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Authors: John le Carré

Tags: #Intriga

El jardinero fiel (33 page)

BOOK: El jardinero fiel
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—Más tarde —dijo a Tessa—. Paciencia, mujer.

Con la respiración más acompasada, sacó una radio despertador de su bolsa de mano y manipuló el selector de frecuencias hasta sintonizar la longitud de onda local de la emisión internacional de la BBC. Durante todo el viaje había permanecido informado de la infructuosa búsqueda de Arnold. Una vez fijado el despertador para que sonara al comienzo del siguiente boletín horario, dirigió la atención a las desiguales pilas de cartas, carpetas, recortes de prensa, listados de impresora y legajos de aspecto oficial como los que, en otra vida, le habían servido para refugiarse de la realidad. Pero no esa noche, ni remotamente. En ninguno de aquellos papeles encontraría refugio, ya fueran los expedientes policiales de Lesley, el registro de las imperiosas peticiones de Tessa a Ham, o sus ordenados fajos de cartas, estudios, recortes de periódico, textos médicos y farmacéuticos, mensajes para sí misma provenientes del tablero de corcho de su despacho, o sus anotaciones bajo los efectos de la fiebre en el hospital, recuperadas por Rob y Lesley de su escondrijo en el apartamento de Arnold Bluhm. La radio acababa de encenderse. Justin levantó la cabeza y escuchó. En cuanto al desaparecido Arnold Bluhm, médico, presunto asesino de Tessa Quayle, esposa de un enviado británico, el locutor tampoco esta vez tenía nada nuevo que contar. Concluidas sus devociones, Justin escarbó entre los papeles de Tessa hasta que encontró el objeto que había decidido mantener junto a él a lo largo de sus investigaciones. Tessa lo había traído del hospital, «lo único de Wanza que han dejado». Lo había rescatado de una papelera contigua a la cama abandonada de Wanza. Tras su regreso a casa, aquello había permanecido durante días y noches en la mesa de su despacho como un centinela acusador: una pequeña caja de cartón, roja y negra, de doce por siete centímetros, vacía. De allí había pasado al cajón central, donde Justin la halló en su precipitado registro de las pertenencias de Tessa. No olvidada, no desechada, sino relegada, aplanada, dejada a un lado mientras ella se ocupaba de asuntos más inmediatos. El nombre Dypraxa impreso dentro de una franja de color en los cuatro lados, el prospecto con las indicaciones y contraindicaciones en el interior. Y en la tapa, tres diminutas y ridículas abejas doradas formando en cuña. Abriéndola y devolviéndole su condición de caja, Justin la colocó en el centro de un estante vacío sujeto a la pared que tenía justo enfrente. «Kenny K. se cree Napoleón con sus TresAbejas», le había susurrado Tessa en uno de sus accesos de fiebre. «Y su aguijonazo es mortal, ¿lo sabías?». No, cariño, no lo sabía. Vuelve a dormirte.

Leer.

Viajar.

Pensar más despacio.

Aguzar el ingenio.

Arremeter y a la vez permanecer inmóvil, tener la paciencia de un santo y ser tan impulsivo como un niño.

Nunca en la vida había sentido Justin tal sed de conocimientos. Ya no quedaba tiempo para preparativos. Había estado preparándose noche y día desde la muerte de Tessa. Se había contenido, pero se había preparado. En el deprimente piso de abajo de Gloria se había preparado. Durante los interrogatorios de la policía, en los que a veces contenerse le había requerido un esfuerzo sobrehumano, había seguido preparándose en algún rincón infatigable de su mente. En el interminable vuelo a Londres, en el despacho de Alison Landsbury, en el club de Pellegrin, en la oficina de Ham y en el número cuatro, mientras un centenar de cosas más rondaban por su cabeza, había estado preparándose. Ahora necesitaba sumergirse hasta el centro mismo del mundo secreto de Tessa, identificar todos y cada uno de los jalones y señales de su viaje, anular su propia identidad y resucitar la de ella, matar a Justin y devolver la vida a Tessa.

¿Por dónde empezar?

¡Por todas partes!

¿Qué camino seguir?

¡Todos!

El funcionario que llevaba dentro había cesado en el servicio activo. Espoleado por la impaciencia de Tessa, Justin ya no rendía cuentas a nadie salvo a ella. Si Tessa era dispersa, así sería él. Allí donde fuera metódica, él se sometería a su método. Allí donde saltara de una idea a otra dejándose guiar por la intuición, él la cogería de la mano y saltarían juntos. ¿Tenía hambre? Si Tessa no tenía, tampoco él. ¿Le vencía el cansancio? Si Tessa podía quedarse media noche en vela, sentada en bata ante su escritorio, Justin aguantaba despierto la noche entera, y todo el día siguiente, y la noche siguiente también.

Una sola vez se obligó a interrumpir el trabajo, hizo una incursión en la cocina de la villa y volvió con salami, aceitunas, pan seco, queso parmesano y agua embotellada. En otro momento —anochecía o despuntaba el alba, no sabía bien, sólo conservaba la vaga impresión de que había una claridad grisácea—, estando en plena lectura del diario escrito en el hospital, donde ella había consignado todas las visitas a Wanza de Lorbeer y sus acólitos, de pronto despertó y se encontró vagando por el jardín tapiado. Fue allí donde, bajo la mirada de adoración de Tessa, Justin había plantado altramuces nupciales, rosas nupciales y, forzosamente, fresias nupciales por amor a ella. La mala hierba le llegaba hasta las rodillas, empapándole las perneras del pantalón. Sólo había una rosa en flor. Recordando que había dejado abierta la puerta del lagar, corrió hacia allí a través del patio enlosado y descubrió que estaba bien cerrada y tenía la llave en el bolsillo de la chaqueta.

Recorte del
Financial Times
:

TresAbejas: un enjambre de habladurías

Corren rumores de que Kenneth K. Curtiss, el conocido vividor y lince de los negocios, presidente de TresAbejas, empresa centrada en el comercio con el tercer mundo, planea un precipitado matrimonio de conveniencia con Karel Vita Hudson, gigante suizo-canadiense de la industria farmacéutica. ¿Se presentará KVH ante el altar? ¿Podrá TresAbejas reunir la dote? La respuesta es sí a las dos preguntas si nos atenemos a los éxitos de Kenneth K. en sus anteriores maniobras, siempre arriesgadas, dentro del sector farmacéutico. En un acuerdo sin precedentes en el hermético y muy lucrativo mundo de los fármacos, TresAbejas de Nairobi asumirá, según se nos ha informado, una cuarta parte de los costes de investigación y desarrollo —estimados en 500 millones de dólares— de la DYPRAXA, un innovador y milagroso medicamento contra la tuberculosis, a cambio de los derechos de distribución y venta para toda África y un porcentaje no determinado de los beneficios generados por el fármaco a nivel mundial…

La portavoz de TresAbejas en Nairobi, Vivian Eber, ha expresado su cauta satisfacción: «Se trata de una operación brillante, muy propia de Kenny K. Es una acción humanitaria, buena para la empresa, buena para los accionistas, buena para África. La DYPRAXA es tan fácil de administrar como un caramelo. TresAbejas se pondrá a la cabeza en la lucha contra la alarmante proliferación de nuevas cepas de tuberculosis en el tercer mundo».

El presidente de KVH, Dieter Korn, en declaraciones realizadas anoche en Basilea, se apresuró a hacerse eco del optimismo de Vivian Eber: «Gracias a la DYPRAXA, el actual tratamiento intensivo de entre seis y ocho meses se reducirá a una docena de tomas del fármaco. Creemos que TresAbejas es la empresa idónea para introducir la DYPRAXA en África».

Nota escrita a mano, de Tessa a Bluhm, recuperada supuestamente en el apartamento de Arnold:

Mi querido Arnold:

No me creíste cuando te dije que los de KVH son mala gente. Lo he verificado. Son mala gente. Hace dos años los acusaron de contaminar media Florida, donde tienen un enorme complejo, y salieron del paso con una amonestación. Pruebas irrefutables presentadas por los demandantes demostraron que KVH había sobrepasado la cuota permitida de vertidos tóxicos en un novecientos por ciento, contaminando zonas protegidas, marismas, ríos y playas, y probablemente la leche. KVH prestó un servicio público parecido en la India, donde doscientos niños de la región de Madrás murieron presuntamente por causas relacionadas con ese hecho. En la India, la vista se celebrará dentro de unos quince años, o más si KVH continúa comprando a las personas indicadas. También se distinguen por su posición a la vanguardia de la campaña humanitaria de la industria farmacéutica para prolongar la vida de sus patentes en beneficio de los sufridos multimillonarios blancos. Buenas noches, cariño. Nunca vuelvas a poner en duda una sola de mis palabras. Soy intachable. Como tú. T.

Recorte de las páginas de economía del
Guardian
, Londres:

Abejas felices

El espectacular aumento (40 por ciento en doce semanas) del valor de TresAbejas de Nairobi refleja la creciente confianza del mercado en los recién adquiridos derechos de distribución para toda África de la Dypraxa, un innovador y poco costoso tratamiento para la tuberculosis multirresistente. En declaraciones hechas desde su residencia de Mónaco, el presidente de TresAbejas, Kenneth K. Curtiss dijo: «Lo que es bueno para TresAbejas es bueno para África. Y lo que es bueno para África es bueno para Europa y América y el resto del mundo».

Una carpeta aparte bajo el título de hipo, escrito a mano por Tessa, contiene unas cuarenta comunicaciones, primero por carta, luego por correo electrónico —posteriormente sacado por impresora—, entre Tessa y una mujer llamada Birgit que trabaja para Hipo, una organización independiente con sede en Bielefeld, localidad del norte de Alemania, dedicada al control farmacológico. El logotipo del papel timbrado explica que el nombre de la entidad proviene de Hipócrates, médico griego nacido h. 460 a. C., cuyo juramento pronuncian todos los médicos. La correspondencia empieza con un tono formal, que se relaja cuando el correo electrónico sustituye a las cartas. Los personajes clave no tardan en adoptar un sobrenombre. KVH se convierte en «Gigante»; Dypraxa se convierte en «Píldora»; Lorbeer se convierte en «Hacedor de Oro». La fuente de Birgit sobre las actividades de Karel Vita Hudson se convierte en «Nuestra Amiga», y la seguridad de Nuestra Amiga debe salvaguardarse en todo momento, ya que «lo que está contándonos infringe gravemente las leyes suizas».

Copia en papel de un mensaje de correo electrónico de Birgit a Tessa:

… para sus doctoras Emrich y Kovacs, el Hacedor de Oro creó una empresa en la isla de Man, quizá dos empresas, porque eran aún los tiempos del comunismo. Según Nuestra Amiga, L puso las empresas a nombre de él para que ellas no tuvieran complicaciones con las autoridades. A partir de entonces surgieron serias discrepancias entre las dos mujeres, tanto científicas como personales. En el Gigante, nadie ha podido conocer los detalles. Emrich emigró a Canadá hace un año. Kovacs sigue en Europa, casi siempre en Basilea. Carl está entusiasmado con el móvil de elefantes que le mandaste y ahora, para avisarme por las mañanas de que se ha despertado, brama como un elefante.

Copia en papel de un mensaje de correo electrónico de Birgit a Tessa:

Un poco más de historia sobre la Píldora. Cuando el Hacedor de Oro buscaba capital para desarrollar la molécula de las dos mujeres hace cinco años, tropezó con no pocas dificultades. Intentó convencer a varios laboratorios alemanes de primera línea para que financiaran el proyecto, pero éstos se resistieron, principalmente porque no preveían grandes beneficios. El problema con los pobres es siempre el mismo: ¡No tienen dinero suficiente para comprar medicamentos caros! El Gigante entró en juego más adelante, y sólo tras exhaustivos estudios de mercado. Además, dice Nuestra Amiga, fueron muy astutos en su acuerdo con BBB. La operación fue un golpe maestro: cedieron el pobre continente africano y se reservaron para ellos el mundo rico. El plan es muy sencillo y no podían haber elegido mejor momento. Consiste en probar la Píldora en África durante dos o tres años, y KVH calcula que en ese plazo la tuberculosis se habrá convertido ya en un grave problema en Occidente. Por otra parte, dentro de tres años BBB estará en una situación económica tan comprometida que el Gigante podrá comprarla a precio de saldo Por tanto, según Nuestra Amiga, el Gigante tiene la sartén por el mango y a BBB va a salirle el tiro por la culata. Tengo a Carl dormido a mi lado. Querida Tessa, ojalá tu niño sea tan precioso como Carl. Será un gran luchador como su madre, estoy segura.
Ciao
, B.

Último mensaje de la carpeta de correspondencia Birgit/Tessa:

Nuestra Amiga informa de que se han advertido actividades sumamente secretas en el Gigante con relación a BBB y África. ¿Has hurgado en un avispero, quizá? Kovacs viajará en la mayor reserva a Nairobi, donde la espera el Hacedor de Oro Todo el mundo habla mal de
die schöne
Lara Es una traidora, una zorra, etcétera. ¿Cómo es posible que una empresa tan aburrida reaccione de pronto con tanta vehemencia? Ándate con cuidado, Tessa. Creo que eres un poco
waghalsig
, pero ya es tarde y no me viene a la cabeza la palabra equivalente en inglés. Tal vez tu amable marido pueda traducírtela. B.

PD.: Ven pronto a Bielefeld, Tessa, es una ciudad bonita y silenciosa. ¡Te encantará! B.

Es media tarde. Tessa está en sus últimos días de embarazo. Deambula inquieta por el salón de la casa de Nairobi, sentándose de vez en cuando para volver a levantarse al cabo de un momento. Arnold le ha aconsejado que no vaya a Kibera hasta pasado el parto. Incluso sentarse al ordenador es una pesada tarea para ella. No la resiste más de cinco minutos, y después reanuda sus paseos de un lado a otro. Justin ha vuelto temprano de la embajada para acompañarla en sus tribulaciones.

—¿Quién o qué es
waghalsig
? —pregunta con tono exigente en cuanto él entra por la puerta.

—¿Quién es qué?

Tessa anglicaniza intencionadamente la pronunciación, y ha de repetirla otras dos veces hasta que por fin Justin cae en la cuenta.

—Temerario —responde Justin con cautela—. Insensato. ¿Por qué?

—¿Soy yo
waghalsig
?

—Nunca. Imposible.

—Pues alguien acaba de llamarme
waghalsig
, sólo es eso. Tú me dirás qué insensateces voy a cometer yo en este estado.

—¡Habráse visto! —exclama Justin con toda seriedad, y prorrumpen en carcajadas los dos a un tiempo.

Carta de Oakey, Oakey Farmeloe, bufete jurídico con oficinas en Londres, Nairobi y Hong Kong, a la sra. T. Abbott, apartado de correos de Nairobi:

Apreciada señora Abbott:

Representamos a la firma TresAbejas, Nairobi, que ha puesto en nuestras manos varias cartas que usted remitió directamente a sir Kenneth Curtiss, presidente de dicha compañía, y a otros directivos y miembros del consejo de administración.

Debemos informarle de que el producto al que hace usted referencia ha superado satisfactoriamente todas las pruebas clínicas necesarias, muchas de ellas llevadas a cabo con niveles de exigencia muy superiores a los que imponen las vigentes normativas nacionales e internacionales. Como usted bien señala, el producto ha sido rigurosamente analizado y registrado en Alemania, Polonia y Rusia. A petición de las autoridades sanitarias kenianas, la legitimidad de ese proceso ha sido también corroborada independientemente por la Organización Mundial de la Salud, de cuyo certificado adjuntamos copia.

Por consiguiente, es nuestro deber advertirle que cualquier queja ulterior suya o de sus colaboradores en este asunto, dirigida a la firma TresAbejas o alguna otra entidad, será interpretada como delito de falsedad dolosa e injustificada en detrimento del acreditado producto antedicho, así como del buen nombre y el sólido prestigio en el mercado de sus distribuidores, la firma TresAbejas de Nairobi. En caso de producirse tal eventualidad, tenemos claras instrucciones de emprender acciones legales de manera enérgica y sin previa consulta a nuestros clientes.

Atentamente…

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