Querido Paul:
Ya estoy casi bien, pero para escribir aún me encuentro un poco floja. Por eso, mamá te escribe otra vez a máquina.
Ayer me visitó Oliver. Él ya ha pasado las paperas, y no se pueden tener dos veces. Me contó muchas novedades. ¡Nuestra señorita va a tener un niño! Ella quiere que sea niña. Pero si es un niño, tampoco se molestará.
Markus robó unos chicles en el supermercado. Y una dependienta lo pescó.
Y en la clase tenemos un chico nuevo. Es turco, y ya tiene nueve años. La profesora le ha mandado sentarse al lado de Andi. No sabe nuestro idioma. Tengo mucha curiosidad por conocerlo.
¡Y ha ocurrido otra cosa! La semana pasada, Xandi iba del colegio a su casa y pasó por el parque. Iba con Andi. Estuvieron un rato columpiándose y haciendo ejercicio en las barras, y al acabar se dieron cuenta de que la cartera de Xandi había desaparecido. La buscaron por todo el parque y Xandi lloró. Entonces, una señora les dijo que una niña mayor se había llevado la cartera. La señora lo había visto perfectamente, pero no sabía que la cartera era de Xandi. A Xandi los cuadernos le daban lo mismo, no tenía ni un sobresaliente. Pero sus lápices de colores se habían evaporado, y la pluma, y un monedero con veinte chelines que también estaba en la cartera, y el osito, ya en el jardín de infancia lo llevaba en su bolsa. Era lo que más pena le daba. Cuando esté curada, iré con mamá a la juguetería. Buscaremos un osito de peluche parecido. ¡Igual que el que tenía! Se lo regalaré a Xandi. Porque dentro de tres semanas es su cumpleaños.
Mañana me levantaré por primera vez.
¡Escríbeme pronto!
Tu amiga Susanna.
Querida Susanna:
Si estuviera en Viena, iría a visitarte. Ya hace tres años que tuve las paperas. ¡Es horrible que alguien robe una cartera! ¿Se enfadó mucho la mamá de Xandi? ¡Siempre se enfada enseguida! ¿Cómo es que la señorita va a tener un niño? ¡Es un vejestorio! ¿Y qué le ha pasado a Markus? ¿Tuvo que ir a la policía?
A mí me va bien. En el colegio no paran de ponerme sobresalientes. A Paula sólo le ponen suficientes. Pero no le importa. ¿Quieres venir a casa en las vacaciones de Pascua? ¡Sería genial!
Te quiere tu Paul
P.D. He construido una cabaña con Hubert y Georg. Papá nos ha ayudado.
En la cabaña tenemos hasta una estufa y una cama con una colcha vieja.
A pesar de todo hace frío.
Querido Paul:
Ya no estoy en la cama. Pero dictar una carta es mucho más divertido que escribirla. Por eso te escribe otra vez mamá con la máquina. No se si se enfadó mucho la mamá de Xandi. Lo sabré cuando vuelva al colegio.
La señorita no es un vejestorio. Tiene treinta años.
Markus no tuvo que ir a la policía, pero su papá le pegó.
Es una lástima, pero en las vacaciones de Pascua no puedo ir a tu casa. Vamos a Salzburgo. A ver a mi abuela. Yo preferiría ir a vuestra casa, pero mamá dice que si no voy a ver a la abuela se pondrá muy triste. Ya hace tiempo que quiere volver a verme.
Con cariño.
Tu amiga Susanna.
Querida Susanna:
Las cosas me van mal. Todos se portan mal conmigo. Hoy ha habido una pelea entre mi bando y el bando de Franzi. Nuestros contrincantes se habían armado con castañas. Tenían los bolsillos llenos y nos han bombardeado de lo lindo. Nosotros nos hemos defendido con piedras. Franzi se ha agachado y por eso no le he dado, y la piedra ha ido a parar al escaparate de la tienda. El cristal se ha agrietado. Papá tendrá que pagarlo. Por eso está enfadado conmigo, y mamá está más enfadada aún, pero no por el cristal. Ella dice que si la piedra hubiera dado a Franzi en la cabeza, ahora podría estar muerto.
A Georg le ha dado su padre dos bofetadas de aúpa. Pero Georg no tiene nada que ver con que se haya roto el cristal. Él no ha disparado ni una vez. El padre de Hubert me ha dicho: “¡Qué trasto de chiquillo, antes de que llegaras aquí gozábamos de paz y tranquilidad!”
Todos me echan la culpa. ¡Qué desgracia!
Voy a ver a los cochinillos. Ellos no son tan odiosos.
Tu amigo Paul.
Querido Paul:
Nuestra Susanna está ya casi bien. Está a mi lado y está ofendida porque yo no quiero escribir lo que me dicta.
Quería que yo escribiera que tú eres un pobre desgraciado y tienes toda la razón; si se rompe el cristal de un escaparate no es culpa tuya. Pero yo no quiero escribir eso, porque no es cierto. ¡Las piedras no se tiran! Ni siquiera a alguien a quien no se quiere. ¿Y por qué no quieres a ese Franzi? En tus cartas sólo dices que es “tonto”. ¿Por qué es tonto? Si aún no has hablado seriamente con él, desde el principio, ¿cómo puedes saberlo?
Muchos saludos de la mamá de tu amiga Susanna.
Querido Paul:
Mamá te ha escrito una carta. No me la ha enseñado. Pero ¡me puedo imaginar lo que ponía! Mamá también me está diciendo siempre que no pegue a Andrea. Mamá no entiende estas cosas.
¡Te deseo lo mejor en la batalla contra el bando de Franzi!
Tu amiga Susanna
Querida Susanna:
El cristal cuesta 5000 chelines.
Papá me va a descontar el dinero de mi paga semanal. ¡Cada semana tres chelines! La profesora está enfadada con todos nosotros. No se ha reído ni una sola vez en todo el día. Ha dicho que tenemos que firmar la paz. ¡Pero yo no firmaré ninguna paz! ¡Nunca en la vida!
Tu amigo Paul
P.D. Ojalá estés ya buena del todo. Es una pena que no puedas venir en Pascua.
Querido Paul:
EEEtoy otra vez bien. Pronto será de n+8—o+e. Estoy pintan
un dibujo. Hay un árbol con muchas ra+. A su lado está 1—o hada. TiN una bicicleta. Pero los neumáticos no están hincha2.
¿Puedes leerlo?
Lo he inventado yo.
Así se escribe más deprisa. Cuando vuelva al colegio, le explicaré a la señorita esta forma de escribir. Mi papá está asegurado contra cristales que yo rompa. Si tu papá te quita cada semana tres chelines de tu paga, tardará treinta y dos años hasta que reuna los 5000 chelines. Mi papá lo calculó. ¡Menuda tontería!
Te mando en el sobre una foto mía recientísima.
Tu amiga Susanna