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Authors: Juan Gómez-Jurado

Tags: #thriller

Espía de Dios (11 page)

BOOK: Espía de Dios
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Lucrecia, cariñosamente, colocó la mano abierta encima del vaso, con lo que Paola derramó en su palma una cucharada de azúcar.

—A veces compartirlo ayuda.

—No puedo, mamá. Lo siento.

—No pasa nada, palomita, no pasa nada. ¿Quieres más galletas? Seguro que no has cenado nada —dijo la señora, cambiando de tema sabiamente.

—No mamá, con éstas es más que suficiente. Tengo el pandero como el estadio de la Roma.

—Hija mía, tienes un culo precioso.

—Si, por eso sigo soltera.

—No, hija mía. Sigues soltera porque tienes muy mal carácter. Eres guapa, te cuidas, vas al gimnasio… Es cuestión de tiempo que encuentres un hombre que no se amilane con tus gritos y tus malos gestos.

—No creo que eso ocurra nunca, mamá.

—¿Y porqué no? ¿Qué me dices de tu jefe, ese hombre encantador?

—Está casado, mamá. Y podría ser mi padre.

—Qué exagerada eres. Tráemelo a mí, verás como no le hago ascos. Además, en el mundo de hoy lo de estar casado carece de importancia.

Si tú supieras
, pensó Paola.

—¿Tu crees, mamá?

—Convencida. ¡
Madonna
, que manos tan bonitas tiene! Con ese bailaba yo la danza del jergón…

—¡Mamá! ¡Podría escandalizarme!

—Desde que tu padre nos dejó hace diez años, hija, no he pasado un solo día sin acordarme de él. Pero no pienso ser como esas viudas sicilianas de negro que echan raíces junto a las lápidas de sus maridos. Anda, toma otra y vamos a la cama.

Paola mojó otra galleta en la leche, calculando mentalmente las calorías y sintiéndose muy culpable consigo misma. Por suerte le duró muy poco.

De la correspondencia entre el cardenal

Francis Shaw y la señora Edwina Bloom

Boston, 23.02.1999

Querida señora:

En respuesta a la suya del 17.02.1999, quiero manifestarle (…) y que respeto y lamento su dolor y el de su hijo Harry. Soy consciente de la tremenda angustia que ha soportado, el tremendo sufrimiento. Coincido con usted en que el hecho de que un hombre de Dios caiga en los errores que cometió el padre Karoski ha podido hacer tambalear los cimientos de su fe (…) Reconozco mi error. Nunca debí haber reasignado al padre Karoski (…) tal vez en aquella tercera ocasión en que fieles preocupados como usted me presentaron sus quejas, debí haber tomado un camino diferente (…). Mal aconsejado por los psiquiatras que revisaron su caso, como el doctor Dressler, quien comprometió su prestigio profesional afirmando que era apto para el ministerio, cedí (…)

Espero que la generosa indemnización pactada con su abogado haya resuelto el asunto a satisfacción de todos (…) ya que es más de lo que podíamos ofrecer (…) aún sin, por supuesto, querer paliar con dinero su dolor, si me permito aconsejarle que guarde silencio, por el bien de todos (…) nuestra Santa Madre Iglesia ya ha sufrido bastante las calumnias de los malvados, del Satán mediático (…) por el bien de nuestra pequeña comunidad, por el de su hijo
y por el suyo propio
, hagamos como si esto no hubiera ocurrido nunca.

Reciba todas mis bendiciones

Francis Augustus Shaw

Cardenal Prelado de la Archidiócesis de Boston

Instituto Saint Matthew

Silver Spring, Maryland

Noviembre de 1995

TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA NÚMERO 45 ENTRE EL

PACIENTE NÚMERO 3643 Y EL DOCTOR CANICE CONROY.

ASISTEN A LA MISMA EL DOCTOR FOWLER Y SALHER FANABARZRA

DR. CONROY:

Hola Viktor, ¿podemos pasar?

#3643:

Por favor, doctor. Es su clínica.

DR. CONROY:

Es su habitación.

#3643:

Pasen, por favor, pasen.

DR. CONROY:

Le veo de muy buen humor hoy. ¿Se encuentra bien?

#3643:

Estupendamente.

DR. CONROY:

Me alegra ver que no ha habido incidentes violentos desde su salida de la enfermería. Toma usted su medicación regularmente, asiste con regularidad a las sesiones de grupo… Está usted haciendo progresos, Viktor.

#3643:

Gracias, doctor. Hago lo que puedo.

DR. CONROY:

Bien, como habíamos hablado hoy es el día en que empezaremos con la terapia de regresión. Éste es el señor Fanabarzra. Es un médico hindú, especializado en hipnosis.

#3643:

Doctor, no se si acabo de sentirme cómodo con la idea de someterme a éste experimento.

DR. CONROY:

Es importante, Viktor. Lo hablamos la semana pasada, ¿recuerda?

#3643:

Sí, lo recuerdo.

DR. CONROY:

Entonces todo está resuelto. Señor Fanabarzra, ¿dónde prefiere que se sitúe el paciente?

Sr. FANABARZRA:

Estará más cómodo en la cama. Es importante que esté lo más relajado posible.

DR. CONROY:

Será en la cama, entonces. Túmbate, Viktor.

#3643:

Como quiera.

Sr. FANABARZRA:

Bien, Viktor, voy a mostrarle éste péndulo. ¿Le importaría bajar un poco la persiana, doctor? Así es suficiente, gracias. Viktor, mire al péndulo, si es tan amable.

(En esta transcripción se omite el procedimiento de hipnosis del Sr. Fanabarzra, a petición expresa del mismo. También se han eliminado las pausas para facultar su legibilidad)

Sr. FANABARZRA:

De acuerdo… estamos en 1972. ¿Qué recuerdas de ésa época?

#3643:

Mi padre… Nunca estaba en casa. A veces íbamos toda la familia a esperarle a la fábrica los viernes. Mamá decía que era un inútil y que así evitábamos que se gastase el dinero en los bares. Hacía frío fuera. Un día esperamos y esperamos. Dábamos patadas en el suelo para no congelarnos. Emil (
el hermano pequeño de Karoski
) me pidió mi bufanda, porque tenía frío. Yo no se la di. Mi madre me golpeó en la cabeza y me dijo que se la diera. Finalmente nos cansamos de esperar y nos fuimos.

DR. CONROY:

Pregúntele dónde estaba el padre.

Sr. FANABARZRA:

¿Sabes dónde estaba tu padre?

#3643:

Le habían despedido. Llegó a casa dos días después, estaba malo. Mamá dijo que había estado bebiendo y yendo con fulanas. Le dieron un cheque, pero no duró mucho. Íbamos a la Seguridad Social a por el cheque de papá. Pero a veces papá se adelantaba y se lo bebía. Emil no entendía cómo alguien podía beberse un papel.

Sr. FANABARZRA:

¿Pedisteis ayuda?

#3643:

En la parroquia a veces nos daban ropa. Otros chicos iban a por la ropa al Ejército de Salvación, que siempre eran mejores. Pero mamá decía que eran unos herejes y unos paganos y que era mejor llevar honradas ropas cristianas. Beria (
el hermano mayor de Karoski)
decía que sus honradas ropas cristianas estaban llenas de agujeros. Le odié por eso.

Sr. FANABARZRA:

¿Te alegraste cuando se fue Beria?

#3643:

Yo estaba en la cama. Le vi cruzar la habitación a oscuras. Llevaba las botas en la mano. Me regaló su llavero. Tenía un oso plateado. Me dijo que pusiera en él las llaves adecuadas. Por la mañana Emil lloró porque no se había despedido de él. Yo le di el llavero. Emil siguió llorando y tiró el llavero. Lloró todo el día. Yo le rompí un libro de cuentos que tenía para que se callara. Lo hice pedazos con unas tijeras. Mi padre me encerró en su habitación.

Sr. FANABARZRA:

¿Dónde estaba tu madre?

#3643:

Jugando al bingo en la parroquia. Era martes. Jugaban al bingo los martes. Cada cartón costaba un centavo.

Sr. FANABARZRA:

¿Qué ocurrió en aquella habitación?

#3643:

Nada. Esperé.

Sr. FANABARZRA:

Viktor, tienes que contármelo.

>#3643:

¡No pasó NADA, entiende señor, NADA!

Sr. FANABARZRA:

Viktor, tienes que contármelo. Tu padre te metió en su habitación y te hizo algo, ¿verdad?

#3643:

Usted no lo entiende. ¡Me lo merecía!

Sr. FANABARZRA:

¿Qué es lo que te merecías?

#3643:

El castigo. El castigo. Necesitaba mucho castigo para arrepentirme de las cosas malas.

Sr. FANABARZRA:

¿Qué cosas malas?

#3643:

Todas las cosas malas. Lo malo que era. Lo de los gatos. Metí un gato en un cubo de basura lleno de periódicos arrugados y le prendí fuego. ¡Y chilló! Chilló con voz humana. Y lo del cuento.

Sr. FANABARZRA:

¿Cuál fue el castigo, Viktor?

#3643:

Dolor. Me dolió. Y a él le gustaba, lo sé. Me decía que a él también le dolía pero era mentira. Lo decía en polaco. No sabía mentir en inglés, se trabucaba. Siempre hablaba en polaco cuando me castigaba.

Sr. FANABARZRA:

¿Te tocaba?

#3643:

Me daba en el trasero. No me dejaba darme la vuelta. Y me metía algo dentro. Algo caliente que dolía.

Sr. FANABARZRA:

¿Eran frecuentes esos castigos?

#3643:

Todos los martes. Cuando mamá no estaba. A veces, cuando terminaba, se quedaba dormido encima de mí. Como si estuviera muerto. A veces no podía castigarme y me pegaba.

Sr. FANABARZRA:

¿Cómo te pegaba?

#3643:

Me daba con la mano hasta que se cansaba. A veces después de pegarme podía castigarme y otras no.

Sr. FANABARZRA:

¿Y a tus hermanos, Viktor? ¿Tu padre les castigaba?

#3643:

Creo que castigó a Beria. A Emil nunca, Emil era bueno, por eso se murió.

Sr. FANABARZRA:

¿Sólo se mueren los buenos, Viktor?

#3643:

Sólo los buenos. Los malos nunca.

Palazzo del Governatorato

Ciudad del Vaticano

Miércoles, 6 de abril de 2005. 10:34

Paola esperaba a Dante desgastando la moqueta del pasillo con paseos cortos y nerviosos. El día había empezado mal. Apenas había descansado por la noche, y al llegar a la oficina se encontró con un montón de insufrible papeleo y compromisos. El responsable italiano de Protección Civil, Guido Bertolano, se manifestaba muy preocupado por el creciente número de peregrinos que comenzaban a desbordar la ciudad. Ya habían llenado por completo polideportivos, colegios y toda clase de instituciones municipales con un techo y mucho sitio. Ahora dormían en las calles, los portales, las plazas, los cajeros automáticos. Dicanti le había contactado para solicitarle ayuda en la busca y captura de un sospechoso, y Bertolano prácticamente se rió en su oreja.

—Querida
ispettora
, aunque ese sospechoso fuera el mismísimo Osama, poco podríamos hacer. Seguro que puede esperar a que termine todo éste barullo.

—No se si es usted consciente de que…

—Ispettora… Dicanti ha dicho que se llamaba usted, ¿verdad? En Fiumicino está aparcado el Air Force One
[17]
. No hay un hotel de cinco estrellas que no tenga una testa coronada ocupando la suite presidencial. ¿Se da cuenta de la pesadilla que supone proteger a esta gente? Hay indicios de posibles atentados terroristas y falsas amenazas de bomba cada quince minutos. Estoy convocando a los carabinieri de los pueblos doscientos kilómetros a la redonda. Créame, lo suyo puede esperar. Y ahora deje de bloquear mi línea, por favor —dijo colgando bruscamente.

¡Maldita sea! ¿Por qué nadie la tomaba en serio? Aquel caso era un auténtico quebradero de cabeza, y el mutismo por decreto sobre la naturaleza del caso sólo contribuía a que cualquier pretensión por su parte se topara con indiferencia por la de los demás. Se pasó al teléfono un buen rato, pero consiguió poca cosa. Entre llamada y llamada le pidió a Pontiero que se acercara a hablar con el viejo carmelita de Santa María in Traspontina, mientras ella iba a hablar con el cardenal Samalo. Y allí estaba, a las puertas del despacho del Camarlengo, dando vueltas como un tigre atiborrado de café de saldo.

El padre Fowler, cómodamente sentado en un lujoso banco de madera de palisandro, leía su breviario.

—Es en momentos como éste cuando lamento haber dejado de fumar,
dottora
.

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