»Rivaud no quiere huir de nuevo, cambiar de nombre, situarse otra vez. Se empieza a hablar de él. El porvenir es magnífico.
»Françoise consigue...
»Y, naturalmente, cuando le anuncia que va a ser madre, usted no duda ni un momento que...
»¡Ahora ya no podrá usted decir nada! ¡Le tienen en sus manos! Alumbramiento clandestino en Burdeos, en casa de Josephine Beausoleil, adonde usted sigue yendo a menudo a ver a la niña a la que toma por su hija. Fue la misma Beausoleil quien me lo dijo.»
Y Maigret, por pudor, evitó mirar a su interlocutor.
—¿Me comprende? ¡Rivaud era un arribista! ¡Un hombre superior! ¡Un hombre que no quería recordar su pasado! Amaba a su cuñada, pero a pesar de ello su preocupación por el porvenir fue más fuerte y toleró que una vez, por lo menos, ella pasase a sus brazos. Esta es la única pregunta que me permitiré hacerle: ¿sólo una vez?
—¡Sólo una vez!
—Después ella rehusó, ¿verdad?
—Bajo diversos pretextos. Le daba vergüenza.
—¡No! ¡Amaba a Rivaud! Se había entregado a usted sólo para salvarlo. Usted estaba persuadido de que la niña era suya. ¡En adelante, se callaría! Incluso iba con frecuencia a Burdeos, a ver a su hija.
«Y he aquí el drama. En América del Norte, Samuel, nuestro Samuel de Polonia y Argel, se volvió completamente loco. Asaltó a dos mujeres en las cercanías de Chicago y las remató clavándoles una aguja en el corazón. Eso lo he descubierto consultando los archivos.
»Al verse perseguido volvió a Francia. Y vino a Bergerac en busca de dinero. Su hijo le dio fondos para que desapareciese de nuevo, pero al marcharse, en una nueva crisis, cometió otro crimen. Estrangulación. Aguja en el corazón. Fue en el bosque del Molino Nuevo, que hay que atravesar para ir de la casa del doctor a la estación. ¿Sospecha usted ya la verdad?»
—¡No! ¡Le juro que no!
—Volvió a casa de su hijo. Probablemente varias veces. Rivaud le daba dinero cada vez, para que se fuese. No podía hacerlo internar, y mucho menos hacerlo detener.
—Le dije que era necesario que aquello terminase.
—Sí, y en consecuencia él tomó sus medidas. El viejo le telefoneó, y su hijo le dijo que bajase del tren un poco antes de la estación.
«¡Eso es todo! ¡Su hijo lo mató! No toleraba ningún obstáculo entre él y el porvenir. Ni siquiera a su mujer, a la que hubiera enviado un día u otro a un mundo mejor. Porque tenía a Françoise, de la que había tenido una hija. Esa niña que...»
—¡Basta!
Entonces Maigret se puso en pie con sencillez, como tras una visita cualquiera.
—Eso es todo, señor procurador.
—Pero...
—Era una pareja muy ardiente, compréndalo. ¡Una pareja que no admitía obstáculos! Rivaud había encontrado a la mujer que necesitaba: Françoise, que, por él, aceptó su abrazo.
Ya no se dirigía más que a un pobre hombrecillo incapaz de reaccionar.
—La pareja ha muerto. Queda una mujer que nunca fue ni demasiado inteligente, ni demasiado peligrosa: la señora Rivaud, que recibirá una pensión. Se irá a vivir con su madre a Burdeos, o a otro sitio. Esas dos no hablarán.
Tomó el sombrero que había dejado sobre la silla y continuó:
—En cuanto a mí, ya es hora de que vuelva a París. Mis vacaciones han terminado.
Se acercó a la mesa y le tendió la mano:
—Adiós, señor procurador.
Y como su interlocutor se precipitase sobre aquella mano con un reconocimiento que amenazaba manifestarse por un torrente de palabras, lo cortó con un:
—¡Sin rencor!
Salió tras el criado de chaleco a rayas, cruzó la plaza, y no sin esfuerzo llegó al hotel, donde le dijo al dueño:
—Para hoy, por fin, truchas y foie–gras del país. ¡Y la cuenta! ¡Nos largamos!
Fin
Georges Joseph Christian Simenon (Lieja, 13 de febrero de 1903 - Lausana, 4 de septiembre de 1989) fue un escritor belga en lengua francesa. Simenon fue un novelista de una fecundidad extraordinaria, con 192 novelas publicadas bajo su nombre y una treintena de obras aparecidas bajo 27 seudónimos. Los tirajes acumulados de sus libros alcanzan 550 millones de ejemplares.
Nació en Lieja, oficialmente el 12 de febrero de 1903. Su vida comienza regida por el misterio, pues en realidad nació el viernes 13 de febrero, pero fue declarado como nacido el 12, por superstición. Simenon nació en el tercer piso del 26 (actualmente 24) de la «rue Léopold», en Lieja. Fue el primer hijo de Désiré Simenon, contador de una oficina de seguros, y de Henriette, ama de casa, decimotercera hija nacida en una familia acomodada, quienes se casaron el 22 de abril de 1902. A finales de abril de 1905, la familia se mudó al 3 de la «rue Pasteur» (actualmente 25 de la «rue Georges Simenon») en el barrio de Outremeuse. Encontramos la historia de su nacimiento al comienzo de su novela
Pedigree
. La familia Simenon era originaria del Limburgo belga, una región de tierras bajas cercanas al río Mosa, encrucijada entre Flandes, Alemania y los Países Bajos. La familia de su madre era también originaria de Limburgo, pero del lado holandés, región llana de tierras húmedas y de brumas, de canales y de granjas. Por el lado de su madre, descendía de Gabriel Brühl, campesino y criminal de la banda de los verts-boucs que azotó Limburgo a partir de 1726, desvalijando granjas e iglesias durante el régimen austríaco, y que terminó colgado en septiembre de 1743 en el Patíbulo de Waubach. Esta ascendencia explica quizás el particular interés del comisario Maigret por las gentes sencillas convertidas en asesinos.
A diferencia de muchos autores de hoy, quienes intentan construir una intriga lo más compleja posible —como en un juego de ajedrez— Simenon propone una intriga simple, con un argumento y personajes definidos, y un héroe dotado de humanidad, obligado a ir al borde de sí mismo, de su lógica. El mensaje de Simenon es complejo y ambiguo: ni culpables ni inocentes absolutos, sólo culpabilidades que se engendran y se destruyen en cadena. Las novelas del escritor sumergen al lector en un mundo rico de formas, colores, olores, ruidos, sabores y sensaciones táctiles; al que se entra desde la primera frase...
En la estación de Poitiers, en la que había cambiado de tren, ella no pudo resistir. (...) Hacía realmente calor. Era agosto y el expreso que la había traído desde París estaba rebosante de gente que se iba de vacaciones. Revolviendo furtivamente en su bolsa para buscar una moneda, balbuceó: Sírvame otra.
Extraído de Tía Jeanne
El crítico Robert Poulet ha dicho: «Casi todos sus relatos comienzan por cien páginas magistrales a las que se asiste como a un fenómeno natural y en las cuales se encuentra infaliblemente ante una determinada cantidad de materia viva de la que otro Simenon se apoderará para extraer dramas y sorpresas bastante menos hábilmente». Él también ha precisado que Simenon era mejor en la pintura de estados que en la de acciones, definiendo su universo como estático.
Fuera del Comisario Maigret, sus mejores novelas están basadas en intrigas situadas en pequeñas ciudades de provincia en las que incuban sombríos personajes de apariencia respetable, pero dedicados a oscuras empresas, en una atmósfera hipócrita y agobiante, de la que los mejores ejemplos son las novelas «Les Inconnus dans la maison» y «Le Voyageur de la Toussaint», pero también «Panique», «Les Fiançailles de M. Hire», «La Marie du port» y «La Vérité sur bébé Donge».
Bibliografía (sólo con Maigret)
Novelas