Read Cyrano de Bergerac Online

Authors: Edmond Rostand

Tags: #Drama, #Teatro

Cyrano de Bergerac (16 page)

BOOK: Cyrano de Bergerac
8.13Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

(En un abrir y cerrar de ojos, todo ha desaparecido en el interior de las tiendas o debajo de los vestidos, los capotes y en el interior de los sombreros. De Guiche entra deprisa y de repente se para en seco, olfateando. Silencio.)

ESCENA VII

Los mismos y D
E
G
UICHE
.

D
E
G
UICHE
.— ¡Qué bien huele aquí!

U
N
C
ADETE
.—
(Cantando en tono burlón.)
¡Tra, lala, lala, la, la!

D
E
G
UICHE
.—
(Parándose y mirándole.)
¿Qué os pasa?… ¡Estáis completamente colorado!

C
ADETE
.— ¿A mí?… ¡Nada! Es la sangre que hierve por la proximidad de la lucha.

O
TRO
.— ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

D
E
G
UICHE
.—
(Volviéndose.)
¿Qué es eso?…

E
L
C
ADETE
.—
(Un poco borracho.)
¡Nada! Una canción… ¡una cancioncilla!…

D
E
G
UICHE
.— ¡Estáis muy alegres!

E
L
C
ADETE
.— ¡La proximidad del peligro!

D
E
G
UICHE
.—
(Llamando a Carbon de Castel-Jaloux, para darle órdenes.)
¡Capitán, voy a…!
(Se detiene al verle.)
¡Peste! ¡Vaya!… ¿qué os pasa a vos?

C
ARBON
.—
(Rojo como la grana y escondiendo una botella a su espalda, con gesto evasivo.)
¡Oh!…

D
E
G
UICHE
.— Me quedaba un cañón desocupado y he ordenado que lo emplacen…
(Señalando un lugar entre bastidores.)
allí, en aquel rincón. ¡Vuestros hombres podrán emplearlo si llega el caso!

U
N
C
ADETE
.—
(Pavoneándose.)
¡Gracias por la atención!

O
TRO
.—
(Sonriéndole graciosamente.)
¡Qué amable solicitud!

D
E
G
UICHE
.— ¡Estáis todos locos!
(Con sequedad.)
No conocéis su manejo; únicamente os advertiré que tengáis cuidado con el retroceso.

P
RIMER
C
ADETE
.— ¡Ah!… ¡pfftt!…

D
E
G
UICHE
.—
(Yendo hacia él furioso.)
¡Pero…!

E
L
C
ADETE
.— ¡El cañón de los gascones no retrocede nunca!

D
E
G
UICHE
.—
(Cogiéndole por el brazo y meneándole.)
Pero… ¡si estáis todos borrachos!… ¿De qué?…

P
RIMER
C
ADETE
.—
(Con orgullo.)
¡Del olor a pólvora!

D
E
G
UICHE
.—
(Encogiéndose de hombros, le rechaza y va hacia Roxana apresuradamente.)
¡Deprisa, señora! ¿A qué esperáis a decidiros?

R
OXANA
.— ¡Me quedo!

D
E
G
UICHE
.— ¡Huid!

R
OXANA
.— ¡No!

D
E
G
UICHE
.— Ya que las cosas están así, ¡que me traigan también a mí un mosquetón!

C
ARBON
.— ¿Cómo?

D
E
G
UICHE
.— ¡Yo también me quedo!

C
YRANO
.— ¡Al fin!… ¡Eso es bravura de la de verdad!

P
RIMER
C
ADETE
.— Pero a pesar de los encajes, ¿sois gascón de verdad?

D
E
G
UICHE
.— ¡Nunca abandono a una dama en peligro!

S
EGUNDO
C
ADETE
.— ¡Yo creo, que se le puede dar de comer!

(Todos los alimentos vuelven a aparecer como por encanto.)

D
E
G
UICHE
.—
(Cuyos ojos se iluminan.)
¡Víveres!

T
ERCER
C
ADETE
.— ¡Han salido de la tierra!

D
E
G
UICHE
.—
(Dominándose, con altivez.)
¿Creéis acaso que yo como las sobras?

C
YRANO
.—
(Saludándole.)
¡Vais progresando!

D
E
G
UICHE
.—
(Con orgullo y pronunciando la última palabra con acento gascón.)
¡Yo me bato en ayunas!

P
RIMER
C
ADETE
.— ¡Pero si hasta habla con acento!

D
E
G
UICHE
.— ¡Claro!

P
RIMER
C
ADETE
.— ¡Es uno de los nuestros!

(Todos comienzan a bailar.)

C
ARBON
.—
(Que ha desaparecido hace unos momentos tras el talud, aparece sobre la cima del mismo.)
Ya he colocado los piqueros, ¡la tropa está dispuesta!

(Señala la línea de picas que sobresale por encima del talud.)

D
E
G
UICHE
.—
(Inclinándose, a Roxana.)
¿Queréis aceptar mi mano para pasar revista?

(Roxana la acepta y suben hacia el talud. Todos se descubren y les siguen.)

C
RISTIÁN
.—
(A Cyrano, muy deprisa.)
¡Venga!, ¡dime lo que sea!

(En el momento en que Roxana aparece sobre la cima del talud, las picas desaparecen abatidas para el saludo; desde abajo sale un poderoso grito y ella se inclina.)

L
OS
P
IQUEROS
.—
(Desde fuera.)
¡Viva!

C
RISTIÁN
.— ¿De qué se trata?

C
YRANO
.— En caso de que Roxana…

C
RISTIÁN
.— ¡Sigue!

C
YRANO
.— Te hablase de cartas…

C
RISTIÁN
.— ¡Sigue!

C
YRANO
.— ¡No cometas la tontería de asombrarte!

C
RISTIÁN
.— ¿Por qué?

C
YRANO
.— ¡Era necesario que te lo dijera!… ¡Dios mío, viéndola aquí todo es más fácil! Tú le…

C
RISTIÁN
.— ¡Deprisa!

C
YRANO
.— ¡Tú le has escrito más cartas de las que crees!

C
RISTIÁN
.— ¡No lo entiendo!

C
YRANO
.— ¡Diablos! Yo me encargué de ello, procurando interpretar su pasión. A veces la escribí sin decirte nada.

C
RISTIÁN
.— ¿Eh?…

C
YRANO
.— ¡Es muy sencillo!

C
RISTIÁN
.— Pero… ¿cómo pudiste atravesar las líneas si estamos cercados?

C
YRANO
.— ¡Antes del alba!

C
RISTIÁN
.—
(Cruzándose de brazos.)
¿Y todavía dices que es muy sencillo?… ¿Cuántas veces la he escrito por semana?… ¿Dos… tres… cuatro…?

C
YRANO
.— ¡Más!

C
RISTIÁN
.— ¿Todos los días?

C
YRANO
.— Todos los días… ¡dos veces!

C
RISTIÁN
.— ¿Tanto te embriagaba el escribirla que desafiabas la muerte?

C
YRANO
.—
(Viendo que Roxana vuelve.)
¡Calla!… ¡Ni una palabra delante de ella!

(Entra corriendo en su tienda.)

ESCENA VIII

R
OXANA
, C
RISTIÁN
; al fondo, los cadetes van y vienen preparándose para el combate. C
ARBON
y D
E
G
UICHE
dan órdenes.

R
OXANA
.—
(Corriendo hacia Cristián.)
¡Y ahora, Cristián…!

C
RISTIÁN
.—
(Cogiendo sus manos.)
Y ahora, dime, ¿por qué has venido hasta aquí a través de caminos infernales y cruzando las filas de feroces soldados y veteranos?

R
OXANA
.— ¡Por tus cartas!

C
RISTIÁN
.— ¿Qué dices?

R
OXANA
.— ¡Tanto peor para ti si me arriesgo a esos peligros! ¡Tus cartas me enloquecieron! ¡Ah!… ¡recuerda cuántas me escribiste en un mes, a cual más bella!

C
RISTIÁN
.— ¡Bah! ¡Por unas breves cartas de amor!

R
OXANA
.— ¡Calla! ¡No puedes comprenderlo!… ¡Dios mío! Es verdad que desde aquella noche en que, con voz desconocida, comenzaste a enseñarme tu alma, bajo mi ventana, yo te adoraba… pero tus cartas… ¡tus cartas han sido para mí como si desde hace un mes, constantemente, volviera a escuchar la voz de aquella noche… aquella voz tan dulce en la que te ocultabas!… ¡Tanto peor para ti si me arriesgo! ¡Penélope no se hubiera quedado bordando en casa si Ulises le hubiese escrito como tú lo has hecho, sino que, como la alocada Elena, hubiera mandado a paseo las madejas de lana para reunirse con él!

C
RISTIÁN
.— ¡Pero…!

R
OXANA
.— Las leía y releía una y mil veces: me sentía desfallecer y era cada vez más tuya… Cada hojita que escribías era como un pétalo arrancado de tu alma… En cada una de tus palabras, se sentía la llama de un amor poderoso y sincero…

C
RISTIÁN
.— ¡Ah!… ¿Poderoso y sincero?… ¿Y eso se siente, Roxana?

R
OXANA
.— ¡Claro que se siente!

C
RISTIÁN
.— Y has venido a…

R
OXANA
.— ¡Mi dueño! Si me pusiese de rodillas ante ti, me levantarías al instante… pero a mi alma, postrada ante ti, ¡nunca podrás levantarla! Vengo a pedirte perdón —y creo que éste es un momento muy oportuno por la proximidad de la muerte— por mi frivolidad al insultarte enamorándome de tu belleza.

C
RISTIÁN
.—
(Con espanto.)
¡Roxana!

R
OXANA
.— Y porque más tarde, menos frívola y cual pájaro que salta de rama en rama, te amé porque tu belleza me impresionaba y me arrastraba la pasión de tu alma.

C
RISTIÁN
.— ¿Y ahora?…

R
OXANA
.— Ahora… ¡ahora te amo sólo por tu alma!

C
RISTIÁN
.—
(Retrocediendo.)
¡Roxana!

R
OXANA
.— ¡Alégrate! No ser amado más que por lo pasajero debe ser una fortuna para un corazón noble y ambicioso. Tu alma borra tu rostro, y la belleza por la que antes te quería, ya no la veo.

C
RISTIÁN
.— ¡Oh!

R
OXANA
.— ¿Dudas todavía de tu victoria?

C
RISTIÁN
.— ¡Roxana!

R
OXANA
.— ¿No puedes creer todavía en este amor?

C
RISTIÁN
.— ¡No quiero esa clase de amor! Quiero ser amado simplemente por…

R
OXANA
.— ¿Por lo que hasta ahora te he amado?… ¡No!, ¡déjame que te ame por algo mejor!

C
RISTIÁN
.— ¡No! ¡Mejor era antes!

R
OXANA
.— ¡Ah, no entiendes nada! Ahora es cuando te quiero como se debe amar, ¡ahora es cuando te amo de veras! Te adoro por lo que hace que seas tú… Aunque fueras menos guapo…

C
RISTIÁN
.— ¡Calla!

R
OXANA
.— … te amaría igual. Si tu belleza desapareciese en un momento…

C
RISTIÁN
.— ¡No digas eso!

R
OXANA
.— ¡Sí!, ¡lo digo!

C
RISTIÁN
.— ¿Qué?… ¿Qué me querrías aunque fuera feo?…

R
OXANA
.— Sí, ¡te lo juro!

C
RISTIÁN
.— ¡Dios mío!

R
OXANA
.— ¿No te alegra?

C
RISTIÁN
.—
(Con voz ahogada.)
¡Sí!

R
OXANA
.— ¿Qué te pasa?

C
RISTIÁN
.—
(Rechazándola suavemente.)
Nada. Espera un segundo. Tengo que transmitir algunas órdenes.

R
OXANA
.— Pero…

C
RISTIÁN
.—
(Señalando un grupo de cadetes situados en el fondo.)
Mi amor ha privado a aquellos desgraciados de tu persona, vete y sonríeles un poco antes de que mueran.

R
OXANA
.—
(Enternecida.)
¡Cristián querido!

(Se dirige hacia los gascones que se agrupan respetuosamente a su alrededor.)

ESCENA IX

C
RISTIÁN
, C
YRANO
, al fondo R
OXANA
, hablando con C
ARBON
y algunos cadetes.

C
RISTIÁN
.—
(Llamando, hacia la tienda de Cyrano.)
¡Cyrano!

C
YRANO
.—
(Saliendo, preparado para la batalla.)
¿Qué hay? ¡Estas pálido!

C
RISTIÁN
.— ¡No me ama!

C
YRANO
.— ¿Cómo es eso?

C
RISTIÁN
.— ¡Es a ti de quien está enamorada!

C
YRANO
.— ¡No!

C
RISTIÁN
.— ¡No ama más que mi alma!

C
YRANO
.— ¡No!

C
RISTIÁN
.— ¡Sí! ¡Ella te quiere y tú también la amas!

C
YRANO
.— ¿Yo?

C
RISTIÁN
.— ¡Lo sé!

C
YRANO
.— ¡Es cierto!

C
RISTIÁN
.— ¡La amas como un loco!

C
YRANO
.— ¡Mucho más!

C
RISTIÁN
.— ¡Díselo!

C
YRANO
.— ¡No!

C
RISTIÁN
.— ¿Por qué?

C
YRANO
.— ¡Mira mi rostro!

C
RISTIÁN
.— ¡Ella me amaría incluso feo!

C
YRANO
.— ¿Te lo ha dicho?

C
RISTIÁN
.— ¡Sí!

C
YRANO
.— Me alegra mucho que lo haya hecho, pero es un disparate, ¡una insensatez! No lo creas al pie de la letra, no te vuelvas feo, porque entonces te amaría a ti.

C
RISTIÁN
.— ¡Eso es lo que quiero saber!

C
YRANO
.— ¡No, no!

C
RISTIÁN
.— Que ella escoja. ¡Tienes que, decírselo todo!

C
YRANO
.— ¡No, por favor! ¡Líbrame de tal suplicio!

C
RISTIÁN
.— ¿Quién soy yo para estropear tu felicidad con mi belleza? ¡Es injusto!

C
YRANO
.— ¿Y yo voy a hacer lo mismo contigo por haber recibido al nacer el don de saber expresar lo que tú sientes?

C
RISTIÁN
.— ¡Díselo todo!

C
YRANO
.— ¡Te empeñas en tentarme!

C
RISTIÁN
.— ¡Estoy cansado de llevar en mí mismo un rival!

C
YRANO
.— ¡Cristián!

C
RISTIÁN
.— Nuestra boda clandestina y sin testigos puede anularse fácilmente si sobrevivimos.

C
YRANO
.— ¡No te empeñes!…

C
RISTIÁN
.— ¡Sí! ¡Quiero ser amado por mí mismo o no ser amado! Voy a ver qué sucede… Llegaré hasta el final de nuestras líneas y volveré… Mientras tanto, díselo todo. ¡Que ella elija uno de los dos!

C
YRANO
.— ¡Tú serás el elegido!

C
RISTIÁN
.— ¡Eso espero!
(La llama.)
¡Roxana!

C
YRANO
.— ¡No, no!

R
OXANA
.—
(Acudiendo.)
¿Qué quieres?

C
RISTIÁN
.— Cyrano tiene que decirte algo importante.

BOOK: Cyrano de Bergerac
8.13Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

A Cookie Before Dying by Lowell, Virginia
Shadow Play by Katherine Sutcliffe
A Worthy Pursuit by Karen Witemeyer
Army of You & Me by London, Billy
The Haunting of James Hastings by Christopher Ransom
Bared by the Billionaire by Kallista Dane
Edith Layton by To Tempt a Bride
Pandora Gets Heart by Carolyn Hennesy
Arc D'X by Steve Erickson