—Nunca sabrán qué les pasó. Estaban tan cerca de la descarga de energía que ni los escudos reforzados habrían sido suficientes.
Desjani asintió.
—Es lo que nos habría pasado a nosotros en Sancere si los cálculos de la capitana Crésida no hubiesen funcionado, ¿verdad?
—Exacto.
—En cuanto lleguemos a casa, la invito a una copa. Se lo debo.
Geary no pudo evitar reír durante un instante al sentirse liberado.
—Me parece que le debemos más que eso. Una botella de la mejor bebida que podamos encontrar. Y vamos a medias.
En la boca de Desjani se dibujó una breve y pequeña sonrisa.
—Hecho. —La sonrisa se desvaneció—. ¿Y ahora a dónde vamos?
—Dirijámonos al punto de salto de Branwyn. ¿Qué curso deberíamos seguir si mantenemos esta velocidad? —Podría haberlo mirado él mismo sin problemas, pero en aquel momento no confiaba en su capacidad para usar la cabeza.
Desjani miró al consultor de navegación, que halló rápidamente la solución.
Geary esperó un rato para asegurarse de que su voz fuese firme; luego manipuló de nuevo el circuito de comunicaciones.
—A todas las unidades de la flota de la Alianza, vuelvan a su posición en la formación de flota Delta Dos. En tres cinco que todas las unidades viren a la vez a estribor ciento seis grados, cuatro grados en dirección ascendente.
En aquel momento, una vez que la onda expansiva los había sobrepasado, podían ver cómo se extendía hasta las partes del sistema estelar que todavía no había alcanzado. Era como ver una terrible imagen de antes y después. Más allá de la onda, antes de que impactase sobre las diferentes regiones, Lakota rebosaba vida y actividad, pero en cuanto se extendía a través del sistema estelar y sobrepasaba las naves y los asentamientos humanos, dejaba tras de sí un panorama de restos y muerte.
Por su parte, las cápsulas de escape síndicas habían sido aniquiladas por el pulso, destrozadas como un enjambre de mosquitos al paso de un vehículo pesado a gran velocidad. Los tripulantes que había en su interior habían muerto al instante. Un par de cargueros, que estaban demasiado lejos de ninguna parte como para encontrar un lugar donde resguardarse, habían quedado hechos pedazos. Una colonia situada en un satélite de un gigante gaseoso se había visto protegida por el mismo planeta, aunque este último había perdido una parte importante de la región superior de su atmósfera cuando el pulso lo sobrepasó. Sin embargo, la colonia fue una excepción. Otros dos asentamientos, situados en un quinto planeta, habían resultado dañados de gravedad, y un tercero localizado en otro satélite seguramente había sido destruido.
Sin embargo, había sido más duro ver los efectos de la descarga de energía sobre el planeta habitado. En el lado orientado en dirección opuesta al pulso, se habían perdido o dispersado grandes porciones de atmósfera, y las superficies de los océanos, mares, ríos y lagos se habían vaporizado en un instante. Los bosques y los campos eran pasto de las llamas, y la temperatura era tan alta que poco quedaba aparte de los restos carbonizados. Las ciudades se habían derretido, y ya no eran más que planicies formadas por los restos. El pulso había destruido los pequeños asentamientos de una forma tan despiadada que cualquier intento o tentativa se había desvanecido.
Medio planeta había muerto en cuestión de segundos.
—Existen posibilidades de que las personas resguardadas a suficiente profundidad en el lado expuesto hayan sobrevivido al impacto de la onda expansiva —informó un consultor.
—¿Y las consecuencias? —preguntó Rione.
El consultor hizo una mueca.
—Muchos estarán atrapados. Sin suministros de comida, con una atmósfera sensiblemente más delgada en todo el planeta, con toda el agua evaporada y el aire lleno de ceniza. Y va a haber tormentas terribles. No sé, señora copresidenta. Las personas que estén en los refugios podrían tener alguna oportunidad, aunque la vida va a ser tremendamente dura. A los que le alcanzó el impacto... En fin, no me gustaría estar en su situación, y tampoco intentar sobrevivir allí.
Geary asintió con la cabeza.
—Y todo eso con una descarga de energía de solo cero con trece en la escala de novas. De las descargas posibles, es bastante poco.
Desjani tenía los ojos clavados en la pantalla, con expresión severa, pero no dijo nada mientras veía la imagen del planeta destrozado.
—Al mirar todo esto —dijo Rione con voz calmada—, es difícil verlos como enemigos. Solo parecen gente que necesita ayuda.
Geary volvió a asentir, en silencio.
—¿Podemos ayudarlos de algún modo? —preguntó Rione.
Geary negó con la cabeza.
—Desafortunadamente, tengo experiencia con estas cosas. Cuando era oficial subalterno, la estrella del sistema Cirinci lanzó una llamarada que frió gran parte de las regiones del principal planeta habitado de aquel sistema estelar orientadas hacia él. —Nadie en el puente de mando del
Intrépido
parecía reconocer aquel suceso. La historia popular había olvidado aquella tragedia de hacía más de un siglo entre un mar de desastres que se habían sucedido según la guerra se descarnaba década tras década.
Geary acalló aquel conocido sentimiento que le producía verse entre extraños, con su vida perdida en el tiempo, y señaló el visor con una mano.
—Por lo que veo, lo de Cirinci no fue como esto, pero tuvimos que agotar los recursos de las organizaciones de ayuda humanitaria para saber lo que podía hacer la flota, y la respuesta fue que no demasiado. El gobierno de la Alianza tuvo que requisar muchos cargueros civiles para transportar los suministros de rescate y reconstrucción, y aun así llevó mucho tiempo. Creo que al final los únicos recursos militares que utilizaron fueron algunos transportes de tropas de gran tamaño para trasladar a los trabajadores de tareas humanitarias y recoger a los evacuados. Incluso aunque esta flota estuviese abastecida al máximo, y está lejos de estarlo, no sería más que una gota en el océano de todo lo que los supervivientes de este sistema estelar necesitan. Y tampoco es que podamos esperar precisamente la gratitud de los líderes síndicos. Seguirán haciendo todo lo que puedan para destruirnos si seguimos aquí.
Rione suspiró.
—¿No hay nada que podamos hacer?
—Diremos en cada sistema síndico por el que pasemos que aquí necesitan ayuda. —Geary señaló al panel—. Algunos mercantes sobrevivieron a la onda expansiva; se protegieron tras los planetas disponibles, ya fuese por suerte o porque recibieron el aviso a tiempo. Esas naves pueden ir a buscar ayuda.
—Sí. Le dirán a todo el mundo lo que ha sucedido aquí. —Rione miró directamente a Geary y este asintió una vez más.
Ya no era cuestión de ocultar el peligro potencial derivado del colapso de las puertas hipernéticas, sino más bien de enfrentarse al resultado de que se supiese lo sucedido en cuanto la información se extendiese a la misma velocidad que los humanos pasan la información.
Finalmente Desjani volvió a hablar.
—Los líderes síndicos. —Se giró con una mirada severa hacia Geary—. Después de lo de Sancere seguramente algunos sospechaban lo que pasaría si destruían la puerta hipernética que había aquí. Sin embargo, dieron la orden, y aparentemente no le dijeron a nadie lo que podía pasar. Si la descarga de energía hubiese sido suficientemente potente, todas las personas que había en el sistema estelar habrían muerto y nadie podría contar lo sucedido. —Volvió a mirar el visor con la imagen del planeta devastado—. Esto no es guerra, es una atrocidad llevada a cabo contra esta gente por sus propios líderes en un intento de destruir a esta flota.
No había mucho más que añadir salvo asentir de nuevo en silencio.
Desjani volvió a tomar la palabra, con tono cortante.
—Podría haber prisioneros de guerra de la Alianza en ese planeta. Es posible que hayan llevado a algunos después de los combates que hubo en el sistema hace ya casi dos semanas.
Los ojos de Geary volvieron a posarse sobre la imagen del planeta en ruinas. Se obligó a dar una respuesta.
—Si estaban en la parte del planeta que recibió el impacto, ya no podemos encontrarlos ni ayudarlos.
—¿Y si estaban en el otro lado? —Desjani se giró hacia los consultores y comenzó a dar órdenes a gritos—: ¡Quiero un análisis minucioso del planeta antes de que fuese alcanzado por la onda expansiva con el fin de encontrar cualquier rastro de campamentos de prisioneros de guerra o algún indicio de que retuviesen en alguna parte a personal de la Alianza! ¡Óptico, de comunicaciones, todo!
—Capitana, los análisis del planeta llevados a cabo antes del impacto de la onda expansiva no revelaron ningún indicio...
—¡Hágalo de nuevo! ¡Si hay siquiera una pulga procedente de la Alianza en ese planeta quiero saberlo!
La voz de Desjani resonó en el puente de mando del
Intrépido
, que se había quedado súbitamente en silencio. Los consultores aceptaron las órdenes a toda velocidad y comenzaron a trabajar. Desjani se recostó en su asiento de capitana, mirando al visor mientras Rione la observaba con expresión sombría. Luego se marchó del puente de mando sin mediar palabra. Geary vaciló al ver la frustración y la ira que sentía Desjani ante lo que había pasado en aquel sistema estelar. Finalmente, se marchó también en silencio. A veces incluso los amigos más próximos necesitan cierta distancia.
Geary deambuló por los corredores del
Intrépido
durante un rato, apenado e inquieto. Estaba saliendo de la depresión postvictoria, fruto del inevitable coste de bajas, cuando volvió a sentirse abatido al ver la destrucción causada por el colapso de la puerta hipernética.
Los miembros de la tripulación que conocía también estaban afectados, además de algo aturdidos al ver que habían sobrevivido y salido victoriosos. Algunos días después asumirían el peso de la victoria y después se sentirían eufóricos. Sin embargo, hasta entonces, se sentirían sobre todo agradecidos por seguir vivos y tener la oportunidad de volver a casa. Parecían sobrecogerse ante su presencia más que de costumbre y, puesto que le costaba soportar aquello, Geary se retiró a su único cobijo seguro disponible.
Cuando finalmente llegó a su camarote, ansiando estar un rato a solas, vio a Rione, observando el visor estelar con actitud distante.
—Mis condolencias por las pérdidas que ha sufrido la flota —dijo casi en voz baja.
—Gracias.
Geary se sentó, con los ojos clavados en el visor. No tenía ganas de estar cerca de nadie ni de hablar de las bajas de la flota. No mientras los recuerdos de la destrucción causada por el colapso de la puerta hipernética estuviesen todavía frescos en su memoria.
—Por lo que sé —continuó Rione—, la capitana Faresa murió en la
Majestuosa
.
—Nadie consiguió salir de la nave —dijo Geary tajantemente.
—Y el capitán Kerestes murió en la
Guerrera
junto con el comandante Suram.
Aquellas palabras le remordieron la conciencia. Kerestes había permanecido en una posición ofensivamente pasiva, algo que Geary había considerado un imposible. Tenía tanto miedo de cometer un error que hacía todo lo posible para evitar hacer algo. En comparación, durante el poco tiempo que había ejercido como capitán de la
Guerrera
, el comandante Suram había conseguido motivar a su desanimada tripulación y luchar bien.
—Tengo intención de hacer todo lo que esté en mi mano para que el comandante Suram reciba el reconocimiento que se merece como oficial al mando de esa nave. El capitán Kerestes era un cero a la izquierda.
Geary se preguntó durante un instante si Kerestes habría sobrevivido lo suficiente como para estar entre los que intentaron abandonar la nave. Era tan probable como que muriese en su camarote cuando las lanzas infernales síndicas destrozaron la
Guerrera
. Una carrera dedicada a evitar realizar cualquier acción que pudiese parecer desacertada había acabado a manos de navíos de combate a los que no les importaba en absoluto si la hoja de servicio del capitán Kerestes estaba libre de meteduras de pata o no.
—¿Y el capitán Falco?
Geary casi se estremeció al pensar en el demente capitán Falco, confinado en su alojamiento mientras la
Guerrera
luchaba por última vez. Todavía no había averiguado cómo habían sido sus últimos momentos. Ni siquiera si alguien lo sabía.
—Lo que hizo ese hombre me hizo sentir repulsa, pero esa no es forma de morir.
—Lo más probable es que estuviese a salvo y protegido en sus delirios —sugirió Rione—, creyéndose al mando de la flota, vendiendo cara su derrota, luchando heroicamente hasta el final. Sin darse cuenta de lo poco que controlaba su destino en realidad.
Geary no la miró directamente.
—¿Te estás burlando de él?
—No. A veces me pregunto cuán distintos serán los delirios de Falco de lo que tú y yo hacemos. —Hizo una pausa—. Faresa, Kerestes y él han muerto en combate. Al menos te ahorra tener que preocuparte de tres consejos de guerra si llegamos al espacio de la Alianza.
Geary perdió el control.
—¡Mierda, Victoria, si estás intentando encontrar un resquicio de luz en todo esto, me perece que no lo estás consiguiendo! ¡No estaba dispuesto a perder dos naves a cambio de que se hiciese algo de justicia con esos tres! ¡No veo una mierda de justicia en lo que le ha pasado a Falco!
Rione, ante la explosión de ira de Geary, guardó silencio durante un momento.
—Sé que has mirado sus informes de antes de que los capturasen los síndicos. Viste sus discursos. Viste cómo celebraba triunfante unas victorias en las que se perdieron docenas de importantes navíos de combate de la Alianza a cambio del mismo número de síndicos. ¿Crees que se pasaría algún tiempo, por poco que fuese, preocupándose por las pérdidas de esas naves?
—Esa no es la cuestión —respondió Geary, fríamente.
—No, claro que no. No te juzgas comparándote con gente como Falco. —Rione suspiró lentamente—. Por lo que sé, esos tres oficiales murieron en sus naves.
A Geary ni siquiera se le había ocurrido la idea de que no fuese así.
—¿Hay algo que haga pensar lo contrario?
Ella sonrió adustamente.
—Una mente desconfiada. Creo que si la capitana Faresa hubiese tenido tiempo, sus partidarios la habrían ayudado a abandonar la
Majestuosa
. Pero nadie gozó de esa oportunidad. Los que querían utilizar a Falco podrían haberlo ayudado a salir de la
Guerrera
, pero... —Hizo una pausa—. Era un idiota y un demente, sin embargo, lo último que hizo fue rechazar la oportunidad de salir de la
Guerrera
. ¿No lo has oído? Sobrevivieron algunos testigos. Falco afirmó que su deber era quedarse en la nave, aunque es bastante difícil saber si sabía realmente lo que estaba pasando. Supongo que podemos ser magnánimos con el muerto y asumir que sí.