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Authors: Federico Moccia

Tags: #Romántico

Carolina se enamora (42 page)

BOOK: Carolina se enamora
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—Me lo contó él.

—Ah, bueno, en ese caso…

Sí, don Gianni es mejor persona de lo que pensaba. Ahora bien, a saber cómo se lo habrá contado. Don Roberto me mira de una forma que casi parece que puede leerme el pensamiento.

—Me dijo que era él el que se había equivocado, que quería que os sintierais a gusto con él y que quizá no debería haber contado las intimidades de una de vuestras compañeras…

—¡Pues sí!

—Y ahora está convencido de que no te fías de nosotros.

—De ustedes, no, de él.

—¿De mí sí?

Me mira risueño intentando transmitirme su calma.

—Sí, claro…, ¿por qué no?

—En ese caso, ¿quieres decirme a qué se debe que hayas entrado en la iglesia?

—Para rezar, ya se lo he dicho.

—Sí, claro, pero normalmente, cuando se reza, es porque uno debe enfrentarse a un momento delicado y tiene miedo de equivocarse.

Ay, este tipo es demasiado intuitivo.

Espero un poco. Inspiro profundamente y pienso en él.

—Bueno, mi hermano se ha marchado de casa. No es que haya sucedido nada grave, sólo que no se llevaba bien con mi padre y…

—Tu hermano ha sido muy valiente. Hoy en día muy pocos jóvenes salen de casa e intentan arreglárselas por su cuenta.

—Pues sí.

Se crea un extraño silencio. También en este caso Rusty James me ha echado un cable. No he entrado en la iglesia por él, eso es evidente, pero en cualquier caso me gustaría que todo le fuera bien. Y una oración nunca está de más, ¿no?

—Bueno, ahora tengo que marcharme.

—Bien, Carolina, reza si quieres. Pero ya verás cómo todo va de maravilla.

—Sí, gracias, padre.

Salgo con su bendición, confiando que no sea la única. Mi ciudad me parece más bonita que nunca. O quizá sea cosa del amor. El mero hecho de haber pronunciado estas palabras me preocupa. ¿Debería volver a entrar en la iglesia y confesárselo todo? Me entran ganas de echarme a reír. ¿Cómo era esa frase? «El amor vuelve extraordinaria a la gente común».

Y hace que las ciudades sean más hermosas. Todo gana en belleza. Es como ponerse unas gafas con los cristales del amor. Gafas «
love
». Así son las mías. ¡Pese a que no soy yo la que las llevo, sino mi corazón! Hoy me ha dado por la poesía.

¿Qué hora es? Las diez menos cuarto. Pues sí, todavía estará durmiendo. Aunque quizá Jamiro se haya despertado ya. Cojo el móvil y lo llamo. Me da la risa. En realidad se llama Pasquale. Todavía me acuerdo del día en que lo conocí. Piazza Navona. Hace un año.

—¡Venga, vamos a que nos echen las cartas!

A Alis le encanta probar cosas nuevas sobre todo cuando hay que gastar dinero.

—¡Vamos, yo invito!

Clod está muy segura.

—Yo voy.

—Vale. —No quiero parecer descortés—. Yo también.

—Sentaos, os las leeré a las tres a la vez, e incluso os haré un descuento. Me llamo Jamiro.

Nos da la mano a las tres.

—Pero si tú te llamas Pasquale —le replica Alis, a la que no se le escapa nada.

Se queda patidifuso.

—¿Y tú cómo lo sabes?

—Está escrito en la tarjeta que sobresale de tu bolsa.

Jamiro se ríe.

—Ése es mi nombre artístico. En realidad me llamo Jamiro. Por unos segundos me has asustado. Pensaba que la vidente eras tú.

—¡Sí, médium!

—Sí. —Alis señala a Clod y arremete contra ella—. ¡Y ella es
extra large
!

—¡Imbécil! —Pero Clod no se enfada, e incluso se ríe.

Jamiro empieza a leerle la mano y le echa las cartas. Después me mira a mí y me suelta una frase increíble:

—Encontrarás el sol.

—¿Qué quieres decir?

—No lo sé, es lo que veo. Encontrarás el sol.

—Esperemos que no acabes como Ícaro… —Alis y sus continuas ocurrencias.

Clod no entiende una palabra. Yo no alcanzo a imaginar a qué se refiere. Aunque no tardaré en descubrirlo.

Jamiro responde por fin al móvil.

—Hola. ¿Sigues en el mundo de los sueños?

—¿Cuál es la diferencia entre la realidad y el sueño?…

Él y sus frases. Me río.

—Y, sobre todo, ¿quién eres? —prosigue Jamiro.

—Pero bueno, ¿no me has reconocido? Soy tu pesadilla.

—¡Caro!

—Muy bien. ¿Lo ves?

—¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas tan pronto? ¿Un sábado por la mañana, a esta hora? No es propio de ti. ¿Pasa algo?

—No lo sé… Pero es importante, muy importante para mí. ¿qué dicen tus cartas?

—Ahora mismo les echo un vistazo.

Silencio. Sólo oigo unos movimientos ligeros, como el que hacen las hojas al tocar el suelo, o cuando se pasan las páginas de un libro… Como el ruido que hacen las cartas cuando se depositan sobre la mesa.

—Jamiro…

—¿Qué pasa?

—¿Debo preocuparme?

—No creo, o puede que sí.

—¿Qué quieres decir?

—Sólo veo un poco de lluvia. No…, no…, hay un sol. Sí. Cuando salga el sol, todo te parecerá más claro. Sereno…

—¡Bravooo! Gracias, eres un cielo.

Cuelgo el teléfono y salgo corriendo. Corro como una loca. Ya no me queda ninguna duda: mis ruegos han sido escuchados.

A cierta distancia. A la misma hora, en la misma ciudad.

Jamiro sacude la cabeza. Mira el móvil apagado. Luego las cartas. Eso es, ahora lo entiendo. No es lluvia. El corazón le da un vuelco. Son lágrimas.

Enero

¡Bienvenidos al nuevo año, que, espero, esté lleno de cosas buenas! ¡Mientras tanto yo pongo la mejor de las intenciones!
A Happy New Year. Ein gutes neues Jahr
. Feliz Año Nuevo.
Bonne Année. Sastlivogo Nonovogo Góda
. ¡Las sé! ¡Como podéis ver, queridos profes, me las se todas!

Resumen de final de año:

Los amigos más juerguistas: ¡Gibbo y Cudini!

Las amigas más auténticas: ¡Clod y Alis!

La canción de finales de diciembre: la de Tormento,
Resta quí
.

¿Has cambiado algo en tu vida? ¡Sí, he dejado a Lele!

¿Con quién discutes más a menudo? Con mi hermana, para variar.

¿El lema del año que está a punto de concluir?
Ad maiora
, que, la verdad, no sabía muy bien lo que quería decir, me lo ha dicho mi hermano.

¿El lema del próximo año? ¡
Ad maiora
, ahora que sé lo que significa!

Películas que quiero ver:
Hacia rutas salvajes, Cuscús, Ahora o nunca. Mr. Magorium y su tienda mágica, Posdata: te quiero
.

El pensamiento de hoy: quiero que el nuevo año sea superguay.

Las cosas que odiaré en el nuevo año: los exámenes; la mala educación; a la señora Marinelli cuando me pregunte si tengo novio; a Clod cuando se coma las uñas y a Alis cuando se peine como una pija; a papá cuando no riña a Ale; la asignatura de tecnología, sobre todo los conductores y los aislantes; levantarme a las 7.00 para ir al colegio; no encontrar las zapatillas; a las tipas que digan «Estoy delgada, pero la verdad es que como de todo, tengo un metabolismo muy rápido».

Las cosas que adoraré del nuevo año: «Smallville»;
High School Musical
; «Sexo en Nueva York»; «I liceali» (que ahora emiten en Sky y que sólo puedo ver en casa de Alis; «Mentes criminales»; «Parla con me»; «Zelig Circus»; «Le iene»; ir en moto, pese a que todavía no tengo una; las bailarinas Miss Ribellina, y el chocolate.

Atuendo: vaqueros, camiseta con el cuello de barca, un cinturón grande y unas zapatillas de deporte.

Una cita: «Nos volvimos tras una docena de pasos, porque el amor es triste, y nos miramos por última vez.» Jack Keruac,
En el camino
.

Una canción:
Hey there Delilah
, de Plain White T's.

Ah, lo olvidaba: ser feliz.

¡Enero es un mes excepcional! Cuando empieza el año tienes siempre numerosos propósitos, al igual que cuando empieza la semana o cualquier cosa nueva; incluso en el amor tienes siempre mil planes, sólo que, en ocasiones, la cosa no sólo depende de ti. ¡De manera que no constituye un punto de referencia! En cualquier caso, he abierto mi nuevo blog, he cambiado las fotografías de MySpace y he recopilado nuevos emoticonos para el Messenger. En fin, que el año no podría haber empezado mejor. Lo importante, como en todo, es conseguir mantener el mismo entusiasmo en todo momento.

¡Pasado mañana volvemos al colegio! Aunque yo estoy muy bien en casa de vacaciones. Me quedo un poco más en la cama por la mañana, holgazaneando. Y luego salgo por la tarde con Alis y Clod. Roma. Calles. Tiendas. Los escaparates preparados para las rebajas, que están a punto de empezar. Nosotras, que nos dedicamos a tomarnos el pelo por las cosas de siempre. Un montón de tiempo libre, pese a que nos han puesto una barbaridad de deberes. Las últimas películas navideñas en la televisión que miro durante cinco minutos, los paseos con
Joey
, los sms bobos de Clod —no sé por qué, pero tengo la impresión de que los copia de internet—, como, por ejemplo: «Un caballo entra en un cine, se dirige hacia la taquillera y le dice: “Una entrada, por favor”, y la taquillera grita: “¡Aahhh! ¡Un caballo que habla!” Y el caballo le responde: “No se preocupe, señora, que en la sala estaré callado”» . Además, no sé si me los manda sólo a mí o si hace un envío múltiple, Bah. ¡Sea como sea, me los manda! ¡Y luego los regalos de la Befana el día 6! ¡Quería encontrar un calcetín lleno de caramelos, de esos caramelos de naranja que tanto gustan, la respuesta adecuada sobre Massi, saber qué colegio elegir para hacer el bachillerato! Hay que hacer la preinscripción. Alis dice que quizá elegirá el bachillerato clásico. A Clod le gustaría cursar el artístico o el lingüístico, y a mí, el clásico. Aunque la verdad es que no quiero separarme de ellas… ¡Uf! El genio de mi hermano me ha dicho que debo elegir según lo que siento, y no según lo que hagan mis amigas, porque la amistad permanece de todas formas, mientras que, si te equivocas con el colegio, luego la pagas. Tiene razón…, ¡como siempre, por otra parte! El caso es que al final mi calcetín me ha dejado patidifusa: Mars pequeños, regaliz, tanto el de lazos como ése más pequeño, ositos de goma y bombones de chocolate con leche de todo tipo. ¡Ojalá me durasen al menos hasta Pascua! He pensado que ciertas cosas me las comeré sólo los sábados. Así, después llega el chocolate de Pascua…, y sigues hasta el verano. Y, lo que es más importante, no engordo. Eso es fundamental Me moriría si por casualidad me encontrara con Massi y me dijera: «¿Quién eres tú? ¿Carolina? ¡Sí, sí, hace veinte kilos lo eras!»

La gimnasia es fundamental. La artística me pirra, es dura, sudas y, además, te diviertes.

«Ring». Es mi móvil. Miro la pantalla: Alis. No puede evitarlo, me echa de menos. Entre los sms y el Messenger, me habrá llamado al menos cien veces. Contesto sin darle tiempo a hablar.

—Vale, te entiendo… No puedes aguantarte ¿eh? Recuerda que pasado mañana nos vemos de nuevo en el colegio, ¿eh?

—Tonta… ¿Estás lista, Caro? ¡Tengo una noticia bomba!

—Desembucha.

—¡Nos han invitado a la fiesta de Borzilli!

—¡Nooo!

—Sííí.

—¡Eres genial, Alis!

—Paso a recogerte dentro de media hora, ¿vale?

—¿Para qué?

—¡Para ir de compras!

Cuelga. Nunca me deja el tiempo suficiente para responder a sus propuestas. ¿Y si tuviese otra cosa que hacer? Un compromiso, una cita con mi madre, con otra amiga, con… ¡con un chico! Alis es así. O lo tomas o lo dejas. O mejor tomarlo y dejarse llevar. Sea como sea, es fabulosa. Estoy segura de que Borzilli nos ha invitado gracias a ella.

Stefania Borzilli. Quince años, suspendida en una ocasión en II. La heroína del colegio. Según la leyenda que circula sobre ella, poco importa que sea verdadera o falsa, ya ha hecho el amor. Es decir, no sé si es verdad, pero en verano, nada más cumplir los catorce, se encerró en un dormitorio de su casa de campo de Bracciano, en la habitación grande, desde la que se puede contemplar el lago, con un chico guapísimo, un tal Pier Frery, un francés que habla italiano y que antes iba a nuestro colegio y que, en cualquier caso, ha vuelto ya a París. Y nadie ha sabido nada de esa historia. Esa noche salieron corriendo y se tiraron a la piscina en mitad de la fiesta, él con unos calzoncillos negros y ella sólo con las bragas. Lo único seguro es que todos vieron cómo se besaban en el agua.

Un día estaba en el gimnasio. El año pasado. La II acababa de finalizar una clase y nosotros estábamos a punto de entrar para jugar a voleibol. Borzilli salió y en ese momento se le cayó la sudadera que llevaba enrollada a la cintura.

—¡Eh, has perdido esto!

Me acerqué a ella y se la di.

—Gracias.

Me sonrió de una manera increíble. Tenía una cara agraciada, afable, despreocupada, salpicada de unas cuantas pecas, unos grandes ojos azules y el pelo castaño claro, un poco rizado, suelto y salvaje. Luego cogió la sudadera, se dio media vuelta y se marchó casi saltando. No sé si la historia que se cuenta sobre ella es cierta, el caso es que Alis, desde entonces, le hace la competencia, y cuando le he dicho «Me parece simpática», me ha contestado: «No. No puede ser, una tipa como ella no puede parecerte simpática.» Sinceramente, he preferido dar por zanjado el tema, no lo he vuelto a sacar a colación. No sé por qué Alis le tiene tanta manía a Stefania Borzilli, y aún entiendo menos por qué se pirra entonces por ir a sus fiestas.

No obstante, tengo la impresión de que será increíble, y no me lo perdería por nada del mundo.

—Coge éste, mira qué bonito es.

Alis descuelga de una percha un top de lentejuelas azul.

—¡Pero si es minúsculo!

—¿Y qué quieres?, ¿un mono? Recuerda que el tema de la fiesta es Tokio Hotel.

—¿Y qué?

—Pues que debemos vestirnos como gogós alocadas.

—Sí, quiero resultar disparatada. —Clod sale con varios vestidos—. ¿Cómo me queda éste?

—¡Pero si es minúsculo!

—Es justo lo que acabáis de decir, ¿no?

—Sí, pero no nos referíamos a ti y, en cualquier caso, ¡no te cabe!

Nos echamos a reír y nos comportamos como si hubiéramos perdido el juicio. De Catenelli a la via del Corso es todo un espectáculo, nos probamos de todo: faldas de lentejuelas, boas, los tops más variopintos, cazadoras cortas con hebillas metálicas, cinturones y lazos de goma negra. Superguay. Y después…

—Adele, cárgalo todo en mi cuenta.

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