Heliconia - Invierno (54 page)

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Authors: Brian W. Aldiss

BOOK: Heliconia - Invierno
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Miró la cara sonrojada de la mujer y asintió. En las pestañas se le posaron unos rastros de nieve. Mientras conducían a sus monturas a través de la arboleda, un viento acerado bajó las laderas del monte Shivenink y se abrió camino entre los árboles. Desde las ramas, la nieve caía en cascadas sobre sus hombros. La pendiente se inclinó hacia la capilla oculta. Rodearon lo que había sido una cascada y ahora era una columna de hielo.

A último momento, Luterin se volvió sobre la silla para mirar hacia la aldea una vez más. La luz de los hogares se reflejaba en la nube baja que casi rozaba los tejados al pasar.

Tirando con firmeza de las riendas, urgió al yelk para que bajase por la senda hacia la oscura hondonada. La mujer lo llamó con ansiedad pero Luterin sintió que la vida le volvía a las arterias.

Alzó un puño al cielo.

—¡Abro Hakmo Astab! —gritó, proyectando la voz hacia lo más profundo del bosque.

El viento recogió el grito y lo arropó bajo el peso de la persistente nevada.

Pues la edad modifica la naturaleza del mundo como un todo. Todo debe atravesar sucesivas fases. Nada permanece para siempre como era. Todo se mueve sin cesar. La naturaleza lo transforma y lo conduce todo por caminos nuevos. Cuando una cosa, marchita por el tiempo, decae y se consume, otra emerge de la ignominia para hacerse fuerte. Así es como la edad modifica la naturaleza del mundo como un todo. La Tierra atraviesa sucesivas fases para no poder albergar lo que antes podía, y poder albergar en cambio lo que antes no.

Lucretius, De Rerum Natura, 55 ac.

AGRADECIMIENTOS

Deseo agradecer al doctor J.M. Roberts (historia) y al señor Desmond Morris (antropología) por las inestimables conversaciones preliminares, así como también al doctor B. E. Juel-Jensen (patología) y al doctor Jack Cohén (biología) por sus objetivas sugerencias. Toda solidez filológica se debe a la participación del profesor Thomas Shippey, cuyo dinámico e infatigable entusiasmo me ha sido de enorme ayuda.

El planeta Heliconia fue diseñado y construido, desde su geología hasta su clima, por el doctor Peter Cattermole. En cuanto a la cosmología y astronomía, vaya mí agradecimiento al doctor lain Nicolson, con quien me siento en deuda por la paciencia demostrada a lo largo de estos años.

El doctor Mick Kelly y el doctor Norman Myers me asesoraron en lo que a condiciones invernales no ordinarias se refiere. La Gran Rueda debe gran parte de su estructura al doctor Joern Bambeck. James Lovelock tuvo la amabilidad de permitir que empleara su concepto de Gaia en esta ficción. De vital importancia ha sido el interés demostrado desde los primeros días del proyecto por Herr Wolfgang Jeschke.

Mi deuda para con las obras y la amistad del doctor J. T. Fraser es manifiesta.

A mi esposa Margaret, mi agradecido afecto por permitir que Heliconia se extendiese más allá de lo esperado y por trabajar conmigo en la obra.

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