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Authors: Christopher Moore

¡Muérdeme!

BOOK: ¡Muérdeme!
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Ahora que sus antiguos amos vampiros, Jody y Thomas, están fuera de combate, la joven Abby Normal se ha erigido en Señora Sustituta de la noche San Francisco… Un papel que se le queda un poco grande a esta adolescente gótica salida, aspirante a vampira y fashion victim, sobre todo ahora que la ciudad ha sido invadida por una caterva de gatitos chupasangres que se han propuesto dejar secos a todos los indigentes y prostitutas con los que se cruzan. Menos mal que Steve, su “dulce amor ninja” y Jared, su mejor amigo gay, están ahí para… ¿ayudarla?

Christopher Moore

¡Muérdeme!

ePUB v1.3

Dukoman
16.02.12

Título original: Bite Me

© Christopher Moore, 2010

Ilustración de portada: © Will Staehle

Traducción de Lorenzo F. Díaz Buendía

1
Hola, gatito

Diario de Abigail von Normal,

señora sustituta de las noches de la zona de Gran Bahía

La ciudad de San Francisco está siendo asediada por un enorme gato vampiro afeitado llamado Chet, y solo yo, Abby Normal, señora sustituta de las noches de la zona de Gran Bahía, y Perro Fu, mi esclavo sexual con el pelo a lo manga, nos interponemos entre ese monstruo hambriento y la sangrienta matanza del gran público, lo cual tampoco sería tan malo como parece, porque el gran público apesta.

Aun así, creo que esta batalla entre fuerzas oscuras, junto a lo de mantener mi apasionado y prohibido romance, la sacrificada tarea de domar mis nuevas botas
Skankenstein
® de vinilo rojo y plataforma que me llegan al muslo, así como la aplicación diaria de un elaborado maquillaje de ojos y demás, justifican que me salte la clase de biología (Introducción a la mutilación de cadáveres de marmota en conserva, con el señor Snavely, que sé de buena tinta que se lo hace con las marmotas cuando no hay nadie delante). Pero ve a decirle eso a la unidad materna, que se merece toda esta desesperación y decepción por maldecirme con su contaminado ADN de tetas pequeñas.

Dejad que os ponga al día,
s’il vous plaît
. Y prestad atención, cabrones, que luego habrá examen.

Hace tres vidas, o quizás fue el semestre pasado, porque como dice la canción: «Cuando estás enamorado, el tiempo es como un río de resbaladizos excrementos». A lo que iba, que durante las vacaciones de invierno, estábamos Jared y yo en Walgreens buscando sombra de ojos hipoalergénica cuando conocimos a la hermosa y pelirroja condesa Jody y a su consorte de sangre, mi Señor Oscuro, el vampiro Flood, que iba totalmente disfrazado de perdedor, con vaqueros y camisa de franela.

Yo solté un «Nosferatu» que susurré a Jared como el viento nocturno soplando entre árboles muertos.

Y Jared: «De eso nada, triste y confusa zorra».

Y yo: «Cierra tu fétida sorbepenes, presumido con aliento a semen». Cosa que se tomó como un cumplido, que era lo que yo pretendía, porque aunque Jared es profundamente gay, en realidad no se ha tirado a nadie, sin contar quizá a su mascota, la rata Lucifer. Siendo estrictos, podría decirse que Jared es roedorsexual, de no ser por la complicada geometría de esa relación (porque el tamaño sí importa, ¿sabéis?).

Nota para mí: debería presentar a Jared al señor Snavely para que hablen de follarse roedores y eso; igual así me salvo de repetir biología.

El caso es que Jared es el personaje secundario ideal dentro de la tragedia que es mi vida, ya que viste lúgubre chic , es muy bueno poniéndose melancólico y autodespreciándose, y es alérgico a los productos de belleza. He intentado convencerlo para que se haga profesional.

Pues eso, que el vampiro Flood me cita en un club, donde me ofrezco a él para que sacie sus oscuros deseos, cosa que rechaza, por el amor eterno que siente hacia la condesa. En vez de eso me invita a un capuchino y me nombra su esbirra oficial. El deber de una esbirra consiste en alquilar apartamentos, hacer la colada y llevar al amo un saco con un sabroso niño dentro, aunque nunca he hecho esto último porque a los amos no les gustan los niños.

Pues eso, que el vampiro Flood me dio dinero y yo alquilé un loft
très
guay en el SOMA (que está de lo mejor considerado como barrio para vampiros porque casi todo son edificios nuevos y nadie va a sospechar que allí vivan viejas criaturas de pura maldad). Pero resultó que estaba como a media manzana del loft
très
guay del SOMA donde ya vivían. Pues eso, que cuando voy a entregarles la llave, esperando que me otorguen el oscuro don de la inmortalidad, aparece una limusina llena de universitarios porreros y una fulana pintada de azul con unas tetas giganormes de silicona. Y me dicen: «¿Dónde está Flood? Tenemos que hablar con Flood. Déjanos entrar», y otras exigencias de mierda. Y voy yo y les digo: «¿Y qué más? Quítate de en medio, Pitufina. Aquí no vive nadie llamado Flood».

¡Lo sé! ¡Por los putos clavos de Cristo en bicicleta! ¡La tía era azul!

Y no soy racista, así que no sigáis por ahí. Era evidente que la tía tenía problemas de autoestima que compensaba con las gigantescas tetas falsas, la pintura corporal azul de zorrón y tirándose a un coche lleno de porreros por pasta. No la juzgo por el color de su piel. Cada cual afronta el mundo a su modo. Cuando tuve que ponerme correctores en los dientes pasé por una fase Hello Kitty que me duró hasta los quince, y Jared aún sostiene que en el fondo sigo siendo happy, lo cual no es cierto. Lo que pasa es que soy complicada.

Pero ya volveré luego a la fulana de azul, porque entonces va el asiático del grupo y mira su reloj y dice: «Demasiado tarde, se pone el sol». Y se fueron. Fue entonces cuando abrí la puerta de la escalera del loft y me encontré con Chet, el enorme gato vampiro afeitado. (Solo que, en aquel momento, no sabía cómo se llamaba y llevaba un jersey rojo, así que no sabía que estaba afeitado, y todavía no era vampiro, pero sí enorme.)

Y yo le solté: «Vamos, minino, lárgate». Y se largó, dejando tirado en las escaleras a William, el sin techo del enorme gato afeitado. Pensé que estaba muerto por lo mal que olía, pero resultó que solo se había desmayado por la bebida y porque le habían chupado la sangre y eso. Pero estoy bastante segura de que ahora sí que está muerto porque luego Fu y yo encontramos su mierda de ropa apestosa en la escalera del loft , llena de ese polvo gris en que se convierte la gente cuando un vampiro les deja secos.

Así que subo y digo: «En la escalera hay un muerto y un gato enorme con jersey». Y la condesa y Flood me dicen: «No importa».

Y yo: «Y os busca una limusina llena de porreros».

Y se pusieron en plan «hala», y no os imagináis lo que parecieron flipar para ser viejas criaturas que viven un oscuro romance prohibido y eso. Y es que resultó que no lo eran, quiero decir que no lo son. Quiero decir que, sí, vale, su amor es eterno y son criaturas de maldad indecible y eso, pero para nada son viejos. Resulta que el vampiro Flood tiene solo como diecinueve años, y conoció a la condesa hace solo un par de meses. Y ella solo tiene unos veintiséis, que será algo carroza, pero no es tan vieja. Y es muy guapa pese a su avanzada edad, con largos cabellos de lo más rojos y piel blanca como la leche, y ojos verdes como un fuego esmeralda, y un cuerpazo que podría hacer que una chica se volviera lesbi si no fuera ya esclava de ese alucinante ninja experto en sexo-fu que es el delicioso Perro Fu. (Fu sigue insistiendo en que no puede ser ninja porque es chino y los ninjas son japoneses, pero solo lo dice porque es un cabezota y siempre que saco el tema se hace el asiático airado.)

Pues eso, que en el loft del amo veo dos estatuas de bronce, una es de un hombre de negocios carroza y la otra se parece a la condesa, solo que completamente desnuda, o con unas mallas, y en bronce. Y voy yo y le digo: «¡Estábamos exhibicionistas, condesa! ¿Venía con barra de stríper?».

Y va ella y dice: «Ayuda a Tommy a mover los muebles, Miércoles». Como si eso tuviera algún sentido. (Resulta que Miércoles es un personaje gótico de una peli carroza.)

Pues eso, que, más tarde, gracias a una investigación intensiva y a cotillear por ahí y eso, descubro que las estatuas no son estatuas. Que la condesa solía estar dentro de su estatua, y que en realidad dentro de la estatua del hombre de negocios carroza hay una vieja criatura de maldad indecible, el nosferatu que vampirizó a la condesa. Y el vampiro Flood, que entonces no era vampiro, los había bronceado a los dos mientras dormían el profundo sueño que tienen los muertos durante el día, que es como el sueño más profundo que se puede tener. (Deberíais saber que los vampiros no bostezan ni se duermen poco a poco. Cuando el sol asoma por el horizonte, se desploman como muñecos de trapo y caen allí donde estén, y puedes moverlos y pintarlos y ponerles las manos en el aparato y hacerles fotos y colgarlas en la red, sin que se enteren de nada hasta que anochece y despiertan de golpe y se preguntan por qué tienen las partes cochinas pintadas de verde y el buzón lleno de proposiciones de elfin_love.com.)

Lo sé. ¡Uau!

Resulta que la condesa eligió a Flood, al que llama Tommy, para que fuera su esbirro de día, su almuerzo en sangre y su esclavo sexual, porque trabajaba por la noche en el supermercado Safeway. Entonces, el viejo vampiro, que había vampirizado a la condesa como una semana antes, empezó a incordiarlos, diciendo que iba a matar a Tommy y a joderle la vida a Jody. Pues eso, que Flood y su banda de porreros reponedores del turno de noche del Safeway (llamados los Animales) fueron a por el vampiro alfa, que dormía en un gran yate en la bahía, y le robaron como tropecientos millones en obras de arte que tenía allí, y volaron el yate con el vampiro dentro, cosa que no le hizo mucha gracia, pero cuando salió del agua lo jodieron a base de bien con rifles lanzaarpones y eso.

¡Lo sé! ¡Para mear y no echar gota! ¡Lo sé! Eso demuestra lo que dice Lord Byron en un poema: «Hasta unos pocos porreros con la hierba y los explosivos suficientes pueden vencer a una criatura de gran poder oscuro, antiguo y sofisticado».

Estoy parafraseando. Igual es de Shelley.

Pues eso, que la condesa impidió que mataran al viejo vampiro, pero prometió a los policías (a esos dos policías de siempre) que se lo llevaría y nunca volvería a la ciudad, pero cuando se fueron a dormir, Flood, que no soportaba la idea de perder a Jody, los llevó donde los moteros escultores e hizo que los broncearan. Y a la condesa le hizo agujeros en la capa de bronce por los oídos para explicarle por qué lo había hecho, y ella se transformó en niebla y salió a la habitación y lo convirtió en vampiro. Cosa que le sorprendió mucho, porque no sabía que ella supiera hacer esas cosas. (Me refiero a convertirse en niebla y vampirizarlo.)

Así que ahora los dos son vampiros, eternos en su amor, pero un tanto cutres en habilidades nocturnas. Como Jody se había estado alimentando de Tommy, no se había parado a pensar en lo que comería cuando Tommy fuera vampiro. Así que primero fueron a por aquel sin techo, al que llamaremos William el del gato enorme (porque la gente lo llama así), que se sentaba en la calle Market con Chet y un cartel que decía «Soy pobre y mi gato es enorme». Y acabaron alquilándole el enorme gato para chuparle la sangre entre los dos. Pero resultó que buena parte de la enormidad minina de Chet era pelo, así que lo afeitaron para facilitar el proceso de morderle. Me alegro de que entonces aún no fuera esbirra suya, porque creo que todos sabemos a quién le habría tocado afeitar al minino.

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