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Authors: David Sherman & Dan Cragg

La prueba del Jedi (14 page)

BOOK: La prueba del Jedi
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—No seas el tipo de comandante que deja los detalles para otros —le había advertido Grudo.

No lo sería.


—Tendremos que tratar con el capitán Slayke, Grudo, háblame de él —estaban en la lanzadera, de vuelta a la
Ranger
tras su encuentro con el intendente Boulanger—. También me gustaría saber cómo llegaste a hacerte amigo del Maestro Alción.

—Sería mejor que hablases directamente con el Maestro Alción de esas cosas —respondió Grudo.

Anakin permaneció silencioso un momento.

—Ya le he preguntado, pero siempre se muestra muy vago al respecto. Sé que los tres estuvisteis involucrados en el incidente de Bpfassh. Le he preguntado sobre Slayke indirectamente, pero todo lo que he conseguido que me diga es que no le guarda rencor y que una vez lleguemos a Praesitlyn podrá trabajar con él como si fuera un camarada.

—Sí, ése es Nejaa Alción... ¡Siempre justo!

—Lo sé, Grudo, pero yo también tendré que trabajar con Slayke. Tengo que saber más cosas de él, y dado que el Maestro Alción se muestra reticente a hablar de lo que pasó, tengo que preguntártelo a ti.

—¿Es una orden, señor? —preguntó Grudo formalmente.

—Sí —replicó Anakin de la misma forma—. Si es la única forma de que hables, tómatelo como una orden.

—Muy bien. Slayke es un guerrero. Un gran guerrero, no un hombre de cara gorda con piel lechosa. Es un gran hombre. ¡Pelea con la cabeza, el corazón y un fuerte brazo derecho! Es una persona de principios, y muy valiente. Guapo para ser un humano... O eso suelen decir.

—No hace falta que me hables de su aspecto, voy a conocerlo dentro de poco.

—Quizá lo conozcas, quizá no —corrigió Grudo sombríamente—. Todo el mundo muere. Y más en combate.

—Sí, Grudo, ya me lo has dicho. Más de una vez... Y yo mismo he podido comprobarlo muchas veces en estos dos últimos años y medio —dijo Anakin, cortante—. Sigue, por favor.

Zozridor Slayke se había ganado cierta reputación antes del estallido de las Guerras Clon como comandante de una corbeta de la República, la
Thranta Escarlata
. Su pasado era oscuro y se suponía que había ascendido puestos en la Armada hasta conseguir el mando de su propia nave de guerra gracias a su talento y a su habilidad. Profundamente insatisfecho con el enfoque dilatorio del Senado para tratar con los separatistas, Slayke había decidido actuar por su cuenta. Al no recibir órdenes, cogió la nave bajo su mando e inició una serie de ataques rápidos a las flotas de los separatistas. Fue inmediatamente considerado como un pirata y se puso una recompensa de cuarenta y cinco mil créditos por su cabeza.

Pero Slayke no se consideraba a sí mismo un pirata. No trataba mal ni a los civiles ni al personal militar que capturaba en sus ataques, y el botín procedente de las naves capturadas era inmediatamente distribuido entre su tripulación o donado a causas justas. La última transmisión que había enviado al cuartel general de la Armada desde su
Thranta Escarlata
selló el tono de sus empresas subsecuentes: "Mientras el Senado duerme, una gran maldad amenaza la paz y la libertad de los pueblos de la galaxia. Nuestros políticos, que ni trabajan ni se sacrifican, han olvidado, si es que alguna vez lo supieron, que la libertad no es gratis, que el precio de la libertad es la vigilancia constante. ¡Nosotros, la tripulación del
Thranta Escarlata
, somos los hijos de nuestra amada República! ¡Somos vuestros hijos y vuestras hijas! ¡Somos los Hijos e Hijas de la Libertad! ¡Seguidnos!".

Este mensaje se convirtió en un aviso de llamada para los seres oprimidos de toda la galaxia y, en muy poco tiempo, Slayke reunió una pequeña pero formidable flota que no sólo provocó un apuro considerable al Senado de la República, sino que se convirtió en una espina clavada en el costado de las fuerzas separatistas.

—Todo esto lo sé porque yo estaba con el capitán Slayke —dijo Grudo—. Tiene la personalidad adecuada para el mando, la personalidad adecuada para ser un líder. Los soldados lo siguen.

Grudo estaba sin blanca, como solía estar entre guerras, y se presentó voluntario para servir con los Hijos e Hijas no porque compartiera sus puntos de vista políticos, sino porque el grupo era ilegal y la perspectiva de participar en algunas buenas batallas le resultaba prometedora.

—Háblame de Slayke, el hombre —pidió Anakin.

—El capitán Slayke es un comandante con el que se puede hablar. Escucha a todos y cada uno de los soldados y, muchas veces, le he oído decir que la única diferencia entre ellos y él es la ceremonia, los privilegios del rango, ya sabes. Dice que cada soldado que lucha a su lado es su hermano, que el rango no tiene privilegios en combate. Al menos, no con los Hijos e Hijas de la Libertad.

—¿Y Alción?

—Fue enviado a arrestarnos.

Ante una solicitud especial del Senado, el Consejo Jedi había seleccionado al Maestro Jedi Nejaa Alción para comandar la expedición que debía aprehender a Slayke y llevarlo a Coruscant para ser juzgado por piratería y traición, no necesariamente en ese orden. Alción tuvo el mérito de protestar por esa orden. En su opinión, Slayke sólo hacía lo que el Senado debía haber hecho por su cuenta. Cuando le preguntaron qué haría si él tuviera que tomar esa decisión, respondió valientemente: "Iría en su ayuda". Pero la decisión del Consejo fue que, por muy justa que fuera la causa, esa amenaza a la República no podía ser combatida por capitanes renegados actuando sin autorización del Senado. Las órdenes eran órdenes, y Alción las obedeció.

La nave de Alción era la
Plooriod Badkin
. Siguió a la flota de Slayke durante semanas, esperando una oportunidad de atacar su nave insignia y arrestarlo. Sabía que una vez Slayke estuviera bajo custodia, el movimiento de los Hijos e Hijas se disolvería y dejaría de interferir con la política galáctica. Creyó que Slayke había cometido un error fatal cuando dispersó su flota en varios espaciopuertos para reaprovisionarse y reclutar más hombres y, a bordo de su nave insignia, la
Thranta Escarlata
, se dirigió a Bpfassh, en el sector Sluis. Alción lo siguió.

—Pero Slayke no había cometido ningún error —explicó Grudo—. Verás, sabíamos que nos seguían. Y Slayke también sabía que había un Jedi al mando de las fuerzas enviadas tras él. No sé cómo lo supo, pero me lo dijo Slayke en persona. También me dijo que quienes manipulaban la Fuerza eran muy peligrosos, pero que él, Slayke, utilizaba su cerebro, que era mucho más poderoso que esa Fuerza —Grudo resopló blandamente—. No sé si es cierto, pero en aquella ocasión, Slayke tuvo razón.

—¿Cómo consiguió el capitán Slayke apoderarse de la nave del Maestro Alción? —preguntó Anakin. No podía imaginar que nadie fuera lo bastante inteligente como para robar una nave a un Maestro Jedi. Pero Slayke lo había hecho.

—Eso fue cosa mía —reconoció Grudo.

Refugiarse en el planeta doble Bpfassh fue un brillante movimiento por parte de Slayke. Bpfassh era un lugar excelente donde ocultar una nave estelar, gracias a su complejo sistema de lunas, su población escasa y sus vastas zonas salvajes. Y si los habitantes no simpatizaban con los separatistas, tampoco eran precisamente aliados de la República. En lo que a ellos se refería, Slayke era un pirata, y eso aseguraría su silencio si eran interrogados por sus perseguidores. Slayke no tenía intención de desmentir esa idea.

—El Maestro Alción necesitó tiempo para encontrarnos, pero al final lo consiguió —Grudo se golpeó el morro con un dedo rematado en ventosa, mientras contemplaba una mancha en el rincón más alejado del compartimiento. Mentalmente, volvía a estar en Bpfassh, reviviendo los acontecimientos. Suspiró—. Me enfrenté a Nejaa Alción en combate personal. Solos él y yo. Fue maravilloso. Maravilloso.

Se sumió en un silencio feliz y tardó cierto tiempo en continuar su relato.

El plan de ataque de Alción había sido simple y directo. Una vez localizado el
Thranta Escarlata
, se limitó a descender en el campamento, desembarcar a las tropas y arrasar el lugar. El plan defensivo de Slayke también fue simple y directo. Había dispersado a la mayoría de su tripulación por las ciudades y los pueblos bpfasshi, manteniendo a su lado los hombres justos y necesarios para poder pilotar una nave espacial... y a Grudo.

El único ser que Alción encontró en el campamento fue Grudo, armado con todas las armas de la panoplia de los cazarrecompensas, aullando en rodiano desafíos al Jedi y su fuerza de aterrizaje que pocos podían comprender, pero que dejaban bien claro que no pensaba entregarse pacíficamente y sin resistencia.

—¿Dónde está el capitán Slayke? —rugió Alción.

Grudo le respondió lanzando dos cuchillos. Todo el mundo se agachó salvo el Maestro Jedi. Las armas se clavaron en el suelo, entre sus piernas. Eran un claro reto para el combate. Grudo prescindió de usar las pistolas láser que llevaba en ambas caderas y sacó otro par de cuchillos. Luego avanzó unos cuantos pasos, enarbolando las armas.

Un teniente apuntó al rodiano con su pistola láser, pero Alción le ordenó que no disparase.

—Yo me encargo de esto —dijo.

Recogió los cuchillos, sopesó su equilibrio y se dirigió hacia Grudo para entablar un combate personal.

—Nunca supe por qué lo hizo —recordó Grudo—. Su misión era apoderarse de la
Thranta Escarlata
y capturar a Slayke, no meterse en peleas personales. Pero luchamos, y todo el mundo nos vio. Nunca desenvainó su sable láser. Cuando solté mis cuchillos y mis cinturones de armamento, él hizo lo propio, y luchamos mano a mano. ¡Ah, menudo guerrero! Ya sabes todo eso de que los Jedi no sienten rabia u odio, pero ese día... ¡Ah, Nejaa Alción necesitaba una buena pelea! No combatió como un Jedi, ni hablar. Fue todo muy extraño y maravilloso.

Anakin se removió, incómodo.

—Nunca supe cómo sabía Slayke que esa pelea se llevaría a cabo —musitó Grudo—. Cuando me dejó en el campamento, me dijo: "¡Grudo, no dejes pasar a nadie!". Me dijo que era muy importante que mantuviera mi posición. Me dijo: "No tengas miedo, Grudo, el Jedi nunca mataría a un ser desarmado". Así que peleamos... ¡Y menuda pelea fue!

Alción no perdió tiempo maniobrando para conseguir una posición de ventaja sobre el rodiano; se limitó a avanzar, y Grudo acudió a encontrarse con él. El grupo de Alción formó un círculo amplio y algunos de ellos cruzaron apuestas sobre quién podría vencer. Su atención estaba completamente concentrada en el reto que se desarrollaba ante sus ojos.

—Alción no quería utilizar trucos Jedi —Anakin supuso que se refería a la Fuerza— y combatió como un guerrero normal. Así que utilicé su impulso contra él y lo arrojé muchas veces contra el suelo. Pero Alción siempre se levantaba y volvía al ataque. —Ahogó una risita—. Era lo bastante rápido como para atravesar unas cuantas veces mi guardia, y pegaba lo bastante fuerte como para dejarme marcas..., y hasta un par de huesos rotos.

Cubierto de sudor, con las ropas desgarradas allí donde Grudo lo había sujetado para tumbarlo, Alción intentaba utilizar la ventaja que le proporcionaban su velocidad y habilidad mientras el rodiano, dolorido por los golpes que el Maestro Jedi le había propinado, conseguía mantenerse fuera del alcance de Alción. Cada vez que uno u otro conectaba un golpe o lanzaba un tajo, la tripulación del
Thranta Escarlata
lanzaba un rugido de aprobación. Pronto, el terreno sobre el que peleaban se convirtió en un cenagal. Los contendientes habían perdido la noción del tiempo y, a medida que el combate se prolongaba, empezaron a tambalearse y a fallar en sus golpes, al adueñarse de ellos el cansancio físico.

—La pelea terminó cuando Slayke robó el
Plooriod Bodkin
. Debiste ver lo boquiabierto que se quedó Alción; parecía una puerta abierta. Todo el mundo se quedó mirando cómo se elevaba la nave sobre un pilar de fuego, haciéndose más y más pequeña, hasta desaparecer. Alción se quedó helado mirando al cielo. Nadie se movió. Podría haberlo matado en aquel momento, pero no lo hice. Sabía que la pelea había terminado y que el plan del capitán Slayke había funcionado. No hay honor en matar a un contrincante cuando ni siquiera te mira, y respetaba a Nejaa Alción por luchar como lo había hecho... Por lo que sé, nunca recurrió a la Fuerza —lanzó una risita por un instante, antes de seguir hablando con seriedad—. Tampoco sé por qué no me mató al quedarse sin nave, pero no lo hizo.

Slayke había desarmado los motores del
Thranta Escarlata
, dejando a Alción y a sus hombres abandonados en Bpfassh durante varios meses hasta que pudiera llegar otra nave con los repuestos necesarios. Grudo había sido hecho prisionero sin más lucha; era el único prisionero que hicieron en toda la misión. Llegaron a conocerse bastante bien en aquellas semanas llenas de inactividad. Por fin, un día, Alción dijo:

—Grudo, cuando volvamos a Coruscant, te soltaré. Seré el hazmerreír de toda la galaxia si vuelvo de esta misión con un solo prisionero. El trato es éste: a cambio de tu libertad, te quedarás hasta que encuentre alguna utilidad para ti.

Entretanto, el Senado dio marcha atrás en sus cargos de traición y piratería, y el Canciller Supremo Palpatine se rindió a lo inevitable y, sacando el mejor partido de la situación, concedió a Slayke que siguiera atacando las naves y las bases separatistas.

—Así que me hospedé en La Babosa Dorada y allí he esperado hasta que Alción y tú vinisteis a por mí —concluyó Grudo.

La lanzadera había aparcado en la esclusa de aterrizaje de la
Ranger
tiempo antes de que Grudo terminase su historia, y el piloto esperaba irritado en la carlinga.

—¿No es extraño la forma en que el destino manipula tu vida? —preguntó Grudo—. Aquí estamos, muy cerca del planeta donde conocí a Alción y donde vi por última vez al capitán Slayke. Dos grandes hombres, y he tenido el honor de servirlos a ambos. Ahora, pronto, volveremos a encontrarnos, y esta vez seremos aliados. ¡La vida es buena! —Hizo una pausa antes de añadir—: Me pregunto qué estará haciendo ahora el capitán Slayke en Praesitlyn...

Capítulo 13

Pudieron oler el campo de batalla incluso antes de verlo. L'Loxx llevó su motojet hasta la sombra de un promontorio de rocas.

—Ahora es cuando la cosa se pone fea —dijo a Erk y a Odie—. Tendremos que cruzar un kilómetro de terreno abierto hasta nuestras posiciones. Está bajo la observación y el hostigamiento del enemigo, que lo tiene sometido a un fuego constante. Nuestros androides de trabajo han construido búnkeres por toda la zona, interconectados mediante profundas trincheras... Todo irá bien una vez lleguemos a nuestro perímetro defensivo, pero antes nos espera una carrera por terreno abierto, y hay que estar muy alerta. Habrá que zigzaguear constantemente; ya lo he hecho varias veces. Vosotros seguidme, sé por dónde debemos cruzar nuestras líneas. Por si nos separamos, la contraseña de hoy es "ventana" y la respuesta es "huérfano".

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