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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (39 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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Podemos obtener una imagen más amplia del Egipto Medio si nos fijamos en un grupo de cementerios excavados a unos cincuenta kilómetros al sur de Cusae, en Deir Rifa, Mostaggeda y Qau. El Cementerio S de Deir Rifa contiene enterramientos de un grupo nubio conocido como cultura «pan-grave» («tumbas de sartén» debido a que son poco profundas y ovaladas), que eran ganaderos seminómadas que vivían en los límites del desierto. Sus cementerios y asentamientos aparecen en Egipto durante la XIII Dinastía y han sido identificados con los medjay de los textos de Kamose, que fueron enviados para explorar el terreno delante de la flota del rey. Su característica cerámica a mano es ubicua en los asentamientos del Reino Medio y se encuentra tan al norte como en Menfis. En Deir Rifa, sus tumbas contienen cerámica Tell el Yahudiya de tipos comparables a los del Nivel E/1 de Tell el Daba, que se pueden fechar a mediados de la XV Dinastía. La cerámica egipcia asociada pertenece al estilo del Reino Medio de la región menfita y sugiere que el cementerio se remonta al comienzo de la XIII Dinastía.

Mostagedda, casi enfrente de Deir Rifa en la orilla derecha del Nilo, también contenía enterramientos de la cultura «pan-grave», que pueden situarse en una secuencia cronológica dependiendo del grado con el que siguen las costumbres funerarias egipcias o nubias (el cementerio de Deir Rifa no está lo bastante estudiado como para poder hacer lo mismo). En Mostagedda hay presentes dos fases anteriores al comienzo de la XVIII Dinastía y ambas contienen cerámica egipcia notablemente distinta a la de Deir Rifa. Estas dos fases, así como las anteriores, también se han encontrado en el gran cementerio egipcio de Qau, quince kilómetros al sur de Mostagedda y Deir Rifa. La cerámica se caracteriza por una elaborada decoración incisa, el uso de arcillas margosas arenosas, jarras de almacenamiento de hombros altos y cuellos estrechos y jarras carenadas. Este corpus cerámico pertenece muy claramente a la tradición del Alto Egipto y proporciona los prototipos para los recipientes que aparecen en los estratos de comienzos de la XVIII Dinastía de Menfis y Tell el Daba con formas plenamente desarrolladas.

Los cementerios de Deir Rifa y Mostagedda, en orillas opuestas del río, pertenecen al mismo grupo cultural nubio; pero las diferencias en el ajuar funerario demuestran que Deir Rifa estaba en contacto con la región de Menfis, mientras que Mostagedda estaba relacionada con el Alto Egipto. Los artefactos nubios de ambas localidades son lo bastante similares como para sugerir que la diferencia entre ellas no es temporal, sino de riqueza, categoría (Mostagedda es por lo general más rica) y, sobre todo, de asociaciones regionales. Su localización sugiere que la región de Cusae realmente actuó, como afirman los textos, de frontera entre el Alto y el

Bajo Egipto, y que ésta existió desde al menos el comienzo de la XIII Dinastía. Es posible especular que nos encontramos ante los cementerios de dos grupos de mercenarios medjay que patrullaban la región: el grupo con base en Deir Rifa quizá protegiera la orilla occidental para los hyksos, mientras que el otro hacía lo propio con la orilla oriental para los reyes tebanos.

Tebas, la ciudad meridional: la aparición de la XVI y la XVII Dinastías

Siguiendo la reconstrucción de Ryholt del Canon de Turín, podemos identificar los nombres de quince reyes (XVI Dinastía de Manetón) como predecesores de los reyes de la XVII Dinastía. Cinco de ellos aparecen en fuentes contemporáneas que nos indican que el centro de su poder se encontraba en el Alto Egipto. No podemos tener la certeza de si todos gobernaron desde Tebas y, de hecho, algunos pueden haber sido soberanos locales en ciudades importantes como Abydos, Elkab y Edfu. El rey Wepwawetemsaf, que no aparece en el Canon de Turín pero que nos dejó una modesta estela en Abydos, puede haber sido uno de estos reyes locales; la estela nos lo muestra haciendo una ofrenda a Wepwawet, la deidad local en honor de la cual recibió su nombre. El estilo de la escritura, el diseño y los símbolos reales la sitúan entre las estelas reales de la XIII a la XVII Dinastías.

El rey Iykhernefert Neferhotep, que sin duda gobernó desde Tebas, dejó una estela mucho más impresionante, en la cual se describe a sí mismo como un rey victorioso, amado por su ejército, uno que alimenta a su ciudad, derrota a los rebeldes y reconcilia a las tierras extranjeras rebeladas. Neferhotep aparece protegido por los dioses Amón y Montu y por una diosa que personifica a la propia ciudad de Tebas. Está armado con una cimitarra, arco y flechas. El lenguaje del panegírico formal es similar al de himnos reales más antiguos, pero también para los nomarcas, grandes caudillos que, durante el Primer Período Intermedio, gobernaron como reyes. La estela fue erigida, como las de Kamose, para celebrar un acontecimiento concreto, que puede haber sido el final de un asedio a Tebas. No sabemos si Neferhotep luchó contra los hyksos, contra sus vasallos egipcios o contra soberanos rivales locales; pero en parte de la ciudad situada bajo la zona este de Karnak, el egiptólogo canadiense Donald Redford ha detectado un estrato de destrucción tras el nivel de la XIII Dinastía. El nombre de Neferhotep aparece también en monumentos contemporáneos de Elkab y Gebelein. En una época tan incierta, el papel del rey como comandante del ejército se va volviendo cada vez más importante y así se consagra en las letanías reales. Tanto la ideología como parte de la fraseología se conservaron hasta la XVIII Dinastía.

Los reyes pueden perderse, pero los funcionarios que los servían tienen sus propios monumentos y, a partir de las genealogías que aparecen en ellos, se ha construido una cronología relativa. A menudo los hijos seguían los pasos del padre al servicio del rey y los soberanos se casaban con mujeres de las grandes familias, de modo que gradualmente una red de interdependencia terminó por unir al rey con las ciudades locales de sus funcionarios, tanto en Elkab y Edfu como en Tebas. Las pruebas genealógicas sugieren que sólo tres generaciones separan el abandono de Itjy-tawy del reinado del rey Nebererau I, sexto soberano de la XVI Dinastía, y que la transición entre los reyes de la XIII a la XVI Dinastía pasó desapercibida para los funcionarios que los sirvieron.

Sabemos mucho más sobre los nueve reyes asignados (según Ryholt) a la XVII Dinastía; pero hasta el momento sólo se conocen dos que estuvieran relacionados: los hermanos Nubkheperra Intef VII y Sekhemra Intef VI. Es posible, pero no es seguro, que su padre fuera Sobekemsaf I. Sus nombres no aparecen en el Canon de Turín, pues la sección correspondiente fue cortada en la Antigüedad, pero sí aparecen en otras listas reales de Tebas; además de haberse encontrado estelas reales suyas reutilizadas en edificios posteriores y de que la arqueología ha hallado ricos objetos procedentes de sus tumbas. Los cuerpos de Seqenenra Taa (c. 1560 a.C.) y su esposa Ahhotep (y posiblemente también el de su madre, la reina Tetisheri) fueron encontrados en el
caché
de momias reales de Deir el Bahari y, lo que es más curioso de todo, contamos con la descripción de la tumba del rey Sobekemsaf II y de su esposa (todavía intacta más de seiscientos años después de su enterramiento, en la XX Dinastía) realizada por unos ladrones de tumbas. Los nombres de los reyes también aparecen en tumbas privadas y en diversos objetos. Se piensa que estos reyes tebanos reinaron al mismo tiempo que la XV Dinastía hyksa, pero no existe un momento concreto para fechar el comienzo de la XVII Dinastía sino sólo para su final, fijado por la muerte de Kamose en un momento indeterminado de su tercer año de reinado o al terminar éste. La suerte de los reyes parece haber fluctuado: Nubkheperra Intef aparece mencionado en más de veinte monumentos contemporáneos, mientras que Intef VI sólo se conoce gracias a su ataúd, en la actualidad en el Museo del Louvre.

Los valores militares de la época quedan ilustrados por la popularidad de títulos militares como «comandante de la tripulación del soberano» y «comandante del regimiento de la ciudad». Estos demuestran la reunión defensiva en torno al rey de una serie de recursos militares y confirman la importancia de las milicias locales de las ciudades. Durante el resto del Segundo Período Intermedio, la inestabilidad fue una característica del Alto Egipto.

Rahotep, el primer rey de la XVII Dinastía, alardea de haber restaurado los templos de Abydos y Koptos, mientras que una inscripción de Sobekemsaf II nos informa de que envió una expedición de 130 hombres a Wadi Hammamat. No obstante, estas canteras estaban dentro del territorio tebano y la cantidad de hombres que formaban la expedición no se puede comparar con los miles de expedicionarios enviados al
wadi
durante la XII Dinastía. Pese a todo, la confianza iba creciendo y tanto las actividades como el territorio del rey se iban ampliando. La expedición de Sobekemsaf posee un característico aire ad hoc: sólo un hombre posee el título adecuado de «supervisor de los trabajos», el resto tiene títulos honoríficos o cargos relacionados con el aprovisionamiento. En la lista, el escriba no observa una jerarquía estricta y usa una mezcla de signos jeroglíficos y hieráticos; parece como si tras una interrupción importante hubiera habido que aprender de nuevo las habilidades y protocolos tradicionales. En las minas de galena de Gebel Zeit, que dominan el mar Rojo, se encontraron dos modestas estelas que recordaban expediciones realizadas durante los reinados de Nubkheperra Intef VII y Eswaserenra Bebiankh, de la XVI Dinastía, el segundo de los cuales apenas era conocido más alia de su mención en el Canon de Turín. En las minas se encontraron grandes cantidades de cerámica «pan-grave», lo cual sugiere otro propósito para el cual los reyes tebanos pudieron haber utilizado a los mercenarios nubios.

Tebas perdió contacto con el Bajo Egipto y se le negó el acceso a los centros de enseñanza de escribas de Menfis. Estos centros y sus archivos no fueron destruidos y, de hecho, puede incluso que florecieran durante el gobierno hykso; pero como los tebanos no podían consultarlos, quizá se vieron en la necesidad de crear una nueva compilación con los textos necesarios para los importantísimos rituales funerarios. Una de las primeras colecciones de fórmulas, que conocemos como el
Libro de los muertos
, data de la XVI Dinastía y procede del sarcófago de la reina Mentuhotep, esposa del rey Djehuty. Como respuesta al empobrecimiento de los recursos disponibles, la cultura funeraria de Tebas también evolucionó en otros aspectos. Los grandes sarcófagos rectangulares fabricados con madera de cedro fueron reemplazados por sarcófagos de forma aproximadamente antropoide, fabricados con madera de sicómoro pintada con un diseño de plumas, pero con un estilo tan burdo e idiosincrásico que ninguno es exactamente igual a otro. Este rasgo delata la falta de formación en las rígidas convenciones del arte funerario de antaño, las cuales quizá tuvieran también menos demanda. No obstante, existen unos cuantos ataúdes que demuestran que en algunos talleres tebanos se conservó la tradición de la fabricación de ataúdes del Reino Medio hasta bien entrada la XVIII Dinastía.

En el Papiro Abott, que contiene el resultado de una encuesta judicial sobre robos de tumbas realizada por el alcalde de Tebas durante la XX Dinastía, se describe la localización de cinco tumbas reales de la XVII Dinastía, las de Nubkheperra Intef VII, Sekhemra Intef, Sobekemsaf II, Seqenenra Taa y Kamose. En 1923, Herbert Winlock intentó localizar las tumbas utilizando el itinerario que según el papiro siguieron los inspectores. También lo hizo impulsado por el hecho de que muchos objetos de enterramientos reales de esa época habían aparecido a la venta en la década de 1820 y en 1859-1860, procedentes de excavaciones ilegales. Los ladrones de la XX Dinastía describen así cómo encontraron el enterramiento de Sobekemsaf II:

Tenía una espada y tenía un […] grupo de amuletos y adornos de oro en la garganta; su corona y diademas de oro estaban en la cabeza y la […] momia del rey estaba cubierta de oro por todas partes. Sus ataúdes estaban labrados con oro y plata por dentro y por fuera e incrustados con todo tipo de piedras costosas […] robamos los objetos que encontramos allí, consistentes en vasos de oro, plata y bronce.

Los reyes de finales de la dinastía y sus funcionarios gastaron su creciente riqueza en los objetos con los que se enterraban, más que en las tumbas propiamente dichas. Las tumbas decoradas son raras y a menudo se prefería apropiar y reutilizar tumbas antiguas. Para comprender de dónde procedía la riqueza necesitamos dirigir nuestra mirada a Elefantina, a los fuertes que guardaban la segunda catarata del Nilo y finalmente a Kerma, la capital del reino de Kush, a más de ochocientos kilómetros al sur de Tebas.

Elefantina y los fuertes de las cataratas

Elefantina, una isla situada frente a la moderna ciudad de Asuán, es un interesante punto desde el cual estudiar el Segundo Período Intermedio. Como ciudad provincial que es, proporciona un contrapeso a las fuentes tebanas, además de contar con una serie ininterrumpida de dedicatorias privadas y regias que van desde la XII hasta la XVI Dinastía. Los estratificados yacimientos de la ciudad y los cementerios del mismo período están siendo excavados por el Instituto Arqueológico Alemán.

La suerte de Elefantina está inextricablemente ligada a la de Nubia. Durante la mayor parte del Reino Medio no fue la frontera meridional de Egipto, que quedó fijada por Senusret III en Semna, unos cuatrocientos kilómetros más al sur. No obstante, es posible que durante el punto más bajo del poder de los reyes tebanos Elefantina fuera gobernada de forma independiente e incluso que los nubios hicieran incursiones contra la ciudad de vez en cuando. La explicación preferida para el hecho de que una tumba real de Kerma del Segundo Período Intermedio albergara estatuas de un nomarca de Asyut y su esposa, que vivieron durante el reinado de Senusret I (1956-1911 a.C.), es una incursión contra Elefantina o los fuertes de las cataratas.

El valor de la Baja Nubia se encuentra en sus canteras, abundantes en diorita, granito y amatista, su acceso a las minas de oro y cobre y su estratégica localización en términos de control del Nilo y las rutas del desierto. Heqaib, un funcionario local de Elefantina de la VI Dinastía, fue deificado tras su muerte y en su santuario se encontraron una serie de estelas y estatuas votivas. Las XIII-XVI Dinastías están especialmente bien representadas y, al igual que en Menfis, la continuidad sólo se rompe con la llegada de la XVIII Dinastía. Las genealogías recogidas en las inscripciones muestran que las mismas familias estuvieron sirviendo a los reyes de finales de la XIII Dinastía y a los de la XVI Dinastía. Evidentemente, la categoría del alcalde de Elefantina pasó de ser de gran importancia local a tener importancia militar en el séquito del rey de Tebas. Uno de estos alcaldes fue Neferhotep, responsable de toda la región de Tebas y Elefantina ante el rey. Tras su época (la XVI Dinastía, a juzgar por la ortografía de su estela) cesaron las dedicatorias en el santuario de Heqaib y no es coincidencia que riera en ese momento cuando mayor poder tuvo el príncipe de Kush, pues incluso los fuertes de las cataratas cayeron bajo su control.

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