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Authors: Daniel Goleman

Tags: #Ciencia, Psicología

La inteligencia emocional (61 page)

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Pero no sólo existe una conexión estructural entre la amígdala y el córtex prefrontal sino que, como suele ocurrir, también puede hablarse de un auténtico puente bioquímico, puesto que la sección ventromedial del córtex prefrontal y la amígdala presentan una elevada concentración de receptores químicos sensibles a la acción de la serotonina. Este sistema químico cerebral parece desempeñar, entre otras cosas, el papel de favorecer la cooperación, puesto que los monos que presentan una alta concentración de receptores de la serotonina en el circuito amigdalo-prefrontal se muestran «muy sociables», mientras que los que manifiestan una baja concentración suelen ser hostiles y antagónicos. Véase Antonio Damasio, Descartes' Error (Nueva York: Grosset/Putnam, 1994).

Los estudios realizados con animales demuestran que la lesión de las regiones del córtex prefrontal dificulta la modulación de las señales emocionales procedentes del sistema limbico, con lo cual los animales se vuelven erráticos y explotan de rabia o se acurrucan desbordados por el miedo de un modo impredecible e impulsivo. El brillante neuropsicólogo ruso A. R. Luna propuso, en la década de los treinta, que el córtex prefrontal es la clave del autocontrol y de la represión de los estallidos emocionales. Luna se percató de que los pacientes que tenían dañada esta región se mostraban muy impulsivos y eran propensos a los arrebatos de miedo e ira. Por otra parte, las imágenes de escáneres TEP de veinticuatro hombres y mujeres convictos de crímenes pasionales demostraron que todos ellos tenían una actividad muy pobre en estas mismas áreas del córtex prefrontal.

Buena parte de la investigación realizada sobre los lóbulos lesionados de las ratas la ha llevado a cabo Victor Dennenberg, psicólogo de la Universidad de Connecticut.

Véase, con respecto a la jovialidad y las lesiones del hemisferio izquierdo, G. Gianotti, “Emotional behavior and hemispheric side of lesion”, Cortex, 8, 1972.

El caso del paciente feliz ha sido reseñado por Mary K. Morris, del Departamento de Neurología de la Universidad de Florida, en el lnternational Neurophysiological Society Meeting, 13-16 de febrero, San Antonio.

El córtex prefrontal y la memoria operativa: Lynn D. Selemon et al., “Prefrontal Cortex”, American Journal of Psychiatry, 152, 1995.

El desequilibrio en el funcionamiento de la corteza frontal: véase Philip Harden y Robert Pihí, “Cognitive Funetion, Cardiovascular Reactivity, and Behavior in Boys at High Risk Alcobolism”, en Journal of Abnormal Psychology, 104, 1995.

Córtex prefrontal: Antonio Damasio, Descartes' Error: Emotion, Reason and the Human Brain (Nueva York: Grosset/Putnam, 1994).

PARTE II: LA NATURALEZA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Capitulo 3. Cuando el listo es tonto

La historia de Jason H. fue recogida en un articulo aparecido en The New York Times del 23 de junio de 1992, titulado “Warning by a Valedictorian Who Faced the Prision”.

Como ha subrayado un observador: Howard Gardner, “Cracking Open the lQ Box”, The American Prospect (invierno de 1995).

Richard Herrnstein y Charles Murray, The Bell Curie: lntelligence and Class Structure in American Life (Nueva York: Free Press, 1994), pág. 66.

George Vaillant, Adaptation to Life (Boston: Little, Brown, 1977). La puntuación media del grupo de Harvard fue de 584 sobre una escala de 800. El doctor Vaillant —actualmente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard— me señaló el pobre valor predictivo del éxito de las puntuaciones obtenidas en esta prueba por este grupo de personas aventajadas.

J. K. Felsman y G. E. Vaillant, “Resilient Children as Adults: A 40Year Study”, en E. J. Anderson y B. J. Cohíer, eds., The lnvulnerable Child (Nueva York: Guilford Press. 1987).

El trabajo de Karen Arnold, quien, junto a Terry Denny, llevó a cabo esta investigación en la Universidad de lllinois, fue citado en The Chicago Tribune del 29 de mayo de 1992.

El Proyecto Spectrum: Mara Krechevsky y David Feldman han sido los principales colaboradores de Howard Gardner en el desarrollo de este proyecto.

Entrevisté a Howard Gardner acerca de su concepto de «inteligencias múltiples» con motivo de mi articulo titulado “Rethinking the Value of lntelligence Test”, aparecido en The New York Times Education Supplement del 3 de noviembre de 1986, y en varias ocasiones mas.

La comparación entre los resultados del Cl y las habilidades potenciadas por el Proyecto Spectrum ha sido recogida en un capitulo, escrito en colaboración con Marta Krechevsky, que puede encontrarse en Multiple lntelligences: The Theory in Practice, de Howard Gardner (Nueva York: Basic Books, 1993). [Hay traducción castellana, con el título Inteligencias múltiples, Editorial Paidós, Barcelona] lt).Este breve resumen ha sido extraído de Howard Gardner. Multiple lntelligences, pág. 9. ll.Howard Gardner y Thomas Hatch. “Multiple lntelligences Go to School”, Educational Researcher, 18,8 (1989).

El modelo de la inteligencia emocional fue propuesto por vez primera por Peter Salovey y John D. Mayer, “Emotional lntelligence”. lmagination, Cognition and Personalitv, 9(1990), págs. 185-211.

La inteligencia práctica y las habilidades personales: Robert J. Sternberg, Bevond l.Q. (Nueva York: Cambridge University Press, 1985).

La definición básica de la inteligencia emocional» puede encontrarse en Emotional lntelligence, de Salovey y Mayer, pág. 189.

El Cl contra la inteligencia emocional: Jack Block, Universidad de California (Berkeley), manuscrito inédito (febrero de 1995). Block utiliza la noción de «adaptabilidad del ego» en lugar del de inteligencia emocional, aunque también subraya que sus rasgos característicos incluyen la autorregulación emocional, el control adaptativo de los impulsos, la sensación de eficacia personal y la inteligencia social. Puesto que éstas son también las principales características de la inteligencia emocional, la adaptabilidad del ego también podría considerarse como un factor determinante de la inteligencia emocional, del mismo modo que las puntuaciones del SAT lo son con respecto al Cl. Block analizó los datos procedentes de un estudio prolongado efectuado sobre cerca de cien chicas y chicos de edad comprendida entre los diez y los veinte años y empleó métodos cstadísticos para probar que la personalidad y los correlatos conductuales de un elevado Cl son independientes de la inteligencia emocional. Pero aunque, en su opinión, bien puede hablarse de una ligera correlación entre el Cl y la adaptabilidad del ego, ambos son, sin embargo, construcciones independientes.

Capítulo 4. Conócete a ti mismo

Mi uso del término conciencia de uno mismo se refiere a un tipo de atención introspectiva a la propia experiencia que a veces recibe el nombre de atencibn plena.

Véase también, a este respecto, Jon Kabat-Zinn, Wherever You Go, There You Are (Nueva York: Hyperion, 1994).

El ego observador: para una comparación comprensiva de la conciencia de uno mismo y la actitud atencional psicoanalítica véase -T Thoughts Without a Thinker, de Mark Epstein (Nueva York: Basic Books,

. Epstein destaca que el desarrollo de esta habilidad puede disminuir la conciencia del observador de modo que éste se convierta en «un ego “desarrollado” más flexible y más fuerte, capaz de hacer frente a todas las facetas de la vida».

William Styron, Darkness Visible: A Memoir of Madness (Nueva York: Random House, 1990). [Hay traducción castellana. con el titulo Esa visible oscuridad, Editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1996.]

John D. Mayer y Alexander Stevens, “An Emerging Understanding of the Reflective (Meta) Experience of Mood”, manuscrito inédito (1993).

Mayer y Stevens, “An Emerging Understanding”. Algunos de los términos que utilizo para referirme a los diferentes estilos de autoconciencia emocional constituyen adaptaciones de las categorías que aparecen en este artículo.

La intensidad de las emociones: buena parte del trabajo realizado en este campo se debe a Randy Larsen, quien estudió con Dierner y ejerce actualmente en la Universidad de Michigan.

El caso de Gary, el cirujano que carecía de emociones,ha sido referidoporHillel1.Swiller,

“Alexithymia: Treatment Utilizing Combined lndividual and Group Psychoterapy”, en lnternational Journal for Group Psychotherapy, 38, 1(1988), págs. 47-61.

Analfabetismo emocional es una expresión acuñada por M. B. Ercedman y B. S. Sweet, “Some Specific Features of Group Psychoterapy”, en lnternational Journalfor Group Psvchotherapy 4 (1954), págs. 335-368.

Los factores clínicos de la alexitimia han sido descritos por Graeme J. Taylor, “Alexithymia: History of the Concept”, articulo presentado en el encuentro anual de la American Psychiatric Assotiation que tiene lugar en la ciudad de Wahington (mayo de 1986).

La descripción de la alexitimia procede de Peter Sifneos,“Affect, EmotionalConflict,andDeficit:

An Overview”, en Pschoterapyand-Psychosomatics, 56 (1991), págs. 116-122.

El caso de la mujer que no sabia que lloraba procede del articulo de H. Warnes, “Alexithymia, Clinical and Therapeutic Aspects”, en Psychoterapy-and-PsychosOmatics, 46 (1986), págs. 96-104.

Sobre la influencia de las emociones en el razonamiento, véase Damasio, Descartes'Error.

El miedo inconsciente: el estudio acerca de las serpientes procede de Kagan, Galen s Prophecy.

Capítulo 5. Esclavos de la pasión

Para más detalles acerca de la sensación de bienestar y la proporción dc sentimientos negativos y positivos, véase Ed Diener y Randy J. Larsen. “The Experience of Emotional Well-Being”, en Michael Lewis y Jeannette Haviland. eds. Handbook of Emotions (Nueva York:Guilford Press, 1993).

Mi entrevista con Diane Tice acerca de su investigación sobre los recursos que suele emplear la gente para superar los estados de ánimo negativos apareció en diciembre de 1992. Tice publicó, junto a su esposo, Roy Bausmeister, un artículo que recoge sus descubrimientos sobre el enfado que aparece en Daniel Wegner y James Pennebaker, eds. Handbook of Mental Control (V. 5) (Englewoods Cliffs, Nueva Jersey: Prentice-Hall, 1993).

Los cobradores de deudas: también descritos por Arlie Hochschild, The Managed Hearr (Nueva York: Free Press, 1980).

Los argumentos en contra del enfado y a favor del autocontrol se basan, en gran parte. en Diane Tice y Roy F. Baumeister, “Controlling Anger:Self-lnduced Emotion Change”, en Handbook of Mental Control. Véase también Carol Tavris, Anger: The Misunderstood Emorion (Nueva York: Touchstone, 1989).

En “Mental Control of Angry Aggression”, Handbook of Mental Control, puede hallarse una amplia descripción acerca de la investigación sobre el enfado.

El paseo como método de relajación se cita en el libro de Tavris, Anger: The Misunderrtood Emotion, pág. 135.

Puede encontrarse una descripción detallada de las estrategias de Redford Williams para dominar la hostilidad en Redford Williams y Virginia Williams, Anger Kills (Nueva York: Times Books, 1993).

Respecto a la falacia de que expresar el enfado contribuye a disiparlo véase, por ejemplo, 5. K. Mallick y B. R. McCandless, “A Study of Catharsis Aggression”,en Journal of Personality and Social Psycholo gv, 4(1996). Para un resumen de esta investigación véase Tavns, Anger: The Misunderstood Emotion.

Cuando la descarga del enfado puede ser eficaz: Tavns, Anger.' The Misunderstood Emotion.

Sobre la función de la preocupación, véase Lizabeth Roemer y Thomas Borkovec, “Worry: Unwanted Cognitive Activity That Controls Unwanted Somatic Experience”, en Wegner y Pennebaker, Handbook of Mental Control.

El miedo a los gérmenes: véase David Riggs y Edna Foa, “Obsessive-Compulsive Disorder”, en Handbook of Psvchological Disorders, de David Barlow, ed. (Nueva York: Guilford Press, 1993).

El caso del paciente preocupado procede de Lizabeth Roemer y Thomas Borkovec,”Worry: Unwanted Cognitive Activity That Controls Unwanted Somatic Experience”, pág. 221.

En lo que se refiere al tratamiento terapéutico de los trastornos de ansiedad véase, por ejemplo, David Barlow, ed., Clin ical Hondbook of Psychological Disorders (Nueva York: Guilford Press, 1993).

La depresión de Styron: William Styron, Darkness Visible: A Memoir of Madness (Nueva York: Random House, 1990). [Hay traducción castellana, con el titulo Esa visible oscuridad, Editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1996.] 15. Las preocupaciones de la persona deprimida han sido tratadas por Susan Nolen-Hoeksma, “Sex Differences in Control Depression”, en Handbook of Mental Control, pág. 307.

En lo que se refiere a la terapia antidepresiva, véase K. 5. Dobson, “A Meta-analysis of the Efficacy of Cognitive Therapy for Depression”, en Journal of Consulting and Clinical Psychology 57 (1989).

Los datos sobre el estudio acerca de las pautas mentales de las personas deprimidas proceden de Richard Wenlaff, “The Mental Control of Depression”, en el libro editado por Wegner y Pennebaker Handbook of Mental Control.

Shelley Taylor et al., “Maintaining Positive lllusions in the Face of Negative lnformation”, en Journal of Clinical and Social Psychology 8 (1989).

El caso del universitario emocionalmente reprimido procede de Daniel A. Weinberger, “The Construct Validity of the Repressive Coping Style”, en J. L. Singer, ed., Repression and Dissociation (Chicago: Chicago University Press, 1990). Weinberger, que desarrolló el concepto de represor emocional en el estudio pionero que realizó junto a Gary F. Schwartz y Richard Davidson, se ha convertido en un investigador de vanguardia sobre este tema.

Capitulo 6. La aptitud maestra.

El terror ante el examen: véase Daniel Goleman, Vital Lies, Simple Truths: The Psychology of Self- Deception (Nueva York: Simon and Sehuster, 1985).

La memoria de trabajo: Alan Baddeley, Working Memory (Oxford: Clarendon Press, 1986).

El córtex prefrontal y la memoria de trabajo: véase Patricia Goldman-Rakic. “Cellular and Circuit Basis of Working Memory in Prefrontal Cortex of Nonhuman Primates”, en Progress in Brain Research, 85: y también Daniel Weinberger, “A Connectionist Approach to the Prefrontal Cortex”, en Journal of Neuropsvchiatrv, 5(1993).

La motivación y el rendimiento sobresaliente: véase Anders Ericsson. “Expert Performance: lts Structutre and Acquisition”, en American Psvclzologist (agosto de 1994).

La superioridad del Cl de los asiáticos: Herrstein and Murray. The Belí Curve.

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