—¿No les obligará su señor feudal a firmar la paz?
—¡Ay de mí! —dijo el septon Sefton—. Lord Tully es un chiquillo de ocho años rodeado de mujeres. Aguasdulces hará poco, y el rey Aerys hará menos. A menos que algún maestre escriba un libro sobre ello, todo el asunto escapará a su real conocimiento. No es probable que Lord Ríos permita que un Bracken entre a verlo. Recordad, nuestra Mano nació medio Blackwood. Si actúa, será solo para ayudar a sus primos a mantener a raya al Bruto. La Madre marcó a Lord Ríos el día que nació, y Bittersteel le marcó de nuevo en Campo de Hierbarroja.
Dunk sabía que se refería a Cuervo de Sangre. El verdadero nombre de la Mano era Brynden Ríos. Su madre había sido una Blackwood, y su padre el rey Aegon el Cuarto.
El gordo se bebió su vino y continuó.
—En cuanto a Aerys, Su Gracia se preocupa más de antiguos pergaminos y profecías polvorientas que de lores y leyes. Ni siquiera se ha preocupado de procrear un heredero. La reina Aelinor reza todos los días en el Gran Sept, rogándole a la Madre Celestial que le bendiga con un niño, aunque sigue siendo doncella. Aerys tiene sus propios aposentos, y se comenta que se llevaría a la cama antes un libro que una mujer. —Volvió a llenar su copa—. No os confundáis, es Lord Ríos quien nos gobierna, con sus hechizos y sus espías. No hay nadie que se le oponga. El príncipe Maekar es corroído por la ira en el Refugio Estival, mientras alimenta sus quejas contra su regio hermano. El príncipe Rhaegal es sumiso y está enajenado, y sus niños son… bueno, niños. Los amigos y favorecidos de Lord Ríos copan todas las dependencias, los lores de las provincias pequeñas comen de su mano, y el nuevo Gran Maestre es tan adepto a la hechicería como él. La Fortaleza Roja está guardada por Picos de Cuervo y nadie ve al rey sin su permiso.
Dunk se removió incómodo en su asiento. ¿Cuántos ojos tiene lord Cuervo de Sangre? Un millar, y uno. Esperaba que la Mano del Rey no tuviera también un millar de oídos y uno. Algunas cosas de las que decía el septon Sefton sonaban a traición. Miró a Egg, para ver como se estaba tomando todo aquello. El chico luchaba con todas sus fuerzas para sujetar su lengua.
El septon se puso en pie.
—Mi buena hermana tardará aún un rato. Como todas las grandes damas, los primeros diez vestidos que se pruebe no harán juego con su estado de ánimo. ¿Queréis más vino? —Sin esperar respuesta, rellenó ambas copas.
—La dama que confundí —dijo Dunk, ansioso por cambiar de tema—, ¿es vuestra hermana?
—Todos somos hijos de los Siete, Ser, pero aparte de eso… dioses, no. Lady Helicent era la hermana de Ser Rolland Uffering, el cuarto marido de lady Rohanne, quien falleció en la primavera. Mi hermano fue su predecesor, Ser Simon Staunton, quien tuvo la desgracia de ahogarse con un hueso de pollo. Fosafría está llena de fantasmas, se dice. Los maridos mueren aunque su parentela se queda, para beberse los vinos de mi señora y comer sus alimentos, como una plaga de rollizas polillas sobre la seda y el terciopelo. —Se enjugó la boca—. Y sin embargo, debe casarse otra vez, y pronto.
—¿Debe? —dijo Dunk.
—La voluntad de su padre así lo exige. Lord Wyman quería nietos que siguieran la línea de descendencia. Cuando enfermó intentó casarla con Dosmetros, para poder morir sabiendo que ella tenía un hombre fuerte que la protegiera, pero Rohanne le rechazó. Su señoría se vengó con su última voluntad. Si permanece soltera en el segundo aniversario del fallecimiento de su padre, Fosafría y sus tierras pasan a su primo Wendell. Quizá le vierais en el patio. Un hombre bajo con bocio en el cuello, muy dado a las flatulencias. Aunque no soy quién para decir eso. Yo mismo tengo la maldición del exceso de viento. Sea como fuere, Ser Wendell es codicioso y estúpido, pero su esposa es la hermana de lord Rowan… y es condenadamente fértil, eso no puede negarse. Ella da a luz con tanta frecuencia como él se pedorrea. Sus hijos son tan negados como él, sus hermanas son peores, y todos ellos han empezado a contar los días. Lord Rowan ha confirmado el testamento, así que su señoría solo tiene hasta la próxima luna nueva.
—¿Por qué ha esperado tanto? —preguntó Dunk en alto.
El septon se encogió de hombros.
—A decir verdad, ha habido escasez de pretendientes. Mi hermana no es difícil de mirar, ya os habréis dado cuenta, y tiene un buen castillo y vastas tierras que añadir a sus encantos. Si pensarais que hay hijos menores y caballeros sin tierras revoloteando alrededor de su señoría como moscas, os equivocaríais. Los cuatro esposos muertos los hacen recelosos, y también están aquellos que dicen que ella es estéril… aunque nunca en su presencia, a menos que anhelen ver el interior de una jaula. Dio a luz a dos bebés, un niño y una niña, pero ninguno vivió para ver su cumpleaños. Aquellos que no son alejados por los rumores de envenenamientos y brujerías no cuentan con la aprobación de Dosmetros. Lord Wyman le encargó en su lecho de muerte que protegiera a su hija de los pretendientes indignos, lo que él ha tomado como todos los pretendientes. Todo hombre que quiera su mano debe antes enfrentarse a la espada de Dosmetros. —Se terminó el vino y puso la copa a un lado—. Eso no quiere decir que no haya habido ninguno. Cleyton Caswell y Simon Leygood han sido los más persistentes, aunque parecen más interesados en las tierras de ella que en su persona. Si me estuviera permitido apostar, me jugaría todo mi oro por Gerold Lannister. Aún tiene que hacer acto de aparición, pero dicen que es rubio como el oro y rápido de ingenio, y que mide más de metro ochenta y pico…
—… y lady Webber se siente atraída por sus cartas. —La lady en cuestión estaba de pie en la entrada, junto a un joven maestre poco agraciado con una gran nariz ganchuda—. Perderíais vuestra apuesta, cuñado. Gerold nunca abandonará voluntariamente los placeres de Lannisport y el esplendor de Roca Casterly por un pequeño señorío. Tiene más influencia como hermano y consejero de lord Tybolt de lo que jamás podría esperar como mi marido. Y en cuanto a los demás, Ser Simon necesitaría vender la mitad de mis tierras para pagar sus deudas y Ser Cleyton tiembla como una hoja cada vez que Dosmetros se digna a mirar en su dirección. Además, es más hermoso que yo. Y vos, septon, tenéis la boca más grande de Poniente.
—Una gran barriga requiere una gran boca —dijo el septon Sefton, totalmente impertérrito—. De otro modo, pronto se vuelve pequeña.
—¿Vos sois la Viuda Escarlata? —preguntó Egg, atónito—. ¡Yo soy casi tan alto como vos!
—Otro chico hizo la misma observación no hará medio año. Le envié al potro para hacerlo más alto. —Cuando lady Rohanne tomó asiento en la silla alta del estrado, se colocó la trenza hacia delante sobre el hombro izquierdo. Era tan larga que su extremo se posó sobre su regazo, como un gato durmiente—. Ser Duncan, no debería haberos tomado el pelo en el patio, cuando intentabais ser tan gentil. Es solo que os pusisteis tan colorado… ¿No había chicas que os tomaran el pelo, en el pueblo en el que crecisteis tan alto?
—El pueblo fue Desembarco del Rey. —No mencionó Lecho de Pulgas—. Había chicas, pero…
—El tipo de tomaduras de pelo que se estilaban en Lecho de Pulgas a veces incluía cortarte un dedo del pie.
—Supongo que tenían miedo de burlarse. —Lady Rohanne acarició su trenza—. No hay duda de que temían vuestro tamaño. No penséis mal de lady Helicent, os lo ruego. Mi cuñada es una criatura simple, pero no haría daño a nadie. Es tan piadosa, que no podría verterse sola sin sus septas.
—No fue cosa suya. El error fue mío.
—Mentís de manera muy cortés. Sé que fue Ser Lucas. Es un hombre con un sentido del humor cruel y vos lo ofendisteis a la vista de todos.
—¿Cómo? —dijo Dunk, confuso—. No le he hecho nada.
Ella sonrió con una expresión que a él le hizo desear que la mujer fuese de menor abolengo.
—Os vi de pie junto a él. Sois varios centímetros más alto. Hacía mucho tiempo que Ser Lucas no conocía a nadie a quien no pudiera mirar por encima del hombro. ¿Qué edad tenéis, Ser?
—Cerca de veinte, si os place, mi señora. —A Dunk le gustaba lo de rondar los veinte, aunque lo más probable era que fuese un año más joven, puede que dos. Nadie lo sabía con exactitud, y él menos que nadie. Debió haber tenido un padre y una madre como todo el mundo, pero no los había conocido, ni siquiera sus nombres, y nadie en Lecho de Pulgas se había preocupado mucho de cuando había nacido, ni de quien.
—¿Sois tan fuerte como aparentáis?
—¿Cuán fuerte aparento, mi señora?
—Oh, lo bastante fuerte para derribar a ser Lucas. Es mi castellano, pero no por elección mía. Al igual que Fosafría, es un legado de mi padre. ¿Os convertisteis en caballero en algún campo de batalla, ser Duncan? Vuestro discurso sugiere que no sois de noble cuna, si me excusáis el comentario.
Nací en el arroyo.
—Un caballero errante llamado ser Arlan de Pennytree me tomó como escudero cuando solo era un niño. Me enseñó la caballería y las artes de la guerra.
—¿Y ese mismo ser Arlan os ordenó caballero?
Dunk se miró los pies. Una de sus botas estaba a medio desatar, según vio.
—Nadie más era probable que lo hiciera.
—¿Dónde está ahora ser Arlan?
—Murió. —Levantó la mirada. Podría atarse la bota más tarde—. Le enterré en la ladera de una colina.
—¿Cayó valientemente en batalla?
—Llovió mucho. Cogió una pulmonía.
—Los ancianos son frágiles, lo sé. Aprendí eso de mi segundo marido. Yo tenía trece años cuando nos desposamos. El hubiera cumplido cincuenta y cinco en su próxima onomástica, si hubiera vivido lo suficiente. Cuando llevaba medio año bajo tierra, le di un hijo, pero El Desconocido también vino por él. Los septones dijeron que su padre lo quería a su lado. ¿Qué pensáis vos, ser?
—Bueno —dijo Dunk, dubitativo—, así sería, mi señora.
—Estupideces —dijo ella—, el chico nació demasiado débil. Una cosita tan pequeña. Apenas tenía fuerza para amamantarse. Más aún, los dioses le concedieron a su padre cincuenta y cinco años. Podrían haberle concedido más de tres días al hijo.
—Podrían. —Dunk sabía poco o nada de los dioses. A veces iba al septon, y rezaba para que el Guerrero le concediera fuerza a sus brazos, pero aparte de eso no tenía contacto con los Siete.
—Lamento que vuestro ser Arlan falleciese —dijo—, y más aún que ser Eustace os tomara a su servicio. Todos los ancianos no son iguales, Ser Duncan. Haríais bien en regresar a vuestra casa de Pennytree.
—No tengo hogar sino allí donde juro por mi espada, —Dunk nunca había visto Pennytree; ni siquiera podía asegurar que estuviera en el Dominio.
—Juradla aquí, entonces. Vivimos tiempos inciertos. Necesito caballeros. Tenéis aspecto de tener un gran apetito, Ser Duncan. ¿Cuántos pollos podéis comeros? En Fosafría tendríais vuestro plato lleno de carne de cerdo caliente y dulces tartas de frutas. Vuestro escudero también parece falto de sustento. Es tan escuálido que todo el cabello se le ha caído. Podría compartir celda con otros chicos de su edad. Le gustaría. Mi maestro armero puede entrenarle en las artes del combate.
—Yo le entreno —dijo Dunk, a la defensiva.
—¿Y quién más? ¿Bennis? ¿El viejo Osgrey? ¿Los pollos?
Había días en los que Dunk había puesto a Egg a perseguir a los pollos. Le ayuda a ser más rápido, pensó, pero sabía que si se lo decía, se reiría. Le estaba distrayendo, con su nariz respingona y sus pecas. Dunk tuvo que recordarse por qué le había enviado allí Ser Eustace.
—Mi espada es leal a lord Osgrey, mi señora —dijo—, y así seguirá.
—Sea, Ser. Hablemos de asuntos menos placenteros. —Lady Rohanne le dio un tirón a su trenza—. Nosotros no toleramos ataques ni a Fosafría ni a sus gentes. Por tanto, decidme por qué no debo coser un saco con vos en el interior.
—He venido a parlamentar —le recordó él—, y he bebido vuestro vino. —El sabor aún llenaba su boca, sabroso y dulce. Siempre y cuando no estuviera envenenado. Quizá era el vino el que le hacía ser audaz—. Y no tenéis un saco lo bastante grande para mí.
Para su alivio, el chiste hizo que ella sonriera.
—Sin embargo, tengo uno que será suficiente para Bennis. El maestre Cerrick dice que el rostro de Wolmer fue sajado casi hasta el hueso.
—Ser Bennis perdió los nervios con el hombre, mi señora. Ser Eustace me envió pagar el precio de sangre.
—¿El precio de sangre? —Se rió—. Es un anciano, lo sé, pero no me había dado cuenta de que estaba tan viejo. ¿Cree que vivimos en la Edad de los Héroes, cuando la vida de un hombre no costaba más que un saco de plata?
—El excavador no murió, mi señora —le recordó Dunk—. Nadie que yo viera fue asesinado. Su cara fue cortada, eso es todo.
Los dedos de ella danzaban perezosamente a lo largo de su trenza.
—¿En cuánto valora Ser Eustace la mejilla de Wolmer, decidme?
—Un venado de plata. Y tres para vos, mi señora.
—Ser Eustace le pone un precio muy tacaño a mi honor, aunque tres venados son mejor que tres pollos, eso seguro. Haría mejor en enviarme a Bennis para que yo lo castigara.
—¿Eso incluiría el saco que mencionasteis?
—Puede ser. —Balanceó su trenza con una mano—. Osgrey puede guardarse su plata. Solo la sangre puede pagar la sangre.
—Bien —dijo Dunk—, puede ser como decís, mi señora, ¿pero por qué no enviar a por el hombre que Ser Bennis hirió, y le preguntamos si preferiría un venado de plata o a Bennis en un saco?
—Oh, escogería la plata, si no pudiera tener las dos cosas. Eso no lo dudo, Ser. Pero no es él quien tiene que hacer la elección. Ahora es un asunto entre el león y la araña, no de mejillas de labriegos. Es a Bennis a quien quiero, y es a Bennis a quien tendré. Nadie cabalga hasta mis tierras, hace daño a los míos y escapa para reírse de ello.
—Su señoría cabalgó hasta tierra de Tiesa, e hizo daño a uno de los de Ser Eustace —dijo Dunk, antes de pararse a pensarlo.
—¿Eso hice? —Volvió a tirar de su trenza—. Si te refieres al cuatrero, el individuo tenía muy mala reputación. Me quejé en dos ocasiones a Osgrey, y sin embargo no hizo nada. Yo no ruego por tercera vez. La ley del rey me garantiza el derecho al foso y a la horca.
Fue Egg quien respondió.
—En sus propias tierras —insistió el chico—. La ley del rey otorga a los lores el derecho de imponer el foso y la horca en su propio territorio.
—Chico listo —dijo ella—. Si tanto sabes, también estarás al tanto de que los caballeros con tierras no tienen derecho a castigar sin el consentimiento de su señor feudal. Ser Eustace obtuvo Tiesa de lord Rowan. Bennis rompió la paz del Rey cuando derramó sangre, y debe pagar por ello. —Miró a Dunk—. Si Ser Eustace me envía a Bennis, le cortaré la nariz, y eso será el fin del asunto. Si tengo que ir y llevármelo, no prometo nada.