El poder del mito (41 page)

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Authors: Joseph Campbell

Tags: #Ensayo, Referencia

BOOK: El poder del mito
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M
OYERS
: Cuando leo tus libros
(Las máscaras de Dios o El camino de los poderes animales
o
La imagen mítica
) suelo encontrarme con imágenes del círculo, ya sea en dibujos mágicos o en la arquitectura, tanto antigua como moderna: en los templos en forma de cúpula de la India, en los grabados paleolíticos sobre roca en Rodesia, en las piedras calendario de los aztecas, en los antiguos escudos de bronce de los chinos o en las visiones del profeta Ezequiel en el Viejo Testamento, cuando habla sobre la rueda en el cielo. Siempre aparece esta imagen. Y este anillo, mi anillo de bodas, también es un círculo. ¿Qué simboliza?

C
AMPBELL
: Depende de cómo entiendas el matrimonio. La misma palabra «símbolo» significa dos cosas reunidas. Una persona tiene una mitad, la otra tiene la otra mitad, y se reúnen. Su reconocimiento está inscrito en el anillo, en el círculo que se ha completado. Este es mi matrimonio, ésta es la fusión de mi vida individual en una vida más amplia que es dos, donde dos son uno. El anillo indica que estamos juntos en un círculo único.

M
OYERS
: Cuando un nuevo papa es entronizado, toma el anillo del pescador, que es otro círculo.

C
AMPBELL
: Ese anillo simboliza el nombre que le dio Jesús a los apóstoles, el nombre de pescadores. Les dijo: «Os haré pescadores de hombres». Se trata de un tema antiguo, anterior al cristianismo. Orfeo es llamado «el Pescador», pues pesca a los hombres, que están viviendo como peces bajo el agua, y los saca a la luz de la superficie. Es una vieja idea de la metamorfosis del pez en hombre. La naturaleza del pez es la naturaleza más crudamente animal de nuestro carácter, y se supone que la religión debe sacarnos de ahí.

M
OYERS
: Cuando un nuevo rey o reina de Inglaterra es entronizado, recibe el anillo de la coronación.

C
AMPBELL
: Sí, porque hay otro aspecto del anillo: es un cautiverio. Como rey, estás sujeto a un principio. Ya no puedes vivir simplemente a tu aire. Has quedado marcado. En los ritos de iniciación, cuando se escarifica o tatúa a los hombres, éstos quedan unidos a los otros y a la sociedad.

M
OYERS
: Jung habla del círculo como
marídala
.

C
AMPBELL
:
Marídala
es el nombre sánscrito de «círculo», pero un círculo coordinado o designado simbólicamente de tal modo que sea el significado de un orden cósmico. Cuando se componen mandalas, se trata de sincronizar el círculo personal con el universal. En un mandala budista muy elaborado, por ejemplo, tienes la deidad en el centro como la fuente de poder, la fuente de iluminación. Las imágenes periféricas serán manifestaciones o aspectos del esplendor de la deidad.

Al hacer un mandala para ti mismo, dibujas un círculo y después piensas en los diferentes sistemas de impulsos y de valores que hay en tu vida. Posteriormente los compones y tratas de descubrir dónde está tu centro. Hacer un mandala es realizar una disciplina tratando de reunir todos los aspectos dispersos de tu vida, para hallar un centro y ordenarte con relación a él. Tratas de coordinar tu círculo con el círculo universal.

M
OYERS
: ¿Tratamos de estar en el centro?

C
AMPBELL
: Sí, en el centro. Por ejemplo, entre los indios navajo, las ceremonias curativas se llevan a cabo por medio de dibujos en la arena, que en su mayor parte son mandalas trazados en la tierra. La persona que debe ser tratada se pone sobre el mandala como una manera de pasar a un contexto mitológico con el que se identificará. Se identifica con el poder simbolizado. Esta idea del dibujo sobre arena con mandalas, y su uso para fines de meditación, aparece también en el Tibet. Los monjes tibetanos practican el dibujo sobre arena, representando imágenes cósmicas que representan las fuerzas de los poderes espirituales que operan en nuestras vidas.

M
OYERS
: Hay un esfuerzo, al parecer, por centrar la vida propia en el centro del universo…

C
AMPBELL
: Sí, por medio de las imágenes mitológicas. La imagen te ayuda a identificarte con la fuerza simbolizada. No puedes esperar que una persona se identifique con algo indiferenciado. Pero cuando le das unas cualidades que apuntan a ciertas realizaciones, la persona puede seguirte.

M
OYERS
: Existe la teoría de que el Santo Grial representaba el centro de la perfecta armonía, la búsqueda de la perfección, de la totalidad y la unidad.

C
AMPBELL
: Hay muchas versiones acerca del Santo Grial. Una de ellas es que existe una caldera de la abundancia en la mansión del dios del mar, en las profundidades del inconsciente. De lo profundo del inconsciente surgen las energías de la vida. Esta caldera es la fuente inagotable, el centro, el manantial del que brota.

M
OYERS
: ¿Crees que eso es el inconsciente?

C
AMPBELL
: No sólo el inconsciente sino el valle del mundo. Las cosas están naciendo a tu alrededor constantemente. Hay una vida que se desparrama por el mundo, y surge de una fuente inagotable.

M
OYERS
: Y bien, ¿qué conclusión sacas de eso, de que en muchas culturas diferentes, separadas por el tiempo y el espacio, emerjan las mismas imágenes?

C
AMPBELL
: Esto indica que hay ciertos poderes en la psique que son comunes a toda la humanidad. De otro modo no podrían haberse dado correspondencias tan detalladas.

M
OYERS
: Entonces, si encuentras que muchas culturas diferentes cuentan la historia de la creación, la historia de un nacimiento virginal o la historia de un salvador que viene, muere y renace, es que nos están hablando de algo que hay dentro de nosotros y de nuestra necesidad de comprender.

C
AMPBELL
: Así es. Las imágenes del mito son reflejos del potencial espiritual que hay en todos nosotros. Mediante su contemplación evocamos sus poderes para nuestras propias vidas.

M
OYERS
: Entonces, cuando una escritura dice que el hombre fue hecho a imagen de Dios, ¿se refiere a ciertas cualidades que todo ser humano posee, no importa cuál sea la religión, cultura, geografía o entorno de esa persona?

C
AMPBELL
: Dios será la idea elemental última del hombre.

M
OYERS
: La necesidad primordial.

C
AMPBELL
: Y todos estamos hechos a imagen de Dios. Ese es el arquetipo final del hombre.

M
OYERS
: Eliot habla de un punto inmóvil en el mundo que va dando vueltas, donde el movimiento y la quietud se unen, el eje donde el movimiento del tiempo y la quietud de la eternidad se reúnen.

C
AMPBELL
: Es el centro inagotable representado por el Grial. Cuando la vida llega a ser, no tiene temor ni deseo, es sólo un devenir. Pero empieza a ser, y empieza a temer y a desear. Cuando puedes librarte del temor y el deseo y volver simplemente al punto del que provienes, has dado en el clavo. Goethe dice que la divinidad es eficaz en lo vivo, no en lo muerto, en el devenir y el cambio, no en lo que ya se ha fijado. Por lo tanto, según él, la razón debe esforzarse en ascender hacia lo divino a través del devenir y el cambio, mientras que la inteligencia hace uso de lo consolidado, que es cognoscible, conocido y puede usarse para dar forma a una vida. Pero el objetivo de tu búsqueda del conocimiento de ti mismo estará en ese punto ardiente que hay dentro de ti, esa cosa que ha de suceder dentro de ti, que es inocente de lo bueno y lo malo del mundo ya devenido, y en consecuencia está libre de deseo y miedo. Esa es la condición de un guerrero que va a la batalla con perfecto valor. Esa es la vida en movimiento. Es la esencia del misticismo de la guerra así como de una planta en crecimiento. Pienso en la hierba… ya sabes, cada dos semanas viene un tipo con una segadora y la corta. Supón que la hierba dijera: «Bueno, al diablo, ¿para qué seguir esforzándose si nos cortan todo el tiempo?». Pero sigue creciendo. Es el sentido de la energía del centro.

Es el sentido de la imagen del Grial, de la fuente inagotable, del manantial. La fuente no se preocupa por lo que sucede una vez que ha generado vida. Lo que importa es dar y llegar a ser, y en ti también hay un punto generador de vida. Todos los mitos se ocupan de decirte eso.

En el estudio de la mitología comparada, comparamos las imágenes de un sistema con las de otro, y ambos se iluminan mutuamente porque uno acentuará y dará expresión clara a un aspecto del sentido, y otro a otro. Se clarifican entre sí.

Cuando empecé a enseñar mitología comparada, temía destruir las creencias religiosas de mis estudiantes, pero descubrí que pasaba justo lo contrario. Las tradiciones religiosas, que no significaban gran cosa para ellos, pero que eran las que les habían dado sus padres, de pronto se iluminaban con una luz nueva cuando las comparábamos con otras tradiciones, donde imágenes similares habían recibido una interpretación más íntima o espiritual.

He tenido estudiantes cristianos, judíos, budistas, un par de seguidores de Zoroastro… todos han pasado por esta experiencia. No hay peligro en interpretar los símbolos de un sistema religioso y llamarlos metáforas en lugar de hechos. Lo que hace eso es transformarlos en mensajes para tu propia experiencia y vida interiores. El sistema de pronto se transforma en una experiencia personal.

M
OYERS
: Me siento más fuerte en mi propia fe sabiendo que otros experimentaron las mismas ansiedades y buscaron imágenes similares para tratar de expresar una experiencia más allá del ropaje de la lengua humana corriente.

C
AMPBELL
: Es por eso que los payasos y las religiones extravagantes son útiles. Los mitos germánicos y celtas están llenos de figuras, extravagantes, deidades realmente grotescas. Esto señala que yo no soy la imagen última, que en mí se transparenta algo. Mirad a través de mí, a través de mi forma cómica.

M
OYERS
: En cierta tradición africana hay una maravillosa historia sobre un dios que va por el camino con un sombrero rojo por un lado y azul por el otro. Cuando los campesinos vuelven a la aldea por la noche, dicen: «¿Has visto a ese dios con el sombrero azul?». Y los otros responden: «No, no, tenía un sombrero rojo». Y terminan peleándose.

C
AMPBELL
: Sí, es el dios bromista nigeriano, Edshu. Lo complica todavía más yendo primero en una dirección y luego en la contraria, y dando vuelta el sombrero también, de modo que siga siendo rojo o azul para cada lado. Después, cuando estos dos sujetos que se han peleado son llevados a juicio ante el rey, el dios bromista aparece y dice: «Es culpa mía, yo lo he hecho, y me he divertido haciéndolo. Provocar conflictos es mi mayor placer».

M
OYERS
: Hay una verdad ahí.

C
AMPBELL
: Vaya si la hay. Heráclito dijo que el conflicto es el creador de todas las cosas. Algo así puede estar implícito en esta idea simbólica del bromista. En nuestra tradición, lo hizo la serpiente en el Edén. Cuando todo estaba tranquilo y establecido, metió una manzana en el cuadro.

Cualquiera que sea el sistema de pensamiento que tengas, de ninguna manera puede incluir la vida sin límites. Cuando piensas que las cosas son de un modo determinado, llega el bromista y todo estalla, y tienes que cambiar y transformarte una vez más.

M
OYERS
: He notado que cuando cuentas estas historias, Joe, siempre lo haces con humor. Pareces disfrutar con ellas, aunque traten de temas extraños y crueles.

C
AMPBELL
: Una diferencia clave entre la mitología y nuestra religión judeo-cristiana es que las imágenes de la mitología se transmiten con humor. Eso te permite comprender que la imagen está simbolizando otra cosa. Te puedes mantener a distancia. Pero en nuestra religión, todo es prosaico, y muy, muy serio. Con Yahvé no se juega.

M
OYERS
: ¿Cómo explicas lo que el psicólogo Maslow llamó «experiencias cumbre», y lo que James Joyce llamó «epifanías»?

C
AMPBELL
: Bueno, no son exactamente lo mismo. La experiencia cumbre se refiere a momentos reales de tu vida, cuando sientes tu relación con la armonía del ser. Mis propias experiencias cumbre, las que supe que habían sido experiencias cumbre después de haberlas tenido, sucedieron todas en el atletismo.

M
OYERS
: ¿Ese fue el Everest de tu experiencia?

C
AMPBELL
: Cuando representaba a la Universidad de Columbia, corrí un par de carreras que fueron simplemente hermosas. Durante la segunda, sabía que iba a ganar aunque no había ningún motivo para que lo supiera, porque me entregaron tardíamente el testigo y el corredor que iba en la punta estaba treinta metros adelantado. Pero lo supe, simplemente, y fue mi experiencia cumbre. Nadie habría podido ganarme ese día. Eso es estar en plena forma y saberlo. No creo que en toda mi vida haya hecho nunca nada tan bien como correr aquellas dos carreras: fue la experiencia de estar realmente en plenitud, haciendo un trabajo perfecto.

M
OYERS
: No todas las experiencias cumbre son físicas.

C
AMPBELL
: No, las hay de otras clases. Pero cuando pienso en experiencias culminantes en mi vida, son ésas las que me vienen a la mente.

M
OYERS
: ¿Y qué hay de las epifanías de James Joyce?

C
AMPBELL
: Bueno, eso es algo diferente. La fórmula de Joyce para la experiencia estética es que no te lleva a querer poseer el objeto. A una obra de arte que te impulsa a poseer el objeto representado, él la llama pornografía. La experiencia estética tampoco te lleva a criticar y rechazar el objeto; a ese arte él lo llama didáctico, o crítica social en forma de arte. La experiencia estética es una mera contemplación del objeto. Joyce dice que ponemos un marco alrededor y lo vemos como una cosa, y que, al verlo como una cosa, somos conscientes de la relación entre las partes, de cada parte con el todo, y del todo con cada una de las partes. Éste es el factor esencial, estético: el ritmo, el ritmo armonioso de las relaciones. Y cuando el artista ha sabido crear un ritmo afortunado, experimentamos un resplandor. Nos transporta al arrebato estético. Eso es la epifanía. Y esto es lo que, en términos religiosos, podría considerarse como el principio de un Cristo creador de todas las cosas hecho realidad.

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