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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Impávido (23 page)

BOOK: Impávido
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—Que todas las naves se aseguren de dar rotación a sus tripulaciones para que tengan la posibilidad de descansar.

Geary se levantó estirándose, dispuesto a predicar con el ejemplo.

—Me voy abajo a dormir un poco —les informó a los controladores del puente de mando—. Avísenme si ocurre algo inesperado. Quiero conocer cualquier cambio que se produzca en los movimientos de las dos flotillas síndicas.

Dormir seis horas en medio de una batalla parecía algo absurdo, pero cuando la batalla estaba teniendo lugar a cámara lenta, a lo largo de días, tenía más sentido. Quedarse despierto para estar viendo que no sucedía nada solo conseguiría dejarlo demasiado cansado como para pensar con claridad cuando algo empezara a suceder realmente. Eso fue lo que se dijo Geary, tumbado en su litera y mirando al techo. Podía haber sido mucho peor. Las defensas eran sorprendentemente débiles, a pesar de los numerosos objetivos militares que había en el sistema. Obviamente los síndicos no habían pensado que Sancere podía correr un riesgo real de ataque, ¿por qué iban a hacerlo? Pero aún podía haber sorpresas y necesitaba tener la mente clara para enfrentarse a ellas.

La inquietud acabó por llevar a Geary a vagar por la nave, parándose a hablar con oficiales y tripulantes en sus puestos de servicio o yendo a por comida. Todo el mundo parecía estar nervioso y excitado, preocupado por lo que podía pasar, pero también sentían la emoción de poder golpear con fuerza a un enemigo desprevenido. Algunos se preguntaban por la puerta hipernética, y Geary les ofreció vagas garantías de que, si tenían la más mínima oportunidad, tomarían la puerta.

A seis horas de alcanzar el gigante gaseoso, el cuerpo principal de la flota tenía por fin algo emocionante que ver, aparte de la ola de destrucción que se iba extendiendo a medida que el bombardeo cinético caía sobre los objetivos que tenía ante sí la flota de la Alianza. El destacamento especial Furiosa había acelerado hasta alcanzar las dos décimas de la velocidad de la luz en su ataque contra los planetas interiores y ahora se encontraba a dos horas luz del cuerpo principal, frenando de nuevo hasta quedarse en una décima de la velocidad de la luz y acercándose rápidamente a la fuerza síndica Alfa, la flotilla de entrenamiento.

Al no poder dirigir la acción desde tan lejos, y sabiendo que todo lo que estaba viendo ya había sucedido, Geary observó mientras trataba de no revelar su nerviosismo. Si sus firmes comandantes cedieran a la tentación de disparar contra los síndicos, el resultado sería una lucha sangrienta. Las treinta y nueve naves de la flotilla de entrenamiento síndica superaban en número a las treinta que tenía Crésida bajo su mando, y las naves síndicas, gracias a los diez acorazados del bando síndico, las superaban también en artillería. Las probabilidades eran lo bastante altas como para animar a los síndicos a entrar en combate, como Geary esperaba. Estaba seguro de que Crésida no sería tan tonta como para enzarzarse en una pelea nave a nave a corta distancia, pero cualquier error por su parte, o cualquier maniobra inteligente por parte de los síndicos, podía conducirlos justo a esa situación.

Todo se reducía a confiar en la oficial que había puesto al mando. Después de que Numos convirtiera en un desastre su mando al frente de una formación en Kaliban, Geary se había jurado no poner a cargo de ninguna parte de la flota a nadie más en quien no confiara. Pero era mucho más fácil no confiar, intentar estar encima de todos sus subordinados, que dejarlos hacer su trabajo.
Tiene gracia, eso nunca cambia. Hay que aprenderlo mientras se es un oficial sin experiencia y hay que atenerse a ello cuando se es un oficial veterano. Si es que quieres ser un buen comandante, claro está.

Hacia dos horas, aunque el cuerpo principal de la flota de la Alianza no había podido verlo hasta ahora, que Crésida había hecho una jugada inteligente virando como si estuviera buscando un choque directo y alterando luego el curso para establecer un combate oblicuo. Con demasiado poco tiempo para reaccionar, las naves síndicas respondieron con torpeza, confirmando las sospechas de Geary en cuanto al hecho de que estaban tripuladas por personal novato. La formación síndica trató de girar sobre el eje de su buque insignia, virando y cambiando la trayectoria de su cabecera para contrarrestar el destacamento especial Furiosa con un muro de fuego. Sin embargo, algunas de las naves síndicas giraron tarde y dispararon contra sus compañeros, que seguían virando, y otros se cruzaron por el mismo espacio que sus camaradas estaban intentado utilizar. Las naves intentaron evitar inminentes colisiones con giros que trastocaron aún más la formación síndica y que dejaron sin apoyos el flanco más próximo al acercamiento del destacamento especial Furiosa. Mientras los síndicos trataban en vano de concentrar el fuego en las naves de la Alianza que se iban aproximando, la fuerza de la Alianza dirigida por la
Furiosa
pasó a toda velocidad junto al flanco desprotegido de la formación síndica y lo hizo trizas con un abrumador potencial de fuego por parte de cada una de las naves contra los buques síndicos que conformaban el lateral de la flotilla.

Geary dejó escapar un suspiro de alivio mientras el
Intrépido
hacía el recuento de bajas síndicas: uno de los acorazados se fue inclinando y fue abandonado muerto a la deriva; dos cruceros de batalla con graves daños; los cuatro cruceros pesados de ese flanco destruidos junto con cinco de las naves de caza asesinas. Las actualizaciones de la situación que iba recibiendo el
Intrépido
enviadas por las naves del destacamento especial Furiosa y que llegaban ahora con la luz de la batalla revelaban que las naves de la Alianza habían sufrido pocos daños o bien estaban intactas.

—Buen trabajo —comentó la capitana Desjani.

—Muy bueno —convino Geary. Entonces se puso tenso. En las imágenes retardadas dos horas, el destacamento especial Furiosa había empezado a doblar trazando un giro muy amplio, virando hacia arriba Y hacia un lado, como si pretendiera llevar a cabo otro barrido contra los síndicos vapuleados.
Se supone que no tienes que hacer eso, Crésida. No te arriesgues.

A la velocidad a la que se desplazaban las naves del destacamento especial Furiosa, el viraje ocupó mucho tiempo y espacio, incluso con las naves aminorando esa velocidad para reducir el radio de giro. No obstante, al final quedó claro que Crésida había ordenado otra pasada.
Mierda. Debería saber mejor lo que hace.

Los síndicos habían aprovechado el lapso de tiempo para reorganizar su formación y dirigir su potencial de fuego más contundente contra la ofensiva de la Alianza. Anticipando al parecer otro ataque a los flancos, ahora la formación síndica se agrupaba con las unidades ligeras supervivientes en el centro, el resto de acorazados y cruceros de batalla alineados en dos planos verticales, con los extremos estrechos de cara al ataque de la Alianza a cada lado, como si se tratara de rebanadas de pan encerrando a las naves más débiles. Era irónico ver cómo las naves grandes escoltaban a las pequeñas, que se suponía que debían escoltarlas a ellas, pero Geary estaba impresionado por que los síndicos hubieran resuelto tan rápidamente la defensa contra la táctica de Crésida de golpear un flanco.

—¿Qué cree que ha hecho? —preguntó la capitana Desjani transmitiendo más intriga que preocupación. Sonaba extraño que formulara la frase en pasado cuando estaban viendo cómo se desarrollaban los hechos, pero era una forma de recordarle que, pasara lo que pasara, ya había tenido lugar, para bien o para mal.

—Pronto lo veremos —respondió Geary tratando de no parecer demasiado furioso por las acciones de la
Furiosa.
No podía evitarlo, no podía cambiarlo, solo podía contemplar cómo evolucionaba ante sus ojos la historia de dos horas atrás a medida que la luz de la batalla llegaba al
Intrépido.

Ahora el destacamento especial Furiosa había adoptado una formación plana en forma de lápiz, alargada y estrecha. Geary la estuvo observando mientras intentaba averiguar por qué Crésida había dispuesto sus naves de ese modo. Las dos fuerzas se aproximaban rápidamente, y el dispositivo especial Furiosa aceleró tanto como la fuerza de sus ágiles naves cuidadosamente seleccionadas le permitió. Las naves de la Alianza se estaban acercando a las naves síndicas a una velocidad relativa combinada de poco menos de dos décimas de la velocidad de la luz. Ambos bandos se encontrarían con serias dificultades para conseguir controlar el fuego de forma efectiva a esa velocidad, pues la distorsión de la relatividad haría que el objetivo resultara confuso, pero aún estaba dentro de los límites aceptables del combate.

La velocidad y la dificultad que se había creado para ver los movimientos de las demás naves dejaron a los síndicos menos tiempo de reacción cuando Crésida volvió a modificar la trayectoria de su fuerza en el espacio, los buques de guerra del destacamento especial Furiosa hicieron virar su formación en dirección descendente, por debajo de la defensa síndica que estaba a la espera, y se encaminó hacia una esquina expuesta de la formación en plano rectangular en el lado de babor de la fuerza síndica. El único acorazado síndico anclado en esa esquina fue sorprendido al recibir el fuego de la formación de la Alianza cuando pasaba a su lado, con una nave tras otra lanzando artillería contra el buque de guerra síndico acosado, mientras que este solo podía responder con alguna descarga aislada por cada una de la naves de la Alianza. Pese a que muchos de los disparos de la Alianza erraron debido a las dificultades para fijar el objetivo, había tantos proyectiles azotando el mismo acorazado síndico que la proporción de aciertos fue suficiente.

La formación de la Alianza pasó completamente por debajo de la formación síndica y siguió sumergiéndose aún más para abrir el radio de acción, dejando en su estela la extensa nube de desperdicios que antes había sido un acorazado síndico.

Desjani se estaba riendo silenciosamente.

—Se van a enfadar mucho con la comandante Crésida. Ese ha sido un buen movimiento, capitán Geary. Les ha tomado el pelo dos veces y las dos veces les ha causado daños. Mire, ahora están dando la vuelta para perseguirla, pero ella no va hacia el quinto planeta.

—No. —Geary estudió la trayectoria hacia la que estaba virando el destacamento especial Furiosa; los sistemas de maniobra del
Intrépido
hicieron rápidamente la estimación de su destino—. Crésida ha decidido ir a por los astilleros que orbitan cerca del cuarto mundo.

Los inmensos complejos industriales eran quizá los objetivos más valiosos del sistema estelar. Geary le había dado orden a Crésida de que no los destruyera porque primero quería tener ocasión de saquearlos, pero el destacamento especial Furiosa podía arrasar fácilmente al pasar al acorazado prácticamente terminado y al crucero de batalla que estaban remolcando a la desesperada para apartarlos de las zonas de fábrica, en un intento por salvarlos del bombardeo cinético de la Alianza, que tenía como objetivo los navíos en construcción.

Lo ha resuelto bien. Todo. Pero, de haber establecido comunicación con Crésida un instante, le habría ordenado que hiciera las cosas de otra forma, porque no me habría fiado de su criterio. Recuérdalo, Geary, hay buenas cabezas entre estos comandantes de navío y te están prestando atención. A cambio tienes que confiar en ellos.
Sabedor de que su mensaje no les llegaría hasta pasadas unas horas, Geary tecleó en su panel de comunicaciones: «Para la comandante Crésida y todas las naves del destacamento especial Furiosa, al habla el capitán Geary. Excelente trabajo. Sigan así».

Para cuando la flota de la Alianza superó al gigante gaseoso más interior, destruyendo a su paso objetivos industriales síndicos que no habían sufrido daños a raíz del bombardeo cinético y arrasando desde el espacio cualquier resto de buque mercante síndico en la zona, Geary no había obtenido respuesta alguna a la exigencia de rendición. La capacidad de propulsión de los transportadores de minerales del sistema y otras naves mercantes suponía una pequeña fracción de la que poseían los buques de guerra. Con el tiempo podían alcanzar una velocidad considerable, pero tardaban mucho, y estas naves síndicas no tenían tanto tiempo.

El bombardeo cinético todavía tardaría una par de horas en llegar al cuarto planeta, de modo que la estructura de mando síndica seguía operativa en el sistema interior. A Geary le hubiera gustado saber qué órdenes estaría dando esa estructura de mando.

—A todas las unidades del cuerpo principal de la flota de la Alianza, ejecuten cambio de rumbo dos cinco grados a estribor, cero dos grados en sentido descendente a las cuatro punto siete.

—Tendrán tiempo de ver que nos dirigimos a la puerta y emitir órdenes de reacción antes de que nuestro bombardeo impacte —señaló Desjani decepcionada.

—Es inevitable. —A lo lejos, en un lateral, el destacamento especial Furiosa seguía acosando a los astilleros que orbitaban el cuarto planeta. Las naves golpeadas, y sin duda enfurecidas, de la fuerza síndica Alfa habían ganado rapidez, pasando de las dos décimas de la velocidad de la luz en una trayectoria de interceptación que se curvaba para encontrarse con el destacamento especial Furiosa a muy poca distancia de los hostigados—. ¿Qué probabilidades cree que tienen de que sus disparos impacten en la
Furiosa
a esa velocidad?

—¿Con tripulaciones inexpertas y sistemas de combate que aún se están alineando? Tan cercanas a cero que da lo mismo —afirmó Desjani—. Tendrán que reducir hasta la velocidad de combate, y si reducen, no podrán alcanzar ese punto de interceptación.

La valoración de Desjani coincidía con la suya. Geary asintió, luego frunció el entrecejo, preocupado de nuevo por la sensación de que había algo que se le escapaba. Pero fuera lo que fuera, permanecía oculto en el fondo de su mente, negándose a salir a la luz, así que por fin Geary decidió tratar de pensar en otras cosas con la esperanza de que eso ayudara. No funcionó.

A cinco horas de la puerta hipernética, Geary volvió a fruncir el entrecejo. La fuerza síndica Alfa, la flotilla de entrenamiento, había seguido acelerando hasta una cuarto de la velocidad de la luz y había ajustado su curso ligeramente para cruzarse en la trayectoria del destacamento especial Furiosa antes de que las naves de la Alianza llegaran al cuarto planeta.

—¿Por qué tengo la sensación de que no piensan frenar para entrar en combate con el destacamento especial Furiosa?

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