Mal de altura (38 page)

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Authors: Jon Krakauer

Tags: #Aventuras, Biografía, Drama

BOOK: Mal de altura
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Sólo los alpinistas que constan en la lista oficial —al precio de 10.000 dólares por cabeza— tienen autorización para pasar del campamento base. Es una norma severamente vigilada, y sus infractores se arriesgan a multas prohibitivas y a la expulsión de Nepal.
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No debe confundirse con el sherpa del equipo surafricano. Ang Dorje —como Pemba, Lhakpa, Ang Tshering, Ngawang, Dawa, Nima y Pasang— es un patronímico muy común entre los sherpas; el que dos o más compartieran el mismo nombre fue motivo de alguna que otra confusión. El
sirdar
es el jefe de los sherpas. La expedición de Hall tenía un
sirdar
en el campamento base, Ang Tshering, cuya misión era supervisar a todos los sherpas contratados para la expedición; Ang Dorje, el
sirdar
de escalada, dependía de Ang Tshering, pero controlaba a los escaladores sherpas cuando estaban más arriba del campamento base.
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Se cree que la raíz del problema está en la merma de oxígeno que, combinada con la alta presión en las arterias pulmonares, van filtrando líquido a los pulmones.
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Pese al considerable revuelo sobre los «vínculos directos e interactivos entre el Monte Everest y la World Wide Web», las limitaciones tecnológicas impedían conectarse directamente a la red desde el campamento base. Los corresponsales tenían que usar el teléfono vía satélite para hablar o enviar por fax sus crónicas, las cuales eran posteriormente tecleadas en ordenador para su divulgación a Internet por redactores de Nueva York, Seattle y Boston. Los e-mails eran recibidos en Katmandú, y una vez impresa, la copia era transportada por yak hasta el campamento base. Igualmente, todas las fotos que circulaban en Internet habían sido antes enviadas por yak y luego por correo aéreo a Nueva York.
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Varios periódicos y revistas han publicado equivocadamente que yo era un corresponsal de Outside Online. La confusión partía del hecho de que Jane Bromet me entrevistó en el campamento base y pasó una trascripción de la entrevista en la página web de Outside Online. Yo, sin embargo, no tenía ningún vínculo con Outside Online. Había sido enviado al Everest por la revista Outside, una entidad independiente con sede en Santa Fe (Nuevo México) que trabajaba en no muy estrecha colaboración con Outside Online, cuya redacción está en el área de Seattle, para publicar una versión cibernética de la revista. Pero Outside y Outside Online son hasta tal punto autónomas que yo ni siquiera supe que ésta última había enviado un corresponsal al Everest hasta que llegué al campamento base.
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Los banderines llevan inscritas invocaciones budistas —normalmente Om mani padme hum—, que son enviadas a Dios cada vez que el estandarte aletea. Otros banderines portan la imagen de un caballo alado además de las plegarias escritas; los caballos son animales sagrados en la cosmología sherpa, y se cree que llevan las oraciones al cielo con especial celeridad. Los sherpas llaman a sus banderines de oración lung ta, que significa literalmente caballo de viento.
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A mediados de abril Bromet había regresado a Seattle, desde donde siguió enviando, vía Internet, informes a Outside Online sobre la expedición de Fischer; las llamadas regulares de éste eran su principal fuente de información.
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Las botellas de oxígeno que arruinan el collado Sur se han venido acumulando desde los años cincuenta, pero gracias a un programa de retirada de desperdicios promovido por Scott Fischer en 1994 bajo el nombre de Sagarmatha Environmental Expedition, hay muchos menos envases de los que solía haber. Gran parte del mérito corresponde a Brent Bishop (hijo del malogrado Barry Bishop, el eminente fotógrafo de National Geographic que coronó el Everest en 1963), miembro de la citada expedición que puso en marcha una exitosa política, avalada por la empresa Nike, consistente en pagar a los sherpas un plus en metálico por cada botella de oxígeno que bajan del collado Sur. Entre las agencias de guías al Everest, Adventure Consultants de Rob Hall, Mountain Madness de Scott Fischer y Alpine Ascents International de Todd Burleson acogieron con entusiasmo la iniciativa de Bishop; de 1994 a 1996 se retiraron más de ochocientas bombonas de oxígeno del tramo alto de la montaña.
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Del grupo final de Fischer faltaban los clientes Dale Kruse, que había quedado en el campamento base tras su última recaída, y Pete Schoening, el célebre veterano de sesenta y ocho años, que había elegido no subir más allá del campo III después de que un electrocardiograma practicado por los doctores Hutchison, Taske y Mackenzie indicara la presencia de una grave anomalía en su pulso cardíaco.
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La mayoría de los escaladores sherpas presentes en el Everest en 1996 quería tener la oportunidad de hacer cima. Sus motivos no eran menos variopintos que los de los escaladores occidentales, pero una parte al menos del aliciente era la seguridad laboral; como explicaba Lopsang: «Cuando un sherpa escala el Everest le resulta fácil encontrar trabajo. Todo el mundo quiere contratarlo».
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Pittman y yo hablamos de este y otros asuntos durante una conversación telefónica de setenta minutos a los seis meses de regresar del Everest. Salvo para aclarar ciertos puntos del incidente con Lopsang, Pittman me pidió que no citara ninguna parte del diálogo que mantuvimos, y he mantenido mi promesa.
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Intervención que consiste en practicar una serie de incisiones, a modo de radios, desde el borde hacia el centro de la córnea, al objeto de alisarla.
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Aunque un escalador dotado puede necesitar tres horas para ascender trescientos metros en vertical, en este caso se trataba de un terreno bastante llano que el grupo habría podido cubrir en unos quince minutos de haber sabido dónde estaban las tiendas.
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Hasta que entrevisté a Lopsang en Seattle el 25 de julio de 1996, no supe que él había visto a Harris la tarde del 10 de mayo. Aunque había hablado brevemente con Lopsang en varias ocasiones, no se me ocurrió preguntarle si se había topado con Harris en la Antecima, porque por entonces yo aún estaba seguro de haber visto a éste en el collado Sur, seiscientos metros más abajo, a las 18:30. Es más, Guy Cotter sí había preguntado al sherpa si había visto a Andy, y por alguna razón —tal vez porque entendió mal la pregunta— Lopsang dijo que no.
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Al día siguiente de buena mañana, mientras recorría el collado en busca de Andy Harris, topé con las huellas de los crampones de Lopsang, que iban hacia el precipicio, y creí equivocadamente que eran las huellas que Harris había dejado antes de despeñarse (de ahí que pensara que Harris había caído al abismo).
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Yo había afirmado con absoluta certeza que había visto a Harris en el collado Sur a las 18:30 del 10 de mayo en la cima Sur. Cuando Hall dijo que Harris estaba con él en la cima Sur —novecientos metros más arriba de donde yo había asegurado haberlo visto—, la gente, gracias a mi error, supuso que las afirmaciones de Hall no eran sino los desvaríos de un hombre extenuado y gravemente hipóxico.
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Para evitar confusiones, todas las horas citadas en este capítulo han sido convertidas al horario de Nepal, aunque los acontecimientos descritos ocurrieron en Tíbet. Los relojes de este país reflejan el huso horario de Pekín, que lleva dos horas y quince minutos de adelanto sobre el huso horario nepalí; por ejemplo, las 6:00 en Nepal son los 8:15 en Tíbet.
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En 1996 el grupo de Rob Hall pasó tan sólo ocho noches en el campamento II (6.500 metros) o más arriba antes de partir hacia la cima desde el campamento base, lo que actualmente se considera un período típico de aclimatación. Antes de 1990, los escaladores solían pasar bastante más tiempo en el campamento II —aparte de al menos una salida de aclimatación hasta los 7.900— antes del asalto final. Aunque la conveniencia de la aclimatación cerca de los 8.000 metros es discutible (los efectos perjudiciales de permanecer más tiempo del previsto a esa altitud pueden muy bien contrarrestar sus ventajas), nadie duda de que ampliar las ocho o nueve noches de aclimatación entre 6.500 y 7.500 metros daría un mayor margen de seguridad.
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Los budistas devotos creen en el sonam, un cómputo de actos virtuosos que eventualmente permite escapar al ciclo de nacimiento y reencarnación y trascender así este mundo de dolor y sufrimiento.
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Viesturs había escalado ya el Everest en 1990 y 1991 sin oxígeno. En 1994 lo hizo por tercera vez, con Rob Hall; en esta ocasión sí utilizó oxígeno, porque trabajaba de guía y le pareció una falta de responsabilidad no hacerlo.
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No hay que confundir al Ang Dorje del equipo surafricano con el Ang Dorje del grupo de Rob Hall.
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Herrod fue hallado boca abajo, suspendido de la cuerda. Al parecer había dado una vuelta de campana mientras rapelaba por el escalón Hillary la tarde del 25 de mayo de 1996, y no había logrado enderezarse, tal vez debido al cansancio o porque había perdido el conocimiento. En cualquier caso, Boukreev y los indonesios dejaron el cadáver como estaba. Un mes más tarde, el 23 de mayo, Pete Athans recuperó el cuerpo de Herrod en su ascensión a la cumbre como miembro de una expedición que estaba rodando una película para el programa NOVA de la PBS. Antes de cortar la cuerda, Athans rescató la cámara de Herrod y con ella su última instantánea: un autorretrato sobre la cima del Everest.
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JON KRAKAUER, alpinista, escritor y periodista americano, ha publicado varios libros sobre el mundo de la escalada. Ha colaborado con distintos medios como freelance, entre los que se encuentran Playboy, National Geographic o Rolling Stone.

Además de su faceta como montañista, Krakauer publicó un libro de investigación sobre el mundo de los mormones. Su primera obra de ficción, un relato de aventuras basado en una historia real, fue Hacia rutas salvajes (1996)

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