Read El año que trafiqué con mujeres Online
Authors: Antonio Salas
Ahora no me cabe duda de que esas fantasías sexuales de los puteros están motivadas, o al menos condicionadas, por la oferta pornográfica que satura diariamente el mercado del sexo. Desde los zapatos de tacón de aguja y la lencería fina hasta las eyaculaciones faciales y las orgías: los dientes piden a las furcias lo que ven en los vídeos, revistas y páginas pomo, y que desean imitar. En ocasiones los proxenetas o los encargados del burdel exigen a las meretrices que satisfagan esas peticiones, por sórdidas y denigrantes que resulten, bajo la amenaza de ser expulsadas del prostíbulo, y eso en el mejor de los casos. Debería haberme dado cuenta en ese momento de que ninguna mente puede resistir por mucho tiempo un castigo tan atroz y continuado sin acusar trastornos psicológicos tarde o temprano.
Poco a poco, y tras invertir todas las horas muertas de mi tiempo en visitar las páginas pornográficas de la red que me habían marcado Néstor o Valérie, comenzaron a aparecer los primeros resultados. Afortunadamente mis amigos son comprensivos y ya están acostumbrados a mis rarezas. Por eso se limitaban a mirarme con una sonrisa tolerante, cuando inundaba el ordenador de sus oficinas o sus domicilios con cientos de páginas web pornográficas, aprovechando que sus equipos informáticos son más rápidos y potentes que el mío.
De esta forma empecé a localizar, poco a poco, día a día, foto a foto, las imágenes originales, hurtadas de las webs eróticas o pomo por los responsables de los ciberburdeles, haciéndolas pasar por sus prostitutas. Para darle un toque de realismo, los diseñadores de la página manipulan la fotografía original, ocultándole el rostro, como si de verdad se tratase de una fulana localizable en ese club que desea mantener el anonimato. A continuación añaden una descripción completa, y totalmente falsa, de la joven, detallando sus supuestas fantasías eróticas: «Tengo diecinueve añitos. Mi altura es 1,78 Y mis medidas, 90-60-90. Me encanta hacerlo por detrás ... ». Los serrallos más audaces con su presencia en Internet, como la malagueña www.ladyerotik.com, tienen la osadía de añadir las palabras «foto real sobreimpresionada en esas imágenes robadas de páginas pornográficas.
En otros casos, como la madrileña www.ladymaryan.com, incluso se atreven a ofrecer a alguna pornostar internacional, como Brandy Smith. Esta actriz, que pertenece a la factoría Private, jamás ha trabajado en un prostíbulo español. Así me lo confirmaron en su sede central de Barcelona, regentada por Natalia Kim, al ver las fotos expuestas por el burdel madrileño en su página web. Y es que la chica que Lady Maryan ofrece como «Lorena: estudiante de Medicina, de veinte añitos, nacida en Madrid, con medidas 90-60-90 y dispuesta a cualquier juego erótico es en realidad una de las actrices pomo más reputadas del mundo, que ni ha estudiado Medicina ni tiene veinte años ni ha pisado Madrid en su vida.
Ya sólo me quedaba comprobar por mí mismo si las afirmaciones de Valérie Tasso eran tan precisas como siempre. Decidí averiguar cómo reaccionaban los encargados del burdel cuando un diente solicitaba a alguna de las chicas que aparecen en sus páginas web. Para el siguiente experimento escogí uno de los locales que presentan la placa de garantía de calidad de ANELA— Según la asociación de empresarios de prostíbulos españoles, esa placa avala los servicios de sus ramerías. Así que, según ANELA, sin duda la página web www.help.arrakis.es reflejaba solamente la oferta de los honrados empresarios del conocido prostíbulo valenciano.
El Help, ubicado en la calle Dr. Vila Barberá, N. 20, bajo, ingresó en ANELA el 30 de octubre de hace dos años, momento en que la placa que garantiza la calidad del prostíbulo era colocada en la entrada del burdel. ¿Y quién fue la persona encargada de realizar la solemne entrega de esta placa ANE LA? Pues nada más y nada menos que mi viejo «camarada» D. José Luís Roberto, fundador de la asociación de puticlubs, director de Levantina de Seguridad, y presidente del partido político de extrema derecha España2000.
Antes de acudir al burdel, marqué su número de teléfono, el 96 380.... y expresé claramente mi deseo de tener relaciones sexuales con una de las chicas que aparecían en su página web: Miriam. Según la encargada, no había ningún problema. Sólo tenía que acercarme al prostíbulo y allí podría disfrutar de los encantos de la estilizada rubia que había visto en su sitio de Internet. Aparqué el coche a un par de manzanas del local y preparé la cámara oculta. No me hacía gracia pensar que los vigilantes/porteros del burdel muy probablemente habrían salido de Levantina de Seguridad, pero era una de esas situaciones en las que no hay alternativas: o asumía el riesgo y entraba, o me volvía al hotel. Finalmente opté por lo primero. Activé la cámara y acudí a la mancebía de ANELA como un cliente más, completamente solo y sin cobertura, como casi siempre.
Para entrar en el He1p hay que llamar a un telefonillo y esperar a que te abran. Esos segundos, con uno de los vigilantes del lupanar a mi espalda, resultaron incómodos y no pude evitar ocultarme la cara lo más posible.
Por fin me abrió la encargada, una rubia madurita de pelo corto, que me acompañó hasta el bar del club, atravesando una serie de salas lujosamente decoradas. Tardaría algunas semanas en averiguar, gracias a uno de mis «camaradas» skinhead de Levantina de Seguridad, que la rubia madurita era Raquel, cuyo marido, por cierto, también fue uno de los capos de las empresas de seguridad en Valencia: concretamente de Nauper, con una curiosa historia personal. Le pedí una copa a Raquel y pregunté por Miriam, la chica de Internet. Como me esperaba, la mujer me dio evasivas.
—Miriam ahora está en un servicio, pero te voy a pasar a otras chicas muy guapas que tenemos.
Dicho y hecho. Varias jóvenes fueron desfilando frente a mi cámara oculta, mostrándome sus encantos. Ninguna de ellas aparecía en la página web del He1p. Y aunque, por supuesto, eran jóvenes y agraciadas, distaban mucho de las exuberantes modelos que aparecían en la red.
—¿Y bien?, ¿cuál te gusta? —me dice la señora, una vez ha desaparecido la última de las rameras que me ha mostrado como si fuesen ganado en una feria bovina.
—Pues la verdad es que me gusta Miriam —respondo conteniendo la sonrisa.
—Ya te he dicho que Miriam está ocupada —replica ella, que empieza a enfadarse.
—Vale, pues la esperaré.
Con la mejor de mis sonrisas me acomodé en la barra del club y continué tomando mi copa, bajo la mirada atónita de la madame. Parecía evidente que no se esperaba mi reacción y permaneció unos minutos sin saber qué decir.
—Es que va a tardar. Está haciendo un servicio en un hotel.
—No importa, no tengo prisa —y seguí con mi copa reprimiendo la sonrisa maliciosa que intentaba asomar a mis labios.
Según el minutado de la cinta de mi cámara oculta, sólo tardó cuatro minutos en volver a preguntarme:
—¿Bueno, qué, te lo has pensado mejor?
—Sí, claro.
—¿Y? ¿Con cuál te quedas?
—Con Miriam.
Lógicamente, la mujer se enfadó de verdad y me dijo que Miriam ya no trabajaba allí, y que no iba a volver, así que o elegía a otra chica o no pintaba nada en el burdel de ANELA— Era más que suficiente. Evidentemente Miriam no se llama Miriam sino Julia —si no estoy equivocado—, no era prostituta, sino una modelo erótica rusa —ni siquiera porno— y por supuesto jamás ha estado en España ni en Valencia ni en el Help ni en ningún otro burdel de ANELA—
No soy abogado, pero imagino que los puteros habituales que acudan al Help con la intención de utilizar a alguna de las chicas que aparecen en su página web podrían acusar al prestigioso prostíbulo, en el mejor de los casos, de utilizar publicidad engañosa. Con o sin placa de ANELA, con o sin garantía de calidad, si quieren alcanzar el orgasmo con alguna de las chicas que se anuncian en la web del Help, como la ficticia Miriam, tendrán que hacerlo a mano.
La trastienda del burdel
A pocos kilómetros de Valencia, en la localidad de Silla, se encuentra el primer burdel que recibió la honorable placa de ANELA: El Cisne, que por cierto también cuenta con página web, www.complejoelcisne.com, aunque, todo hay que decirlo, al menos no incluye fotos de sus prostitutas.
Llegué ya bien entrada la madrugada y conecté la cámara oculta justo antes de cruzarme con Nacho, el encargado de la seguridad, con el que terminé haciendo buenas migas. Nunca me atreví a preguntarle si pertenecía a los skinheads de Levantina de Seguridad ni si había estado en la manifestación contra la inmigración, organizada por José Luís Roberto y su partido ultraderechista. Sería tentar demasiado a la suerte, y sólo me faltaba que un grupo de porteros y vigilantes de burdel pillasen a Tiger88 solo y grabándoles con una cámara oculta en el interior de un prostíbulo. Afortunadamente todos los skins de Levantina de Seguridad frecuentaban las páginas nazis en que se le habían atribuido otras identidades a Tiger88, y buscaban a los supuestos Antonios Salas que circulaban por la red y no a mí.
El Cisne fue, desde su fundación, uno de los arietes de ANELA, de cara a los medios de comunicación. Adrián Espejo, gerente del prostíbulo, siempre con una sonrisa en los labios, respondía pacientemente a las inquisitivas preguntas de la prensa, para quien abrió las puertas de su local.
Confieso que me habría gustado haber encontrado trapos sucios en El Cisne, por eso, cuando Diana, una dominicana mulata de grandes pechos, me dio conversación, desplegué todos mis encantos para ganármela. Conozco relativamente bien la República Dominicana. En su día recorrí toda su geografía, desde Puerto Plata a Elías Piñas y desde Gemaní a Santo Domingo, pasando por Neibar, Bani, San Cristóbal, Santiago, etc., incluyendo el pueblo de donde era originaria Lucrecia Pérez, la inmigrante asesinada a tiros en Madrid por un guardia civil neonazi y varios miembros de Ultrassur. La pobre Diana no sabía que los asesinos de su paisana era «primos ideológicos» del fundador de la asociación empresarial que vivía de su esfuerzo y sacrificio. Siempre me he preguntado qué pensarían los asesinos de Lucrecia Pérez y los miles de neonazis subnormales que les aplaudieron si supiesen que algunos de sus ideólogos políticos, como José Luís Roberto, se lucran de otras inmigrantes ¡legales como ella. En el fondo no demuestran ser más que una pandilla de pardillos que se han pasado con la maquinilla de afeitar, rapándose el cerebro. Y las skingir1s que enérgicamente exigen la expulsión de las inmigrantes por quitar los puestos de trabajo a las «verdaderas» españolas blancas tal vez deberían ocupar su lugar en los burdeles de ANELA, así todo quedaría en casa.
No fue difícil convencer a la dominicana para vemos a las cuatro de la madrugada, cuando concluía su horario en el serrallo. Ella vivía en Valencia y me ofrecí a acompañarla. Se ahorraría el dinero del taxi y yo tendría la oportunidad de conseguir una nueva fuente de información. Al día siguiente, y durante varios de mis viajes a
Valencia, volvería a verme con Diana, que me facilitaría mucha información sobre El Cisne y otros locales en los que había trabajado antes, y en los que ha trabajado después.
Diana fue quien me explicó que, aunque ella no dormía en El Cisne, tenía que pagar 42 euros todos los días para poder buscar clientes en el burdel. La misma suma que pagan las busconas alojadas en el local 24 horas al día. Ella sabe que no puede elegir: o acepta las condiciones del prostíbulo o se larga. Además debía abonar una multa, de 6 euros por fracción, cada vez que se excedía en el tiempo contratado por el cliente para el servicio sexual. Ella vivía en Valencia y podía comprarse la ropa, zapatos, perfumes y demás «herramientas de trabajo» en las tiendas normales, pero las chicas que estaban día y noche en El Cisne recibían periódicamente la visita de «representantes comerciales» que les vendían vestidos, joyas, etc., a precios abusivos aprovechándose de que no podían comprarlos en ningún otro lugar. Ella se quejaba de que, hiciesen lo que hiciesen y se esforzasen cuanto se esforzasen, quienes siempre salían ganando eran los empresarios.
—Yo puedo entender que cobren a las chicas que viven aquí como si fuese un hotel pero ¿por qué nos cobran lo mismo a las que no estamos aquí más que el tiempo que dura el alterne? Tampoco entiendo por qué, por ejemplo, cuando yo hago un strip-tease en una despedida de soltero y cobro 180 euros, tengo que darle a ellos 80, si soy yo la que hago todo el trabajo...
Fue Diana la que me contó que al menos las chicas que vivían en El Cisne tenían piscina y otras comodidades, aunque por eso no deja de ser una cárcel con barrotes de oro en la que de vez en cuando se producían pequeños robos, como en todos los lupanares de España. Ellas saben que podrían estar peor, pero ninguna ejerce la prostitución libre y voluntariamente como creen los responsables de ANELA, sino porque, como Diana, carecen de documentos legales y prefieren vender su cuerpo que regresar a un país donde sólo les espera una vida de miseria.
Una de esas noches, mientras estaba en El Cisne se produjo un incidente muy curioso. Aparecieron cuatro individuos jóvenes, fuertes y que, por su acento, parecían rumanos. Al otro lado de la barra, Antonio y otros trabajadores del local manifestaban un claro nerviosismo. Los rumanos hablaban por sus móviles con alguien sin decidirse a pedir una consumición, por lo que Antonio les llamó la atención. Entonces volvieron a utilizar el móvil y, poco después, otros cuatro o cinco rufianes llegaron a El Cisne. Ni Nacho ni toda la guardia pretoriana de José Luís Roberto se habría atrevido a chistarles a los rumanos y la tensión era patente en el burdel. No es lo mismo apalear a un vagabundo negro con media docena de camaradas sidris, que enfrentarse a varios rumanos armados. Ahí es donde los guerreros arios se acojonan.
Entonces pidieron alcohol y chicas en cantidad, y yo consideré que era el mejor momento para batirme en retirada. Sólo me faltaba verme involucrado en un tiroteo. Diana fue una de las escogidas para subir con los rumanos y al día siguiente me relataría con detalle su episodio. Pese a que Levantina de Seguridad teóricamente garantiza la seguridad de las chicas en los burdeles de ANELA, ni Diana ni ninguna de sus amigas se sintió segura.
Y eso me llevó a pensar que diga lo que diga ANELA, el mundo de la prostitución está ligado a la noche, las mafias y la violencia. Todas las rameras de sus locales, que en ningún caso son furcias por vocación, forman parte de lo que el profesor de justicia Criminal en la Universidad de Illinois, Steven A. Egger, llama «los menos muertos», en relación a que son las víctimas más accesibles para todo tipo de violencia homicida. El agente Juan simplemente las definiría como «carne de cañón».