Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos (6 page)

BOOK: Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos
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S
egún daba a conocer el 28 de julio de 1977 el periódico
San Francisco Chronicle
, Michael Maryn había sido víctima en un corto periodo de tiempo de nada menos que 83 atracos y 4 robos de coche, sin que, aparentemente, su profesión o estilo de vida favorecieran este tipo de incidentes o aumentasen su riesgo de sufridos.

E
l artista español Ponciano Ponzano (1813-1877), escultor de cámara de Isabel II, siempre mantuvo su negativa a esculpir animales en mármol, cosa que, según su opinión, da mala suerte. Sin embargo, no pudo negarse al recibir el encargo de esculpir dos leones para decorar la fachada del Palacio de Congresos madrileño. Desoyendo su prevención comenzó la obra con la desgracia de que el 15 de septiembre de 1877 falleció repentinamente, sin haber acabado de esculpir los leones.

E
n cierta ocasión, el actor Anthony Hopkins buscaba sin éxito una novela de George Feifer, cuyas ediciones estaban agotadas, con objeto de realizar una película sobre aquel argumento que había conocido tiempo atrás. Casualmente, halló un ejemplar anotado abandonado en el metro. Durante el rodaje de la película, el autor de la novela reconoció aquel ejemplar: un amigo suyo lo había extraviado, con gran pesar, en el metro.

I
saac Newton nació el día de Navidad de 1642 en Woolsthorpe, justamente el mismo día en que moría Galileo Galilei en Arcetri, a las afueras de Florencia. Ello dio lugar a que el filósofo inglés Bertrand Russel bromease tres siglos después sobre esta circunstancia, haciendo ver, con humor, que daba un espaldarazo definitivo a las tesis de los defensores de la teoría de la transmigración de las almas o metempsicosis.

Costumbres, usos y tradiciones

E
n las inscripciones de una tablilla asiria, de alrededor del año 2800 a. de C., se puede leer el siguiente texto: «En estos últimos tiempos, nuestra tierra está degenerando. Hay señales de que el mundo está llegando rápidamente a su fin. El cohecho y la corrupción son comunes». Más de 2.000 años después (pero 2.800 antes de nuestros tiempos), Sócrates decía: «Los hijos son ahora tiranos… Ya no se ponen de pie cuando entra un anciano a la habitación. Contradicen a sus padres, charlan ante las visitas, engullen golosinas en la mesa, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros». Y Platón redundaba en las opiniones de su maestro: «¿Qué está ocurriendo con nuestros jóvenes? Faltan al respeto a sus mayores, desobedecen a sus padres. Desdeñan la ley. Se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral está decayendo. ¿Qué va a ser de ellos?». Como se ve, los problemas no han cambiando tanto como solemos creer.

S
an Nicolás de Bari (?-342) fue un piadoso monje nacido en Licia (al sudeste de la actual Turquía) que destacó en el primer Concilio de Nicea, donde acudió como arzobispo de Myra, y que es venerado hoy en día especialmente por los ortodoxos, latinos y rusos. Se le atribuye la resurrección de tres niños, asesinados por un carnicero para vender su carne en su establecimiento. Por éste y por otros hechos similares, es considerado santo patrón de los escolares, celebrándose su festividad el 6 de diciembre. Tradicionalmente, se repartían juguetes en Holanda en esa fecha; la costumbre se extendió posteriormente a los países anglosajones, aunque trasladándola al día de Navidad. San Nicolás de Bari es conocido en muchos países con los nombres de
Sanctus Nicolaus
y, abreviadamente,
Santa Claus
, que es una interpretación fonética norteamericana del neerlandés
Sinter Klaas
. Durante la Reforma protestante, en el siglo XVI, desapareció la figura de San Nicolás, siendo sustituida por otras de carácter más secular, como
Father Christmas
en Gran Bretaña y
Papa Noël
en Francia. Sin embargo, los holandeses mantuvieron viva su tradición, que ha revivido con fuerza a comienzos de este siglo, imponiéndose nuevamente en grandes zonas del orbe cristiano, en competencia con los Reyes Magos.

E
l día 25 de diciembre pasó a ser la fecha oficial del nacimiento de Cristo (y, por tanto, la fecha en que se celebra la Natividad o
Navidad
) en el año 440 aunque se trata de una festividad instituida, según la tradición, por el Papa Telesforo, en el siglo II. La elección de tal día se debió, al parecer, a que el 25 de diciembre los romanos celebraban el
Natalis Solis Invicti
, la festividad del Sol Naciente Invencible. Al elegir esta fecha, la celebración del nacimiento de Jesús por los primeros cristianos quedaba disimulada entre los festejos paganos generales. En todo caso, la elección de esa fecha no fue unánimemente aceptada, como demuestra, por ejemplo, que, en el siglo III, Clemente de Alejandría propusiera el 20 de mayo como día del nacimiento de Cristo y que la Iglesia de Armenia aún sostenga que la fecha correcta es el 6 de enero.

L
a costumbre del Árbol de Navidad surgió en la Alemania de la primera mitad del siglo VIII. Según un relato tradicional, estando predicando el misionero británico San Bonifacio (680-755) un día de Navidad en tierras de germanos infieles, seguidores de las creencias druídicas, intentó destruir el carácter sagrado del roble talando uno. El roble, al caer, derribó todos los arbustos que le rodeaban menos un pequeño abeto, cuya supervivencia interpretó el llamado
Apóstol de los Alemanes
como un milagroso mensaje divino, bautizándole en aquel mismo momento
Árbol del Niño Jesús
. El suceso caló entre los cristianos alemanes y desde entonces cundió la costumbre de adornar un abeto por Navidad. Siglos después, Martín Lutero (1483-1546) instituyó la costumbre de adornarlo con velas encendidas.

A
lgunos autores consideran que la primera tarjeta de felicitación navideña o
christmas
de que se tiene constancia fue enviada a un amigo en 1884 por el inglés W. E. Dobson, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Londres, para agradecerle unos favores prestados. Aquella felicitación consistió en una carta en la que había dibujado un grupo de amigos brindando por uno ausente. Sin embargo, estudios recientes demuestran que esta costumbre ya estaba extendida mucho antes. Según estos estudios, la primera tarjeta de felicitación navideña destinada a la venta fue creada en el verano de 1843 por el artista londinense John Calcott Horsley, que la confeccionó por encargo de Henry Cole, un innovador empresario que quería felicitar la Navidad a sus clientes de ese modo tan original.

E
ra costumbre entre los romanos regalarse entre ellos, con ocasión de las festividades de año nuevo, tres higos secos guarnecidos de hojas de laurel y de ramitas de olivo, así como unas pequeñas lámparas (de bronce, los pudientes; de barro, los más menesterosos), en las que se solía escribir alguna leyenda alegórica a los deseos venturosos para el año que se iniciaba. Al parecer, de esta costumbre proviene la nuestra de hacernos regalos en época navideña.

E
n las primeras comunidades cristianas de finales del primer siglo de nuestra Era, surgió la necesidad de distinguir sus ritos, ante los dominadores romanos, de los judíos, y especialmente de diferenciar su día sagrado. Para los judíos era y es el sábado, así que se abrió un debate entre los cristianos para señalar otro día de la semana como el sagrado. Unas comunidades eligieron el viernes (
dies veneris
), por indicar la tradición que se fue el día en que murió Jesús. Otras optaron por designar como
dies domina
o
Día del Señor
(que se transformaría posteriormente en
domingo
, por iniciativa del Papa San Silvestre) al primer día de la semana según el calendario romano, es decir, el posterior al sábado judío, que hasta entonces estaba consagrado al sol y era llamado en consecuencia
dies solis
.

E
l emperador romano Marco Aurelio Flavio (213-270), elevado al trono como Claudio II y conocido con el sobrenombre de
El Gótico
, prohibió a sus soldados el matrimonio en el año 270, al considerar que los hombres casados son malos guerreros y, por tanto, habrían de servir mal a las necesidades del Imperio. San Valentín, por entonces obispo de Interamna, se opuso, invitando a las parejas de jóvenes enamorados a acudir a él para unirlos en secreto en el sacramento del matrimonio. Enterado el emperador de estas prácticas contrarias a su decreto, le hizo llamar y trató de convencerle de sus tesis, exigiéndole el cumplimiento de su mandato, so pena de ser ejecutado. Valentín se negó a abjurar de sus convicciones e, incluso, trató de convertirle a él al cristianismo. El 14 de febrero de 270, San Valentín fue apaleado, lapidado y finalmente decapitado. Cuenta también la leyenda que mientras el obispo esperaba el cumplimiento de su sentencia, se enamoró en la cárcel de la hija ciega de su carcelero, Asterius, y que gracias a su fe le devolvió milagrosamente la vista. Al despedirse, dejó un mensaje para la muchacha, que firmó «De tu Valentín». Doscientos años después, el Papa Gelasio instituyó la festividad de San Valentín, considerándole santo patrón de los enamorados, lo que, andando el tiempo, daría lugar a la costumbre del
Día de los Enamorados
o
Día de San Valentín
. Por cierto, los restos mortales de este santo se conservan en la madrileña iglesia de San Antón (sita en la castiza calle de Hortaleza), donde llegaron como presente papal a la corona española.

A
partir del Renacimiento, en Europa, contra lo que cabría pensar, los hábitos higiénicos de los europeos se hicieron aún más deplorables y escasos de lo que ya lo eran. Los baños pasaron a ser considerados como un peligroso hábito que sólo se debía practicar bajo rigurosa prescripción facultativa. Por ejemplo, a la reina Isabel de Valois (1546-1568), esposa de Felipe II de España, en una ocasión en que deseaba tomar un baño para recibir a su marido que volvía de un viaje, le fue taxativamente prohibida tan
peligrosa
acción, «puesto que no estaba enferma». Los cronistas históricos cuentan que el rey francés Luis XI (1423-1483) sólo se bañó una vez en toda su vida, y ésta fue por prescripción facultativa irrebatible. El 11 de julio de 1611, el médico Jean Hérouard describía en su diario como Luis XIII de Francia (1601-1643) era obligado a descansar todo el día en cama tras tomar un baño matinal.

E
l propulsor de la llamada
ley de Lynch
(es decir, del colgamiento sin juicio formal de los acusados de ciertos delitos o
linchamiento
) fue el capitán William Lynch (1742-1820), de Pittsylvania, Virginia, Estados Unidos. Al parecer, aquellos primeros linchamientos se efectuaban sentando al acusado sobre un caballo, con una soga anudada al cuello, y dejándole abandonado en aquella postura. Cuando el caballo sentía hambre o sed, naturalmente se marchaba del lugar, descabalgando al infeliz acusado, que consecuentemente moría ahorcado. De esta manera, se eludía la responsabilidad directa de los linchadores en la muerte del acusado.

L
a costumbre de numerar las casas se inició, al parecer, en el
Pont de Nôtre Dame
de París en 1463. La modificación de hacerlo reservando los números pares e impares para ambas aceras de una misma calle fue una innovación surgida muchos años después en algunas ciudades de los Estados Unidos.

L
a iniciativa de instituir oficialmente un
Día de la Madre
surgió en los Estados Unidos en 1914, tras propuesta de Anna Jarvis al Congreso para que instituyese este día en homenaje a todas las madres. Anna Jarvis llevaba algunos años poniéndose un clavel blanco y celebrando oficios religiosos en recuerdo de su madre todos los segundos domingos del mes de mayo. A partir de entonces, muchos países lo celebran en esa misma fecha, y otros, como España, el primer domingo de mayo.

E
l 31 de marzo de 1919, el Congreso de los Estados Unidos adoptó por primera vez en la historia la decisión de adelantar los relojes en primavera para alargar las horas diurnas y, por tanto, ahorrar energía eléctrica.

L
os hombres mayas cambiaban de nombre dos veces a lo largo de su vida. Su nombre original estaba ligado al día de su nacimiento. Al superar la pubertad, recibían otro que, supuestamente, describía su carácter. Pero, al casarse, volvían a recuperar su nombre original.

H
asta mediados del siglo XVI, los fieles católicos comían huevos sin ningún reparo los días de vigilia, e incluso en Cuaresma, porque las autoridades eclesiásticas consideraban que, de acuerdo con el relato del Génesis, aves y peces, al haber sido creados el mismo día, procedían igualmente del mar y, por tanto, no habían de ser considerados como carne. Sin embargo, el Papa Julio 111 cambió de opinión hacia 1552, prohibiendo los huevos como alimento de Cuaresma. En esta prohibición se halla el origen del simbolismo de los llamados
huevos de Pascua
, que se hacían cocer en un baño de granza y eran presentados, para su bendición, en el Viernes Santo y comidos tradicionalmente en el Domingo de Resurrección, durante el banquete pascual.

P
or cierto, a principios de la década de 1880, en ciertos lugares de Alemania, los padres utilizaban los huevos de Pascua como certificado de nacimiento. Para ello teñían huevos con colores indelebles y grababan en la cáscara el nombre y la fecha de nacimiento del hijo, recordando para siempre tal acontecimiento (siendo aceptados como partida de nacimiento, en casos excepcionales, por los tribunales).

A
unque fueron los griegos los primeros en introducir el simbolismo de la
herradura de la buena suerte
en la cultura occidental hacia el siglo IV, la tradición anglosajona atribuye tal hecho a San Dunstan (925-988), un herrero de profesión que llegaría a ser arzobispo de Canterbury, en 959. Según el relato legendario, este personaje recibió la visita de un hombre que le pidió unas herraduras para sus extraños pies, que parecían pezuñas. Dunstan reconoció inmediatamente en él a Satanás y le dijo que para atender su petición le habría de encadenar a la pared, a lo que accedió el cliente. Con tal argucia consiguió Dunstan realizar su labor causando tales dolores al diablo que éste le pidió repetidamente misericordia. Dunstan se apiadó finalmente, pero le hizo jurar antes de soltarlo que nunca entraría en una casa en cuya puerta viera colgada una herradura. Desde la difusión de esta leyenda, aproximadamente en el siglo X, no faltaron las herraduras de la suerte colgadas en las puertas de las casas de los cristianos, cumpliendo la doble función de talismán y de picaporte.

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