Historia del Antiguo Egipto (12 page)

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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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Las culturas septentrionales (incluido el complejo maadiense)

El complejo cultural maadiense, compuesto por una docena de yacimientos, sólo ha salido a la luz recientemente. Entre los yacimientos se encuentran el cementerio y el asentamiento del propio Maadi, un suburbio de El Cairo. La cultura Maadi aparece durante la segunda mitad de Nagada I y continúa hasta Nagada líe/d, cuando fue eclipsada por la expansión de la cultura Nagada II, ejemplificada en los cementerios de El Gerza, Haraga, Abusir el Melek y Minshat Abu Ornar.

En esta zona del valle del Nilo se han descubierto los yacimientos neolíticos más antiguos, en Merimda Beni Salama, El Omari y la región de Fayum (véase el capítulo 2) y es en ellos donde se encuentra la tradición a partir de la cual surgió la cultura material Maadi. La cultura Maadi difiere en todos sus aspectos de los yacimientos de fecha similar del Alto Egipto. Justo al contrario de lo que sucede en los yacimientos de la cultura Nagada, los cementerios de Maadi son mucho menos importantes en cuanto al registro arqueológico, por lo que la mayoría de nuestro conocimiento de esta cultura procede de sus asentamientos.

En Maadi, los restos predinásticos ocupan cerca de 18 hectáreas, incluido el cementerio. Durante la primera mitad del siglo XX se había excavado una superficie de 40.000 metros cuadrados. La potencia del registro arqueológico es de casi dos metros, incluidos montones de desechos conservados in sítu y con una estratigrafía compleja. Las estructuras excavadas muestran la existencia de tres tipos de restos de asentamiento, uno de los cuales es único en un contexto egipcio y recuerda mucho a los asentamientos de Beersheba, en el sur de Palestina. Alberga casas excavadas en la roca madre con plantas ovaladas de 3 X 5 metros de superficie y hasta tres metros de profundidad, a cada una de las cuales se accede a través de un pasaje excavado; los muros de una de estas casas estaban revestidos con piedra y ladrillos de barro del Nilo sin cocer, pero es el único ejemplo que se conoce en Maadi del uso de adobe. La presencia de hogares, jarras semienterradas y restos domésticos sugiere que se trata de lugares de habitación permanentes. Los demás tipos de estructuras domésticas de Maadi están bien atestiguados en todo Egipto: en primer lugar, una choza ovalada acompañada por hogares externos y jarras de almacenamiento semienterradas y, en segundo, una casa de estilo rectangular de la que sólo quedan las trincheras de cimentación de unos muros que se cree que estaban construidos con materiales vegetales.

Por lo general, la cerámica de Maadi es globular, con una base ancha y plana, un cuello más o menos estrecho y una boca que se ensancha, parcialmente fabricada con arcilla aluvial. En raras ocasiones están decoradas y las excepciones consisten en marcas incisas realizadas tras la cocción. Es interesante destacar que los estratos más antiguos de los yacimientos de finales del Predinástico en Buto (Tell el Farain), Tell el Iswid y Tell Ibrahim Awad, poseen restos cerámicos decorados con impresiones que recuerdan a la cerámica saharo-sudanesa. Los lazos con el Alto Egipto, anteriores al período de la cultura Maadi, quedan señalados por la presencia de restos importados de cerámica roja de borde superior negro, que se mezclan con sus burdas imitaciones de fabricación local. En cambio, los lazos comerciales con Palestina en la Edad del Bronce Temprano quedan señalados por la presencia de una cerámica con pies muy característicos, con el cuello, la boca y las asas decoradas en
mamelons
y manufacturada con una arcilla calcárea; se trata de recipientes que contenían productos importados (aceites, vinos y resinas). Por lo tanto, la cultura de Maadi era una especie de cruce de caminos cultural sometido a la influencia del Desierto Occidental (en lo que quizá sea una asociación extremadamente antigua), Oriente Próximo y los recién aparecidos pequeños reinos de Nagada en el sur.

La influencia palestina también se aprecia claramente en el sílex trabajado de la cultura Maadi. Pese a que la industria local utiliza esencialmente una técnica de presión, los conjuntos de Maadi también incluyen raspadores circulares realizados a partir de grandes nódulos de superficie lisa, bien conocidos en todo Oriente Próximo. En los yacimientos de Maadi también aparecen «hojas cananeas», de bellos bordes y nervaduras rectilíneas; durante el Período Faraónico se transformarían en las «hojas de afeitar» (en realidad raspadores dobles) que formarían parte del ajuar funerario regio hasta finales del Reino Antiguo, en ocasiones pulidas y en otras reproducidas en cobre e incluso en oro. Las piezas bifaciales, escasas en número, incluyen puntas de proyectil, puñales y hojas de hoz. Estas últimas eran productos de tradición local (hojas de hoz bifaciales de Fayum) y fueron reemplazadas lentamente por el estilo de hoja de hoz de Oriente Próximo, montada en una hoja.

Es probable que la relativa escasez de las paletas de grauvaca para cosméticos importadas del Alto Egipto se trate de un indicio de su limitada disponibilidad y, por lo tanto, del carácter lujoso del objeto. En cambio, las paletas de caliza, más numerosas, presentan restos de uso que nos indican su empleo en la vida diaria. Las cabezas de maza en piedras duras presentan la forma discoidal característica de la cultura amraciense y gerzense.

Dejando aparte varios peines importados del Alto Egipto, entre los objetos de hueso y marfil pulido figura el repertorio tradicional de agujas, arpones, sacabocados y punzones. Los dardos de siluro, consistentes en la primera espina de las aletas pectoral y dorsal, aparecen en grandes cantidades, sobre todo enjarras que probablemente fueran almacenadas con vistas a la exportación.

Existen muchos indicios de la participación de Maadi en el comercio y los contactos interculturales. A este respecto, el papel del cobre es particularmente significativo. Los objetos metálicos parecen haber sido especialmente habituales en Maadi. No sólo se encuentran piezas sencillas como agujas o arpones, sino también barras, espátulas y hachas. Estos objetos se fabricaban de piedra en las culturas de Fayum y Merimda, pero en Maadi se elaboraban en metal. Lo mismo sucede en Palestina durante el mismo período, cuando las hachas de piedra pulida desaparecen para ser reemplazadas por versiones en metal, si bien con técnicas diferentes a las de Maadi. Esta sustitución de la piedra por el metal no puede tratarse de una mera coincidencia, por lo que se cree que es el resultado de un proceso de avance técnico que es indicio (y resultado directo) de una genuina simbiosis entre las dos regiones. En Maadi también se han encontrado grandes cantidades de mena de cobre, que al ser analizadas revelaron una posible procedencia en la región de Timna o Fenan, dos minas de cobre localizadas en Wadi Arabah, en la esquina suroriental de la península del Sinaí. No obstante, parece que la mena no era procesada en el mismo Maadi, sino que quizá fuera importada principalmente para convertirla en cosméticos, teniendo lugar el primer tratamiento cerca de las propias minas.

A pesar de la participación de las gentes de Maadi en la red de contactos con Oriente Próximo, su cultura era sobre todo pastoral-agrícola y sedentaria. Existen pocos restos de fauna salvaje que equilibren la enorme cantidad de restos de animales domésticos (cerdos, bueyes, cabras y ovejas) que, sin contar con el perro, conformaban la dieta básica de la comunidad. Es indudable que el burro servía para transportar mercancías. Los kilos de grano encontrados en jarras y pozos de almacenamiento incluyen trigo y cebada (
Triticum monoccum
,
Triticum dicoccum
,
Triticum aestivum
,
Triticum spelta
y
Hordeum volgare
), además de legumbres como las lentejas y los guisantes.

Comparado con las pruebas de actividad agrícola en Maadi, el enterramiento de sus difuntos fue relativamente discreto, lo que quizá nos hable de una sociedad que había sufrido escasos cambios sociales desde el Neolítico y que evidentemente carecía de estratificación o jerarquía social. Se han descubierto un total de seiscientas tumbas en Maadi, pocas en comparación con las quince mil tumbas predinásticas del sur del país. Hay factores geográficos y geológicos que contribuyen al desequilibrio: los cementerios septentrionales, situados en zonas propensas a fuertes inundaciones, pueden muy bien encontrarse enterrados bajo gruesas capas de limo del Nilo. No obstante, esto no lo explica todo, porque también existe una diferencia entre la cantidad y la calidad de los ajuares funerarios del norte comparados con los del Alto Egipto. Las tumbas del Bajo Egipto se caracterizan por una sencillez extrema, a base de agujeros ovalados con el difunto situado en posición fetal, envuelto en una estera o tela y acompañados sólo por uno o dos recipientes de cerámica y, en ocasiones, por nada en absoluto.

No obstante, según revisamos el desarrollo de las culturas del norte (consistente en tres fases que corresponden grosso modo a los cementerios de Maadi, Wadi Digla y Heliópolis), algunas tumbas aparecen mejor equipadas que otras, pero sin mostrar nunca la llamativa riqueza que encontramos en el Alto Egipto. A pesar de todo, se puede apreciar una gradual tendencia hacia la estratificación social, siendo posible que la mezcla de tumbas de perros y gacelas con las de humanos forme parte de este proceso de cambio social. La fase final de la cultura de Maadi, representada por los estratos más modernos de Buto, equivale a mediados de la fase Nagada II (Niveles IIc-d).

En el excepcional yacimiento de Buto existen siete estratos arqueológicos sucesivos, en los cuales se puede observar la transición entre las fases de Maadi y el protodinástico. Durante esta transición se produce un perceptible incremento en los estilos de la cerámica de Nagada, al tiempo que la cerámica de Maadi desaparece progresivamente. De este modo, el final de la cultura Maadi no fue un fenómeno brusco, como puede sugerir el yacimiento de Maadi, sino un proceso de asimilación cultural. Es probable que con su localización fluvial y marítima Buto estuviera bien situada para el gran comercio y quizá contara también con un palacio para los gobernantes locales. Si bien los datos arqueológicos procedentes de Buto son menos llamativos que los de Nagada, hubo allí un proceso de desarrollo cultural comparable que también condujo hacia una creciente complejidad cultural, la cual terminó produciendo una sociedad caracterizada por sus propias creencias, ritos, mitos e ideología. Era la condición necesaria para el siguiente gran paso adelante en la Historia de Egipto, que tuvo lugar durante los Períodos Nagada III y el Dinástico Temprano.

4. LA APARICIÓN DEL ESTADO EGIPCIO
(c. 3200-2686 a.C.)
KATHRYN A. BARD

Según la revisión de Kaiser de las
sequence dates
de Petrie, la fase Nagada III, c. 3200-3000 a.C., es la última del Período Predinástico. Fue durante esta época cuando Egipto se unificó por primera vez en un gran Estado territorial y también cuando se produjo la consolidación política que sentó las bases del Estado del Dinástico Temprano de la I y la II Dinastías. En la parte final de esta fase hay pruebas de la existencia de reyes que precedieron a los de la i Dinastía, lo que se conoce como Dinastía 0. Fueron enterrados en Abydos, cerca del cementerio real de la I Dinastía. La parte superior de la Piedra de Palermo, una lista real de finales de la V Dinastía (véase el capítulo 1), está rota, pero en ella se puede ver una lista de nombres e imágenes de reyes sentados dispuestos en registros, lo cual sugiere que los egipcios creían que hubo gobernantes que precedieron a los de la I Dinastía. No obstante, existe un considerable debate respecto a factores como la naturaleza exacta del proceso de unificación, la fecha en que ésta tuvo lugar y la cuestión de los orígenes de la Dinastía 0.

Formación y unificación del Estado

A partir de la fase Nagada II, en los cementerios del Alto Egipto se encuentran enterramientos muy diferenciados (pero no así en el Bajo Egipto). En estos cementerios, las inhumaciones de la élite albergan grandes cantidades de bienes funerarios, en ocasiones de materiales exóticos como el oro y el lapislázuli. Estas tumbas son el símbolo de una sociedad cada vez más jerarquizada, que probablemente represente los primeros procesos de competencia y engrandecimiento de las entidades políticas del Alto Egipto, según fueron desarrollándose la interacción económica y el comercio a larga distancia. Como el control de la distribución de las materias primas exóticas y la producción de bienes de prestigio reforzaría el poder de los jefes de los centros predinásticos, estos bienes eran importantes símbolos de posición social. A pesar de la falta de restos arqueológicos, parece probable que las más grandes ciudades predinásticas del Alto Egipto se fueran convirtiendo en centros de producción artesanal, como la ciudad sur de Nagada documentada por Petrie.

La zona central de la cultura Nagada se encuentra en el Alto Egipto, pero en la fase Nagada II comenzaron a aparecer asentamientos nagadienses en el norte de Egipto. El término gerzense (Nagada II) para esta fase de mediados del Predinástico deriva de un cementerio Nagada II excavado por Petrie en El Gerza, en la región de Fayum. Algo después encontramos enterramientos de la cultura Nagada mucho más hacia el norte, en el yacimiento de Minshat Abu Ornar, en el delta. Estas pruebas sugieren que durante la época Nagada II se produjo un movimiento gradual hacia el norte de gentes del Alto Egipto.

Los principales yacimientos del Alto Egipto se encuentran situados cerca del Desierto Oriental, del cual se obtenían oro y diversos tipos de piedras para fabricar cuentas, recipientes y otros bienes manufacturados, por lo cual eran mucho más ricos en recursos naturales que los del Bajo Egipto: el nombre antiguo de Nagada es Nubt, «ciudad de oro», y no es casualidad que el mayor de los cementerios predinásticos se encuentre situado allí. Según fue incrementándose el éxito con el que se practicaba la agricultura del cereal en la llanura inundable del Alto Egipto, los excedentes aumentaron y pudieron ser intercambiados por bienes manufacturados, cuya producción se fue haciendo cada vez más especializada. Es posible que los primeros meridionales en dirigirse al norte fueran mercaderes y, al ir aumentado la interacción económica, les siguieran después colonos. No hay pruebas arqueológicas que demuestren el traslado de personas hacia el norte (al contrario de lo que sucede para los objetos); pero si semejante migración tuvo lugar, parece más probable que fuera una expansión pacífica y no una invasión militar, al menos en sus primeras etapas.

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