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Authors: Mario Roberto Santucho

Tags: #Clásico, Ensayo

Poder burgués y poder revolucionario (2 page)

BOOK: Poder burgués y poder revolucionario
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Temeroso ante el auge de la lucha de masas y los avances logrados en la conciencia y organización populares, el Partido Militar suprimió todas las libertades democráticas, dicto una barbara ley anticomunista, lanzó violenta represión contra toda movilización obrera y popular ilegalizando sindicatos, encarcelando dirigentes y activistas, ordenando hacer fuego contra ciertas manifestaciones callejeras. Santiago Pampillon e Hilda Guerrero de Molina fueron los primeros mártires del pueblo caídos bajo las balas asesinas de la Dictadura.

Aunque las masas reaccionaron inmediatamente y resistieron activamente las principales medidas antipopulares iniciales de la Dictadura, el enemigo logró victorias tácticas aplastando con métodos de guerra civil las principales huelgas de los primeros meses (estudiantes, azucareros, portuarios). Debido a ello, declino la movilización de masas a lo largo de 1967 y 1968.

Pero este relativo paréntesis de la lucha popular fue llenado por profundos cambios en la mente y el corazón de nuestro pueblo. Ante la barbarie militar y el estado de indefensión popular, comenzó a cundir entre los argentinos el convencimiento de que a la violencia de los explotadores y opresores había que oponer la justa violencia popular. Este trascendental avance ideológico fue fecundado por la epopeya del Comandante Guevara, vivida como propia por amplios sectores de nuestro pueblo.

Abrumado por la opresión y la explotación y en proceso de despertar político e ideológico, el pueblo argentino acumuló odio a la Dictadura, decisión de luchar con nuevos métodos más contundentes. Todas estas energías contenidas estallaron a lo largo y a lo ancho del país, en una inmensa movilización de masas sin precedentes en nuestra patria, iniciada en Corrientes en mayo del 69 como respuesta al asesinato del estudiante Cabral. Córdoba, Tucumán, Salta, Rosario, las principales ciudades del país, fueron conmovidas entre mayo y setiembre de 1969 por formidables movilizaciones antidictatoriales de las masas.

Fue el principio del fin del Onganiato. La Dictadura militar queda herida de muerte por las movilizaciones del 69. En junio de 1970 Onganía fue destituido y reemplazado por Levingston. La lucha popular se intensificó; surgió impetuosa la guerrilla urbana, y el virrey Levingston cayó del gobierno tan bruscamente como había ascendido.

A partir del Cordobazo, a partir de mayo de 1969, la lucha antidictatorial del pueblo argentino adquirió considerable fuerza y efectividad. La aparición de la guerrilla urbana en la lucha de clases argentina, como fuerza organizada y efectiva, capaz de golpear con dureza al régimen y sus personeros, dio una nueva tónica a la lucha popular. Comenzó a abrir una estrecha senda hacia el poder obrero y popular, a mostrar la posibilidad de encontrar un camino para escapar al enmarañado cerco construido por la burguesía con engaños y violencias, en el que las clases dominantes han mantenido encerrado a nuestro pueblo durante decenas de años.

La llamada de la guerra popular como estrategia para la toma del poder, como camino de la revolución nacional y social de los argentinos fue encendida en este período y, aunque débilmente, comenzó a arder ya sin interrupciones. Por primera vez una posibilidad auténtica de avanzar hacia la solución de los gravísimos problemas de nuestra patria y de nuestro pueblo, se presentó ante los ojos de los trabajadores argentinos. Ello llenó de entusiasmo y confianza a las masas y el auge de la lucha popular adquirió una profundidad y firmeza nunca vistas, ante el pánico de la burguesía.

Fue entonces que el partido militar decidió retirarse en orden del escenario político. Al borde de la desesperación, los militares colocaron a su mejor hombre en la Presidencia. Lanusse estableció contactos inmediatamente con los políticos burgueses, en primer lugar con radicales y Peronistas, y con su asesoramiento, a través de Mor Roig, planificó una hábil estrategia defensiva para retirarse convocado en abril de 1971 al Gran Acuerdo Nacional de la burguesía.

Decía nuestro Partido en abril de 1971:

"El golpe militar que destituyo a Levingston señala los últimos pasos de la dictadura militar. La aventura emprendida en 1966 por los militares llega a su termino en medio de la más profunda crisis. En el transcurso de los casi cinco años que lleva, el gobierno militar ha sido incapaz de estabilizar la economía burguesa y sus medidas pro-monopolistas le han valido no solo el odio de los trabajadores y el pueblo, sino también constantes roces con otros sectores de la burguesía. El estallido popular de Córdoba fue el golpe de gracia para la deteriorada imagen de la Dictadura.

La movilización obrera y popular del 15 de marzo tuvo características especiales la inocultable simpatía demostrada por las masas hacia los movimientos armados, la existencia de direcciones clasistas en importantes gremios, el desprestigio de la burocracia y su evidente incapacidad para canalizar la protesta popular por caminos pacíficos. La creciente actividad de la vanguardia armada, que empalmó en ese proceso, donde las masas tomaron como suyos sus emblemas, fue otra característica, tal vez la más importante, del segundo cordobazo. La posibilidad de la concreción en un futuro inmediato de un vuelco masivo del proletariado a la guerra revolucionaria, liderada por esa vanguardia, forzaron a las FF.AA. a dar el golpe que liquidará la política de Levingston, simple continuación de la de Onganía, para intentar una nueva salida. Este golpe de timón de la Dictadura Militar ahora materializada en la figura de Lanusse, es un retroceso de parte de la misma. Jaqueada por las explosivas protestas masivas de la clase obrera y el pueblo y por el desarrollo de la guerra revolucionaria, la Dictadura se repliega y comienza a hacer concesiones.

Con ello se abre un nuevo panorama en el proceso de las luchas populares"
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"Conscientes de la gravedad de la crisis del capitalismo argentino, temerosos ante la enérgica reacción popular y el surgimiento de organizaciones guerrilleras íntimamente unidas a las masas, la camarilla militar gobernante recurrió al GAN, a una propuesta de acuerdo con los distintos partidos políticos burgueses y pequeño-burgueses, para asentar en esta base social amplia su política contrarrevolucionaria de represión brutal a los brotes guerrilleros y a la vanguardia clasista, elementos principales de la guerra popular de larga duración iniciado en nuestra patria"
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"La camarilla de Lanusse comprende que para que esa maniobra cuaje, necesita de la participación, del apoyo de todos los sectores con arraigo popular, principalmente el Peronismo. De ahí los coqueteos con la Hora del pueblo y el ofrecimiento a Perón de permitir su retorno, devolver el cadáver de Evita y otras concesiones con las que pretenden llegar a un acuerdo, incorporar al Peronismo a su política contrarrevolucionaria"
.

"
El Gral. Perón manifiesta que no se prestara a las maniobras dictatoriales, pero al mismo tiempo, en los hechos, con el apoyo abierto brindado al paladinismo y a Rucci, a la hora del pueblo y a la burocracia sindical traidora, entra en esa maniobra, favorece objetivamente los planes de la dictadura, contribuyendo a confundir a amplios sectores populares que, hartos de los militares, están dispuestos a aceptar un nuevo gobierno parlamentario burgués, el retorno a escena de los politiqueros que hace 5 años repudiará masivamente
"
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]

En definitiva el GAN, como se demostró posteriormente, fue una hábil maniobra de la burguesía para contener con el engaño el formidable avance revolucionario de nuestro pueblo, engaño que consistió en un nuevo retorno al régimen parlamentario, esta vez bajo el signo Peronista, mediante un proceso electoral completamente controlado por las clases dominantes. El plan burgués fue una vez más tácticamente exitoso y logro despertar nuevas esperanzas en las masas hacia una salida parlamentaria. Pero ello no le reportó ventaja alguna, como veremos más adelante, por la persistencia e intensificación de la lucha popular en sus diversas manifestaciones.

Sin embargo, es necesario detenernos para analizar las causas de los repetidos éxitos de la burguesía en mantener su dominación de clase pasando del parlamentarismo al bonapartismo militar y viceversa, maniobra repetida reiteradamente.

Desde 1952 el capitalismo argentino vive una profunda crisis economico-social, sometido a la formidable presión de un pueblo combativo que no se resigna a la explotación y el sometimiento, que ha luchado denodadamente en los últimos 22 años. Sin embargo, la burguesía que no logra estabilizar el país en lo económico-social, ha tenido éxito hasta ahora en lo político salvaguardando con hábiles maniobras el poder, resorte decisivo en la lucha de clases.

Sin opción revolucionaria de poder

La razón fundamental por la que pese a la enérgica lucha de nuestro pueblo, las clases dominantes no han visto peligrar su dominación política ha sido la ausencia hasta el presente de una opción revolucionaria de poder que ofreciera a las masas una salida política fuera de los marcos del sistema capitalista.

Hasta ahora la clase obrera y el pueblo argentino no han conseguido darse una fuerza política propia de carácter revolucionario. Por ello ha estado sometido constantemente a la influencia de los partidos políticos burgueses y no ha logrado identificar las distintas engañifas preparadas por la burguesía, cayendo en consecuencia en el error, dando su apoyo de buena fe a sus propios verdugos.

Naturalmente que la burguesía emplea todos sus poderosos medios materiales; la prensa, la radio y la TV; sus agentes en el campo popular; la intimidación y la persecución represivas, el soborno, etc., con el objeto de dividir las fuerzas populares, de impedir a toda costa cualquier avance en la construcción de organizaciones revolucionarias. Naturalmente que la burguesía emplea todos sus recursos en difundir entre las masas toda clase de ideas erróneas, de esperanzas en las soluciones y lideres burgueses tanto políticos como militares. Naturalmente que la burguesía emplea todas sus fuerzas en calumniar al socialismo, en mentir descaradamente para crear temor y desconfianza hacia el poder obrero revolucionario.

Otro factor que contribuye poderosamente a mantener oculta la necesidad de arrebatar el poder estatal de manos de la burguesía, es el rol de las corrientes reformistas y populistas como el Partido Comunista y Montoneros, por ejemplo, que desde el campo del pueblo - y por tanto escuchados con interés por las masas- difunden también falsas esperanzas apoyando sin rubores a uno u otro dirigente de la burguesía pretendidamente " progresista", perdiéndose en el laberinto de la lucha interburguesa y desviando tras de si a sectores de las masas, lejos del verdadero camino revolucionario, el camino de la lucha consecuente y constante por la toma del poder.

Debido a estos factores, a la debilidad de las fuerzas revolucionarias, al hábil trabajo contrarrevolucionario de la burguesía, y a las erróneas ideas sostenidas y practicadas por ciertas corrientes del campo popular, la burguesía ha podido maniobrar con tranquilidad en el campo político durante los últimos 22 años de crisis económico-social, pasar sin mayores dificultades del parlamentarismo, conducir con estos movimientos al pueblo y mantener sólidamente el control de todos los resortes del Estado.

Comprender claramente esta cuestión, saber identificar las maniobras y trampas que la burguesía emplea para conservar el gobierno, grabarnos en nuestras mentes y grabar en la mente del pueblo que no hay solución a los problemas de las masas sin despojar del poder a las capitalistas, sin destruir su ejercito y su aparato represivo, es la cuestión más vital en el estado actual del proceso revolucionario argentino.

La lucha de nuestro pueblo registra fundamentalmente avances en los últimos años. Consignas socialistas han sido inscriptas profusamente en distintos programas de luchas de las masas; el sindicalismo clasista recupera numerosos sindicatos de manos de la burocracia sindical y esta a punto de centralizar su actividad nacionalmente; las masas pobres del campo y la ciudad crean y desarrollan ligas campesinas y federaciones villeras; se han fundado y operan prácticamente en todo el país efectivas unidades guerrilleras urbanas y rurales con lo que se dio un paso fundamental en el armamento del proletariado y el pueblo; surgió un pujante movimiento socialista legal y semilegal de características revolucionarias; y finalmente, la consolidación, desarrollo y maduración de nuestro partido, el PRT, señala el camino para la solución del principal problema de toda revolución: la dirección proletaria revolucionaria de la lucha popular en su conjunto.

Todos estos elementos anuncian que los argentinos estamos hoy día en condiciones de superar el déficit fundamental que hemos señalado, de dotarnos de una opción revolucionaria que nos permita arrancar a las masas de la influencia burguesa y encaminarnos con firmeza hacia la captura del poder hasta voltear a los políticos y militares capitalistas, destruirles su aparato de dominación (ejercito, policía, parlamento, etc.), instaurar el poder obrero y popular socialista, y construir un nuevo sistema de gobierno, un nuevo estado, basado en la movilización y participación de todo el pueblo para aplastar definitivamente hasta la ultima resistencia del capitalismo y edificar el justo régimen socialista.

Tercer gobierno peronista

Triunfantes en las elecciones generales del 11 de marzo, Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, candidatos del FREJULI a Presidente y Vicepresidente, dirigieron sus primeros pasos políticos a contener las actividades revolucionarias y la lucha de masas en general sobre la base de vagas y rimbombantes promesas de cambios "revolucionarios".

Surgido de una campaña electoral pro-socialista y pro-guerrillera, el gobierno peronista de Cámpora se propuso iniciar su gestión con algunas concesiones secundarias a la izquierda peronista y una apertura internacional hacia los países socialistas que le diera un barniz "revolucionario". Dentro de esas concesiones estaban comprendidas algunas leyes reclamadas prioritariamente por las masas, en primer lugar la amnistía a los combatientes y la derogación de la legislación represiva. Pero el propósito del gobierno peronista era otorgar una amnistía gradual, parcial y condicionada, que comenzara poniendo en libertad a los combatientes peronistas y condicionara la de los guerrilleros marxistas a la aceptación de la tregua por parte del ERP. La dirección burguesa y burocrática del peronismo, entusiasmada por los 6 millones de votos obtenidos, confiaba irracionalmente en que nuestro pueblo seria engañado con facilidad y suspendiera su lucha, seguiría la orientación formulada "de trabajo a la casa y de la casa al trabajo". El mismo 25 de mayo las masas hicieron trizas todos esos planes lanzándose a la calle y obligando con el "devotazo" a la inmediata liberación de todos los combatientes.

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