental. Es preciso hallar la manera de vestir la mente y el sentimiento. Es necesario buscar un traje apropiado y cambiarlo en el momento oportuno.
El Trabajo no puede ser una función de vida —quiero decir, nuestro sentimiento por el Trabajo no puede depender de nuestros éxitos o fracasos cotidianos. Es en verdad diferente en calidad y demanda una diferente calidad de amor. Digo amor porque veo escasa diferencia entre amor y valoración cuando se los toma de un modo práctico. Digo que
valoración
es
amor;
y si se dice que se ama a una persona y no se la valora no es amor. Es preciso
amar el Trabajo
para sentirlo y enseñarlo. A Pedro le preguntan si ama, y contesta "Sí", y Cristo le dice: "Alimenta mis corderos", pero no podía hacerlo porque su amor estaba demasiado mezclado con el amor de sí. Por eso le dijo por último: "Alimenta mis ovejas". Pedro no posee la calidad de amor que denota la palabra usada cuando Cristo le hace la pregunta por primera vez y luego por segunda vez: entiende el amor como un estado violento, celoso, en que se es herido fácilmente, como un egoísmo expandido. Entonces nada penetra en la Esencia ni la alimenta. Por eso al hacer la pregunta por tercera vez Cristo usa otra palabra en lugar de amor, la palabra que Pedro emplea a todo lo largo del pasaje. Cristo hablaba del Amor Consciente que no tiene opuesto. Tenemos aquí algo maravilloso sobre lo cual reflexionar, la calidad, la valoración de nuestro amor. Todo tiene su punto de partida y todo depende de estos fundamentos, que deben cambiar y así cambiarnos a nosotros mismos —de otro modo la cristalización se produce en un nivel inferior. Hay una valoración que alimenta a todo lo joven y fresco en nosotros y es capaz de infinitas variedades de comprensión y crecimiento, a la que se compara con los corderos. Esto no puede ser pesado, no puede ser semejante a las ovejas. No puede ser tedioso. Ni tampoco puede relacionarse con ninguna insinceridad fija de la mente. Se puede tener placer en la existencia del Trabajo. Es posible interesarse en su enseñanza y hay que reflexionar sobre lo que dice acerca del Hombre y su vida en este planeta. Estas son formas necesarias de valoración. Pero no están en conflicto con el egoísmo o amor de sí, por eso no hacen que el Trabajo sea bastante fuerte emocionalmente. G. decía que "en este Trabajo es preciso tener la capacidad de ser dado vuelta y retorcido en todas direcciones, y empero no perder el rumbo". Esto significa, por supuesto, que su valoración del Trabajo, su actitud hacia él, su amor por él, son más fuertes que todas las manifestaciones del egoísmo o amor de sí. Nada que pueda sucederle puede romperlo. El Trabajo es entonces otro ser en nosotros, otro cuerpo. Pero este ser, este cuerpo, no puede formarse fundándose en el egoísmo o amor de sí. Este es el punto. Por mucho tiempo lo único que se puede hacer es observarse a sí mismo en todas las conexiones a las que me he referido anteriormente.
La Comprensión que una persona tiene del Trabajo es relativa a su Nivel de Ser. Quizá conozca las ideas del Trabajo. Pero el Conocimiento no procura la Comprensión: conocer no es comprender. El Conocimiento de este Trabajo es capaz de obrar sobre el Ser y de resultas de ello dar nacimiento a la Comprensión. La Comprensión no es Conocimiento y la Comprensión no es Ser. El Conocimiento y el Ser juntos, en conjunción, dan la Comprensión. Si mi Ser es tal que anhela lo que conozco, el resultado será eventualmente un acrecentamiento de Comprensión. Si no anhela lo que conozco, sólo tendré el Conocimiento. Pero si algunos 'Yoes' desean seguir el Conocimiento de este Trabajo, su voluntad de hacerlo pasará a la Comprensión en pequeña escala si lo comparamos a lo que sucedería si todo el Ser obrase como una unidad y quisiera como una unidad aplicar el Conocimiento al Trabajo y vivir lo que dice. Esto sería la Voluntad Real, que está más allá de nosotros. Por eso es preciso tomar como punto de partida el lugar donde estamos, con todas nuestras voluntades separadas y antagónicas, y mantener una firmeza interior en medio del desorden que reina en nuestro mezclado Ser. Esto es, debemos valorar el Trabajo y mantener a los 'Yoes' del Trabajo vivientes en nosotros y protegerlos de todos los 'Yoes' rudos, toscos o cínicos o negativos. Claro está, si no hubiera esta lucha, no habría trabajo. Trabajo quiere decir esfuerzo. El Trabajo es el esfuerzo que se hace para conectar nuestro Conocimiento del Trabajo con nuestro Ser —esto es, el esfuerzo para poner
lo que se conoce
en relación con lo
que se es.
Para lograrlo, la observación de sí es obviamente necesaria con el fin de reparar en lo que se es. Y además, para ello, es necesario el conocimiento, para mostrarnos qué es lo que se debe observar. Esta es una simple y lógica secuencia; para conocer lo que se es, es preciso observarse a sí mismo y para conocer lo que se debe observar es preciso tener Conocimiento. Pero el Trabajo enseña un Conocimiento no sólo de lo que tenemos que observar —como, por ejemplo, los estados negativos— sino lo que debemos hacer —como, por ejemplo, practicar la no identificación con nosotros mismos y en especial con la Falsa Personalidad. Pero toda esta enseñanza tiene en vista la suprema idea del Trabajo y en verdad también la tiene todo el esoterismo en el pasado, es decir,
hay
para el Hombre la posibilidad de un nivel superior de conciencia al que puede llegar si limpia su máquina y se libra de muchas cosas inútiles que complican su vida y lo mantienen en estado de sueño. Y aquí viene la más importante instrucción dada: el hombre no sólo debe
conocer
y
observar,
sino que debe
recordarse a sí mismo.
Y debe hacerlo porque sólo en ese estado llamado el estado de Recuerdo de Sí puede recibir las influencias que obran sobre su Ser, porque sin ayuda un hombre no puede
hacer
prácticamente nada, o tan sólo hacer una cosa a expensas de otra. Ahora bien, los 'Yoes' que desean trabajar y conectar el Conocimiento del Trabajo con su vida y que se sienten desdichados si no pueden hacerlo y enfermos si no se mantienen despiertos —esos 'Yoes' cambian en su Comprensión. Es preciso alimentarlos para que vean las cosas de un modo nuevo. Esto es, es preciso repensar, revisar, reinterpretar las ideas. Conocer solamente que es necesario la observación o el recuerdo de sí no es nada: es preciso reflexionar una y otra vez sobre este particular. Es menester retornar a los primeros principios una y otra vez. Es absolutamente necesario volver a discutir muchas veces lo que ya se discutió.
En la última reunión se hizo una pregunta sobre la Observación. de Sí y el Recuerdo de Sí. Esta es la pregunta:
Por lo que he entendido hay una diferencia de calidad entre el Estado de Recuerdo de Sí y el Acto de Recuerdo de Sí y muchos grados o niveles de calidad entre los Actos de Recuerdo de Sí; empero, el menor de esos grados o niveles es mayor —es decir, está un nivel por encima— que la Observación de Sí más plena. No puede haber progreso ninguno a menos que un hombre se recuerde a sí mismo. Todo el trabajo sobre sí que está por debajo de ese nivel es una preparación para progresar hacia la Conciencia. Además —un hombre puede protegerse psicológicamente sólo por el Recuerdo de Sí.
¿Cómo se puede valorar y por medio de la valoración acrecentar el poder de valorar, no por lo que pueda dar sino por lo que es, ese estado de Recuerdo de Sí?
Empezaré hablando de un modo general sobre la Observación de Sí y el Recuerdo de Sí. Observarse a sí mismo no es la misma cosa que recordarse a sí mismo. En una oportunidad G., hablando del Recuerdo de Sí, dijo: "¿Con qué sí desea recordar?" Esto me dio la pista del significado del recuerdo de sí. En otra ocasión dijo que el Hombre era subnormal porque no tiene conciencia del lugar de entrada de las impresiones. "En ese punto", dijo, "donde entran las impresiones externas, es necesario crear alguna cosa".
Pasemos ahora a la idea de la Observación de Sí y regresemos luego a la cuestión del Recuerdo de Sí. Una vez alguien me preguntó lo siguiente:
"No comprendo lo que quiere decir el Trabajo cuando afirma que no nos observamos a nosotros mismos. Me he observado siempre a mí mismo". No cabe duda, es cierto que una persona se observa a sí misma hasta cierto punto. La gente se mira en un espejo y este espejo fue construido con lo que le enseñaron —esto es, lo adquirido por su educación en la forma de conducta correcta, maneras cultas, un modo de vestir apropiado, una manera de hablar correcta, de conocer a gente correcta. En nosotros la parte adquirida es la Personalidad y la formación de la Personalidad es una cuestión de la época en que se vive, del medio ambiente en que se nació, de las influencias de la escuela, de las modas del día, de la nación a la cual se pertenece y de las normas que ella establece. En ese espejo se mira toda la gente —y por cierto no es sólo un espejo psicológico sino también un espejo real—. Pero dicho espejo no es el mismo en el que debemos mirarnos según la enseñanza del Trabajo: el espejo del Trabajo es un espejo muy diferente. No tiene nada que ver, por así decirlo, con comer guisantes con el cuchillo o poner los codos sobre la mesa o llevar una corbata adecuada o usar el lápiz de labios correcto o conocer a gente conveniente. El espejo de Trabajo se refiere a una clase de Observación de Sí muy diferente. Por medio del espejo de Trabajo es posible verse tal como se es realmente prescindiendo de lo que se aparenta y se finge ser. Sin embargo, al principio el espejo de Trabajo puede estar muy equivocado. Esta situación siempre surge cuando no se ve de qué trata el Trabajo y cuando el Centro Magnético es débil. Seguimos mirándonos en el espejo de la vida y tratamos de conectar nuestras virtudes adquiridas, a las que apreciamos a través de nuestro egoísmo, con el espejo del Trabajo.
Habrán ya reflexionado sobre el Conocimiento que el Trabajo enseña y desde el cual debemos observarnos a nosotros mismos. Si es así, habrán sentido probablemente que enseña al parecer algo muy alejado de la vida que llevamos. Por ejemplo: ¿Qué conexión hay con nuestra vida ordinaria cuando se nos indica observar el trabajo de los centros, observar en nosotros a tres personas distintas, y luego observar en nosotros muchos "Yoes" diferentes, observar nuestro estado de sueño, observar la consideración interna y el echar la culpa a lo otros, observar las emociones negativas, observar la identificación, observar nuestra ignorancia, observar el Nivel de nuestro Ser, observar cómo nos recordamos a nosotros mismos? Todo ello parece remoto, difícil de entender; empero, de esas ideas está formado el verdadero espejo del Trabajo. Nadie puede mirarse en el espejo del Trabajo a menos de haber adquirido el Conocimiento de que trata el Trabajo, y amarlo. El Trabajo nos enseña desde qué puntos de vista es preciso que nos observemos a nosotros mismos. Escoge algunas cosas que no había notado en nosotros. Imaginen que les manden ir a una enorme tienda y les ordenen observarla. No sabrían qué observar. Pero supongamos que les mandan ir a esa tienda y observar tan sólo unas pocas cosas: entonces conocerán las cosas en que deben reparar. Es esto lo que enseña el Trabajo. El Trabajo enseña cómo acercarse a sí mismo, por medio de la observación de sí, qué se debe notar y qué rechazar. A este respecto da instrucciones que, por más difíciles que sean de seguir, son empero
muy definidas.
Si se ama al Trabajo, esto es, si se lo valora, se será capaz de asimilar el conocimiento que enseña, de acuerdo con su nivel. Si uno asimila, aunque sea en grado limitado, el conocimiento que enseña, se empezará a poseer un espejo en el cual se puede mirar. Durante mucho tiempo hemos tenido espejos defectuosos que deforman todo, al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que nuestra actitud hacia el Trabajo es equivocada. Pero es exactamente este darse cuenta el que puede darnos un nuevo espejo. Entonces uno empieza a verse mejor; empieza a ver de qué modo ha tratado al Trabajo hasta ahora.
Ahora bien, repetiré otra vez que la Observación de Sí sin un conocimiento definido acerca de lo que se debe observar no nos conduce a lugar alguno en el Trabajo. La observación de sí ordinaria, mecánica, puede llevarlo a la vida social, pero esto no es la misma cosa. El espejo de la vida social es una cosa y en él toda la gente se contempla. El Trabajo no está en contra de ello. Pero habla de otro espejo que tiene otra calidad. La antigua inscripción sobre el templo griego: "Conócete a ti mismo" es por si sola completamente ineficaz. ¿Cómo es posible conocerse a sí mismo? Toda la gente cree que ya se conoce a sí misma pero el Trabajo enseña que tenemos que conocernos a nosotros mismos de una nueva manera y desde ciertos ángulos, y el objeto que se propone este particular conocerse a sí mismo es lograr que sea posible separarse de un sinnúmero de cosas inútiles que fluyen en nosotros para que podamos ponernos en contacto con influencias provenientes de un nivel superior que nos otorgarán los pensamientos, sentimientos y comprensión que tenemos derecho a tener, pero con los cuales no estamos más en contacto debido a nuestro estado de sueño. Toda la enseñanza esotérica trata del despertar de influencias mucho más sutiles aquí en la Tierra. El Sr. Ouspensky dijo una vez: "En esta Tierra, ahora mismo, se puede estar bajo diferentes leyes, diferentes influencias y conocer y comprender lo que significan, a condición de trabajar sobre sí". Recuerdo que cuando el Sr. Ouspensky nos lo dijo muchas personas se quedaron atónitas porque creían que estar en un mejor estado significaba estar en un mejor mundo, al cual podían llegar sin duda después de la muerte. Como todos sabemos, la idea general de los Evangelios según la cual es preciso morir para renacer es tomada como si significara la muerte física y el nacimiento en otro mundo llamado cielo. El Trabajo y los Evangelios enseñan, empero, que si podemos alcanzar influencias superiores que ya están obrando sobre nosotros en este momento nos hallaremos en un diferente estado de comprensión. Por ejemplo, el Trabajo dice que ya no estaremos más sujetos a la Ley de Accidente —y las emociones negativas nos ponen en especial bajo la Ley de Accidente. Sin embargo, este tema pertenece a otra charla.