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Authors: Juan Gómez-Jurado

Tags: #Aventuras, Intriga

Contrato con Dios (16 page)

BOOK: Contrato con Dios
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—¿Cree que podría hacer el resto del camino a pie? Me gustaría hacer fotos de la llegada de la expedición. Estaré arriba antes que los coches, por lo que veo.

Tommy la miró preocupado.

—Bueno, no creo que sea una buena idea. Subir esa colina no será tarea fácil. Dentro del coche estamos frescos, pero ahí fuera hay cuarenta grados ahora mismo.

—Tendré cuidado. Además, mantendremos contacto visual en todo momento. No me pasará nada.

—Yo tampoco creo que deba hacerlo, señorita Otero —apuntó David Pappas.

—Vamos, Eichberg. Déjela ir. Ya es mayorcita —dijo Stowe, más el placer de llevarle la contraria a David que por apoyar a Andrea.

—Tengo que consultárselo al señor Russell.

—Pues hágalo.

De mala gana, Tommy echó mano del walkie-talkie.

Veinte minutos después, Andrea lamentaba profundamente su decisión. Desde el camino, la ruta a lo alto de la duna formaba primero una hondonada descendente de unos veinticinco metros para luego ascender de forma paulatina durante otros ochocientos. Los últimos quince metros tenían una pendiente del 25 por ciento. La cima parecía engañosamente cerca. La arena engañosamente blanda.

La joven había llevado una mochila con una botella de dos litros de agua. Antes de coronar la duna ya se la había terminado. Le dolía la cabeza a pesar de llevar sombrero y notaba doloridas la nariz y la garganta. Sólo llevaba una camiseta de manga corta, unos pantalones cortos y unas botas, aunque se había echado crema solar de factor 80 antes de bajar del coche. Aun así la piel de los brazos empezaba a picarle.

Menos de media hora y estoy para ingresar en la unidad de quemados. Más vale que no les pase nada a los coches y tengamos que volver andando,
pensó Andrea.

Pero ése no parecía ser el caso. Con tremenda eficacia, Tommy se estaba encargando de conducir uno a uno los camiones hasta la cima de la duna. Una tarea para la que hacía falta un conductor experimentado si no se quería volcar. Primero se encargó de los dos camiones Kamaz de suministros, dejándolos alineados al final de la cuesta larga, justo antes de la subida más empinada. Después de los dos camiones cisterna. Mientras, el resto del personal le observaba a la sombra de los H3.

Andrea a su vez contempló toda la operación a través de su teleobjetivo. Cada vez que Tommy dejaba uno de los vehículos, saludaba con la mano a la joven en lo alto de la duna. Andrea devolvía el saludo. Finalmente Tommy se encargó de llevar los H3 hasta el borde de la cuesta final, ya que los iba a emplear como remolque para ayudar a subir a los pesados camiones, que a pesar de sus enormes ruedas no tendrían tracción suficiente en una pendiente tan elevada y cubierta de arena.

Andrea hizo algunas fotos de la subida del primero de los camiones. Un soldado de Dekker pilotaba uno de los todoterreno, al que se había enganchado con un cable de acero el Kamaz. Cuando, con gran esfuerzo, consiguieron que el enorme camión ascendiera a lo alto de la duna y rebasaron el punto en que se encontraba la periodista, Andrea perdió interés. Volvió su atención hacia el cañón de la Garra.

A simple vista el gigantesco desfiladero de roca no se distinguía para nada del resto de los que poblaban el desierto. Andrea pudo ver dos paredes separadas entre sí unos cincuenta metros, que se alargaban y bifurcaban. Por el camino Eichberg le había mostrado una fotografía aérea del lugar al que iban y la forma del cañón, que asemejaba la garra de tres dedos de una rapaz gigantesca.

Ambas paredes medían entre treinta y cuarenta metros de alto a lo largo del desfiladero. Andrea apuntó el teleobjetivo a lo alto de las rocas, buscando algún lugar por el que ascender y desde el que tomar algún plano elevado.

Y entonces lo vio.

Fue sólo un segundo. Un hombre, vestido con ropas de color caqui, observándola.

Extrañada, echó la cabeza hacia atrás y miró sin el teleobjetivo.

La distancia era demasiado grande. Volvió a enfocar con el teleobjetivo a lo alto del cañón.

Nada.

Cambió de posición, barrió la parte de la pared este que le permitía el teleobjetivo, pero fue inútil. Fuera quien fuese, la había visto con el teleobjetivo y había acudido a ocultarse, lo cual no era buena señal. Intentó decidir qué hacer.

Lo más inteligente es esperar y hablar con Fowler y Harel.

Fue a colocarse a la sombra del primero de los camiones, al que ya se le estaba uniendo el segundo. Una hora más tarde, toda la expedición se encontraba en la cima de la duna, a la entrada del cañón de la Garra.

A
RCHIVO
MP3
RECUPERADO
DE
LA
GRABADORA

DE
A
NDREA
O
TERO
POR
LA
P
OLICÍA
J
ORDANA

DEL
D
ESIERTO
TRAS
LA
DEBACLE
DE
LA
E
XPEDICIÓN
M
OISÉS

Título, dos puntos.
El arca recuperada.
No, espera, borra eso. Título…
El tesoro del desierto.
No, muy malo. Hay que hacer referencia al Arca en el título, el Arca vende periódicos. Bueno, dejaremos el título para el final. Entradilla, dos puntos.
Mencionar su nombre es mencionar el mito recurrente de toda la humanidad. Con ella comenzó la historia de la civilización occidental, y hoy en día es el objeto más codiciado por los arqueólogos de todo el mundo. Acompañamos a la Expedición Moisés en su ruta secreta a través del desierto oriental de Jordania hasta el cañón de la Garra, el lugar donde hace casi dos mil años un grupo de fieles ocultó el Arca de la destrucción del segundo templo de Salomón…
Vale, te está quedando un poco frío. Mejor lo escribimos primero. Vamos con la entrevista al viejo Forrester… joder, ese tío sí que me da escalofríos, con su voz de flauta. Dicen que es por su enfermedad. Nota: buscar en Internet cómo se escribe neumoconiosis.

(…)

PREGUNTA
:
Profesor Forrester, el Arca de la Alianza lleva excitando la imaginación de los seres humanos desde tiempos inmemoriales. ¿A qué atribuye este interés?

RESPUESTA
: Mire, si quiere que yo le dé una introducción descriptiva no hace falta que me sitúe y dé tantos rodeos. Simplemente pida lo que quiera y yo hablaré.

¿Responde usted a muchas entrevistas, profesor?

Docenas. No va usted a preguntarme nada original, nada nuevo, nada que no haya escuchado o respondido antes. Si en la excavación tuviésemos conexión a Internet le diría que buscase alguna de las que ya me han hecho y se copiase las respuestas.

¿Qué ocurre? ¿Tiene obsesión por no repetirse?

Tengo obsesión por no perder el tiempo. Tengo setenta y siete años. Llevo cuarenta y tres detrás del Arca. Es un ahora o nunca.

Bueno, eso seguro que no lo había respondido nunca.

¿Qué es esto? ¿Un concurso de originalidad? Espere, le daré una buena: hubo una conspiración para matar a Kennedy. ¿Qué le parece? Es increíble, ¿eh? ¿Cree que yo podría ser periodista?

Profesor, por favor. Es usted un hombre inteligente y apasionado. ¿Por qué no hace un pequeño esfuerzo para ponerse a la altura del público y contagiarles un poco su pasión?

(una breve pausa)
¿Quiere un maestro de ceremonias? Haré lo que pueda.

Gracias. El Arca…

El objeto más poderoso de la Historia. Eso no es casualidad, sobre todo si consideramos que la civilización occidental nació con ella.

Juraría que los historiadores dirían que fue en Grecia.

Estupideces. El ser humano emplea miles de años adorando manchas de tizne en cavernas oscuras. Manchas a las que llama dioses. Pasa el tiempo y las manchas cambian de forma, tamaño y material, pero siguen siendo manchas. Hasta que se reveló a Abraham, hace sólo cuatro mil años, no supimos de la existencia de un solo Dios. ¿Qué sabe de Abraham, niña?

Que es el padre de los israelitas.

Correcto. Y también de los árabes. Dos manzanas que cayeron del árbol, muy juntitas una al lado de la otra. Enseguida, las manzanitas aprendieron a odiarse a muerte.

¿Qué tiene que ver con el Arca?

Cinco siglos después de que Dios se revelase a Abraham, el Todopoderoso estaba harto de que su pueblo le volviese la espalda. Cuando Moisés saca a los judíos de Egipto, Dios se revela de nuevo a su pueblo. A tan sólo 230 kilómetros en esa dirección. Y allí firman un contrato.

Perdone, doctor. ¿Está hablando de compromiso o se refiere a un contrato, como cuando compras un coche?

Al contrato definitivo. De una parte, la humanidad. Se comprometen a cumplir diez sencillas cláusulas.

Los Diez Mandamientos.

Del otro lado, Dios. Se compromete a dar al hombre la vida eterna. Es el momento más importante de la Historia. El momento en que la vida adquiere trascendencia. Tres mil quinientos años después, todo ser humano lleva inscrito en su conciencia ese contrato. Unos lo llamarán ley natural, otros discutirán su existencia o sobre su sentido. Matarán y morirán por su interpretación. Pero el momento en que Moisés recibe las Tablas de la Ley de manos de Dios da comienzo a nuestra civilización.

Y luego Moisés guarda las Tablas en el Arca de la Alianza.

Junto con otros objetos. Convirtiéndola en la caja fuerte que guarda el contrato con Dios.

Hay quien dice que el Arca tiene poderes sobrenaturales.

Sandeces. Eso se lo explicaré mañana a todos ustedes cuando los pongamos a trabajar.

¿No cree en el carácter sobrenatural del Arca?

Con todo mi corazón. Mi madre me leía la Biblia desde que fui un feto. Mi vida está dedicada a la palabra de Dios. Eso no quiere decir que no esté dispuesto a desmontar las supersticiones.

Hablando de supersticiones. Durante muchos años su búsqueda ha chocado con los círculos académicos más estrictos. Los que critican el uso de textos antiguos para encontrar tesoros. Hubo insultos por ambas partes.

Academicistas… no serían capaces de encontrar su propio culo con las dos manos y una linterna. ¿Hubiese encontrado Schliemann el tesoro de Troya sin la
Iliada
de Homero? ¿Hubiese encontrado Cárter la tumba de Tutankhamon sin el oscuro papiro de Ut? Ambos recibieron muchas críticas en su época por usar las mismas técnicas que yo empleo. Nadie recuerda a sus críticos, pero Carter y Schliemann son inmortales. Yo viviré para siempre.

(fuerte ataque de tos)

¿Su enfermedad?

No se pueden pasar tantos años metido en túneles húmedos, respirando tierra, sin pagar un precio. Tengo neucomoniosis crónica. Nunca me alejo mucho de una botella de oxígeno. Siga, por favor.

Por dónde íbamos… ah, sí. ¿Siempre ha estado convencido de la existencia histórica del Arca de la Alianza o su creencia se produce cuando traduce el Rollo de Cobre por primera vez?

Crecí como cristiano pero me convertí al judaísmo muy joven. En los años sesenta leía el hebreo antiguo igual que el inglés. Cuando comencé a estudiar el Rollo del Qumran no descubrí que el Arca era real. Eso ya lo sabía. En la Biblia hay más de doscientas referencias al Arca, es el objeto más profusamente descrito. Lo que supe cuando tuve en mis manos el Rollo fue que yo descubriría el Arca.

Ya. ¿Exactamente cómo ayudó el Segundo Rollo al descifrado del Rollo de Cobre?

Bueno, ha habido una gran confusión entre consonantes como he, het, mem, kaf, wav, zayin y yod…

En cristiano, profesor.

Había consonantes poco claras que hacían complejo su descifrado. Y lo más extraño de todo, una serie de letras griegas aparecían insertadas de manera aparentemente aleatoria a lo largo del Rollo. Con la clave adecuada, comprendimos que esas letras eran los encabezados de los segmentos que modificaban su orden y por tanto su contenido. Fueron los noventa días más excitantes de mi carrera profesional.

Tiene que ser frustrante haber dedicado 42 años a la traducción del Rollo de Cobre y que todo se resuelva en cuestión de tres meses tras la aparición del segundo Rollo.

En absoluto. Los manuscritos del mar Muerto, de los que el rollo forma parte, aparecieron por casualidad en una cueva de Palestina porque un pastor tiró dentro una piedra y escuchó cómo algo se rompía. Así se descubrió el primero de los depósitos de los Manuscritos. Eso no es arqueología: es suerte. Pero sin estas décadas de exhaustivo estudio nunca hubiésemos llegado al señor Kayn…

¿Al señor Kayn? ¿A qué se refiere?
No
me diga que un multimillonario aparece citado en el Rollo de Cobre.

No puedo hablar de eso. Ya he dicho demasiado.

L
A
EXCAVACIÓN

Desierto de Al Mudawwara, Jordania

Miércoles, 12 de julio de 2006. 19.33

Las siguientes horas fueron un ir y venir frenético en el cañón. El profesor Forrester decidió establecer el campamento a la entrada, protegido del viento por las dos paredes de roca que se estrechaban al inicio del cañón para luego ensancharse y por fin juntarse doscientos ochenta metros más lejos, en lo que Forrester llamó el índice. Dos bifurcaciones del cañón hacia el este y el sureste formaban los dedos Corazón y Anular.

El grupo viviría en unas tiendas especiales diseñadas por una empresa israelí para combatir el calor del desierto. Gran parte de la actividad de la tarde para casi todos consistió en montar las tiendas, ya que la labor de descarga de los camiones recayó casi al completo en Robert Frick y Tommy Eichberg, que emplearon las grúas hidráulicas que los Kamaz incorporaban para poder descargar las enormes cajas metálicas numeradas en las que viajaba el material de la expedición.

—Dos mil kilos de comida, cien kilos de medicinas, mil ochocientos kilos de material arqueológico, tres mil kilos de herramientas y provisión eléctrica, mil kilos de rieles de acero, una perforadora y una miniexcavadora. ¿Qué le parece, niña?

Andrea hizo un gesto de asombro, tomando notas mentales para su reportaje. Mientras, marcaba las casillas en la lista de verificación que Tommy le había entregado. Por su escasa experiencia en el montaje de tiendas, Andrea se había ofrecido voluntaria para echar una mano en la descarga, y el conductor le había encargado controlar dónde debía ir cada una de las cajas. No lo había hecho por un altruista deseo de ayudar, sino porque creía que cuanto antes acabaran antes podría hablar con Harel y Fowler a solas. Ahora la doctora estaba demasiado ocupada levantando la tienda enfermería.

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