—¿Podemos hablar en privado? —dije.
Victor me llevó al pasillo.
—Es el señor Quaverley —le expliqué.
—¿Quién?
Repetí lo que el doctor Spoon me había contado. Victor no pareció nada sorprendido.
—Me parecía que tenía aspecto de personaje de libro —dijo al final.
—¿Quiere decir que esto ya ha sucedido antes?
—¿Leíste alguna vez
La fierecilla domada?
—Claro.
—Bien, ¿sabes el calderero borracho de la introducción al que hacen creer que es un lord y para el que luego representan la obra?
—Claro —respondí—. Se llama Christopher Sly. Tiene algunas frases al final del primer acto y eso es lo último que sabemos de él…
Dejé de hablar.
—Exacto —dijo Victor—. Hace seis años encontraron vagando en las afueras de Warwick a un borracho sin educación muy confundido que sólo hablaba inglés isabelino. Dijo llamarse Christopher Sly, exigió una copa y estaba deseoso por saber cómo acababa la obra. Conseguí interrogarle durante media hora, y en ese tiempo me convenció de que era el de verdad… Sin embargo, él nunca consiguió comprender que ya no estaba en su propia obra.
—¿Dónde está ahora?
—Nadie lo sabe. Se lo llevaron para interrogarlo dos agentes de OpEspec sin especificar poco después de que yo hablase con él. Intenté descubrir qué le había pasado, pero ya sabes lo hermética que puede llegar a ser OpEspec.
Pensé en mi experiencia en Haworth, cuando era una niña.
—¿Qué hay del otro sentido?
Victor me miró fijamente.
—¿A qué te refieres?
—¿Ha oído hablar alguna vez de alguien dando el salto en dirección contraria?
Victor miró al suelo y se frotó la nariz.
—Eso es bastante radical, Thursday.
—¿Pero usted lo cree posible?
—No lo cuentes por ahí, Thursday, pero empiezo a pensar que es posible. Las barreras entre la realidad y la ficción son más porosas de lo que creemos; un poco como un lago congelado. Cientos de personas pueden caminar por encima, pero una tarde aparece una zona más delgada y alguien cae a través; el agujero vuelve a congelarse a la mañana siguiente. ¿Has leído
Dombey e hijo
de Dickens?
—Claro.
—¿Recuerdas al señor Glubb?
—¿El pescador de Brighton?
—Correcto.
Dombey
se terminó en 1848 y en 1851 tuvo una reseña extensa con una lista de personajes. En esa reseña no se mencionaba al señor Glubb.
—¿Un fallo?
—Quizás. En 1926, un coleccionista de libros antiguos llamado Redmond Bulge desapareció mientras leía
Dombey e hijo
. El incidente fue muy mencionado en la prensa debido al hecho de que su ayudante había estado convencido de que vio a Bulge «disolverse en humo».
—¿Y Bulge se ajusta a la descripción de Glubb?
—Casi con toda exactitud. Bulge se especializaba en coleccionar historias sobre el mar y Glubb se especializa en contar historias precisamente de ese tema. Incluso el nombre de Bulge al revés se lee «Eglub», una aproximación lo suficientemente cercana a Glubb como para hacernos creer que él mismo lo inventó —suspiró—. Supongo que crees que es increíble.
—En absoluto —respondí, pensando en mi propia experiencia con Rochester—, pero ¿está completamente seguro de que él
cayó
en
Dombey e hijo
?
—¿Qué quieres decir?
—Puede que diese el salto por decisión propia. Puede que lo hubiese preferido… y se quedase.
Victor me miró de forma curiosa. No se había atrevido a contar sus teorías a nadie por miedo al ostracismo, pero aquí tenía a una respetada detective literaria de Londres con la mitad de sus años que iba todavía más lejos de lo que él había imaginado. Una idea se le pasó por la cabeza.
—Tú lo has hecho, ¿no?
Le miré directamente a los ojos. Por esto nos podían jubilar a los dos.
—Una vez —susurré—. Cuando era muy niña. No creo que pudiese volver a hacerlo. Durante muchos años incluso creí que esa vez había sido una alucinación.
Iba a ir a más y contarle lo de Rochester saltando en sentido contrario después del tiroteo en el apartamento de Styx, pero en ese momento Bowden sacó la cabeza al pasillo y nos pidió que entrásemos.
El señor Rumplunkett había terminado el examen inicial.
—Un disparo al corazón, muy limpio, muy profesional. Todos los demás detalles del cuerpo son por lo demás normales, excepto muestras de raquitismo en la infancia. Hoy en día es muy poco común, por lo que no debería ser difícil localizarle, a menos, claro, que pasase la niñez en otro país. Un estado dental muy malo, y además tenía piojos. Probablemente no se haya bañado en un mes. No puedo decirles mucho más, excepto que su última comida fue sebo, cordero y cerveza. Habrá más cuando las muestras de tejidos vuelvan del laboratorio.
Victor y yo nos miramos. Yo tenía razón. El cadáver tenía que ser el señor Quaverley. Nos fuimos a toda prisa; le expliqué a Bowden quién era Quaverley y de dónde había salido.
—No lo entiendo —dijo Bowden mientras caminábamos hacia el coche—. ¿Cómo sacó Hades al señor Quaverley de
todos
los ejemplares de
Chuzzlewit.
—Porque fue por el manuscrito original —respondí—, para causar la máxima alteración. Todos los ejemplares por todo el planeta, en cualquier forma, se originan en ese primer acto de creación. Cuando cambia el original, todos los demás también tienen que cambiar. Si pudieses retroceder cien millones de años y cambiar el código genético del primer mamífero, cada uno de nosotros sería totalmente diferente. Es lo mismo.
—Vale —dijo Bowden lentamente—, ¿pero por qué lo hace Hades? Si es extorsión, ¿por qué matar a Quaverley?
Me encogí de hombros.
—Quizá sea un aviso. Quizá tenga otros planes. Hay peces mucho más importantes en
Martin Chuzzlewit
que el señor Quaverley.
—Entonces, ¿por qué no nos dice nada?
Hades y Goliath
«Durante toda mi vida he sentido al destino tirándome de la manga. Muy pocos de nosotros tenemos alguna idea concreta de qué debemos hacer aquí y cuándo debemos hacerlo. Todo pequeño acto produce un efecto dominó que acaba afectando de formas invisibles a todos los que nos rodean. Yo tuve la suerte de tener un propósito claro.»
T
HURSDAY
N
EXT
Una vida en OpEspec
Pero sí lo había hecho. Cuando volvimos, había una carta aguardándonos en la comisaría. Había esperado que fuese de Landen, pero no lo era. No llevaba sello y la habían dejado sobre la mesa esa mañana. Nadie había visto quién la había entregado.
Llamé a Victor tan pronto como la leí, dejando la hoja de papel sobre la mesa para evitar tocarla más de lo que ya lo había hecho. Victor se puso las gafas y leyó la nota en voz alta.
Estimada Thursday,
Cuando supe que te habías unido al personal de detectives literarios de Swindon casi creí en la intervención divina. Parece que al final podremos resolver nuestras diferencias. El señor Quaverley no fue más que el comienzo. Al propio Martin Chuzzlewit le caerá el hacha a continuación a menos que reciba lo siguiente: 10 millones de libras en billetes usados, un Gainsborough, preferiblemente el que tiene el niño de azul, ocho semanas de representación de
Macbeth
para mi amigo Thomas Hobbes en el teatro Old Vic, y quiero que cambiéis el nombre a un área de servicio de autopista llamándola «Leigh Delamere» en honor a la madre de un colega. Hay que indicar la aceptación colocando un pequeño anuncio en la edición del miércoles del
Swindon Globe
anunciando la venta de conejos de Angora y te daré más instrucciones.
Victor se sentó.
—Está firmada Acheron. ¡Imagina un
Martin Chuzzlewit
sin Chuzzlewit! exclamó seriamente, repasando todas las posibilidades—. El libro se acabaría, con el primer capítulo. ¿Pueden imaginar a los otros personajes esperando a un personaje principal que no aparecerá nunca? Sería como intentar representar
Hamlet
sin el príncipe.
—Bien, ¿qué hacemos? —preguntó Bowden.
—A menos que tengamos un Gainsborough que no queramos y diez millones en calderilla, recurriremos a Braxton.
Cuando entramos, Jack Schitt estaba en el despacho de Braxton Hicks. No se ofreció a salir cuando le dijimos a Hicks que era importante y Hicks no se lo pidió.
—Bien, ¿qué pasa? —preguntó Braxton, mirando a Schitt de reojo, quien practicaba golf en la moqueta.
—Hades está vivo —le dije, mirando fijamente a Jack Schitt, quien alzó una ceja.
—¡Dios santo! —murmuró Schitt con un tono poco convincente—. Eso es una sorpresa.
Pasamos de él.
—Lea esto —dijo Victor, entregándole la nota de Acheron cubierta de celofán.
Braxton la leyó antes de pasársela a Schitt.
—Ponga el anuncio, agente Next —dijo Braxton altivo—. Parece haber impresionado a Acheron lo suficiente para que confíe en usted. Hablaré con mis superiores sobre sus exigencias y puede informarme cuando vuelva a ponerse en contacto con usted.
Se puso en pie para hacernos saber que la entrevista había terminado pero yo seguí sentada.
—¿Qué está pasando, señor?
—Eso es clasificado, Next. Nos gustaría que realizase la entrega para nosotros, pero ésa será su única implicación en la operación. El señor Schitt dispone de un pelotón extremadamente bien entrenado que se ocupará de la captura de Hades. Buenos días.
Aun así no me puse en pie.
—Va a tener que decirme más, señor. Mi tío está implicado, y si quiere que colabore, entonces tendré que saber qué está pasando.
Braxton Hicks me miró y entrecerró los ojos.
—Me temo…
—Qué demonios —intervino Schitt—. Díselo.
Braxton miró a Schitt, quien seguía practicando golf.
—Tendrá
usted
el honor, Schitt —dijo Braxton con furia—. Después de todo, es
su
espectáculo.
Schitt se encogió de hombros y acabó el tiro al hoyo. La bola dio en la marca y sonrió.
—Durante los últimos cien años se ha producido una inexplicable fertilización cruzada entre las obras de ficción y la realidad. Sabemos que el señor Analogy lleva un tiempo investigando el fenómeno, y sabemos del señor Glubb y otros personajes que han entrado en libros. No sabíamos de nadie que hubiese regresado, por lo que lo considerábamos un viaje de ida. Christopher Sly lo cambió todo.
—¿Ustedes le tienen? —preguntó Victor.
—No; regresó. Por voluntad propia, la verdad, aunque por desgracia al estar tan borracho no regresó a la versión de Will de
La fierecilla domada
, sino a una interpretación desigual en uno de los Bad Quartos. Se evaporó en el aire un día mientras le observábamos.
Hizo una pausa dramática y limpió el
putter
con un enorme pañuelo rojo con topos.
—Desde hace un tiempo, la división de armamento avanzado de Goliath ha estado trabajando en un dispositivo para permitir abrir una puerta hacia una obra de ficción. Después de treinta años de investigación y un gasto fabuloso, todo lo que hemos logrado ha sido sintetizar un Cheddar de muy mala calidad a partir de los volúmenes uno a ocho de
El mundo del queso
. Sabíamos que Hades estaba interesado, y había rumores de experimentos clandestinos en Inglaterra. Cuando robaron el manuscrito
Chuzzlewit
y descubrimos que lo tenía Hades, supe que íbamos por buen camino. El secuestro de su tío sugería que había perfeccionado una máquina y la extracción de Quaverley lo demostró. Cazaremos a Hades, aunque realmente lo que queremos es la máquina.
—Olvida —dije lentamente—, que la máquina no les pertenece; conociendo a mi tío, destruirá la idea para siempre antes que entregársela a los militares.
—Lo sabemos todo sobre Mycroft, señorita Next. Descubrirá que semejante salto cuántico en el conocimiento científico no debe ser propiedad de un hombre incapaz de comprender el verdadero potencial de su dispositivo. La tecnología pertenece a la nación.
—Se equivoca —dije obstinadamente, poniéndome en pie para salir—. Se equivoca todo lo que es posible equivocarse. Mycroft destruye toda máquina que cree que puede tener un potencial militar devastador; si todos los científicos se parasen a pensar en los posibles efectos de sus descubrimientos, ahora el mundo sería un lugar mucho más seguro para todos.
Schitt aplaudió lentamente.
—Un discurso valiente, pero ahórreme la moralina, Next. Si quiere refrigeradores, su coche, una casa bonita, asfalto en las carreteras y un servicio de salud, entonces dé las gracias al negocio del armamento. Gracias a la economía de guerra que nos impulsa y gracias a Goliath. Crimea es buena, Thursday… Buena para Inglaterra y especialmente buena para la economía. Usted ridiculiza el negocio del armamento pero sin él seríamos un país de décima categoría luchando por mantener estándares de vida cercanos a los de nuestros vecinos europeos. ¿Eso le gustaría más?
—Al menos tendríamos la conciencia tranquila.
—Ingenuo, Next, muy ingenuo.
Schitt volvió a su golf y Braxton siguió con la explicación.
—Agente Next, estamos dando todo el apoyo posible a la Corporación Goliath en este asunto. Queremos que nos ayude usted a atrapar a Hades. Usted le conoce de su época de universidad y la carta va dirigida a usted. Aceptaremos sus exigencias y acordaremos un punto de entrega. Luego le seguiremos y le arrestaremos. Simple. Goliath obtiene el Portal de Prosa, nosotros obtenemos el manuscrito, su tío y su tía quedan libres y OpEspec 5 tiene a Hades. Todo el mundo saca algo y por tanto todo el mundo está contento. Así que por ahora, nos sentamos a esperar noticias de la entrega.
—Conozco tan bien como usted las reglas de ceder a la extorsión, señor. A Hades no se le engaña con facilidad.
—No llegará hasta ahí —respondió Hicks—. Le daremos el dinero y le pillaremos mucho antes de que pueda escapar. Tengo total confianza en los operativos de Schitt.
—Con todos los respetos, señor, Acheron es más listo y duro de lo que pueda imaginar. Deberíamos hacerlo nosotros. No necesitamos a los mercenarios de Schitt dando tiros en todas direcciones.
—Permiso denegado, Next. Hará lo que le digo, o no hará nada. Creo que eso es todo.
Debería haber sentido más furia, pero no la sentía. No había habido ninguna sorpresa —Goliath
nunca
aceptaba compromisos—. Y cuando no hay sorpresas, es difícil cabrearse. Tendríamos que trabajar con lo que teníamos.