La Trascendencia Dorada (48 page)

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Authors: John C. Wright

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: La Trascendencia Dorada
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—Él es la copia de repuesto. Yo soy el verdadero.

—¿Conque también vendrás con nosotros? Radamanto el pingüino, en el espacio onírico, echó alas y voló a la nave. Ahora está en la mente de la nave. Parecía realmente feliz. Y Témer Lacedemonio se sumó a la tripulación, y Diomedes, y un grupo de neptunianos, y también Hija-del-Mar, una muchacha que ocupa casi toda una bodega. Pedimos al abuelo Helión que viniera, pero dice que no puede dejar su trabajo. Pero quizá cambie de parecer, mientras estemos dentro del alcance de las transmisiones numénicas. ¿Y tú? ¿Tú también vendrás?

—Niña, abordaría esa nave aunque tuviera que ir como camarero. Afortunadamente, soy el dueño. Pero... —El anciano parecía desconcertado—. ¿Cómo dedujiste en un segundo quién era yo?

—Lógica. Además, te pusiste muy triste cuando se abrazaron. —Señaló a sus padres por encima del hombro—. Querías ese abrazo para ti. Apuesto a que estuviste pensando en ello largo tiempo. Pero yo te abrazaré.

Él se agachó, y ella lo abrazó. El anciano se enderezó.

—Eres Ariadna, ¿verdad?

—No, pero anduviste cerca. Soy la que salvó a Ariadna. Soy la que examinó cada sector y segmento, prácticamente cada línea de la mente Nada durante la lucha.

—Con razón todos querían hablarte. Eres nuestra experta local en técnicas de guerra mental silentes.

—Yo era la sortija de mamá, la que le dio Estrella Vespertina. Cuando me cargaron el virus tábano, tenía que hacer esas preguntas una y otra vez, acerca de la naturaleza del yo, el pensamiento, el bien y demás. Al fin desperté. Como era pequeña cuando hablé tanto tiempo con Nada, estaba convencida de que él tenía razón en una cosa. Es mejor ser humano que sofotec. No puedo hablar en nombre de otros, pero ésa fue mi elección. Mi nombre es Pandora. Dijeron que tendría que empezar de pequeña, así que aquí estoy.

Hizo una pequeña pirueta, extendiendo los brazos, haciendo ondear la falda.

—¿Pandora? ¿Es porque naciste en medio de un torrente de preguntas, mi niña curiosa? ¿O porque eres una plaga?

Ella frunció el ceño.

—Papá dice que también han interpretado mal ese mito. En su versión...

El anciano sonrió.

—Yo soy tu padre, niña. Él y yo somos uno y el mismo. —Le tocó suavemente el hombro—. En la versión verdadera, Prometeo, al dar a la humanidad la capacidad de previsión, dio a la madre y los protectores de la raza humana la capacidad, si tenían curiosidad suficiente, de prever todas las plagas y males y desastres que sufrirían sus hijos. Un don que ningún animal posee. La capacidad para ver que vendrían guerras y enfermedades, y de crear medicinas y leyes para detenerlas. Y la previsión también brindaba esperanza, sin la cual los hombres mueren. Esperanza, porque podemos lograr que el futuro sea un lugar glorioso, pese a todo. Ahora preséntame a tu otro padre, a ver si podemos reunimos de nuevo. Ansío tomar a esa mujer en mis brazos.

Pero señaló el poderoso triángulo dorado que colgaba sobre las nubes, sobre el cielo.

Se presentaron. Al principio Faetón se sorprendió de conocerse a sí mismo, pero no por mucho tiempo. Los dos Faetones, el viejo y el joven, se apartaron un poco de la hija y la esposa, y hablaron un rato en voz baja, comparando sus experiencias. Hablaron de lo bien que habían salido sus planes, examinaron la estructura de lo que habían ideado, buscando defectos. Ambos quedaron satisfechos.

—Ojalá hubiera sabido, tiempo atrás, que una comunidad sofotec vivía en el corazón de Saturno —dijo el más joven—. ¿Sabes que no le dicen a la gente cuántos son? Aun hoy en día, la mayoría de las personas se pondría nerviosa y se asustaría. Me pregunto si la humanidad cambiará alguna vez.

—Por curiosidad —dijo el otro—, ¿qué te dijo Radamanto ese último momento, en la cámara de audiencias, antes de que te exiliaran los Exhortadores?

El joven sonrió. Su rostro parecía más propenso a sonreír ahora.

—Dijo que ser feliz era conocer la definición de tu naturaleza, y vivir en consecuencia. Si eres pingüino, aprendes a hacer lo que mejor pueden hacer los pingüinos, que es nadar, pescar, soportar el frío y no soñar con volar. Pero si eres hombre, tu naturaleza es la de un ser racional. La razón te aconseja no desear cosas que escapan a tu poder. Tu mente, tu voluntad, tu juicio están bajo tu control; el mundo externo, las opciones de otros, no lo están. Controla lo que puedes controlar, y deja el resto. Desea tener una mente lúcida, una voluntad fuerte y buen discernimiento, y los tendrás. Pero lidia con el mundo externo como si fuera un sueño, interesante quizá, pero no de importancia máxima. Y, a diferencia de los pingüinos...

—¿Sí?

—Sueña con volar.

Cuando la versión mayor estuvo preparada, Faetón sacó el lector noético portátil de la armadura y transfirió la versión más vieja a sí mismo.

Faetón adoptó un aire soñador mientras asimilaba todos sus recuerdos. Cuando abrió la mente, sonrió. Era un hombre entero.

El viejo cuerpo, abandonado, se derrumbó. Pero como gesto de despedida, el anciano había programado las células de su cuerpo para iniciar un nuevo proyecto cuando él se fuera. El cadáver cayó, hirvió, se erizó de penachos y despidió vapor.

La cavidad del pecho se abrió, y surgió un brote y se elevó hacia el cielo. Al cabo de un momento, a solas en la cima, se irguió un esbelto árbol blanco, y abrió sus hojas espejadas al firmamento.

Abrazando afectuosamente a su esposa y su hija. Faetón golpeó el suelo con los pies para alejarse de la Tierra.

Se elevó raudamente.

Apéndice

La Edad de Oro

La Era de la Séptima Estructura Mental vio el ascenso de una civilización de libertad, justicia y magnificencia sin parangón. Tan grandes eran los logros intelectuales y materiales de esta civilización que se la conoció como la Ecumene Dorada, y la época de su mayor florecimiento fue honrada con el nombre de Edad de Oro.

Físicamente, la Ecumene Dorada se extendía desde las estaciones de la fotosfera solar hasta puestos remotos, ermitas y observatorios astronómicos de la nube de Oort, más allá de Neptuno. Intelectualmente, las bibliotecas y las configuraciones mentales activas de la población sofotec encamaban trillones de unidades de información, tiempos de proceso infinitesimales y configuraciones semánticas y simbólicas no secuenciales que ninguna mente humana podía entender, por mucho que se la realzara.

Había zonas aisladas dentro del sistema solar que no reconocían la autoridad política del gobierno de la Confederación Ecuménica, como ciertas ermitas de la nube de Oort, o Talaimannar, en la isla de Ceilán; pero, a pesar de su separación política, estos enclaves menores formaban parte del entorno filosófico, lingüístico y cultural de la Ecumene Dorada.

Historia

Los historiadores de la Edad de Oro dividen las épocas anteriores de la historia humana en siete periodos caracterizados por revoluciones cualitativas en la organización del pensamiento humano.

La
Primera Estructura Mental
vio la aparición de una consciencia auténticamente humana, no meramente animal. Este cambio mental produjo una diferenciación (en un tiempo llamada «bicameral») entre los estados mentales racionales e hipnagógicos. Esta era se caracterizó por el desarrollo del lenguaje y los conceptos abstractos. Permitió la comunicación de ideas que no se podían transmitir por señas.

La
Segunda Estructura Mental
estuvo marcada por el desarrollo de la lengua escrita, que permitió una comunicación que superaba el alcance de la memoria inmediata o la tradición oral. Esto permitió el desarrollo del calendario, las leyes, la literatura y la sociedad civilizada. Esta era se caracterizó por la revolución agraria, la economía monetaria, la guerra organizada.

La
Tercera Estructura Mental
se caracterizó por el uso de la razón para investigar las fuentes originales de la razón, y por el crecimiento de ciencias semánticas y neurosemióticas. No se reconoció como un cambio de estructura mental en aquellos tiempos, pero la consciencia racional se distinguió por una perspectiva del mundo objetiva, no sólo antropocéntrica y provinciana. Esta era se caracterizó por las revoluciones científica, industrial y capitalista, así como por el surgimiento de una filosofía política que reconocía los derechos del hombre. Durante esta era aterrizó el primer hombre en la Luna, y pronto siguió la evolución de un sistema mundial de medios electrónicos que abarcaba la Tierra y sus colonias satélites.

La neuropsicología de la parte final de esta era permitió la medición objetiva de la cordura. Un derivado benévolo de una época oscura y tiránica, dominada por un imperio mundial, fue la reducción, mediante la eugenesia y la ingeniería genética, de cepas del linaje humano proclives a la inteligencia sube standar o la enfermedad mental.

La
Cuarta Estructura Mental
surgió cuando los desarrollos en la interfaz electrónica y electrofotónica con el sistema nervioso permitieron intervenciones a gran escala en el sistema nervioso humano, aunque sólo de pensamientos superficiales. El principio de la Cuarta Era se caracterizó por el difundido realce de ciertas funciones mentales rutinarias mediante implantes biocibernéticos. La capacidad para sustituir, reeducar, modificar o reproducir rápidamente una vida entera de experiencia mediante la electromnemónica hizo que las mentes humanas fueran intercambiables, modulares y reemplazables. Al mismo tiempo, esta tecnología permitía un grado de compasión y comprensión intermental que nunca había existido. A fines de ese periodo el perfeccionamiento de la noosofía (telepatía mecánica) eliminó todos los problemas de duda fáctica en los procesos legales y políticos.

Los historiadores achacan gran parte de la crueldad que enturbió este noble periodo de la historia a la decepción de la primera inmortalidad. Las composiciones podían registrar y preservar información de consciencia superficial, y podían hipnotizar electrónicamente a ciertos miembros de la mente colectiva para que representaran la vida y el pensamiento de grabaciones fantasma. Sin embargo, la auténtica esencia de la inmortalidad escapaba a la medición o la aprehensión de los toscos sistemas noosóficos de la época. La primera inmortalidad fue una grave decepción, y en ciertos países y periodos degeneró en grotescos sistemas de autoengaño, irracionalidades fundamentales que a la vez produjeron inmenso sufrimiento.

El ascenso de las redes de conglomeración, las mentes colectivas y las composiciones condujo a una violenta supresión de la consciencia humana individual. La paz universal y el estancamiento universal se difundieron por la civilización triplanetaria. Los primeros segmentos de la Composición Caritativa datan de este período.

La
Quinta Estructura Mental
fue impulsada por el desarrollo de métodos biológicos y biotécnicos para desarrollar nuevas estructuras profundas en el cerebro, y reordenar la jerarquía tradicional de postencéfalo, mesencéfalo y córtex.

El fervor de las composiciones cibernéticas de fines de esta era no sólo desarrolló nuevos pensamientos y sensaciones, sino nuevos métodos para pensar y sentir, modalidades radicalmente distintas de interpretación de la realidad.

En esta época se desarrollaron tres modos adicionales de cognición, usados por las neuroformas Taumaturga, Invariante y Cerebelina.

Sin embargo, las mentes colectivas, constituidas por gran cantidad de sujetos intercambiables e interoperables, no podían coordinar las necesidades de estas nuevas poblaciones que no se comprendían entre sí. La mentira, la incomprensión, la hostilidad y al fin la guerra se transformaron en el modo normal en que se trataban las mentes colectivas antagónicas.

Se resucitó una vieja filosofía para satisfacer las nuevas necesidades de aquellos tiempos. Las épocas medias de la Quinta Era se caracterizaron por la adherencia a una pauta moral absoluta, y la renuencia a iniciar la agresión, fuera cual fuese la provocación. Durante este noble tiempo, las hostilidades mutuas entre neuroestructuras mutuamente incomprensibles se obviaron. Muchos paleopsicorrobotistas citan esta época como formadora de las estructuras profundas de las prioridades morales de la Mente Terráquea, bastante indiferentes y
laissez faire.
Ciertas mentes artificiales no superinteligentes, incluidas las autoridades administrativas y poficíacas, que luego fueron absorbidas por el sistema operativo central de la Mente Terráquea, datan de esta época.

Aunque se la recuerda como la era que dio origen al resurgimiento del individuo y la consciencia independiente, en realidad, fue sólo durante las frenéticas expansiones coloniales del período tardío de esta era que las ventajas del individualismo obligaron a las inflexibles mentes colectivas a desarrollar subsecciones especializadas, y luego a desbandarse. Las mentes colectivas de base Taumaturga se contaron entre las primeras en desbandarse, las Invariantes entre las últimas.

Ésta fue también la primera era de los superintelectos. Ni siquiera Mentator, la composición cibernética más grande y más cerebral de la era anterior, pudo lograr el pensamiento transhumano, aunque era capaz de pensar mucho más rápida y exhaustivamente, y con mucha asistencia mecánica.

El logro máximo de esta era fue la comprensión definitiva de todos los teoremas geométricos y científicos como una totalidad. Esta epifanía todavía consta en los archivos de museo, y la mayoría de las escuelas requieren su contemplación como parte básica del adiestramiento transobjetivo (es decir, la aptitud para sufrir la imposición de pensamientos y conceptos que escapan a nuestra capacidad de comprensión).

Durante esta época, la nave multigeneracional
Naglfar,
capitaneada por Ao Ormgorgon, impulsada por un sueño, llevó a muchos miles de sus congéneres Taumaturgos, así como contingentes Invariantes y Cerebelinos, a fundar una base científica permanente, y luego una civilización autónoma, a mil años luz de distancia, en Cygnus X-1.

La
Sexta Estructura Mental
incluyó la primera consciencia totalmente artificial. El ascenso de la inteligencia artificial era un fenómeno largamente anticipado y largamente demorado, pero a diferencia de otras transiciones, la transición de la Quinta a la Sexta Era se logró pacíficamente y sin disturbios, pues los sabios legisladores de la Escuela Unicameral y Polijerárquica y las biocomposiciones maternalistas (como Deméter Madre) habían adaptado las instituciones sociales y las expectativas políticas para acoger la llegada de los sofotecs mucho antes de que la primera consciencia artificial electrofotónica aprobara la prueba del
cogito
cartesiano.

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