Read Fragmentos de una enseñanza desconocida Online
Authors: P. D. Ouspensky
Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología
"Mi, re, do
— hidrógeno 12.288 (H 12.288).
"Así se obtienen doce «hidrógenos» con densidades escalonadas de 6 a 12.288.
"Estos doce hidrógenos representan doce categorías de materias, que se escalonan en el universo desde el Absoluto hasta la Luna, y si fuera posible establecer con exactitud cuál de estos hidrógenos constituye el organismo humano y actúa en él, tan sólo esto determinaría el lugar que ocupa el hombre en el mundo.
"Pero en el lugar donde estamos situados, dentro de los límites de nuestro poderes y capacidades ordinarias, el hidrógeno 6 es irreducible; por lo tanto podemos tomarlo como hidrógeno 1; el siguiente hidrógeno 12 puede ser considerado como hidrógeno 6. Si dividimos entre 2 todos los hidrógenos que siguen, obtenemos una escala que va desde el hidrógeno 1 hasta el hidrógeno 6.144 (ver tabla 2).
"Sin embargo, el hidrógeno 6 es todavía irreducible para nosotros. Por lo tanto, podemos tomarlo a su vez como hidrógeno 1, tomar el siguiente hidrógeno como hidrógeno 6 y nuevamente dividir entre 2 todos los siguientes.
"Los grados obtenidos en esta forma, desde 1 hasta 3.072, pueden servirnos para el estudio del hombre (ver tabla 3).
"Todas las materias, desde el hidrógeno 6 hasta el hidrógeno 3.072, se encuentran en el organismo humano; y allí todos desempeñan su papel. Cada uno de estos hidrógenos agrupa un gran número de substancias químicas conocidas por nosotros, ligadas unas a otras por alguna función relativa a nuestro organismo. En otras palabras, no debe olvidarse que el término hidrógeno tiene un sentido muy amplio. Cada elemento simple es un hidrógeno de una cierta densidad; además cualquier combinación de elementos que posee una función determinada, ya sea en el universo o en el organismo humano, es también un hidrógeno.
"Tal definición de materias nos permite clasificarlas en el orden de su relación con la vida y con las funciones de nuestro organismo.
"Comencemos con hidrógeno 768. Se define como
alimento;
en otras palabras, hidrógeno 768 comprende todas las substancias que pueden servir de alimento al hombre. Las substancias que no pueden servirle de alimento, por ejemplo un trozo de madera, pertenecen a hidrógeno 1.536; un trozo de hierro a hidrógeno 3.072. Por otro lado, una materia fina pero pobre en propiedades nutritivas, estará más cerca a hidrógeno 384.
"Hidrógeno 384 será definido como agua.
"Hidrógeno 192 es el aire que respiramos.
"Hidrógeno 96 está representado por gases enrarecidos que el hombre no puede respirar, pero que desempeñan un papel muy importante en su vida; además, ésta es la materia del magnetismo animal, de emanaciones del cuerpo humano, de rayos N, hormonas, vitaminas, etc.; en otras palabras, con hidrógeno 96 termina lo que se llama materia, o más bien, lo que nuestra física y química consideran como materia. Hidrógeno 96 incluye también materias que son casi imperceptibles para nuestra química, o sólo perceptibles por sus rastros o por sus efectos —materias cuya existencia es presumida por algunos teóricos y negada por otros.
"Los hidrógenos 48, 24, 12 y 6 son materias desconocidas para nuestros físicos y químicos contemporáneos. Éstas son las materias de nuestra vida psíquica y espiritual en sus diferentes grados.
"Al estudiar la «tabla de hidrógenos», se debe recordar siempre que cada hidrógeno comprende un inmenso número de substancias diferentes todas conectadas entre sí por una sola y misma función en nuestro organismo, y que representan un «grupo cósmico» definido.
"Hidrógeno 12 corresponde al hidrógeno de la química (peso atómico 1). El carbono, el nitrógeno y el oxigeno (de la química) tienen pesos atómicos: 12, 14 y 16 respectivamente.
"Además, en la tabla de pesos atómicos es posible indicar los elementos que corresponden a ciertos hidrógenos, es decir, los elementos cuyos pesos atómicos se encuentran entre ellos casi en la relación correcta
de octava.
Así hidrógeno 24 corresponde al Flúor, Fl, peso atómico 19; hidrógeno 48 corresponde al Cloro, Cl, peso atómico 35,5; hidrógeno 96 corresponde al Bromo, Br, peso atómico 80 e hidrógeno 192 corresponde al Iodo, I, peso atómico 127. Los pesos atómicos de estos elementos se encuentran casi en la relación de octava; en otras palabras, el peso atómico de cada uno de ellos es casi el doble del peso atómico del otro. La ligera inexactitud, es decir, el carácter incompleto de la relación de octava, proviene del hecho de que la química ordinaria no toma en consideración todas las propiedades de una substancia, particularmente sus propiedades «cósmicas». La química de la cual hablamos aquí estudia la materia sobre una base diferente de la química ordinaria, y no solamente toma en cuenta sus propiedades químicas y físicas, sino también sus propiedades psíquicas y cósmicas.
"Esta química o alquimia considera la materia antes que nada desde el punto de vista de sus funciones, las que determinan su sitio en el universo y su relación con las otras materias, y luego desde el punto de vista de su relación al hombre y a las funciones del hombre. Se entiende por «átomo de substancia», la más pequeña cantidad de una substancia dada que retiene todas sus propiedades químicas, cósmicas y psíquicas; en efecto, además, de sus propiedades cósmicas, toda substancia posee también propiedades psíquicas, es decir, un cierto grado de inteligencia. Por lo tanto, el concepto de «átomo» se puede aplicar no sólo a los elementos, sino también a todas las materias compuestas que tienen funciones precisas en el universo o en la vida del hombre. Puede haber un átomo de agua, un átomo de aire (es decir de aire atmosférico apropiado para la respiración del hombre), un átomo de pan, un átomo de carne, y así sucesivamente. En este caso, un átomo de agua será un décimo de un décimo de un milímetro cúbico de agua tomado a cierta temperatura por un termómetro especial. Esta será una pequeñísima gota de agua que bajo ciertas condiciones puede ser percibida a simple vista.
"Este átomo es la más pequeña cantidad de agua que retiene
todas las propiedades del agua.
Si se prosigue esta división, algunas de estas propiedades desaparecen; en otros términos, ya no tenemos agua sino algo que se aproxima al estado gaseoso del agua, vapor, que químicamente no difiere en ninguna forma del agua en su estado líquido, pero posee funciones diferentes y por lo tanto propiedades cósmicas y psíquicas igualmente diferentes.
"La «tabla de hidrógenos» hace posible el estudio de todas las substancias que componen el organismo humano desde el punto de vista de su relación con los distintos planos del universo. Además, como cada función del hombre es un resultado de la acción de substancias definidas, y como cada substancia está en relación con un plano definido del universo, este hecho nos permite establecer la relación que existe entre las funciones del hombre y los planos del universo."
Debo decir ahora que las "tres octavas de radiación" y la "tabla de hidrógenos" que se deriva de ellas, fueron un tropiezo para nosotros durante mucho tiempo; en cuanto al principio mas esencial de la transición de las tríadas y de la estructura de la materia, no lo comprendí sino más tarde, y hablaré de ello en su debida oportunidad.
En mi reconstrucción de la exposición de G., trato en general de observar un orden cronológico, aunque esto no es siempre posible, ya que algunas cosas fueron repetidas muchísimas veces, y en una u otra forma entraron en casi todo lo que decía.
La "tabla de hidrógenos" me produjo una muy fuerte impresión, que más tarde se volvería aún más fuerte. Frente a esta "escalera levantada desde la tierra hasta el cielo", sentí algo muy análogo a las sensaciones del mundo que me llegaron hace varios años durante mis extraños experimentos que he descrito en
Un Nuevo Modelo del Universo,
[8]
gracias a los cuales había sentido tan fuertemente la interdependencia, la integridad y la "matematicalidad" de todo lo que existe en el mundo. Esta exposición, con diferentes variantes, fue repetida muchas veces, ya sea asociada a una explicación del "rayo de creación", o asociada a una explicación de la "ley de octava". Pero las primeras veces que la oí estaba lejos de reconocerle todo su valor, a pesar de la singular sensación que cada vez me producía. Y sobre todo, no comprendía entonces que estas ideas son mucho más difíciles de asimilar y tienen un contenido mucho más profundo de lo que parece cuando se oye exponerlas por primera vez.
He conservado el siguiente episodio en mi memoria. Se releía una vez más un texto sobre la estructura de la materia considerada en su relación con la mecánica del universo. El lector era P., un joven ingeniero que pertenecía al grupo de los alumnos de G. en Moscú, del cual ya he hablado.
Llegué en medio de la lectura. Al oír palabras conocidas, llegué a la conclusión de que ya había oído este texto; entonces me senté en un rincón del salón y me puse a fumar pensando en otra cosa. G. estaba presente.
—¿Por qué no ha seguido usted la lectura? me preguntó después que hubo terminado.
—Pero ya la he oído, respondí.
G. sacudió la cabeza en signo de desaprobación.
Y con toda franqueza, yo no comprendí lo que él esperaba de mí. ¿Por qué tendría que escuchar otra vez un texto que ya conocía?
No lo comprendí hasta mucho más tarde, cuando el período de las lecturas había pasado, y cuando traté de recapitular mentalmente para mí mismo todo lo que había oído. A menudo al reflexionar sobre un problema, me acordaba muy claramente que había sido tratado en una de estas lecturas. Pero por desgracia no podía recordar nada de lo que se había leído, y habría dado mucho por oír ciertos textos una vez más.
Casi dos años después, en noviembre de 1917, un pequeño grupo de cinco personas se encontraban con G. a orillas del mar Negro, a cuarenta kilómetros al norte de Tuapse, en una pequeña casa de campo separada más de dos kilómetros de la vivienda más cercana. Una noche en que todos estábamos reunidos, hablábamos. Ya era tarde, hacía mal tiempo; soplaba un viento del noreste que venía en ráfagas, ora de lluvia, ora de nieve.
Justamente yo estaba reflexionando sobre la "tabla de hidrógenos" y particularmente sobre cierta incompatibilidad que creía discernir entre el diagrama del cual ya hemos hablado y otro que nos fue enseñado más tarde. Reflexionaba sobre los hidrógenos que se encuentran debajo del nivel normal. Explicaré pronto en detalle de qué se trataba y qué respondió G. más tarde al problema que me atormentaba.