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Authors: Jude Watson

El Rival Oscuro (10 page)

BOOK: El Rival Oscuro
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—Obi-Wan, ¿es ésa la caja que viste?

—Sí. Pero no hay tiempo de descubrir lo que contiene —dijo, en el momento en que llegaba el ascensor—. ¡Vámonos, Qui-Gon!

Éste no respondió. Se acercó a la caja. Desenvainó el sable láser y cortó el cierre con precisión.

—Siempre tenía más de un as en la manga —murmuró—. Siempre tenía una puerta trasera.

Alzó con cuidado la tapa. Tal y como había supuesto, contenía una bomba de iones, el explosivo más destructor de la galaxia.

Obi-Wan miró por encima de su hombro.

—Dijo que era una mezcla de gases.

—Mintió. Esta bomba tiene temporizador. Y me temo que todas las cajas que se encuentran por todo Bandomeer estallarán en el mismo instante que lo haga ésta. La reacción en cadena será enorme. Podría volar todo el planeta.

Obi-Wan palideció.

—¿Sabes cómo desmontarla?

—La Fuerza no servirá de nada —dijo Qui-Gon agachándose—. Tiene un disparador tan delicado que la Fuerza podría activarlo. Puedo desmontarla, pero necesito tiempo. Más tiempo del que tengo. Éste parece el control maestro. Xánatos debió conectarlo cuando se fue. Ésas son las buenas noticias. Si desarmamos esta bomba, no estallará ninguna de las demás.

—¿Cuáles son las malas noticias? —preguntó Obi Wan, tragando saliva.

—Está preparada para estallar en tres minutos. Necesito quince para desarmarla.

Obi-Wan asimilaba todo esto, mientras sentía que pasaban los segundos, segundos preciosos. Haber llegado tan lejos ¡y todo para que ganara Xánatos! No podía consentir que pasara.

—Su odio le ha llevado a destruir un planeta sólo para acabar conmigo —murmuró Qui-Gon—. Por no hablar de una fortuna considerable. VeerTa dijo que sólo la riqueza de la veta de ionita era inconmensurable.

—¿Ionita? Creía que esto era una mina de azurita.

—La explosión les permitió encontrar una veta. La onda expansiva proyectó hacia arriba las rocas del núcleo —repuso él, haciendo un gesto hacia el túnel.

—¿La bomba tiene temporizador?

—Un temporizador iónico. Preciso al segundo. ¿Por qué?

Obi-Wan no respondió. Corrió por el túnel hacia los escombros. Cogió una roca y la arañó con la uña. Vio el brillo de ionita. Cogió más rocas y las amontonó en su túnica.

—Sólo queda un minuto —avisó el Caballero Jedi.

—Aún no estamos acabados —respondió el aprendiz, volviendo hasta él.

Puso las rocas cuidadosamente alrededor de la bomba.

—¿Qué estás...? —la pregunta de Qui-Gon murió en sus labios; la lectura digital se había detenido—. ¿Qué...?

—La ionita —dijo Obi-Wan—. Tiene una carga neutra. Para casi todos los instrumentos. Sobre todo los temporizadores. Los mineros la temen, pero ahora les salvará la vida. Ya tienes tus quince minutos, Qui-Gon —dijo con una sonrisa.

El Jedi respiró profundamente.

—Entonces, será mejor que empiece.

Capítulo 19

Cubiertos de suciedad y con las túnicas rígidas por el sudor, los Jedi se abrieron paso cansinamente hasta el Palacio del Gobernador. Allí encontraron a SonTag reunida con VeerTa y Clat'Ha.

—En la mina ha tenido lugar una evacuación de emergencia —les dijo SonTag, frunciendo el ceño con preocupación—. Pero los sensores no indicaban nada extraño.

—Ayer mismo los cambiamos y comprobamos —comentó Clat'Ha.

—Y nos han informado que Offworld ha tenido problemas en la plataforma minera de alta mar —añadió VeerTa—. Los electrocollares de los mineros dejaron de funcionar. Se han rebelado y abandonado la mina. Su jefe, un phindiano llamado Guerra, nos encargó que te dijera que estaba bien.

Obi-Wan sintió una punzada de satisfacción; Guerra estaba libre.

—No es que vayamos en contra de Offworld —continuó Clat'Ha—, pero ha sido una buena noticia, ya que los mineros eran como esclavos. Pero, ¿por qué tenemos problemas con los sensores?

—Ese problema no se debe a un fallo del equipo —les dijo Qui-Gon—. Me temo que tengo que revelarles un fallo aún más doloroso.

Y les resumió en pocas palabras lo sucedido en la mina.

—Así que Xánatos estaba detrás de la primera explosión —dijo SonTag, con pesar reflejado en el rostro—. ¡Ojalá no hubiéramos confiado en él!

—¡Sabía que no debíamos hacerlo! —comentó VeerTa, con ojos brillantes.

Clat'Ha se limitó a mirar al Caballero Jedi.

—¿Qué quisiste decir con que debías revelarnos un fallo aún más doloroso?

Tenía que ser Clat'Ha quien diera el siguiente paso
, pensó Qui-Gon con admiración.

—Alguien cercano a ti te ha traicionado. Alguien que se alió a Xánatos y le contó lo de la ionita, traicionando a Bandomeer a cambio de su enriquecimiento personal.

VeerTa palideció.

—Pero, ¿quién haría algo semejante?

El Jedi mantuvo la mirada clavada en ella. Lentamente, su palidez fue sustituida por el sonrojo.

—¿VeerTa? —dijo Clat'Ha mirándola a su vez.

—¡Fue por el bien de Bandomeer! —gritó VeerTa—. Es lo que me dijo él. Offworld respaldaba en secreto a la Mina del Planeta Natal; de ese modo era inevitable que diera beneficios.

—¿De verdad creíste que nos permitiría controlar la mina? —preguntó Clat'Ha furiosa.

—Hay algo más —dijo Qui-Gon—. Xánatos tenía un plan de reserva. Pensaba volar en pedazos casi todo Bandomeer. Con esas cajas negras que hay junto a los explosivos, en todas las Zonas de Enriquecimiento y en las plataformas mineras. Alguien le ayudó a introducir esas cajas en los domos.

—Dijo que era equipo minero para futuras operaciones —susurró VeerTa.

—Bandomeer ha estado a punto de ser destruido —dijo SonTag, con la voz tan cortante como el extremo de una cuchilla vibratoria—. De no ser por los Jedi...

—¡No había forma de que yo lo supiera! —exclamó VeerTa—. ¿Por que iba Xánatos a destruir Bandomeer? ¡Destruiría todas sus ganancias!

Qui-Gon no dijo nada. Sabía que si había algo más fuerte que la avaricia, era la venganza. Xánatos había planeado este día desde el principio. Había utilizado a VeerTa. Quería que el Jedi muriera sabiendo que fue incapaz de salvar incontables vidas. Era la muerte más dolorosa que podía prepararle Xánatos.

Qui-Gon había vuelto a subestimar a Xánatos. No se dio cuenta de que su antiguo aprendiz era tan esclavo del pasado como él.

No
, se corrigió el caballero. Ya no volvería a ser rehén de su pasado. Lo dejaría en Bandomeer.

Clat'Ha se levantó para apartarse con rapidez, como si no pudiera respirar el mismo aire que VeerTa.

—¿Dónde está ahora Xánatos?

—Ha escapado —informó Obi-Wan—. Lo tenía todo preparado; creyó que se iría dejando atrás un planeta destruido.

—Igual está en la base principal de Offworld —dijo VeerTa.

—Nadie sabe dónde está —repuso Clat'Ha dirigiéndole una mirada de desagrado—. No olvides esto, VeerTa. Tú pagarás por tu crimen. Tu amigo no.

—Sí—dijo Qui-Gon con calma—, lo pagará.

***

Qui-Gon y Obi-Wan volvieron a su aposento para recoger sus pertenencias. Una nave de transporte dejaba el planeta en pocas horas.

—Yoda tiene otra misión para nosotros —le explicó el Maestro Jedi a su discípulo.

Nosotros
. El muchacho sintió un escalofrío ante la palabra.

Qui-Gon permaneció inmóvil, con la mirada clavada en su lecho. En la colchoneta había un papel clavado con un cortador vibratorio. Obi-Wan cruzó el lugar para leer por encima del ancho hombro del Caballero Jedi.

Si estás leyendo esto, será porque te habré subestimado. No volveré a hacerlo. He disfrutado con nuestra aventura juntos, Maestro. Estoy seguro de que tendrás el placer de volver a verme.

Obi-Wan no pudo leer los rasgos de su Maestro. Probó la Fuerza, buscando señales de la ira de Qui-Gon.

No sintió nada. ¿Acaso Qui-Gon contenía su ira, marginándole otra vez de sus emociones?

—No estoy furioso, Obi-Wan. Xánatos ha desaparecido de mí. Ya sólo es un enemigo más. Tiene todo el odio de su lado. Estoy preparado para combatir las maldades que cometa. Quizás algún día me mate, pero no volverá a herirme.

Qui-Gon se volvió para mirarlo.

—Eso me lo has enseñado tú. Cuando usaste la Fuerza en la mina, me mostraste la forma en que la luz combate siempre a la oscuridad. Mi ira me ha abandonado. Al final me enseñaste algo sobre mí mismo. Y cuando el padawan enseña algo a su Maestro, es que su relación es la correcta.

—En la mina me llamaste padawan —dijo Obi-Wan esperanzado.

—Tú habrías muerto por mí. Tu valor fue extraordinario, hasta para un Jedi. Obi-Wan Kenobi, me sentiría honrado aceptándote como padawan.

El muchacho quedó inundado por una gran calidez. No sintió el orgullo que habría supuesto al oír esas palabras. Pero sintió la Fuerza en él, y a su alrededor, y se encontró como en casa. Tragó saliva.

—Acepto, Maestro Qui-Gon Jinn.

—Por supuesto no habrías tenido éxito en tu plan. Habría impedido que murieras por mí.

—No habrías podido hacerlo, Maestro —replicó sereno Obi-Wan.

Intercambiaron una mirada, medio retadora, medio divertida. La Fuerza latía entre ellos. Los dos miraron al futuro, a los largos años que les esperaban y las muchas misiones que realizarían. Sabían que debatirían este momento durante todos esos años, incluso cuando ya se hubiera desvanecido el recuerdo de un planeta llamado Bandomeer. Sería un desacuerdo amistoso, un lazo de historia y confianza.

***

Sonrieron al darse cuenta. La conexión Jedi era una de las primeras uniones entre Maestro y padawan. Les hacía saber que recorrían juntos el mismo sendero. Caminarían hacia el futuro, templado en un pasado común.

Qui-Gon posó una mano en el hombro de Obi-Wan, y la dejó allí.

—Será mejor que recojamos ya. Nos espera un largo viaje —dijo con calma.

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