Agentes del caos II: Eclipse Jedi (7 page)

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Authors: James Luceno

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Agentes del caos II: Eclipse Jedi
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—Ella, comandante —corrigió Nom Anor—. Al menos en estos momentos. Se dice que los hutt son hermafroditas. Es decir, que combinan en un mismo ser características de varón y de hembra.

—¿Y ahora es sólo hembra? —preguntó Malik Carr mirándolo de reojo.

—Completamente hembra, como pronto verá. En cuanto a la larga espera, es una tradición.

—Pero los precedentes…

—No se preocupe por los precedentes. Tengo un plan para tratar con esa formalidad pasada de moda.

Cuando los dos yuuzhan vong caminaron hacia el centro de la antecámara, un séquito de diez guardias de honor y otros tantos sirvientes se pusieron firmes. Los guardias llevaban armaduras de cangrejos vonduun y anfibastones vivientes, además de cuchillos coufee de doble filo. Las sirvientas iban ataviadas con velos, túnicas y capas que sólo dejaban visibles las sinuosas marcas que adornaban sus brazos desnudos.

Malik Carr respondió al rápido saludo de los guardias y se sentó en un banco acolchado. Nom Anor se quedó en pie. El alto techo de la sala de espera descansaba sobre una docena de pilares mohosos, el suelo era de piedra pulida hasta alcanzar un brillo deslumbrante y los muros estaban decorados con tapices de intrincados diseños.

Un bípedo de un verde luminoso y ojos saltones entró en la antecámara. La cabeza grumosa de la criatura tenía dos apéndices gemelos semejantes a cuernos, orejas puntiagudas y una estrecha cresta de espinas amarillas. Sus dedos largos, ahusados, parecían rematados en ventosas.

—Un rodiano —informó suavemente Nom Anor—. Una especie belicosa con inclinación a la guerra y al pillaje. Éste es Leenik, el mayordomo de la hutt.

Leenik se acercó a los invitados de su amo, agitando incesantemente su hocico de cerdo.

—Borga
La Todopoderosa
está preparada para recibirlos en audiencia —dijo, hablando en Básico.

Malik Carr lanzó a Nom Anor una mirada indignada. Todo el séquito de los yuuzhan vong se movió, siguiendo al rodiano a través de una enorme puerta flanqueada por rechonchos guardias cuyos puntiagudos dientes inferiores encajaban perfectamente con los enormes colmillos superiores.

—Le sugiero que aspire profundamente antes de que entremos —aconsejó Nom Anor a su comandante.

—¿Tan insoportable es el olor de los hutt?

—Piense en la apertura de una tumba.

Malik Carr hizo una mueca y respiró hondo.

El techo abovedado de la sala era más alto incluso que el de la antecámara, y un diván antigravitatorio flotaba entre el techo y
el
suelo. En él se hallaba una enorme babosa de cabeza bulbosa cuyos brazos desproporcionadamente cortos habrían parecido meros vestigios de no estar rematados en unas manos pequeñas que hacían señales imperiosas a Malik Carr y Nom Anor para que se acercaran.

Los filtros atmosféricos funcionaban a pleno rendimiento, pero aún quedaba la suficiente pestilencia residual en el aire como para provocar lágrimas en los ojos del comandante. Una corte de aduladores yacía sobre divanes y alfombras: músicos, pistoleros y bailarinas escasamente vestidas pertenecientes a diversas especies. Encadenada a una pared, aunque era obviamente un animal doméstico, se hallaba una bestia de aspecto feroz que Nom Anor reconoció como un zancudo kintano.

Borga distinguió a Nom Anor con una mirada.

—Qué agradable volver a verlo —resonó su profunda voz—. Venga y siéntese cerca de mí.

Nom Anor —a quien Borga conocía como Pedric Cuf, y que aseguraba ser únicamente un intermediario entre los yuuzhan vong y los hutt— sonrió sin mostrar los dientes, pero no se movió, manteniéndose a buena distancia de la plataforma repulsora. A una señal de su mano, los sirvientes llevaron hasta el centro de la sala varias cajas ornamentadas que daban la impresión de contener tributos. Nom Anor caminó hasta la caja más cercana y la abrió. Casi de inmediato, el diván flotante empezó a temblar, descendiendo brusca y ruidosamente hacia el suelo de piedra, casi lanzando a Borga
La Todopoderosa
sobre su corrillo de aterrados sicofantes.

—Lo siento mucho —exclamó Nom Anor, mientras el enfadado hutt se esforzaba por recuperar su antigua calma—. No sabía que los yuuzhan vong habían incluido un dovin basal para su entretenimiento. La criatura se habrá sentido ofendida por el intento de su diván de burlar la gravedad y habrá decidido rectificar el desequilibrio anulándolo.

Nom Anor era hábil imitando los sonidos subarmónicos que salpicaban de matices el lenguaje hutt. Aun así, Borga tuvo dificultades para captar la sinceridad de la disculpa. Sus ojos oblicuos y de párpados pesados pestañearon confusos. Entonces, se irguió rápidamente con un impulso de su musculosa cola llena de manchas púrpura y gesticuló a dos de sus sirvientes, indicándoles que trajeran sillas para sus invitados.

El comandante y el Ejecutor se sentaron con decoro, cuidadosamente, para no mostrar excesiva presunción por su pequeña victoria, aunque Malik Carr no pudo evitar una fugaz sonrisa.

—Los yuuzhan vong han traído más maravillas —dijo Nom Anor.

Respondiendo una vez más a su señal, dos sirvientes situaron un acuario dentro del alcance limitado de Borga. Sus aguas oscuras contenían una variedad de formas de vida del tamaño de un puño que los hutt jamás habían visto. Borga susurró algo a Leenik, y el mayordomo pescó una de las criaturas del tanque, la olfateó y le dio un cauto mordisco.

Ante el asentimiento entusiasta del rodiano, Borga cogió aquella cosa de las manos de largos dedos de Leenik, se la tragó entera y soltó un largo y sonoro eructo de satisfacción.

—Otro —ordenó la hutt.

Esta vez, Borga abrió tanto sus mandíbulas que Nom Anor casi pudo oír el chapoteo del bocado viviente al caer en la cavidad de su enorme estómago. La hutt eructó de nuevo y se pasó la poderosa lengua por sus labios y sus orificios nasales.

—Sabe como una angula carnoviana, pero con una pizca de la resistencia que uno espera en las mejores ranas del árbol nala que suministran Fhnark y Compañía —dijo como una verdadera
gourmet—.
Es tan sabrosa como algunos de los clásicos aperitivos droch preparados por Zubindi Ebsuk —desvió su mirada hacia Nom Anor—. ¿Cómo los ha conseguido, Pedric Cuf? ¿De qué mundo son originarios?

—De ninguno de esta galaxia —Nom Anor sonrió complaciente—. Han sido creados genéticamente.

—¿Por él? —preguntó la hutt señalando a Malik Carr.

—No personalmente. Fue un cuidador yuuzhan vong.

—Y, esto… ¿ese cuidador puede replicar el producto?

—Estoy seguro de que sí podrá —Nom Anor se puso en pie y señaló respetuosamente a Malik Carr—. Borga, permítame presentarle al comandante supremo Malik Carr, encargado de supervisar este sector del espacio.

La hutt parpadeó repetidamente.

—¿Supervisar?

Con la cabeza ligeramente ladeada, Malik Carr la miró durante lo que pareció una eternidad.

—¿Habla usted en nombre de toda su especie? —terminó preguntando en un aceptable hutt.

—Sí —respondió Borga, irguiendo orgullosamente su bulboso cuerpo—. Y se me ha investido con autoridad para negociar con su especie.

—¿Quién la ha investido?

—Los líderes de los kajidic con derecho a voto. Así como el Gran Consejo.

—¿Kajidic? —preguntó Malik Carr a Nom Anor.

—Los sindicatos del crimen —aclaró el ejecutor en su propia lengua. Malik Carr siguió estudiando abiertamente a Borga.

—Entonces, ¿su kajidic es el gobernante?

—Soy Borga Besadii Diori, prima de Durga Besadii Tai, hija de Aruk
El Grande,
hermana de Zavval. Pertenezco al kajidic más rico y más poderoso de todos los kajidic Besadii, y controlo a los Desilijic, a los Trinivii, a los Ramesh y a los demás clanes. Los tres mil millones de hutt de este mundo me deben obedien…

—¿Es macho o hembra? —cortó Malik Carr.

Borga pestañeó.

—Ahora estoy encinta —y señaló una bolsa situada en la parte baja de su abdomen.

—¿Dará a luz descendencia viva? —balbuceó Malik Carr, obviamente asombrado. Cuando Borga asintió con la cabeza, la mandíbula del comandante cayó ligeramente—. Como una mujer de nuestras castas más bajas —señaló a Nom Anor.

La ancha frente de Borga se arrugó por la incertidumbre.

—Hablemos de negocios —dijo Malik Carr abruptamente—. Como indudablemente le habrá informado… esto…, Pedric Cuf, los yuuzhan vong necesitamos algunos de sus mundos para reaprovisionarnos. Para ello quizá debamos trasladar la población de planetas enteros y, en algunos casos, terraformar los mundos seleccionados.

—Sí, Pedric Cuf me lo ha explicado ya —confirmó Borga tras un largo momento—. De hecho, los hutt sabemos bastante sobre terraformar mundos. Por ejemplo, cuando llegamos aquí desde Varl,
La Joya Gloriosa
no era el paraíso que se ve ahora, sino un mundo primitivo de densos bosques y mares indomables. Incluso existía una especie indígena que se hacían llamar evocii, que nos vimos obligados a reubicar en la luna de
La Joya Gloriosa,
donde esas lastimosas criaturas acabaron extinguiéndose. Naturalmente, para entonces ya habíamos reemplazado todas las estructuras evocii con palacios y templos más adecuados…

Malik Carr se giró hacia Nom Anor, mientras Borga seguía parloteando.

—Parece algo surgido de los laboratorios de nuestros Cuidadores.

—Cierto —admitió Nom Amor con una breve sonrisa—. La primera vez que la vi, pensé lo mismo.

Borga había dejado de hablar y contemplaba a Malik Carr con recelo.

—Me temo que me tiene en desventaja, comandante —dijo con alegre servilismo—. Aunque he hecho algún progreso con los tutoriales que me proporcionó Pedric Cuf, aún no estoy muy versado en su idioma.

—El comandante sólo me decía que le encanta cómo ha transformado este lugar —respondió Nom Anor tras aclararse la garganta.

—En ese caso —añadió Borga con una sonrisa ambigua—, volvamos a hablar de negocios… tal como usted sugirió antes.

Malik Carr asintió educadamente.

—A cambio de permitirles el uso de ciertos mundos —uno de los cuales ya les hemos proporcionado en señal de buena fe—, los hutt nos vemos obligados a exigir a los yuuzhan vong que no invadan el Espacio Hutt y que eviten los siguientes mundos: Rodia, Ryloth, Tatooine, Kessel y ciertos planetas del cúmulo estelar Si’klaata y del sector Kathol.

Borga alzó la voz, anticipándose a cualquier objeción.

—Soy consciente de que tienen una flota de naves estacionadas en los límites del sistema Y’Toub, pero los hutt tenemos armas y recursos, y una guerra contra nosotros sólo les desviaría de su objetivo principal: la derrota de la Nueva República —se detuvo un segundo—. Porque ése es su objetivo, ¿verdad?

Malik Carr y Nom Anor intercambiaron una breve mirada de confusión antes que el primero contestase.

—De momento, nuestros objetivos no les incumben. Además, sería prematuro decidir cuál de nosotros tiene derechos sobre qué mundos, cuando ni siquiera sabemos si la alianza que formemos será satisfactoria para ambas partes. En todo caso, esa decisión le corresponde a nuestro sumo señor Shimrra. Entretanto, sugiero que trate el tema con mi superior, el comandante supremo Nas Choka, que desea entrevistarse con usted en cuanto llegue al Espacio Hutt, dentro de unos días.

Borga asintió.

—Me complacerá concederle audiencia y haré lo que me ha sugerido, discutir con él los términos del acuerdo. No obstante, desearía proponer algo a su consideración. Además de embarcarnos en diferentes empresas, los hutt sentimos una clara inclinación por el comercio de esclavos y tenemos una larga tradición que lo demuestra. He pensado que nuestra experimentada y consolidada red de rutas espaciales e hiperespaciales nos permitiría servir mejor a los intereses de nuestra sociedad, como usted la ha llamado, supervisando el transporte de cautivos, obreros, sirvientes y demás seres destinados a sus sacrificios…, una tarea para la que estamos especialmente preparados. De esa forma, los yuuzhan vong no necesitarían utilizar sus propias naves para el traslado de seres inferiores hasta su bien merecido castigo, sea la esclavitud o la inmolación.

—¿A cambio de qué? —preguntó Malik Carr precavidamente.

—De su promesa de no interferir en el comercio de especia y otros artículos prohibidos.

—¿Especia? —interrogó Malik Carr a Nom Anor.

—Euforizantes recreativos…, algunos de los cuales son derivados arácnidos.

Borga siguió el intercambio de palabras y dio una palmada con ambas manos. Aparecieron sirvientes humanos que portaban varias bandejas con polvos cristalinos de diversas composiciones y colores.

—Aquí tiene ejemplos de brilloestimulante y de kor extraído del mineral ryll —explicó Borga, señalando una bandeja tras otra—. Y allí tiene carsuno, lumni, especia, especia gree y andris. —Hizo una pausa para mirar a Malik Carr—. Si quiere probar cualquiera de ellas…

Malik Carr alzó la mano en un gesto de negativa.

—En otro momento quizás —dijo Borga cortésmente—. ¿Qué opina de mi propuesta?

Nom Anor se volvió hacia Malik Carr con excitada determinación.

—Esto encaja perfectamente con los planes del comandante supremo Nas Choka de reunir a las poblaciones resistentes en unos cuantos mundos seleccionados para su adoctrinamiento y seguridad.

Malik Carr asintió evasivamente antes de dirigirse a Borga.

—¿No tiene escrúpulos en traicionar a las distintas especies que abrazan los principios de la Nueva República?

Borga soltó una siniestra carcajada.

—No más que los que tiene Pedric Cuf. Al fin y al cabo, comandante, el negocio es el negocio, y si alguien tiene que sacar ventaja de la nueva situación de la galaxia, ese alguien bien pueden ser los hutt.

—Sea —aceptó Malik Carr.

Borga sonrió ampliamente.

—Otro pequeño detalle, comandante. Dado que nuestro beneficio mutuo requiere que las naves hutt procuren no interferir involuntariamente en sus operaciones, ¿sería pedir demasiado que nos mantengan informados de sus… bueno…, inminentes actividades?

Malik Carr cruzó una mirada con Nom Anor.

—Tal y como predijiste.

—La negociación también es parte de su tradición —respondió Nom Anor con una inclinación de cabeza apenas perceptible.

—Tienes buen ojo, Ejecutor.

—Tengo práctica, comandante.

Borga los miró sin comprender.

—Estábamos discutiendo las condiciones —le explicó Nom Anor.

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