James Potter y La Maldición del Guardián (34 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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8. La Audición

La clase del día siguiente de Defensa Contra las Artes Oscuras fue más soportable que las anteriores, solo porque tenían como invitado a un profesor ayudante. Él era posiblemente más famoso que el propio Debellows ya que no sólo era el nuevo líder del escuadrón de fuerzas especiales Harriers, sino también un antiguo jugador de Quidditch de la Copa Mundial Búlgara. Viktor Krum entró a zancadas decididas en el gimnasio mientras Debellows lo presentaba, y la asamblea de estudiantes aplaudió sin rodeos. James conocía a Krum muy vagamente, lo había visto una o dos veces en años anteriores. Viktor Krum había competido, por supuesto, en el Torneo de los Tres Magos junto con el padre de James y la tía Fleur. En esos tiempos, también había tenido una corta y romántica relación con tía Hermione, razón por la cual en las pocas ocasiones en las que Viktor había estado en la misma habitación con la familia Weasley, tía Hermione mantenía a menudo la mirada apartada y tío Ron sacaba pecho y adoptaba una actitud de ruidosa amenaza.

Viktor habló a la clase con su incontenible acento, contándoles como se había entrenado junto con Kendrick Debellows en sus primeros años como Harrier, y asegurando a todo el mundo que no estaría donde estaba hoy si no fuera por el liderazgo y el ejemplo de ese hombre. James se aburrió casi inmediatamente. Le gustaba mucho Viktor, pero le desagradaba lo suficiente Debellows como para que la simple vista del hombre absorbiendo las alabanzas de su protegido le enfermara un poco. Lo bueno fue que no hubo carrera a través del Desafío ese día, aunque Debellows desafió a Krum a una "apuesta viril" por ver cuál de los dos lo atravesaba antes. Viktor había declinado el desafío, y a James le gustaba creer que había sido porque el hombre más joven simplemente no había querido avergonzar a su mentor.

Mientras transcurría la clase, James vio a Ralph, que solo era ligeramente más artístico que James, garabateando un borrador de la hoja de inscripción para el nuevo Club de Defensa.

Cuando salían en fila del gimnasio y se abrían paso hacia Historia de la Magia, James dijo a Ralph:

—Sabes, no deberíamos poner eso hasta saber que tenemos un profesor.

—Eso es tarea tuya —se encogió de hombros Ralph—. Yo tengo que hacer mi parte. Además, le convencerás. Eres bueno en eso.

—Sí, bueno, no le he convencido aún.

—Pues mejor te pones a ello entonces —dijo Rose, encontrándose con ellos en una intersección—. La primera reunión es mañana por la noche.

James casi dejó caer sus libros.

—¿Mañana? ¿Desde cuándo?

—Desde que empecé a hacer correr la voz por el Gran Comedor en el desayuno —replicó Rose simplemente—. Solo pretendía decírselo a Henrietta Littleby y Fiona Fourcompass, pero ya sabes como es Fiona. Toda la mesa Ravenclaw estaba hablando de ello cuando me fui. Había mucha excitación al respecto. A nadie le gusta la forma en que Debellows está llevando D.C.A.O. aunque fue muy agradable ver a Viktor por los pasillos esta mañana.

—¡Ni siquiera sabemos dónde vamos a reunirnos! —exclamó James—. Creí que hablaríamos sobre cómo empezar a echar a rodar las cosas el próximo fin de semana.

—Eso fue antes de que habláramos con el director y viéramos lo que vimos. Ralph tiene razón. Las cosas parecen un poco más urgentes ahora. Además —resopló Rose, deteniéndose en la puerta de Historia de la Magia—, estuvimos de acuerdo en que yo estaba a cargo de la planificación.

—Sí, supongo, pero... ¿toda la mesa Ravenclaw?

Rose asintió con la cabeza.

—Y Louis está corriendo la voz entre los Hufflepuffs.

—¡Louis! —chilló James, alzando la voz de nuevo—. ¿Has metido a Louis en esto?

—Me oyó, así que pensé que podía ponerle a trabajar. ¿Qué importa? Creía que habías dicho que todo el que quería podría involucrarse.

—Sí, bueno... —dijo James, bajando la voz—, todo el mundo que quisiéramos que se enterara.

—No creo que las cosas funcionen así —replicó Ralph—. Además, ahora mismo se ha corrido la voz por toda la escuela ya.

James exhaló frustrado, pero era demasiado tarde para hacer nada al respecto. Tendría que encontrar a Cedric esta noche si podía. Pensando en eso, se giró y se abrió paso a empujones con el hombro hacia el interior de la atestada clase donde el profesor Binns ya estaba balbuceando de espaldas a los estudiantes, mientras tomaba notas fantasmales sobre la ilegible pizarra.

Finalmente se le presentó la oportunidad que esperaba esa noche después de cenar. Ralph se despidió en las escaleras y Rose estaba en la biblioteca haciendo algún trabajo. Una vez Ralph hubo descendido a los sótanos, James dio la espalda a las escaleras y avanzó a lo largo del vestíbulo principal hacia el pórtico. Presentía con mucha fuerza que tenía que hacer esto por sí mismo. Giró en el pasillo que desembocaba en la sala de trofeos, ralentizó el paso, mirando alrededor. No había nadie y los pasillos estaban bastante silenciosos ya que la mayoría de los estudiantes se habían retirado a sus salas comunes para pasar el resto de la tarde.

James caminó ligeramente a lo largo de las vitrinas, pasando junto a las fotos de antiguos equipos de Quidditch y exhibiciones de pelotas, placas y trofeos. Se detuvo por un momento delante del trofeo de Quidditch grabado con una lista de nombres. Estaba bastante viejo y deslustrado, pero el nombre del fondo todavía era perfectamente legible "James Potter... Cazador", se leía en una caligrafía fluida. Era el nombre del abuelo de James al que nunca había conocido. Se sintió de repente muy triste porque esto le recordó que ya no tenía ningún abuelo. La placa estaba bastante polvorienta, probablemente olvidada por casi todo el mundo que se movía a diario a través de estos salones. James sintió la fuerte urgencia de meter la mano en la vitrina y tocar la placa, para asegurarse de que era real. Era como un ancla que le conectaba a una persona y tiempo que nunca había conocido. James miró alrededor, asegurándose de que nadie estaba mirando, y entonces se acercó a la vitrina. La puerta de cristal chirrió ligeramente cuando la abrió. Extendió la mano y pasó un dedo sobre el nombre grabado cerca del fondo, dibujando una débil línea en el polvo. A penas podía sentir el relieve de las letras.

De repente, sin ninguna razón aparente, James pensó en las palabras que su padre le había dicho la noche del funeral del abuelo:
El abuelo es en realidad el tercer padre que he perdido... estoy de vuelta donde empecé. Este nombre en el trofeo era donde todo había empezado. Este trofeo es de aquellos últimos años antes de que todo cambiara, pensó James, antes que la abuela y el abuelo fueran asesinados por Voldemort; antes de que el padrino de papá, Sirius, se perdiera en la Sala de los Misterios; antes de que el viejo Dumbledore fuera lanzado de uno de los tejados de este mismo castillo; esto fue antes de que nada de eso ocurriera, cuando todo el mundo era feliz y nadie había muerto aún. Si al menos... si al menos...

—Recuerdo ver a tu padre ahí de pie de delante de esa misma placa —dijo una voz quedamente.

James no se sorprendió. No se dio la vuelta mientras decía:

—He bajado aquí a buscarte. Tenía el presentimiento de que era aquí donde venías cuando no sabías a donde más acudir.

—Este es el primer lugar que recuerdo después de morir —dijo la voz fantasmal de Cedric Diggory—. Hubo un largo, largo tiempo de nada, mirando mi propia foto junto a la Copa de los Tres Magos. Pasaba mucho tiempo haciendo eso. Era... reconfortante en cierto modo. No podía verme en los espejos, ya sabes. Una de las peculiaridades de ser un fantasma.

James cerró la vitrina del trofeo y se giró hacia Cedric.

—¿Viste a mi padre aquí de pie, mirando el nombre del abuelo en la placa?

Cedric sonrió ante el recuerdo.

—No solo a él. Estaban los tres. Ron, Hermione y Harry. Fue en su primer año. No los conocía entonces, pero sabía quién era tu padre. Todo el mundo lo sabía.

James volvió a mirar de nuevo la placa. Ayudaba saber que su padre también miraba ese nombre y sentía en cierto modo lo mismo que estaba sintiendo él. Suspiró.

—El pasado es una trampa de acero —dijo Cedric—. Confía en mí en eso, James.

James levantó la mirada, sorprendido.

—¿Qué? —dijo Cedric—. Ha quedado muy profundo, ¿no?

James sacudió la cabeza.

—No. Quiero decir, sí, supongo, pero no era en eso en lo que estaba pensando. Es solo que estaba teniendo el más fuerte y raro de los presentimientos de que esto había ocurrido antes. Y de repente, pensé en la historia de Ralph.

Cedric pareció asombrado. James siguió, ondeando una mano.

—Una historia que aprendimos en Literatura Mágica. La profesora Revalvier dice que lo bueno de las historias mágicas es que tienen que ser transmitidas de boca en boca porque las palabras escritas las enjaulan y las domestican. Las historias mágicas tienen que estar vivas. Cambian cada vez que se cuentan porque recogen el espíritu del narrador. No sé por qué; estaba pensando en la última frase de la historia que Ralph nos contó en clase. Es la única frase que puedo recordar exactamente cuando intento escribirla.

—¿Cuál es? —preguntó Cedric.

James se mostraba pensativo.

—"Entonces yo soy el Rey de los Gatos" —dijo, como saboreando las palabras.

El fantasma de Cedric se quedó en silencio. Después de un momento preguntó:

—¿Qué significa?

—Esa es justo la cuestión —dijo James, sacudiendo la cabeza—. No parece significar nada a menos que no esté pensando en ello. Entonces, de repente, aparece en mi cabeza, como ahora mismo, y parece realmente importante. Solo que no puedo dar en el clavo. Parece como algo que ves por el rabillo del ojo, algo que se desvanece tan pronto como lo miras directamente.

—Bueno, supongo que si es realmente importante, vendrá a ti cuando lo necesites —dijo Cedric, encogiéndose de hombros—. ¿Dijiste que habías venido aquí en mi busca?

—Oh —replicó James, sacudiéndose a sí mismo—. Si. Hmm... —Suspiró, y después miró al fantasma directamente a sus semitransparentes ojos—. Necesitamos tu ayuda, Ced. No sé de qué otra forma decirlo. Hemos fundado este club, Ralph, Rose y yo. En realidad, fue idea de Noah, Sabrina y Damien, pero fuimos nosotros los que acudimos a Merlín y conseguimos el permiso y todo eso. Honestamente, ni siquiera somos los primeros en hacerlo. Mi padre tenía un club como este en sus tiempos, aunque eso fue después de que tú, ya sabes, hmm... sea como sea, necesitamos aprender hechizos defensivos y técnicas y nuestro nuevo profesor de este año se niega a enseñarnos nada excepto como hacer estiramientos. Tenemos permiso para empezar oficialmente el club, y por ahora, parece que toda la escuela lo sabe ya. Nuestra primera reunión es mañana, pero ni siquiera tenemos un profesor. Por eso venía a buscarte. Cuando hablamos por primera vez de ello, tú fuiste la primera persona en la que Ralph, Rose y yo pensamos para enseñarnos magia defensiva.

—No puedes hablar en serio —dijo Cedric, sonriendo un poco socarronamente—. Soy un fantasma, por si no lo has notado. No solo no tengo ya una varita que funcione, técnicamente, ni siquiera tengo dedos. No podría Aturdir a un conejito. Paso un mal rato apagando las linternas en mi rutina del "Espectro del Silencio". ¿Y tú crees que puedo enseñar técnicas de magia defensiva?

—¡Bueno, sí! —dijo James, entusiasmándose con el tema—. Quiero decir, ¡tú eras un gran mago, incluso estando en la escuela! ¡Todo el mundo lo dice! Incluso Viktor Krum habla de cómo engañaste al dragón y superaste a las sirenas. ¡Tenías talento natural! Además, tienes auténtica experiencia en batalla, habiendo pasado todo el Torneo de los Tres Magos. Y aprendiste con Dumbledore, en la que todo el mundo dice fue la época dorada de Hogwarts. ¡Vamos, Cedric! ¡Es perfecto!

—Yo no lo creo así, James —dijo Cedric, su sonrisa palideció—. Es genial que hayas pensado en pedírmelo a mí y todo eso, pero...

—Mira, Cedric, esto no es solo por diversión —dijo James, acercándose más al fantasma—. Dijiste que no creías que hubiera ya un lugar aquí para ti. Todos tus viejos amigos y compañeros de clase se han ido. Pero hay un montón de nosotros que realmente te necesitamos, aquí y ahora. Mi padre dice que eras absolutamente excelente con los hechizos y técnicas. Sé que todavía lo recuerdas todo porque los fantasmas no experimentan el tiempo como los vivos. Vamos, ¿qué dices?

El fantasma de Cedric retrocedía rápidamente, con la cara abatida mientras sacudía la cabeza.

—No puedo, James. Parte de mí realmente querría hacerlo, pero no puedo. No lo entenderías.

—Mira, Ced, solo inténtalo una semana o dos. ¡Será genial! Todo el mundo te adorará y yo sé que serás capaz de enseñarnos un montón de cosas. Además...

James vaciló, inseguro de si continuar. Cedric se había detenido y le devolvía la mirada. James tomó un profundo aliento y continuó.

—¿Recuerdas al final del curso pasado, esa noche cuando hablamos en la sala común Gryffindor? Me dijiste que todavía sentías un rastro de Voldemort en estos pasillos, aunque estabas muerto. Bueno, Rose, Ralph y yo vimos algo. Y... he estado sintiendo cosas. Algo se cuece, y tiene que ver con los viejos mortífagos, la tumba de Voldemort y una criatura realmente escalofriante con una capa que parece estar hecha de humo y cenizas. Rose cree que el director está involucrado, aunque yo no estoy de acuerdo. Lo que intento decir es que podría avecinarse una batalla. Debellows no nos está enseñando nada que resulte auténticamente útil en una lucha mágica. Solo queremos estar preparados. Queremos estar listos. Tú provienes de un tiempo en el que Voldemort aún estaba vivo. Sabes cómo luchar contra esa gente. Eres perfecto, te necesitamos.

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