Frunzo los labios.
—No te enfurruñes —me amenaza, con un brillo inquietante en los ojos.
Como era de esperar, no me pregunta la dirección de mi madre. Ya la sabe, como buen acosador que es. Cuando se detiene frente a la puerta de la casa, no hago ningún comentario. ¿Para qué?
—¿Quieres entrar? —le pregunto tímidamente.
—Tengo que trabajar, Anastasia, pero esta noche vengo. ¿A qué hora?
Hago caso omiso de la desagradable punzada de desilusión. ¿Por qué quiero pasar hasta el último segundo con este dios del sexo tan controlador? Ah, sí, porque me he enamorado de él y sabe volar.
—Gracias… por el más.
—Un placer, Anastasia.
Me besa e inhalo su sensual olor a Christian.
—Te veo luego.
—Intenta impedírmelo —me susurra.
Le digo adiós con la mano mientras su coche se pierde en la luz del sol de Georgia. Llevo su sudadera y su ropa interior, y tengo mucho calor.
En la cocina, mi madre está hecha un manojo de nervios. No tiene que agasajar a un multimillonario todos los días, y está bastante estresada.
—¿Cómo estás, cariño? —pregunta, y me sonrojo, porque debe de saber lo que estuve haciendo anoche.
—Estoy bien. Christian me ha llevado a planear esta mañana.
Confío en que ese nuevo dato la distraiga.
—¿A planear? ¿En uno de esos avioncitos sin motor?
Asiento con la cabeza.
—Uuau.
Se queda sin habla, toda una novedad en mi madre. Me mira pasmada, pero al final se recupera y retoma la línea de interrogatorio inicial.
—¿Qué tal anoche? ¿Hablasteis?
Dios… Me pongo como un tomate.
—Hablamos… anoche y hoy. La cosa va mejorando.
—Me alegro.
Devuelve su atención a los cuatro libros de cocina que tiene abiertos sobre la mesa.
—Mamá, si quieres cocino yo esta noche.
—Ay, cielo, es un detalle por tu parte, pero quiero hacerlo yo.
—Vale.
Hago una mueca, consciente de que la cocina de mi madre es un poco a lo que salga. Igual ha mejorado desde que se mudó a Savannah con Bob. Hubo un tiempo en que no me habría atrevido a someter a nadie al suplicio de uno de sus platos, ni siquiera a… a ver, alguien a quien odie… ah, sí, a la señora Robinson, a Elena. Bueno, quizá a ella sí. ¿Conoceré algún día a esa maldita mujer?
Decido enviarle un breve e-mail de agradecimiento a Christian.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 10:20 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
Planear mejor que apalear.
A veces sabes cómo hacer pasar un buen rato a una chica.
Gracias.
Ana x.
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 10:24 EST.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Planear mejor que apalear.
Prefiero cualquiera de las dos cosas a tus ronquidos. Yo también lo he pasado bien.
Pero siempre lo paso bien cuando estoy contigo.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 10:26 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
RONQUIDOS.
YO NO RONCO. Y si lo hiciera, no es muy galante por tu parte comentarlo.
¡Qué poco caballeroso, señor Grey! Además, que sepas que estás en el Profundo Sur.
Ana.
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 10:28 EST.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Somniloquia.
Yo nunca he dicho que fuera un caballero, Anastasia, y creo que te lo he demostrado en numerosas ocasiones. No me intimidan tus mayúsculas CHILLONAS. Pero reconozco que era una mentirijilla piadosa: no, no roncas, pero sí hablas dormida. Y es fascinante.
¿Qué hay de mi beso?
Christian Grey.
Sinvergüenza y presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
Maldita sea. Sé que hablo en sueños. Kate me lo ha comentado montones de veces. ¿Qué caray habré dicho? Oh, no.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 10:32 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
Desembucha.
Eres un sinvergüenza y un canalla; de caballero, nada, desde luego.
A ver, ¿qué he dicho? ¡No hay besos hasta que me lo cuentes!
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 10:35 EST.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Bella durmiente parlante.
Sería una descortesía por mi parte contártelo; además, ya he recibido mi castigo.
Pero, si te portas bien, a lo mejor te lo cuento esta noche. Tengo que irme a una reunión.
Hasta luego, nena.
Christian Grey.
Sinvergüenza, canalla y presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
¡Genial! Voy a permanecer totalmente incomunicada hasta la noche. Estoy que echo humo. Dios… Supongamos que he dicho en sueños que lo odio, o peor aún, que lo quiero. Uf, espero que no. No estoy preparada para decirle eso, y estoy convencida de que él no está preparado para oírlo, si es que alguna vez quiere oírlo. Miro ceñuda el ordenador y decido que, cocine lo que cocine mi madre, voy a hacer pan, para descargar mi frustración amasando.
Mi madre se ha decidido por un gazpacho y bistecs a la barbacoa marinados en aceite de oliva, ajo y limón. A Christian le gusta la carne, y es fácil de hacer. Bob se ha ofrecido voluntario para encargarse de la barbacoa. ¿Qué tendrán los hombres con el fuego?, me pregunto mientras sigo a mi madre por el súper con el carrito de la compra.
Mientras echamos un vistazo a la sección de carnes, me suena el móvil. Rebusco en el bolso, pensando que podría ser Christian. No reconozco el número.
—¿Diga? —respondo sin aliento.
—¿Anastasia Steele?
—Sí.
—Soy Elizabeth Morgan, de SIP.
—Ah… hola.
—Llamo para ofrecerte el puesto de ayudante del señor Hyde. Nos gustaría que empezaras el lunes.
—Uau. Eso es estupendo. ¡Gracias!
—¿Conoces las condiciones salariales?
—Sí. Sí… bueno, que acepto vuestra propuesta. Me encantaría trabajar para vosotros.
—Fabuloso. Entonces… ¿nos vemos el lunes a las ocho y media?
—Nos vemos. Adiós. Y gracias.
Sonrío feliz a mi madre.
—¿Tienes trabajo?
Asiento emocionada y ella se pone a chillar y a abrazarme en medio del súper.
—¡Enhorabuena, cariño! ¡Hay que comprar champán!
Va dando palmas y brincos por los pasillos. ¿Qué tiene, cuarenta y dos años o doce?
Miro el móvil y frunzo el ceño: hay una llamada perdida de Christian. Él nunca me telefonea. Lo llamo enseguida.
—Anastasia —responde de inmediato.
—Hola —murmuro tímidamente.
—Tengo que volver a Seattle. Ha surgido algo. Voy camino de Hilton Head. Pídele disculpas a tu madre de mi parte, por favor; no puedo ir a cenar.
Parece muy agobiado.
—Nada serio, espero.
—Ha surgido un problema del que debo ocuparme. Te veo mañana. Mandaré a Taylor a recogerte al aeropuerto si no puedo ir yo.
Suena frío. Enfadado, incluso. Pero, por primera vez, no pienso automáticamente que es por mi culpa.
—Vale. Espero que puedas resolver el problema. Que tengas un buen vuelo.
—Tú también, nena —me susurra y, con esas palabras, mi Christian vuelve un instante.
Luego cuelga.
Oh, no. El último «problema» con el que tuvo que lidiar fue el de mi virginidad. Dios, espero que no sea nada de eso. Miro a mi madre. Su júbilo anterior se ha transformado en preocupación.
—Es Christian. Tiene que volver a Seattle. Te pide disculpas.
—¡Vaya! Qué lástima, cariño. Podemos hacer la barbacoa de todas formas. Además, ahora tenemos algo que celebrar: ¡tu nuevo empleo! Tienes que contármelo todo al respecto.
A última hora de la tarde, mamá y yo estamos tumbadas junto a la piscina. Mamá se ha relajado tanto después de saber que el señor Millonetis no viene a cenar que está tendida completamente horizontal. Tirada al sol, empeñada en librarme de mi palidez, pienso en anoche y en el desayuno de hoy. Pienso en Christian y no puedo quitarme la sonrisa tonta de los labios. Vuelve una y otra vez a mi cara, espontánea y desconcertante, cuando recuerdo nuestras varias conversaciones y lo que hicimos… lo que me hizo.
Parece que ha habido un cambio sustancial en la actitud de Christian. Él lo niega, pero reconoce que está intentando darme más. ¿Qué puede haber cambiado? ¿Qué ha variado entre aquel largo correo que me envió y cuando nos vimos ayer? ¿Qué ha hecho? Me incorporo de pronto y casi tiro el refresco. Cenó con… ella. Con Elena.
¡Maldita sea!
Se me eriza el vello al caer en la cuenta. ¿Le diría algo ella? Ah… si hubiera podido ser una mosca pegada en la pared durante su cena… Habría caído en su sopa o en su copa de vino para que se atragantara.
—¿Qué pasa, cielo? —me pregunta mi madre, saliendo de golpe de su sopor.
—Cosas mías, mamá. ¿Qué hora es?
—Serán las seis y media, cariño.
Mmm… no habrá aterrizado aún. ¿Se lo puedo preguntar? ¿Debería preguntárselo? A lo mejor ella no tiene nada que ver. Espero fervientemente que sea así. ¿Qué habré dicho en sueños? Mierda… algún comentario inoportuno cuando soñaba con él, seguro. Sea lo que sea, o lo que fuera, confío en que ese cambio repentino sea cosa de él y no se deba a ella.
Me estoy achicharrando con este maldito calor. Necesito darme otro chapuzón.
Mientras me preparo para acostarme, enciendo el ordenador. No he tenido noticias de Christian. Ni siquiera me ha escrito para decirme si ha llegado bien.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 22:32 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
¿Has llegado bien?
Querido señor:
Por favor, hazme saber si has llegado bien. Empiezo a preocuparme. Pienso en ti.
Tu Ana x.
A los tres minutos, oigo que me entra un correo.
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 19:36.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Lo siento.
Querida señorita Steele:
He llegado bien; por favor, discúlpeme por no haberle dicho nada. No quiero causarle preocupaciones; me reconforta saber que le importo. Yo también pienso en usted y, como siempre, estoy deseando volver a verla mañana.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
Suspiro. Christian ha vuelto a su habitual corrección.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 22:40 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
El problema.
Querido señor Grey:
Me parece que es más que evidente que me importas mucho. ¿Cómo puedes dudarlo?
Espero que tengas controlado «el problema».
Tu Ana x.
P.D.: ¿Me vas a contar lo que dije en sueños?
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 19:45.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Me acojo a la Quinta Enmienda.
Querida señorita Steele:
Me encanta saber que le importo tanto. «El problema» aún no se ha resuelto.
En cuanto a su posdata, la respuesta es no.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 22:48 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
Alego locura transitoria.
Espero que fuera divertido, pero que sepas que no me responsabilizo de lo que pueda salir por mi boca mientras estoy inconsciente. De hecho, probablemente me oyeras mal.
A un hombre de tu avanzada edad sin duda le falla un poco el oído.
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 19:52.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Me declaro culpable.
Querida señorita Steele:
Perdone, ¿podría hablarme más alto? No la oigo.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 22:54 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
Alego de nuevo locura transitoria.
Me estás volviendo loca.
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 19:59.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Eso espero…
Querida señorita Steele:
Eso es precisamente lo que me proponía hacer el viernes por la noche. Lo estoy deseando. ;)
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De:
Anastasia Steele.
Fecha:
2 de junio de 2011 23:02 EST.
Para:
Christian Grey.
Asunto:
Grrrrrr.
Que sepas que estoy furiosa contigo.
Buenas noches.
Señorita A. R. Steele.
De:
Christian Grey.
Fecha:
2 de junio de 2011 20:05.
Para:
Anastasia Steele.
Asunto:
Gata salvaje.
¿Me está sacando las uñas, señorita Steele?
Yo también tengo gato para defenderme.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.