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Authors: Lisi Harrison

Tags: #Juvenil

Monster High (28 page)

BOOK: Monster High
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—¿Qué te pasó? ¿Por qué te fuiste como…? —Frankie hizo una pausa cuando vio a otro chico asomarse por la ventana. Tenía el pelo brillante y oscuro, ropa negra y nariz perfecta.

Aterrizó con un golpe sordo.

—Shhh —siseó Frankie de nuevo.

—¡Ay, Dios mío! ¡Existes de verdad! —exclamo Melody, con una especie de temor reverencial—. Tu piel es realmente de color ver…

—¿Qué hace
ella
aquí? —Frankie se movía entre el desconcierto y la indignación.

—No tengo ni idea —D.J. hizo girar el dedo índice junto a su sien, cerró los ojos y susurró—: Creo que está obsesionada conmigo.

—¡Madre mía! —Melody se adelantó en la estancia—. ¿Qué es esto? —señalo la jaula de cristal, junto a la cama de Frankie—. Eh, ¿son ratas?

—Hablo en serio, ¿por qué vino contigo?

D.J. le apretó los labios contra la oreja.

—Últimamente está en todas partes. Estoy pensando en una orden de restricción.

El cálido aliento de D.J. en su cuello hizo que Frankie soltara chispas por ambas manos.

—¡Guau! Lo echaba de menos —D.J. tiró de Frankie hacia sí para abrazarla.

—¿Para qué sirve esa mesa? ¿Y esos cables de cobre? ¿Y ese interruptor donde pone «alto voltaje»? preguntó Melody, boquiabierta—. ¿Dónde estamos?

—¿Por qué estuviste tan raro antes? —Frankie preguntó a D.J. y le dio un empujón, desesperada por obtener una respuesta—. ¿Por qué te marchaste así, sin más? ¿Por qué…?

—¿Quién eres? ¿La hija de Frankenstein o algo parecido? —preguntó Melody entre risas.

—La bisnieta, por si te interesa —replicó Frankie con brusquedad—. Y si me sigues interrumpiendo, voy a darte un toque como el de aquel día, en la cafetería.

—¿Eras tú? —Melody se apresuró hasta el lado de Frankie—. Pero se te veía tan…

Frankie se plantó las manos en las caderas y le lanzó una mirada furiosa.

—¿Blanca?

Melody asintió. Frankie aspiró por la nariz.

—Sí, bueno a los de por aquí, lo verde no les gusta tanto como dicen.

—Pues a mí me pareces increíble —Melody dio un paso al frente y alargó el brazo en dirección a la mano de Frankie—. ¿Puedo?

Frankie se encogió de hombros, como si no le importara.

—Si quieres.

—¿Vas a darme otro toque?

—A lo mejor.

Melody examinó la expresión de Frankie con ojos grises teñidos de seriedad, tratando de averiguar sus verdaderas intenciones. Lo consiguiera o no, Melody le acarició la mano. No le daba miedo pasar un dedo por la costura de la muñeca de Frankie. O tal vez sí, pero de todos modos lo hizo. Para Frankie, era una actitud digna de respeto.

—¿Quieres tocar mi piel? —preguntó Melody, como si ella también fuera un monstruo.

Frankie asintió.

—Tienes el mismo tacto que la mía, sólo que estás más fría.

—Es verdad —Melody puso los ojos en blanco—. Siempre tengo frío.

—¿En serio? Yo siempre tengo calor. Supongo que es porque me recargo, y esas cosas.

—Un momento —Melody ladeó la cabeza—. ¿En serio te recargas? ¿Cómo funciona?

—Mmm,
hola
—D.J. se señaló la cara—. ¡Chico guapo presente!

Melody soltó una risita. Frankie no acababa de entender la situación.

Afuera, la incipiente luz matinal empezó a iluminar el blanquecino esmerilado de la ventana. Aun así, era imposible ver algo con claridad. La visión de Frankie —un calidoscopio de siluetas y sombras borrosas— era una advertencia.

La hora de visitas estaba a punto de acabarse.

—Bueno, ¿qué te pasó? —le preguntó a D.J., de nuevo manos a la obra—. ¿Por qué actuaste como si no me conocieras y te marchaste de esa manera?

—Quizá yo pueda explicarlo —Melody, un tanto incómoda, agitó la mano. Volvía a sentirse como una extraña.

—Típico de una acosadora… —masculló D.J. —. Tiene explicación para todo.

Frankie buscó un sitió donde sentarse, ahora que su diván había desaparecido. Pero abandonó la idea una vez que Melody empezó su exposición.

A medida que el sol naciente continuaba contando los minutos que quedaban, la chica normi habló de su relación con Jackson Jekyll de los problemas de éste con el exceso de calor de la madre de Jackson, que era la señora J, la profesora de ciencias del antepasado familiar, un hombre desequilibrado y de cómo la suma de sudor más antepasados familiares desequilibrado era igual a D.J. Hyde. A continuación, pasó al tema de Bekka, de los celos, de Brett, el beso, el incidente de la cabeza, el video de Jackson, el chantaje, la necesidad de entregar a Frankie, el plazo de cuarenta y ocho horas —que ahora era más bien de cuarenta y seis— y su dilema al no saber qué hacer.

—A ver si entendí —intervino D.J. con una sonrisa radiante antes de que Frankie tuviera oportunidad de responder—. ¿Ando con las dos?

Melody soltó un suspiro.

—En teoría, sí.

—¡Bien! —D.J. estrechó palmas consigo mismo.

Frankie rozó el bolsillo posterior de los jeans de D.J. Se produjo un chisporroteo y, después, un destello de luz.

—¡Ay! —gritó él, agarrándose el trasero.

—Shhh —Frankie le tapó la boca.

—¡Me dolió! —masculló a través de la mano de Frankie.

—De eso se trataba —Frankie se apartó unos pasos—. Por si no estabas escuchando, nada de esto es una buena noticia. ¡Nada!

—Perfecto —D.J. se alejó, al tiempo que se abanicaba la parte posterior de sus
jeans
.

—Entonces, ¿me vas a poner en manos de Bekka? —preguntó Frankie con voz temblorosa.

—Bueno —Melody suspiró—. Era mi intención en un primer momento, sí… pero… — suspiró otra vez—. Ahora no sé qué hacer. No quiero hacerte daño.

—¿Por qué? —Frankie bajó la vista. Una lágrima aterrizó en su bata y, como una gota de sangre, formo un surco sobre la seda negra—. Todos los demás quieren herirme.

Parecía como si Melody reflexionara sobre estas palabras.

—Creo que entiendo cómo te sientes.

—Espera… —Frankie levantó los ojos—. ¿Acaso eres una RAD?

—¿Qué significa RAD?

—Es la forma no insultante de decir «monstruo» —explicó Frankie— son las siglas en ingles de
Regular Attribute Dodgers
, es decir, «fugitivos de los atributos normales».

—Lo era, sí. Pero dejé de ser fugitiva, de alguna manera —Melody esbozó una sonrisa amplia, como si se estuviera despidiendo de un recuerdo que se apaga—. Aunque a veces me arrepiento, la verdad.

—¿Por qué? —preguntó Frankie, incapaz de entender que alguien deseara pasar por lo que ella estaba pasando.

—Porque cuando tienes un aspecto diferente y, aun así, le caes bien a la gente, sabes que es por las razones correctas. Y no porque te tomen por una amenaza física que podría robarles el novio.

—¿Qué? —Frankie se secó las mejillas con la manga de su bata.

—Lo que digo es que estoy de tu parte —Melody esbozó una sonrisa preocupada, pero amable—. No quiero ceder a la intimidación. Quiero pelear. Quiero que las personas dejen de tener miedo de las diferencias de los demás. Para que la gente como Jackson… y como tú…

—Y yo —añadió D.J.

—… y D.J. pueden vivir una vida normal.

—¿Qué se supone que tenemos que hacer? —Frankie se llevó la mano a las costuras del cuello, pero se encontró con una capa de gasa.

—Primero, tenemos que quitarle el video a Bekka —dispuso Melody.

—¿Cómo? Me prohibieron salir de esta habitación,
en plan
, para siempre… —decirlo en voz alta otorgaba credibilidad a la situación.

—Ni idea —admitió Melody—. Sólo sé que tememos que trabajar juntos, que no podemos permitir que nos descubran y que nos quedan dos días para conseguirlo.

—Ya. Electrizante —Frankie soltó un suspiro de importancia.

Melody tendió a Frankie su mano derecha.

—¿Te apuntas?

—Me apunto —repuso Frankie, y le estrechó la mano.

—No va a ser fácil —advirtió Melody.

—Sí va a serlo —replicó D.J. mientras, con ternura, levantaba dos de las
fashionratas
de la jaula. Sostenía a un animalillo en cada mano, como si los estuviera pesando luego, los besó a los dos—. Lo difícil será decidir quién se quedará conmigo cuando todo esto haya terminado.

Frankie soltó chispas. Pero esta vez, Melody no se apartó. Frankie, tampoco. Al contrario continuaron estrechándose la mano, cimentando así su alianza en la batalla por la tolerancia y la aceptación social…

… y la declarando la guerra a las dificultades en su lucha por el amor.

FIN…

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