Fragmentos de una enseñanza desconocida (32 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Fragmentos de una enseñanza desconocida
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"Después de haber estudiado la identificación en general, hay que prestar atención a uno de sus aspectos particulares: la identificación con las personas que toma la forma de la «consideración».

"Hay varias clases de consideración.

"En la mayoría de los casos un hombre se identifica con lo que piensan los demás de él, con la forma en que lo tratan, con la actitud que tienen hacia él. Un hombre piensa siempre que los demás no lo aprecian lo suficiente, que no son suficientemente corteses o atentos. Todo esto lo atormenta, lo preocupa, lo vuelve receloso y hace que desperdicie una cantidad enorme de energía en conjeturas o en suposiciones; de esta manera desarrolla en él una actitud desconfiada y hostil respecto a los demás. Cómo lo han mirado, lo que se piensa de él, lo que se dice de él, todo esto toma una importancia enorme a sus ojos.

"Y no solo «considera» a las personas sino también a la sociedad y a las condiciones históricas. Todo lo que a tal hombre le desagrada le parece injusto, ilegítimo, falso e ilógico. Siempre el punto de partida de su juicio es que las cosas pueden y deben ser cambiadas. La «injusticia» es una de las palabras que sirven a menudo de máscara para la «consideración». Cuando un hombre se convence de que lo que lo subleva es una «injusticia», el dejar de considerar equivaldría para él a «reconciliarse con la injusticia».

"Hay personas capaces no sólo de «considerar» la injusticia o el poco caso que se les hace, sino de «considerar» aun el estado del tiempo. Esto parece ridículo, pero es un hecho: la gente es capaz de considerar el clima, el calor, el frío, la nieve, la lluvia; pueden enojarse e indignarse contra el mal tiempo. El hombre toma todo de una manera personal, como si todo en el mundo hubiese sido dispuesto especialmente para complacerlo o por el contrario para causarle desagrado y fastidio.

"Todo esto no es sino una forma de «identificación» y se podrían citar muchas otras formas. Este tipo de consideración se basa enteramente en las «exigencias». El hombre en su fuero interno «exige» que todo el mundo lo tome por alguien notable, a quien cada cual debería constantemente mostrar respeto, estima y admiración por su inteligencia, su belleza, su habilidad, su sentido del humor, su presencia de ánimo, su originalidad y todas sus otras cualidades. Estas «exigencias» se basan a su vez en la noción completamente fantástica que la gente tiene de sí misma, lo que sucede muy a menudo aun con personas de apariencia muy modesta. En cuanto a los escritores, actores, músicos, artistas y políticos, son casi sin excepción unos enfermos. ¿Y de qué sufren? Ante todo de una extraordinaria opinión de sí mismos, luego de exigencias y finalmente de «consideración», es decir de una predisposición para ofenderse por la menor falta de comprensión o de apreciación.

"Hay todavía otra forma de «consideración» que puede quitarle al hombre una gran parte de su energía. Tiene como punto de partida la actitud que consiste en creer que
no considera lo suficiente a otra persona
y que ésta se ofenda por esto. Comienza a decirse que quizá él no piensa lo suficiente en esta otra persona, que no le presta suficiente atención y que no le da un lugar suficientemente grande. Todo esto no es sino debilidad. Los hombres se tienen miedo unos a otros. Y esto puede llegar muy lejos. He visto estos casos muy a menudo. Un hombre puede llegar de esta manera a perder el equilibrio, si alguna vez lo tuvo, y conducirse de manera completamente insensata. Se molesta contra sí mismo, y siente cuan estúpido es, pero no se puede detener, porque en este caso, de lo que se trata es precisamente de «no considerar».

"Otro ejemplo, quizá peor aún, es el del hombre que considera que según él «debería» hacer algo, mientras en realidad no tiene absolutamente nada que hacer. «Deber» y «no deber» es un problema difícil: es difícil comprender cuándo un hombre realmente «debe» y cuándo «no debe». Esta cuestión no se puede abordar sino desde el punto de vista de la «meta». Cuando un hombre tiene una meta, debe hacer exclusivamente lo que le permita acercarse, y nada que pueda alejarlo de ella.

"Como ya lo he dicho, las personas se imaginan a menudo que si comienzan a combatir la «consideración» en sí mismas, perderían su sinceridad y tienen miedo porque piensan que en este caso perderán algo, una parte de sí mismas. Aquí se produce el mismo fenómeno que en las tentativas de lucha contra la expresión de las emociones desagradables. La única diferencia es que en este último caso el hombre lucha contra la expresión «exterior» de sus emociones y en el otro, contra la manifestación «interior» de emociones que quizás sean las mismas.

"Por supuesto este miedo de perder su sinceridad es un engaño, una de esas fórmulas engañosas en que descansa la debilidad humana. El hombre no puede impedir el identificarse ni el «considerar interiormente», no puede impedir el expresar sus emociones desagradables, por la sola razón de que es débil. La identificación, la consideración, la expresión de emociones desagradables son manifestaciones de su debilidad, de su impotencia, de su incapacidad de dominarse. Pero como no quiere confesarse esta debilidad, la llama «sinceridad» u «honradez», y se dice a sí mismo que no desea luchar contra su sinceridad, cuando de hecho es incapaz de luchar contra sus debilidades.

"La sinceridad, la honradez, son en realidad algo totalmente diferente. Lo que por lo general se llama «sinceridad» es simplemente un rehusar a refrenarse. En lo más profundo de sí mismo todo hombre lo sabe bien. De manera que cada vez que pretende no perder su sinceridad, se miente a sí mismo.

"He hablado hasta ahora de la consideración interior. Seria posible dar muchos otros ejemplos. Pero les toca a ustedes el hacerlo, quiero decir que a ustedes les toca buscar estos ejemplos, en sus observaciones sobre ustedes mismos y sobre los otros.

"Lo contrario de la consideración interior —la consideración exterior— constituye en parte un medio de lucha contra ella. La consideración exterior se basa en una especie de relación con la gente que es totalmente diferente de la consideración interior. Es una adaptación a la gente, a su comprensión y a sus exigencias. Al considerar exteriormente, un hombre realiza todo lo necesario para hacerse la vida más fácil a sí mismo y a los demás. La consideración exterior necesita un conocimiento de los hombres, una comprensión de sus gustos, de sus hábitos y de sus prejuicios. Al mismo tiempo, la consideración exterior requiere un gran poder sobre sí mismo, un gran dominio de sí. Sucede muy a menudo que un hombre desea
sinceramente
expresar o mostrar a alguien de una u otra manera lo que realmente piensa de él o lo que siente respecto a él. Si es débil, cede naturalmente a su deseo, tras lo cual se justifica diciendo que no quería mentir, que no quería fingir, que quería ser sincero. Luego, se convence a sí mismo de que la culpa era del otro. Quería realmente considerarlo y aun estaba dispuesto a ceder, no quería disputas, etc... Pero el
otro
rehusó considerarlo, así que no había nada que hacer con él. Sucede a menudo que un hombre comienza con una bendición y termina con una injuria. Decide no considerar a los demás y después los censura por no considerarlo a él. Este ejemplo muestra cómo la consideración exterior degenera en consideración interior. Pero si un hombre se recuerda realmente a sí mismo, comprende que el otro es tan máquina como él. Entonces
se pondrá en el lugar del otro.
Al hacerlo, llegará a ser realmente capaz de comprender lo que el otro piensa y siente. Si se puede comportar así, su trabajo se vuelve mucho mas fácil para el. Pero si se acerca a un hombre con sus propias exigencias, no obtendrá sino una nueva consideración interior.

"Es muy importante en el trabajo una justa consideración exterior. A menudo sucede que hombres que comprenden muy bien la necesidad de la consideración exterior en la vida, no comprenden esta necesidad en el trabajo; deciden que justamente porque trabajan sobre sí mismos, tienen el derecho de no considerar. Mientras que en realidad, en el trabajo, es decir para que éste sea eficaz, es necesario diez veces más consideración exterior que en la vida corriente, porque
solamente
la consideración exterior del alumno puede mostrar su valoración y su comprensión del trabajo; en efecto, los resultados del trabajo son siempre proporcionales a la valoración y a la comprensión que se tiene de él. Recuerden que el trabajo no puede comenzar y proseguir en un nivel más bajo que el del «hombre de la calle», es decir, en un nivel inferior al de la vida ordinaria. Es un principio de los más importantes, que es olvidado muy fácilmente. Pero hablaremos de esto más tarde."

G. nos recordó una vez más el hecho de que olvidamos constantemente las dificultades de nuestra situación.

—Ustedes piensan a menudo de una manera muy ingenua, dijo. Creen que ya pueden «hacer». Es cierto que deshacerse de esta convicción es la cosa más difícil del mundo. Ustedes no comprenden toda la complejidad de su estructura interior, no se dan cuenta de que cada esfuerzo, además de los resultados deseados —si es que los produce— trae miles de resultados inesperados, a menudo indeseables. Por ende, olvidan constantemente (y aquí mismo está su más grave error) que no comienzan por el principio, con una linda máquina completamente nueva y limpia. Hay detrás de cada uno años de vida errónea y estúpida. Siempre han cedido a sus debilidades, siempre han cerrado los ojos a sus errores, tratando de evitar toda verdad desagradable; mintiéndose a sí mismos constantemente, justificándose, culpando a los demás, y así sucesivamente. Es inevitable que todo esto haya dañado su máquina. Por un lado está sucia, oxidada en varios sitios; por otro lado su mal funcionamiento ha hecho surgir dispositivos artificiales.

"Estos dispositivos artificiales se opondrán a cada instante a sus buenas intenciones.

"Se llaman «topes».

* * *

"«Tope» es un término que necesita una explicación especial. Todos saben lo que son los topes de los vagones de ferrocarril: aparatos amortiguadores de choques. En la ausencia de estos topes los menores choques de un vagón contra el otro podrían ser muy desagradables y peligrosos. Los topes atenúan los efectos de estos choques y los hacen imperceptibles.

"En el hombre existen dispositivos exactamente análogos. No son creados por la naturaleza sino por el hombre mismo, aunque involuntariamente. En su origen se encuentran las múltiples contradicciones de sus opiniones, de sus sentimientos, de sus simpatías, de lo que dice, de lo que hace. Si un hombre tuviese que sentir durante su vida entera todas las contradicciones que están en él, no podría vivir ni actuar tan tranquilamente como ahora. Sin cesar se producirían en él fricciones; sus inquietudes no lo dejarían reposar nunca. No podemos ver cuan contradictorios y hostiles entre sí son los diferentes «yoes» que forman nuestra personalidad. Si un hombre pudiera sentir todas estas contradicciones sentiría
lo que él realmente es
. Sentiría que está loco. Para nadie es agradable sentirse loco. Además, tal pensamiento priva al hombre de su confianza en sí mismo, debilita su energía, frustra su «respeto de sí mismo». De una manera u otra, tiene entonces que dominar este pensamiento o desterrarlo. O bien tiene que destruir sus contradicciones o dejar de verlas y de sufrirlas. Un hombre no puede destruir sus contradicciones, pero deja de sentirlas cuando los topes aparecen en él. A partir de entonces ya no siente los impactos que resultan del choque entre perspectivas, emociones y palabras contradictorias.

"Los «topes» se forman lenta y gradualmente. Muchísimos se crean artificialmente por la «educación». Otros deben su existencia a la influencia hipnótica de toda la vida circundante. El hombre está rodeado de gente que habla, piensa, siente, vive por medio de sus «topes». Al imitarlos en sus opiniones, acciones y palabras crea involuntariamente en sí mismo «topes» análogos que le hacen la vida más fácil, ya que es muy duro vivir sin «topes». Pero éstos impiden toda posibilidad de desarrollo interior porque están hechos para amortiguar los choques; empero, los choques, y sólo ellos, pueden sacar al hombre del estado en que vive, es decir, despertarlo. Los «topes» arrullan el sueño del hombre y le dan la agradable y apacible sensación de que todo irá bien, que no existen las contradicciones y que puede dormir en paz.
Los «topes» son dispositivos que permiten al hombre tener siempre la razón:
le impiden sentir su conciencia moral.

"La «conciencia» es otro término que necesita explicación. "En la vida ordinaria, se toma el concepto de «conciencia» de una manera demasiado simple. ¡Como si nosotros tuviéramos conciencia! De hecho, el concepto de «conciencia moral», dentro del dominio emocional, equivale al concepto de «intuición intelectual»
[6]
dentro del dominio intelectual. Y así como no tenemos intuición intelectual tampoco tenemos conciencia moral.

"La intuición intelectual
es un estado en el cual el hombre
conoce de una manera inmediata y total
todo lo que sabe en general; un estado en el cual es capaz de ver cuán poco sabe y cuántas contradicciones hay en lo que sabe.

"La conciencia moral
es un estado en el cual el hombre
siente de una manera inmediata y total
todo lo que siente en general o puede sentir. Y como cada uno tiene en sí millares de sentimientos contradictorios, que van desde una constatación profundamente escondida de su propia nulidad, hasta las formas más estúpidas de la infatuación —y de toda clase de terrores hasta la presunción, la suficiencia y la autoidolatría— sentir todo esto
simultáneamente
no sólo sería doloroso; sería insoportable.

"Si un hombre cuyo mundo interior consiste por entero de contradicciones, sintiese a la vez todas sus contradicciones, si sintiese súbitamente que ama todo lo que odia, y que odia todo lo que ama, que miente cuando dice la verdad y que dice la verdad cuando miente; y si pudiese sentir la vergüenza y el horror de tal mezcolanza —conocería entonces el estado que se llama «conciencia moral». Un hombre no puede vivir en tal estado; tiene que destruir las contradicciones o destruir la conciencia. No puede destruir la conciencia, pero si no puede destruirla, puede hacerla dormir, lo que significa que puede separar en sí mismo mediante barreras impenetrables un sentimiento de otro, nunca verlos juntos, no sentir nunca su incompatibilidad ni lo absurdo de su coexistencia.

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