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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (45 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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Los monumentos de Tutmosis I

Tutmosis I y su virrey Turi dejaron monumentos e inscripciones en varios lugares de la Alta y la Baja Nubia. En la región de Kenisa (en la cuarta catarata) y en Napata hay varias instalaciones militares de ladrillo que pueden datar de este reinado. En la isla de Sai, ocupada desde al menos el reinado de Ahmose, se conservan bloques (o fragmentos de bloques) procedentes de edificios y en Semna, Buhen, Aniba, Quban y Qasr Ibrim hay también restos. Es probable que, dejando aparte las estelas, los monumentos fueran a pequeña escala, con elementos de piedra dentro de estructuras de adobe. Tutmosis III y Hatshepsut pudieron haber reconstruido perfectamente con arenisca edificios de ladrillo de este tipo, sobre todo en Semna y Buhen. Dentro de las fronteras tradicionales de Egipto, Tutmosis I ha dejado indicios de edificios en Elefantina, Edfu (probablemente), Armant, Tebas, Ombos (cerca del centro palacial de la XVII o comienzos de la XVIII Dinastía en Deir el Bailas), Abydos, El Hiba, Menfis y Guiza. Se han encontrado objetos votivos dedicados a su nombre en el templo de Serabit el Khadim, en el Sinaí.

Los materiales de Tebas, Abydos y Guiza son de particular interés. Gracias a la presencia de las tumbas de Khufu y Khafra y a que era el lugar de culto del dios identificado con la Gran Esfinge, Horemakhet («Horus del horizonte»), durante el Reino Nuevo Guiza se convirtió en un importante centro de peregrinación. No es coincidencia que los monumentos de

Guiza, al igual que los de Abydos y Karnak, enfatizaran la veneración a los soberanos. Del mismo modo que habían hecho Ahmose y Amenhotep I antes que él, y como harían los siguientes cuatro monarcas, Tutmosis I decidió embellecer los lugares de culto que potenciaban la relación entre el rey y los dioses y entre rey y rey. No obstante, parece haberse asociado con sus antecesores regios más lejanos en vez de con los más inmediatos.

En Abydos, Tutmosis I dejó una estela recordando sus contribuciones al templo de Osiris. En vez de honrar a sus predecesores directamente, donó objetos de culto y estatuas. Según la estela, los sacerdotes lo proclamaron vástago de Osiris, cuyo supuesto papel era el de utilizar la vasta riqueza a él entregada por los dioses de la tierra Geb y Tatjenen para restaurar los santuarios divinos.Tutmosis I decidió no honrar a los dos reyes anteriores, quizá porque sus monumentos subrayaban el linaje familiar ahmósida, del cual él no formaba parte; en vez de ello deseó afirmar su realeza a partir de los propios dioses. Como ideología real, la ascendencia divina fue común durante la XVIII Dinastía, pero muy bien pudo haber recibido su primer impulso durante el reinado de Tutmosis I. Subsiguientemente, fue explotada con consistencia en las inscripciones reales a partir del reinado de Hatshepsut (1473-1458 a.C.) y hasta el de Amenhotep III (1390-1352 a.C.).

En Karnak, Tutmosis I dejó una marca indeleble. Amplió y completó un corredor deambulatorio comenzado por Amenhotep I en torno al patio del Reino Medio y amplió sus muros hacia el oeste para unir los dos nuevos pilonos (el Cuarto y el Quinto) que había construido en la entrada al templo. Seguidamente completó en forma de patio el espacio que quedaba entre ambos pilonos. También terminó la decoración de la capilla de alabastro de Amenhotep I, que parece haber sido su única reivindicación de una conexión directa con su predecesor. En Karnak norte reemplazó un monumento de Ahmose con su «tesoro», pero parece que conservó un bloque de la estructura anterior y lo incorporó a la suya propia.

La política de Tutmosis I en Nubia y Siria-Palestina

Es muy probable que la campaña de Tutmosis I en Nubia fuera el golpe de gracia para Kush y su capital, Kerma. Las tumbas de tres de sus funcionarios —Turi («virrey del sur del rey»), Ahmose Pennekhbet y Ahmose, hijo de Ibana— muestran descripciones de esta campaña, que probablemente tuviera lugar durante el segundo y tercer año de su reinado. No obstante, la descripción más larga de la principal batalla se grabó en un afloramiento rocoso en Tombos, en la tercera catarata, a tiro de piedra de la entrada a Kerma. La inscripción del rey describe los éxitos de la campaña en la región de la tercera y la cuarta catarata con unos términos vívidamente violentos: «Los arqueros nubios caen ante la espada y son tirados a los lados en sus tierras; su fetidez llena sus valles […] Los pedazos cortados de ellos son demasiados como para que los pájaros se lleven la pieza a otro lugar».

Los ejércitos de Tutmosis (al igual que los de Ahmose antes que él) se dirigieron entonces hacia el este, alejándose del valle del Nilo y penetrando en el desierto a espaldas de Kerma, terminando por llegar a la región de la cuarta catarata en torno a Kurgus y Kenisa. Como el río hace una gran curva entre la tercera y la cuarta catarata, ambas estaban conectadas por una ruta terrestre oeste-este. Fue entonces cuando Tutmosis dejó una inscripción en Kenisa. Según Amenhotep, hijo de Ibana, durante su regreso desde Kerma hasta Tebas: «Su majestad navegó hacia el norte, con todos los países en su puño, con el arquero nubio derrotado [probablemente el soberano de Kush] colgado boca abajo en la [proa] del [barco] de su majestad y desembarcó en Karnak».

Tras este éxito, Tutmosis dirigió su ejército hacia Siria para una primera campaña en la región. Consciente de la presencia en las cercanías de los señores de Mitanni, el rey evitó un enfrentamiento directo con ellos y, tras varios éxitos locales, se encaminó hacia Niy en el sur, donde pudo haber cazado elefantes. Las descripciones de esta expedición las encontramos sólo en las tumbas de Ahmose Pennekhbet y Ahmose, hijo de Ibana, ambas construidas y decoradas durante el reinado de Tutmosis III (e incluso después). Caracterizan a Siria como el agresor mitannio, acompañado de epítetos que no volverán a verse hasta finales de la cuarta década del reinado de Tutmosis III. Ningún documento contemporáneo del reinado de Tutmosis I describe la campaña.

A comienzos de la XVIII Dinastía, el contacto egipcio con Mitanni fue extremadamente limitado. Las primeras escaramuzas con vasallos de Mitanni tuvieron lugar durante el reinado de Tutmosis I; pero la conquista de las regiones septentrionales no tuvo lugar al menos hasta treinta y seis años después, cuando Tutmosis III comenzó su expedición siria. Es posible que, en su breve incursión por la zona, Tutmosis I se encontrara con unos enemigos y una capacidad militar superior a la de los ejércitos egipcios, que en esa época casi con seguridad contaba con menos carros que Mitanni. No obstante, fragmentos de unos relieves de época de Ahmose descubiertos recientemente en Abydos demuestran que ya a principios de la XVIII Dinastía se representaban carros. Parece evidente que, de haber conseguido Tutmosis I sustanciales ganancias territoriales o materiales, Mitanni se habría mencionado con mayor frecuencia en los monumentos que conservamos de este soberano, o en los de Tutmosis II o en los de Hatshepsut. Es bastante más probable, por lo tanto, que Tutmosis I se encontrara con que los vasallos de Mitanni eran potencias mihtares superiores a Egipto y que abandonara la región tras dejar una inscripción y, quizá, participar en una cacería de elefantes en la región de Niy, situada al sur de las ciudades dominadas por Mitanni.

En una inscripción fragmentaria de Deir el Bahari se ha conservado una breve mención a la expedición sirio-palestina de Tutmosis I, asociada a la descripción de la expedición de Hatshepsut al Punt. El texto, que en esencia celebra la fama de Tutmosis I, menciona elefantes, caballos y la región de Niy, lo cual sugiere que, en época de Hatshepsut, Tutmosis I era recordado sobre todo por haber traído productos exóticos de esta región, más que por haber conquistado Mitanni.

La tumba de Tutmosis I y el «culto a los antepasados» de la realeza

El lugar del enterramiento original de Tutmosis I sigue siendo objeto de debate. Su nombre aparece en los sarcófagos de dos tumbas del Valle de los Reyes (KV 20 y KV 38)
[13]
; pero no existe acuerdo respecto a cuál de ellas es anterior o fue excavada originalmente para este faraón. El cuerpo del rey puede encontrarse entre los hallados en el
caché
real, pero tampoco esto es seguro. Dos ataúdes de Tutmosis I, usurpados para Pinudjem I (uno de los «grandes sacerdotes de Amón» en Tebas durante la XXI Dinastía), contenían una momia sin identificar que posiblemente sea la del propio rey. Uno de sus grandes funcionarios, Ineni, describe cómo supervisó el trabajo en la tumba de Tutmosis I: «Supervisé la excavación de la tumba del acantilado para su majestad, en privacidad; nadie vio, nadie escuchó». Esta vaga descripción de la tumba como un
heret
, que en general significa tumba «de acantilado», puede indicar que está situada en el Valle de los Reyes, pero el debate sigue abierto.

No se conoce el templo funerario de Tutmosis I. En varios puntos cercanos al «templo del valle» de Deir el Bahari se han encontrado ladrillos con su nombre —y algunos otros con éste y con el nombre de Hatshepsut—. Hatshepsut incluyó una capilla en honor de Tutmosis I en su templo, pero esto no tiene por qué significar necesariamente que antes de este reinado el soberano no tuviera un culto funerario. Es más probable que la reina estuviera venerando su linaje ancestral en su templo funerario, porque éstos son a la vez santuarios «faniihares» y templos que honran la unión entre el dios Amón y el rey. El «culto a los antepasados» ya es evidente en los monumentos de Ahmose y Amenhotep I en Abydos, mientras que las capillas de las tumbas no regias, tanto contemporáneas como de mediados de la XVIII Dinastía, incluyen con frecuencia nichos o escenas donde se venera a los miembros difuntos de la familia.

El breve reinado de Tutmosis II

La fecha más elevada que conservamos del reinado de Tutmosis II es la de su primer año en el trono, aunque los estudios realizados en las décadas de 1980 y 1990 sugieren que aquél no duró más de tres años. Hatshepsut, hermanastra de Tutmosis, actuó como su «gran esposa real» y también como «esposa del dios Amón». Al igual que Ahmose-Nefertari, de la cual heredó el cargo religioso, Hatshepsut aparece representada con frecuencia en los relieves que decoran los monumentos tebanos de su esposo, habitualmente como «esposa del dios». El breve reinado de Tutmosis II ha dejado escasa documentación sobre sus actividades en el extranjero, pero el ejército egipcio continuó sofocando alzamientos en Nubia y fue el responsable de la desaparición final del reino de Kush, en Kerma.

La casi efímera naturaleza del reinado de Tutmosis II queda subrayada por la general pobreza de sus monumentos y la ausencia de éstos en el norte de Egipto.Tutmosis II no dejó ni una tumba identificable (algo habitual a comienzos de la XVIII Dinastía) ni un templo funerario terminado. Existen indicios de que el templo de Hatshepsut en Deir el Bahari comenzó durante el reinado de Tutmosis II, pero quizá incluso entonces bajo la dirección de la propia reina. No obstante, pudo haber estado destinado como lugar de culto del rey (y la reina). Tutmosis III erigió para él un pequeño templo cercano a Medinet Habu, es posible que poniendo en práctica un plan diseñado durante el reinado de Tutmosis II.

Los únicos monumentos importantes de Tutmosis II se encuentran en Karnak: una entrada de caliza en forma de pilono erigida delante del patio del Cuarto Pilono. Esta puerta y otra estructura de caliza de un tipo que desconocemos se desmantelaron posteriormente y sus bloques se colocaron en los cimientos del Tercer Pilono. La puerta se ha reconstruido en el Museo al Aire Libre de Karnak. Los altorrelieves de la estructura muestran sobre todo escenas del rey, algunas en compañía de Hatshepsut, mientras que otras presentan a la reina en solitario. Este edificio se terminó durante los primeros años de Tutmosis III, es decir, durante la regencia de Hatshepsut; tras su ascenso al trono, los agentes de la reina reemplazaron en algunos puntos el nombre del rey-niño por los nuevos cartuchos de la soberana. En una de las caras de un fragmento de un pilar cuadrado, Tutmosis II aparece recibiendo coronas, mientras que en otras dos caras vemos a Nefrura (su hija) y a Hatshepsut recibiendo vida de los dioses. Es posible que este monumento se creara tras la muerte de Tutmosis II; pero resulta innegable que Hatshepsut era una figura importante de la monarquía ya antes de que su hermano falleciera.

En Napata, donde Tutmosis I ya había dejado algunos restos, hay otras construcciones con el nombre de Tutmosis II. En Semna y Kumma, así como en Elefantina, se conservan algunos bloques de edificios de Tutmosis II. Además de ello, recientes excavaciones en Elefantina han sacado a la luz una estatua dedicada por otro soberano (posiblemente Hatshepsut) en nombre de su «hermano»;Vandersleyen menciona que existe un torso real idéntico y sin inscripción en el Museo de Elefantina.

La única expedición militar conocida del reinado de Tutmosis II aparece recogida en una estela grabada en la roca en la isla de Sehel, al sur de Asuán. Está fechada en el primer año de su reinado y describe un alzamiento local en Kush que fue castigado con la muerte de todos los implicados, excepto de uno de los hijos del soberano de Kush, que fue llevado a Egipto como rehén; la paz fue restaurada. Evidentemente, se trata de una rebelión menor, pero como la familia del soberano local de Kush seguía dando muestras de actividad, la reacción egipcia fue brutal y rápida. Así terminaron los principales problemas de Egipto con Kush. Los habitantes de la región fueron perseguidos por el desierto desde una fortaleza egipcia cercana al río.

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