Ilión (19 page)

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Authors: Dan Simmons

BOOK: Ilión
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Fue el imperioso Koros III quien respondió:
A medida que la velocidad de la nave disminuya y la zona efectiva del achicador aumente, manteniendo siempre la temperatura de la vela para que no exceda su punto de fusión de dos mil grados Kelvin, la masa de la nave igualará
4x10
6
, y por tanto la disminución de nuestra velocidad actual de 0,1992 c a 0,0001 c (el punto de colisión inelástico) requerirá 23,6 años estándar.

¡Veintitrés coma seis años estándar!
, exclamó Mahnmut por la línea común. Era más tiempo de discusión de lo que había esperado.

Eso nos frenaría sólo a una velocidad aceptable de 300 kilómetros por segundo
, dijo Koros III.
Una milésima de la velocidad de la luz no es nada despreciable cuando vamos hacia dentro del sistema
.

Parece que el aterrizaje en Marte va a ser duro
, dijo Mahnmut.

Orphu emitió un sonido rugiente por la línea.

El navegante calistano se puso en comunicación:
No vamos a depender solamente de la deceleración de la vela de boro ionizado, Mahnmut. El viaje real requerirá poco menos de once años estándar. Y nuestra velocidad al entrar en la órbita de Marte será inferior a sesenta kilómetros por segundo
.

Eso está mejor
, dijo Mahnmut. Estaba en la cabina de control de
La Dama Oscura
, pero todos sus sensores y controles familiares estaban apagados. Era extraño estar recopilando datos que no fueran de su propio soporte vital en los sensores de la nave más grande.
¿Qué crea la diferencia?

El viento solar
, dijo Orphu a través de la línea dura del casco-cuna.
Aquí su media es de 300 km/sg con una densidad iónica de
10
6
protones/m
3
. Empezamos con medio tanque de hidrógeno jupiterino y un cuarto de tanque de
deuterio, vamos a obtener más hidrógeno y deuterio del viento solar con el absorbedor Matloff Fennelly y
dispararemos los cuatro motores de fusión de la proa justo después de pasar el Sol. Ahí es donde la auténtica deceleración empezará a hacer efecto
.

No veo la hora de que llegue el momento
, dijo Mahnmut.

Yo tampoco
, respondió Orphu de Io. Emitió de nuevo aquel ruido, entre el rumor y el estornudo. Mahnmut pensó que el enorme moravec o bien no tenía sentido del humor o lo tenía enormemente agudo.

Mahnmut leyó
À la recherche du temps perdu
, de Proust, mientras la nave pasaba a unos 140.000.000 kilómetros del Cinturón de Asteroides.

Orphu había descargado el idioma francés con todas sus complicaciones además de la novela y la información biográfica sobre Proust, pero Mahnmut acabó leyendo el libro en cinco traducciones al inglés porque el inglés era el idioma perdido en el que concentró sus propios estudios en el último siglo-t y medio y se sentía más cómodo juzgando la literatura en ese idioma. Orphu se rió de esto y le recordó al pequeño moravec que comparar a Proust con el Shakespeare que tanto amaba Mahnmut era un error, que eran tan diferentes en sustancia como el rocoso mundo terraformado sistema adentro al que se dirigían y sus familiares lunas de Júpiter, pero Mahnmut lo leyó de nuevo en inglés de todas formas.

Cuando terminó (sabiendo que había sido una multilectura rutinaria, pero ansioso por empezar el diálogo) contactó con Orphu por tensorrayo, ya que el moravec ioninano estaba fuera de su nido, comprobando de nuevo los cables de la vela de boro, atado firmemente a cables de seguridad esta vez a causa del aumento de la deceleración.

No sé
, dijo Mahnmut.
No lo veo así. A mí todo esto me parecen los devaneos de un esteta
.

¿Esteta?
Orphu giró uno de sus tentáculos comunicadores para conectar con el tensorrayo mientras sus manipuladores y flagelos estaban ocupados soldando un cable conector. Para Mahnmut, que lo veía en vídeo, el arco de soldadura blanco parecía una estrella contra la negra vela que había detrás de la torpe masa de Orphu.
Mahnmut, ¿hablas de Proust o de su
narrador-MarceI?

¿Hay alguna diferencia?
Incluso mientras enviaba la sarcástica pregunta, Mahnmut sabía que estaba siendo injusto. Había enviado a Orphu cientos, quizá miles de e-mails a lo largo del último medio siglo-t, explicando la diferencia entre el Poeta, llamado «Will» en los sonetos, y el artista histórico llamado Shakespeare. Sospechaba que Proust, denso e impenetrable, sería igualmente complejo cuando se trataba de identificar autor y personajes.

Orphu de Io ignoró la pregunta y envió:
Admite que te ha encantado la visión cómica de Proust. Es, por encima de todo, un escritor cómico
.

¿Había una visión cómica? He visto poco humor en la obra
, Mahnmut —hablaba en serio. El sentido del humor humano no le era extraño a Mahnmut ni a los moravecs: incluso los primeros robots espaciales, autoevolutivos y tenuemente sentientes, creados y enviados por la raza humana antes de la pandemia rubicón, habían sido programados para comprender el humor. La comunicación con los seres humanos (la comunicación real, bidireccional) habría sido imposible sin humor. Era algo tan humano como la furia o la lógica o los celos o el orgullo: elementos todos que había encontrado en la interminable novela de Proust. ¿Pero Proust y sus protagonistas vistos como un escritor cómico de personajes cómicos? Mahnmut no lo veía así, y si Orphu estaba en lo cierto, era un fallo importante. Había sido Mahnmut quien había pasado décadas encontrando el humor y la sátira en las obras del bardo, Mahnmut quien había sacado a la luz incluso la más leve ironía de los sonetos de Shakespeare.

Escucha
, dijo Orphu mientras corría por uno de los tensos cables de vuelta a la nave, los propulsores de reacción latiendo.
Lee esta parte de
Un amor de Swann
otra
vez. Es cuando Swann, enamorado de la infiel y casquivana Odette, utiliza toda su habilidad como chantajista emocional para impedir que vaya al teatro sin él. Escucha el humor aquí, amigo mío
. Descargó el texto.

—Te juro —le dijo, poco antes de que ella se marchara al teatro—, que al pedirte que no vayas no esperaría, si fuera un hombre egoísta, solamente que rehusaras, pues tengo un millar de otras cosas que hacer esta noche y me sentiría atrapado yo mismo, o más bien molesto, si, después de todo, me dijeras que no vas a ir. Pero mis ocupaciones, mis placeres no lo son todo: debo pensar también en ti. Puede llegar el día en que, al verme irrevocablemente apartado de ti, tengas derecho a reprocharme no haberte advertido en la hora decisiva en que sentí que estaba a punto de juzgarte, uno de esos juicios severos que el amor no puede resistir mucho tiempo. Verás, tu
Nuit de Cléopatre
(¡vaya título!) no tiene nada que ver con el asunto. Lo que debo saber es si en efecto eres una de esas criaturas del más bajo grado de mentalidad e incluso de encanto, de esas despreciables criaturas que son incapaces de perdonar un placer. Y si lo eres, ¿cómo podría nadie amarte?, pues no eres ni siquiera una persona, una entidad claramente definida, imperfecta pero al menos perfectible. Eres un agua informe que correrá por cualquier pendiente que se le ofrezca, un pez carente de memoria, incapaz de pensamiento, que pasa toda su vida en su acuario y continuará golpeándose cien veces al día contra la pared de cristal, confundiéndola siempre con el agua. ¿Te das cuenta de que tu respuesta tendrá el efecto...? No diré de hacer que deje de amarte inmediatamente, por supuesto, sino de hacer que seas menos atractiva a mis ojos cuando me dé cuenta de que no eres una persona, de que estás por debajo de todo en el mundo y eres incapaz de elevarte un centímetro. Obviamente, habría preferido pedirte de manera casual o sin importancia que no vayas a tu
Nuit de Cléopatre
(ya que me obligas a ensuciar mis labios con un nombre tan abyecto) con la esperanza de que vayas de todas formas. Pero, al haber decidido plantearte ese tema, para obtener tan drásticas consecuencias de tu respuesta, me pareció más honorable hacerte la debida advertencia.

Mientras tanto, Odette había mostrado signos de emoción e incertidumbre cada vez mayores. Aunque no comprendía el significado de este discurso, entendió que debía ser incluido en la categoría de «arengas» y escenas de reproche o súplica, como su familia le permitía en el trato con los hombres, sin prestar atención a las palabras que se susurraban, para concluir que no servirían a menos que estuvieran enamorados, y que como estaban enamorados, era innecesario obedecerlas, ya que más tarde sólo estarían más enamorados. Y por eso habría escuchado a Swann con la mayor tranquilidad si no hubiera advertido que se estaba haciendo tarde, y que si seguía hablando mucho más ella «nunca», como él le dijo con una sonrisa amistosa, obstinada aunque levemente abatida, «llegaría a tiempo para la Obertura».

Mahnmut se rió con ganas en los estrechos confines de la sala de control presurizada de
La Dama Oscura
. Ahora lo captó. El humor era brillante. Había leído aquel párrafo la primera vez concentrándose en la emoción humana de los celos y en el esfuerzo evidente del personaje, Swann, por manipular la conducta de la mujer llamada Odette. Ahora estaba... claro.

Gracias
, le dijo a Orphu mientras el moravec de quince metros en forma de cangrejo de herradura se acomodaba en su nido.
Creo que ahora percibo el humor. Me
gusta. No se parece en nada al tono y el lenguaje y la estructura de Shakespeare, pero en cierto modo es... lo mismo
.

La obsesión por el enigma de lo que significa ser humano
, sugirió Orphu.
Tu Shakespeare mira todas las facetas de la humanidad a través de la reacción a los acontecimientos, encontrando lo profundo e interno a través de personajes que se definen como acciones. Los personajes de Proust se sumergen en el recuerdo para ver las mismas facetas. Tal vez tu bardo es más parecido a Koros III, que nos conduce en esta expedición. Mi dulce Proust es más parecido a ti, envuelto en la crisálida de
La Dama Oscura
y sumergiéndose en las profundidades, buscando la geografía de arrecifes y el duro fondo y otros seres vivos y todo el mundo a través de la ecolocalización.

Mahnmut reflexionó acerca de aquello varios ricos nanosegundos.
No comprendo cómo tu Proust resolvió este enigma... o más bien, cómo intentó resolverlo, a través de la inmersión en la memoria.

No sólo en la memoria, Mahnmut, amigo mío, sino en el tiempo.

A decenas de metros de distancia, protegido por el casi invulnerable e impenetrable doble casco de su sumergible y el de la nave que lo llevaba, Mahnmut sintió como si el ioniano hubiera extendido un apéndice y lo hubiera tocado de alguna manera personal y profunda.

El tiempo está separado de la memoria
, murmuró Mahnmut a través de su línea privada, hablando ahora sobre todo para sí mismo,
¿pero está alguna vez la memoria separada del tiempo?

¡Exactamente!
, tronó Orphu.
Exactamente. Los protagonistas de Prous
t, principalmente el narrador «Yo» o «Marcel», pero también, nuestro pobre Swann, tienen tres oportunidades para escudriñar y resolver el tupido enigma de la vida. ¡Sus tres intentos fracasan, pero de algún modo la historia en sí tiene éxito, a pesar de los fallos de su narrador e incluso de su autor!

Mahnmut reflexionó sobre esto en silencio durante un rato. Cambió su visión de cámara externa a cámara externa, mirando más allá de las complejidades de la nave y su aterradora vela circular, hacia «abajo», hacia las rocas, hacia el Cinturón. Deseó que la imagen ofreciera ampliación total y allí la tuvo.

Un asteroide solitario giraba contra la negrura. No había ningún peligro de impacto. No sólo su nave estaba ya a 150.000.000 de kilómetros por encima del plano de la eclíptica y dejaba atrás el Cinturón a velocidad cegadora, sino que aquel asteroide (consultó a los bancos de astronavegación de Ri Po e identificó la roca como Gaspra) se alejaba de ellos. Seguía siendo un minimundo de tamaño apreciable (los datos cotejados indicaban que Gaspra medía 20 x 16 x 11 kilómetros) y la ampliación, equivalente a pasar a una distancia de unos 16.000 kilómetros, mostraba una masa irregular en forma de patata y una complicada sucesión de cráteres. Más interesante, había elementos sin duda artificiales en la imagen: líneas rectas marcadas en la roca, brillos en los cráteres oscuros, claras fuentes de luz en la «nariz» aplastada del asteroide.

Rocavecs
, dijo Orphu en voz baja. Seguramente miraba el mismo vídeo.
Hay unos cuantos miles de millones dispersos por el Cinturón.

¿Son hostiles como dice todo el mundo?
En cuanto envió esta pregunta, Mahnmut temió que lo tachara de ansioso.

No lo sé. Supongo que lo son: decidieron evolucionar en una cultura mucho más competitiva que la que nosotros creamos. Se dice que temen y aborrecen a los posthumanos y que nos odian a los moravecs externos. Koros III tal vez sepa si las leyendas sobre su ferocidad son ciertas.

¡Koros! Y, ¿por qué?

No muchos moravecs lo saben, pero dirigió una expedición a las rocas hace unos sesenta años-t para Asteague/Che y el Consorcio de las Cinco Lunas. Nueve moravecs lo acompañaron. Sólo regresaron otros tres.

Mahnmut reflexionó un instante. Deseó saber más sobre armas; de haber querido los
rocavecs
matarlos en aquel momento, ¿poseían un arma de energía o un misil hipercinético capaz de alcanzar la nave? Parecía improbable a su velocidad actual de más del 0,193 de la velocidad de la luz. Mahnmut le dijo a Orphu:
¿Cuáles son las tres formas con las que los personajes de Proust intentaron resolver el enigma de la vida... y fracasaron?

El gran moravec del espacio profundo se aclaró la garganta virtual.
Primero, siguieron el camino de la nobleza, el título, los derechos de nacimiento y la hidalguía
, dijo Orphu.
Marcel, el narrador, sigue esta vía durante unas doscientas páginas. Al menos cree que la aristocracia más importante es la nobleza de carácter. Pero todo resulta vacío.

Sólo fachada
, dice Mahnmut.

Nunca es sólo fachada, amigo mío
, envía Orphu, su vibrante voz más animada en la línea privada.
Proust veía esa fachada como el pegamento que mantiene unida la sociedad... cualquier sociedad, en cualquier época. La estudia a todos los niveles a lo largo del libro. Nunca se cansa de sus manifestaciones.

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