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Authors: Daniel Goleman

Tags: #Ciencia, Psicología

La inteligencia emocional (67 page)

BOOK: La inteligencia emocional
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La encuesta nacional sobre los programas de prevención de los abusos sexuales a menores la realizó David Finkelhor, sociólogo de la Universidad de New Hampshire.

Las cifras relativas al número de abusos infantiles me las proporcionó Malcolm Gordon, psicólogo del Departamento de Violencia y Estrés Traumático del National lnstitute of Mental Health.

W. T. Grant Consortium para la Promoción Escolar Basada en la Competencia Social, “Drug and Alcohol Prevention Curricula”, en J.David Hawkins et al., Communities That Care (San Francisco: Jossey- Bass, 1992).

W. T. Grant Consortium, “Drug and Alcohol Prevention Curricula”, pág. 136.

Capitulo 16. La escolarización de las emociones

Mi entrevista a Karen Stone McCown se publicó en The New York Times dcl 7 de noviembre de 1993.

Karen F. Stone y Harold Q. Dillehunt, SeljScience: The Subject ls Me (Santa Monica: Goodyear Publishing Co., 1978).

Comité para la lnfancia: “Guide to Feelings”, Second Step 4-5 (1992), pág. 84.

Child Development Project: véase, por ejemplo, Daniel Solomon et al., “Enhancing Children's Prosocial Behavior in the Classroom”, en American Educational Research Journal (invierno de 1988).

Los beneficios de Head Start: informe realizado por la High/Scope Educational Research Foundation. Ypsilanti, Michigan (abril de 1993).

El ritmo del desarrollo emocional: Carolyn Saarni, “Emotional Competence: How Emotions and Relationships Become lntegrated”, en R. A. Thompson, ed., Socioemotional Development/Nebraska Symposium on Motivation 36 (1990).

La transición de la escuela primaria a la enseñanza media: David Hamburg, Today's Children: Creating a Futurefor a Generation in Crisis (Nueva York: Times Books, 1992).

Hamburg, Today's Children, págs. 171-172.

Hamburg. Todav~s Children, págs. 182.

Mi entrevista con Linda Lantieri apareció en The New York Tinies del 3 de marzo de 1992.

Los programas de alfabetización emocional como principal medida de prevención: Hawkins et al.. Communities That Care.

La escuela como una comunidad respetuosa: Hawking et al., Coinnunities That Care.

La historia de la muchacha que no estaba embarazada: Roger P. Weisberg et al., “Promoting Positive Social Development and Health Practice in Young Urban Adolescents” en M. J. Elias, cd.. Social Decision-makin~ in the Middle Scliool (Gaithersburg. MD: Aspen Publishers, 1992).

La forja del carácter y la conducta moral: Amitai Etzioni, The Spirit of Co,nniunitv (Nueva York: Crown, 1993).

Lecciones morales: Steven C. Rockefeller. John Dewev: Religious Faith and Democratic Humanism (Nueva York: Columbia University Press, 1991).

Hacer el bien a los demás: Thomas Lickona, Educatingfor Character (Nueva York: Bantam, 1991).

Las artes de la democracia: Francis Moore Lappe y Paul Martin DuBois, The Quickcning of America (San Francisco: Jossey-Bass, 1994).

El cultivo del carácter: véase Amitai Etzioni etal.. Character Rialding fr>r a Democratic, Civil Society (Washington, DC: The Communication Network, 1994).

El aumento de un 3% de los asesinatos: “Murder Across Nation Rise by 3 Percent, but Overall Violent Crime is Down”, en The New York Timesdel 2 demayo de 1994.

Con respecto al aumento de losdelitosjuveniles véase “Serious Crimes by Juveniles Soar”,Associated Press (25 dejulio de 1994).

Apendice B. Particularidades de la mente emocional

En diversas ocasiones he tratado,en The New York Times el modelo del «inconsciente experiencial» propuesto por Seymour Epstein. La mayor parte de las consideraciones presentadas se basan en conversaciones y en la correspondencia que he mantenido con Epstein en su articulo “1ntegration of Cognitive and Psychodinamic lnconscious (American Psvchologist 44 [1994]), y en el libro que ha escrito con Archie Brodsky y que lleva por titulo York Smarter Than You Think (Nueva York: Simon & Sehuster, 1993). Sin embargo, aunque mi modelo de la «mente emocional» se basa en su modelo de la mente experiencial, yo tengo mi propia interpretación al respecto.

Paul Ekman, “An Argument for the Basic Emotions”, Cognition and Emotion, 6, 1992, pág. 175. La lista de rasgos que diferencian las emociones es mucho más amplia, pero éstos son los rasgos que, en el presente contexto, más pueden interesarnos.

Ekman, op. ch., pág. 187.

Ekman, op. ch., pág. 189.

Epstein, 1993, pág. 55.

J.Toobey y L. Cosmides, “The Past Explains the Present: Emotional Adaptations and the Structure of Ancestral Environments”, en Ethology and Sociobiology, 11, págs. 418-4 19.

Aunque pueda parecer evidente que cada emoción responde a una determinada pauta biológica, este hecho ha pasado inadvertido para los estudiosos de la psicofisiología de la emoción. Todavía sigue abierto el debate sobre si todas las emociones provocan idéntica excitación emocional o si cada una de ellas responde a un patrón especifico. Sin entrar en mayores detalles sobre esta polémica, mi propia posición se almea con quienes afirman que existe un perfil biológico característico de cada una de las principales emociones.

RECONOCIMIENTOS

La primera persona a quien oí hablar del concepto de «alfabetización emocional» fue a Eileen Rockefeller Growald, a la sazón fundadora y presidenta del lnstitute for the Advancement of Health. Fue esta conversación casual la que despertó mi interés y determinó la investigación que ha terminado dando origen al presente libro. A lo largo de todos estos años ha sido un placer ver la forma en que Eileen ha ido cultivando este campo incipiente.

El apoyo del Feizer lnstitute de Kalamazoo, Michigan, me ha proporcionado la posibilidad de disponer de un tiempo precioso para explorar más detenidamente lo que pueda significar la «inteligencia emocional» y estoy especialmente agradecido al crucial y temprano apoyo de Rob Lehman, presidente del lnstitute y a la continua colaboración de David Sluyter, director del programa. Fue precisamente Rob Lehman quien me alentó a escribir un libro sobre alfabetización emocional.

Tengo una deuda muy profunda con los cientos de investigadores que, a lo largo de los años, han compartido conmigo los descubrimientos que he tratado de revisar y sintetizar en este libro. A Peter Salovey, de Yale, debo el concepto de «inteligencia emocional». Agradezco también lo mucho que he aprendido del continuo trabajo de tantos educadores y practicantes del arte de la prevención primaria que están a la vanguardia del naciente movimiento de alfabetización emocional. Su comprometido esfuerzo por aumentar la capacitación emocional y social de los niños y por remodelar las escuelas para convertirlas en entornos más humanos han sido sumamente inspiradores. Entre ellos, debo destacar a Mark Greenberg y David Hawkins, de la Universidad de Washington; David Schaps y Catherine Lewis, del Developmental

Studies Center de Oakland, California; Tim Shriver, del Yale Child Studies Center; Roger Weissberg, de la Universidad de lllinois, en Chicago; Maurice Elias, de Rutgers; Shelly Kessler, del Goddard lnstitute on Teaching and Learning, de Boulder, Colorado; Chevy Martin y Karen Stone McCown, del Nueva Learning Center, de Hillsborough, California y Linda Lantieri, directora del National Center for Resolving Conflicts Creatively, de New York City.

Estoy especialmente en deuda con aquéllos que han revisado y comentado partes de este manuscrito: Howard Gardner, de la Graduate School of Education de la Universidad de Harvard; Peter Salovey, del departamento de psicología de la Universidad de Yale; Paul Ekman, director del Human lnteraction Laboratory de la Universidad de California, en San Francisco; Michael Lerner, director de Commonweal, en Bolinas, California; Denis Prager, ex-director del programa de salud de la John D. y Catherine T.

MacArthur Foundation; Mark Gerzon, director de Common Enterprise, de Boulder, Colorado; Mary Schwab-Stone, MD, del Child Studies Center, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale; David Spiegel, del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford; Mark Greenberg, director del Fast Track Program, de la Universidad de Washington; Shoshona Zuboff, de la Harvard School of Business; Joseph LeDoux, del Center for Neural Science, de la Universidad de Nueva York; Richard Davidson, director del laboratorio de psicofisiología de la Universidad de Wisconsin; Paul Kaufman, del Mmd and Media, de Point Reyes, California; Naomi Wolf y, especialmente, Fay Goleman.

También debo agradecer los útiles comentarios académicos ofrecidos por Page DuBois, catedrático de griego de la Universidad del Sur de California; Matthew Kapstein, filósofo de la ética y de la religión de la Universidad de Columbia y Steven Rockefeller, biógrafo intelectual de John Dewey, del Middlebury College. Joy Nolan se encargó de recoger las escenas que ilustran algunos de los episodios emocionales, Margaret Howe y Annette Spychalla prepararon los apéndices sobre los efectos del programa de alfabetización emocional y Sam y Susan Harris se encargaron de conseguir el equipo esencial para llevar a cabo este provecto.

Agradezco también a mis editores del New York Times quienes me han apoyado durante la última década en mis investigaciones sobre los nuevos descubrimientos realizados en el campo de las emociones que han aparecido en las páginas de este periódico y que conforman gran parte de este libro.

Doy también las gracias a Toni Burbank, mi editor de Bantam Books, por haberme brindado el entusiasmo editorial y la agudeza que me han obligado a refinar mi pensamiento.

Y, por último, agradezco a mi esposa, Tara Bennet-Goleman, por ofrecerme el entorno de calor, amor e inteligencia que han permitido que este proyecto terminara viendo la luz.

Notas

[1]
N. de los T. Personaje literario creado por la novelista Eleanor Poner y caracterizado por su desmesurado optimismo.
<<

[2]
Una breve nota de advertencia: si bien puede hablarse de la existencia de ciertas pautas biológicas que intervengan en algunos tipos de delito —como, por ejemplo, algún defecto neurológico que impida la empatía—, ello no nos permite inferir que todos los delincuentes sufran algún deterioro biológico o que exista un determinante biológico de la delincuencia. Este tema ha suscitado enormes controversias aunque, por el momento, sólo se ha logrado cierto consenso de que no existe ningún determinante biológico de que tampoco puede hablarse de «genes criminales»,. Así pues, aunque, con determinados casos pueda hablarse de un fundamento fisiológico de la falta de empatía, ello no supone, en modo alguno, que esa disfunción aboque inexorablemente al delito. La falta de empatía debe ser considerada como uno más de los factores psicológicos, económicos y sociales que pueden abocar a la delincuencia.
<<

Daniel Goleman es un psicólogo estadounidense, nacido en Stockton, California, el 7 de marzo de 1947. Adquirió fama mundial a partir de la publicación de su libro Emotional Intelligence (en español Inteligencia emocional) en 1995.

Daniel Goleman posteriormente también escribió Inteligencia social, la segunda parte del libro Inteligencia emocional.

Trabajó como redactor de la sección de ciencias de la conducta y del cerebro del periódico The New York Times. Ha sido editor de la revista Psychology Today y profesor de psicología en la Universidad de Harvard, en la que obtuvo su doctorado.

Goleman fue cofundador de la Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning (Sociedad para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional) en el Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale (posteriormente en la Universidad de Illinois, en Chicago), cuya misión es ayudar a las escuelas a introducir cursos de educación emocional.

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