Los tres se reclinaron levemente, intercambiando miradas de intriga.
—¡Cáspita! —exclamó Dafne—. ¿Puedo cambiar mi elección de quién actúa raro? Elijo a Sabueso Sofotec.
—Me parece que esto es una pérdida de tiempo para todos —dijo Atkins—. ¿Puedes ir al grano sin más dilación…?
—El cable de un millón de canales que va de América del Norte a Asia septentrional pasa por esa zona —intervino súbitamente Faetón.
Dafne y Atkins se volvieron hacia Faetón, y Dafne codeó a Atkins en las costillas.
—Es contagioso. Ahora le toca a Faetón.
—Pero la estructura de cables —continuó Faetón— está rodeada por una malla de aleación poliestructural, con informatums situados en cada punto, programados para redisenar y reformatear el estuche del cable para impedir toda interferencia externa. Es imposible que alguien rompa la malla para conectarse con el cable. Salvo en una caja de empalme, donde una rama sube a la superficie.
Faetón se volvió hacia Dafne.
—Sé mucho sobre diseños de cable, porque tuve que estudiar los efectos de los cambios de marea que mis correcciones en la órbita lunar podían causar en estructuras de gran escala. Un cable de ese tamaño y longitud es vulnerable ante fuerzas de mareas aplastantes.
—Espero que esto sea importante —dijo Dafne—, o al menos interesante, porque aún no he tenido la oportunidad de contarte lo que Aureliano Sofotec me dijo en el Taj Mahal.
—Los contemplacianarios situados cerca del círculo ártico suelen ser domos grandes —dijo Atkins—, pero no pueden usar los sistemas punto a punto de la ciudad anular porque están muy lejos del ecuador, y por las condiciones atmosféricas.
Dafne miró a Atkins consternada.
—Ahora te has contagiado tú.
—Sólo señalo que sé que las casas de contemplación árticas tienen cables que van a gran profundidad y se fusionan con los cables principales de la zona —dijo Atkins—. Como las casas de contemplación deben manejar casi cualquier nivel de intercambio mental, suele haber portales o barreras que protegen su enlace de conexión con los cables principales. Es un punto débil.
—¿Punto débil? —preguntó Dafne.
—En otras palabras —continuó Atkins—, si quisieras introducir una distorsión de datos, un gusano mortífero o un virus en un cable principal, o si quisieras sabotear el sistema médico del ataúd de sueños y matar a miles de personas inocentes e indefensas, escogerías la zona que está bajo un contemplacionario como punto de inserción.
—¿Y por qué cuernos yo querría matar a miles de personas inocentes e indefensas? —preguntó Dafne con impaciencia.
—No digo que tú lo harías. Pero es algo en lo que se debe pensar, y tener en cuenta las probabilidades. Una vez que se encuentra un punto débil en un sistema, como el lugar donde una casa de contemplación se conecta con un cable principal, es interesante deducir cuántas personas se pueden liquidar rápidamente, y cuál sería la posible represalia.
—Tienes razón —le murmuró Dafne a Faetón—. Con razón pone nerviosa a la gente. Es estrafalario.
La sortija gorjeó con voz jovial:
—¡La ingestión de un refresco de sobreestímulo requiere que el usuario superactive su circuito de Sueño Medio, cierre sus inhibidores y abra todos los archivos de su filtro sensorial a todas las sensaciones!
—¡Oh no! —exclamó Dafne—. ¡Tú también!
—Las líneas de control de los maniquíes —dijo Faetón— se suelen almacenar cerca de la superficie de la red de cables principales, pues el eje del núcleo se reserva para líneas dedicadas numénicas polifotónicas, que necesitan más aislamiento. Allí es donde el arquitecto pondría los sensores de interrupción. Si uno interviene esa línea, puede entrar en las líneas de maniquíes más superficiales sin activar esos sensores.
—Cuando uno efectúa un desembarco en un planeta hostil —dijo Atkins—, aterriza cerca de los polos. No sólo los campos magnéticos planetarios tienden a cubrir la señal del vehículo durante el descenso, sino que las leyes de mecánica orbital requieren que la mayor parte del tráfico de lanzamiento y orbital del planeta que es nuestro objetivo estén cerca del ecuador. Donde hay más tráfico, hay más radar de control de tráfico. Nadie observa el polo norte.
—Los arquitectos atenienses —dijo Dafne— evitaban el uso de la argamasa. En cambio, pulían las piedras hasta que encajaban con precisión y unían los bloques de mármol con grapas con forma de I. Los edificios clásicos de la Segunda Era tienen muescas y hoyos donde hombres de épocas posteriores arrancaron estas grapas a golpes de cincel, para fundirlas y vender el metal.
—¿Cómo dices? —preguntó Faetón.
—Repite, por favor —dijo Atkins.
Ambos la miraban fijamente. Dafne sonrió seductoramente y se encogió de hombros.
—Eso es todo. Empezaba a sentirme excluida.
La imagen de Sabueso Sofotec la miró con ojos penetrantes.
—En realidad, Dafne, me defraudas. Tú eres la que está familiarizada con las intrigas de las novelas de espionaje. Pensé que el patrón de pistas tendría sentido para ti. Por ejemplo, ¿por qué Shopworthy se inclinaría sobre el codo izquierdo y no sobre el derecho?
Dafne se encogió de hombros.
—En realidad, normalmente no lo haría. Sería demasiado incómodo. La única razón para usar una de esas aparatosas extensiones manuales es porque permiten manipular los controles que no se pueden manipular mediante una orden mental. Los puntos de contacto están en el codo porque el resto del guante, desde aquí para arriba, se extiende al espacio onírico. Sólo lo empujarías contra algo si estuvieras tocando un punto de contacto y tratando de traer señales desde otra parte, y enviarlas al espacio onírico a través del guante. Y…
—¿Y por qué una persona que se relaja bajo una sobrecarga sensorial —continuó Sabueso— actuaría en la Mentalidad? ¿No temería enviar accidentalmente pensamientos no confirmados, establecer conexiones erróneas, o perder su nivel de realidad?
—Tendría que ser otra parte de su mente, aislada de la primera parte. —El rostro de Dafne se iluminó—. ¡Ya entiendo! En un episodio que vi, Weng chi-Ang Moriarty, el centesimo descendiente lineal de Fa So Loee y el profesor Moriarty, y último miembro del Imperio Invisible del Si Fan, había puesto una tarjeta de Sueño Medio en la ladera que un observador de aves miraría con binoculares, de modo que, en cuanto la víctima viera la tarjeta, un fantasma se descargaría en su espacio mental personal. Luego el fantasma cometía delitos mientras el observador de pájaros estaba ocupado con otras cosas. Era un relato bastante bueno, porque el observador de pájaros trataba de encontrar a los delincuentes y nunca se consideraba a sí mismo como sospechoso. Él también hacía sobrecargas sensoriales. La relajación de sobrecarga encubría la señal adicional, porque las sobrecargas inundan todos los canales personales. Y…
—Creo que los silentes vieron el mismo episodio —dijo Sabueso.
—¡Santo cielo! ¡Estás bromeando! ¡Era sólo un espectáculo! A la gente real no le pasan esas cosas…
—La tarjeta que el espía neptuniano arrojó desde el
Roe Acechador
—dijo Sabueso— para introducir un fantasma en Shopworthy sólo tenía que estar en alguna parte, en cualquier parte, de la ladera norte de la escultomontaña Nueva Idea. Durante su sobreestimulación diaria, su filtro sensorial está sintonizado al máximo, y configurado para aceptar todos los canales y todos los estímulos. Y él simplemente mira el paisaje. En circunstancias normales, es una actividad totalmente segura.
—¿Debo deducir que las veces que Shopworthy estaba sentado, disfrutando de las sobrecargas —dijo Faetón—, coincidieron, primero, con lo que sucedió después de mi audiencia en la Curia y, segundo, con la representación de los Profundos en el lago Victoria?
—Hablamos de Scaramouche, ¿verdad? —dijo Dafne—. El tío que dirige ese maniquí no sabe que lo dirige.
Atkins escrutó el cielo nocturno, frunciendo el ceño. Alzó el dedo para señalar.
—Puedo obtener una posición a través de algunos satélites de triangulación. Y la plataforma francotiradora de armas orbitales puede torcer un poco el haz, de modo que sólo tendré que atravesar una pequeña franja de planeta para acertarle al blanco. Lo cual es bueno, porque la mayoría de las personas que usan blindaje contra ataques espaciales pone sus placas de blindaje y deflexión arriba. Nadie espera que un arma de haces taladre la Tierra y te dispare por el trasero. Además, no hay mucho en Alaska. El daño colateral sería mínimo.
Faetón comprendió horrorizado que Atkins estaba dispuesto a matar a un hombre inocente en Alaska, sin advertencia ni misericordia. Intentó coger el brazo de Atkins.
—¡No, alto! —gritó.
Atkins se movió a un costado y lo hizo trastabillar, de modo que Faetón cayó sobre sus manos y rodillas.
—Faetón, alto. —Uno de los quitasoles de diamante próximos a la imagen de Sabueso Sofotec se desplegó, parpadeó y exhibió la imagen de una figura alta, severa, majestuosa y huraña, vestida con coraza griega con peto, escudo y yelmo de penacho de caballo. En su hombro había un buitre, y a sus pies un chacal. A ambos lados de esta figura majestuosa se erguían dos seres alados, enmascarados con broncíneos rostros de arpía, con una cabellera de nidos de serpiente. Faetón miró la aparición.
—Diomedes…
La armadura estaba empapada de sangre de la cabeza a los pies, una mezcla de sangre vieja y sangre nueva, rojo pardo y brillante. Empuñaba una lanza de fresno.
—No soy Diomedes —dijo en voz más baja—. Represento al grupo sofotec de la Mente Bélica. Confío en que esta imagen sea el símbolo mítico correcto para tu estética Gris Plata.
Faetón se puso de pie. Atkins todavía escrutaba el cielo. Faetón avanzó medio paso.
—¡Alto! —exclamó la armadura roja—. Ya has intentado una vez interferir con las operaciones militares de las fuerzas armadas de la Ecumene Dorada. Puedes ser acusado de traición, que se castiga con la única pena de muerte reconocida por el derecho de la Confederación Ecuménica. No agraves tu ofensa.
Faetón, sobresaltado, se paró en seco.
—¿Traición? ¿Por tratar de impedir que asesine a alguien?
—La interferencia con el alguacil es sólo obstrucción de la justicia. La inteferencia con el ejército durante el curso de una batalla significa dar asistencia y apoyo al enemigo. Este delito es el único que se menciona por su nombre en nuestra Lógica Constitucional, y es el más antiguo. El grupo Mente Bélica es diferente de otras construcciones sofotec, y no reconoce prioridades por encima de la salvación de la Confederación frente a enemigos externos. No te engañes. El hecho de que esta ley no se haya aplicado desde el principio de la Sexta Era no significa que haya caducado ni que haya perdido vigencia y efecto. Tu intento de interferir te expone a ser juzgado por traición y ejecutado. Este asunto es de suma gravedad.
—Grupo Mente Bélica —le dijo Atkins a la armadura roja.
—¡Mariscal! —saludó el supersofotec.
—Los hechos que ocurren aquí están clasificados como secretos. No puedes exponer los datos concernientes al intento de interferencia de Faetón a la Curia ni otra organización civil, excepto a los miembros pertinentes del Comité de Supervisión Militar parlamentario, a menos que yo ordene lo contrario. ¿Está claro?
—¡Sí, mariscal!
—Sintetiza el informe sobre la última acción-situación.
—Toda la acción transcurrió en 0,002 picosegundos. En ese lapso, el arma de energía dirigida entró en el cráneo del blanco, en el mesencéfalo y el córtex, desactivando circuitos de reacción rápida, pero dejando intactas las implantaciones, incluidos los emisores noéticos y numénicos. El haz salió por la parte superior del cráneo. Las señales cerebrales fueron atentamente monitorizadas durante los siguientes 0,04 segundos. La información noética permitió que la plataforma francotiradora rastreara qué sendas neurales se relacionaban con qué pensamientos. Aunque el delator numénico de espionaje no pudo descifrar la encriptación silente de los pensamientos enemigos, pudo detectar sendas nerviosas que conducían a sectores o circuitos sospechosos encastrados en el cerebro del blanco. Esas secciones fueron desactivadas con el haz secundario de un programa quirúrgico de la plataforma francotiradora orbital. El estimador anticipa que esto impidió que se formaran más pensamientos de suspicacia o inhibición, porque cree que esas secciones secundarias estaban donde se mantenían los reflejos de sospecha del cerebro, y el arma energética pudo alcanzar y destruir las neuronas de reflejo de sospecha antes que las señales de dolor de otras partes del sistema nervioso, viajando a velocidad bioquímica, pudieran alcanzarlas.
»Por tanto, el blanco quedó sin sospecha ni inhibición, y no pudo cancelar los reflejos preestablecidos de alta velocidad. Hallándose en un cerebro atacado, activó los circuitos de grabación numénica y se irradió a un puesto seguro. Las predicciones de Sabueso Sofotec en este sentido parecen estar confirmadas. La señal fue interceptada mediante la vela cislunar y suprimida. Lamentablemente, el sistema de encripción mental enemigo, que se basa en un proceso de números infinitas-infinitesimales que no podemos decodificar, impidió que la señal fuera capturada o grabada. Scaramouche está irremediablemente muerto.
Faetón se volvió hacia Sabueso.
—¿Qué sucede? ¿Qué predicción hiciste?
Sabueso sonrió.
—La otra cosa rara que hizo Jasón Sven Diez Shopworthy —dijo—, aparte de inclinarse en el codo izquierdo en la casa de té, fue que el martes pasado regresó a su casa en medio de un ataque de sonambulismo. Mientras su cuerpo estaba en piloto automático, los registros indican que su mente entró en la tienda mental del Grupo Libremercadista Oriente, en el canal comercial de Sueño Profundo. Visitó varias tiendas, ejecutó muchas muestras gratis, y parecía impresionado con el lujo y la riqueza de nuestros mercados de consumo comerciales.
—No entiendo. ¿Cómo podía impresionarlo nuestra riqueza? Él era de la Ecumene Silente, que según las versiones, era infinitamente más rica en energía que nuestra Ecumene Dorada. ¿Qué era nuestra riqueza para él?
—Pero su tecnología se detuvo en el nivel de desarrollo de la Quinta Era. Sólo tienen aquellos avances de la Sexta Era, la era de los sofotecs, que nosotros les transmitimos. Sin embargo, no hay pruebas de que tuvieran instaladas las estructuras sociales o de mercado necesarias para aprovechar esos desarrollos. Más aún, no está claro qué porcentaje de la población sobrevivió a los hechos descritos en la famosa última transmisión, ni cuál fue su nivel de civilización después. La guerra puede surtir efectos terribles.